Dante es un idiota. Pensaba decirme que iba a volverse socio de Max, pero Max no se queda atrás. Él también sabía y no me lo dijo. ¡Qué mal amigo! - Pequeña - entra Max caminando algo raro, lo que me causa gracia porque sé por qué camina así. - ¿Qué pasa? - creo que este se sorprendió por cómo le hablé, pero se lo merece. - Val, no te enojes. Sabía que si te decía que el socio era tu esposo, no hubieras dejado. - Tal vez me hubiera enojado, pero no me metería en tus decisiones, Max. Tú eres el jefe, tú decides qué es lo mejor. Solo me hubiera gustado que los dos tuvieran la confianza de decírmelo - siento ganas de llorar y justo ahora maldigo a estas hormonas de embarazada por volverme tan sensible. - Oye, pequeña, no estés mal - Max se acerca y me da un abrazo -. Sí que estás sensible - dice riéndose. Entonces, yo le doy un golpe en el brazo. - Idiota - escuchamos que la puerta se abre y veo a Dante con cara de pocos amigos. - Ya suelta a mi mujer - Max me mira y se empieza a r
Dante Han pasado 4 meses desde nuestro matrimonio. Mi linda esposa ahora tiene 8 meses de embarazo y pronto cumplirá los 9 meses para tener a nuestra bebé aquí con nosotros. Aunque no puedo negar que siento muchísimo miedo por lo que pueda pasar, desde que cumplió los 7 meses el médico pidió que estuviera en total reposo, ya que se estaba empezando a cansar mucho y le faltaba el aire. Desde entonces, Val no se ha levantado de la cama. A veces se molesta, pero luego entiende por qué y se calma. Estoy abajo desayunando y, cuando termino, decido subirle el desayuno a mi hermosa mujer. Al entrar, la veo dormida abrazada a mi almohada. - Cariño – beso su espalda y ella sonríe mientras abre los ojos. - ¿Qué huele tan rico? - El desayuno – cuando abre los ojos, estos se iluminan al ver el desayuno que le preparó mamá. - Qué rico – se sienta a comer el desayuno, lo que me produce gracia, ya que desde que está embarazada parece un barril sin fondo, pero no se lo digo porque la última vez
-¡VALERIE! ¡LEVÁNTATE! ¡YA VAS A LLEGAR TARDE A TU ENTREVISTA DE TRABAJO! – cuando Matilda menciona la entrevista, me levanto como un rayo y veo la hora. M****a, son las 7 am y tengo la entrevista a las 8:30 am. Me meto a la ducha como un volador y en menos de 10 minutos ya estoy afuera arreglándome para la entrevista. - ¿Valerie, ya estás lista? – pregunta Matilda entrando a mi habitación, pero la verdad no estaba lista, no sabía qué ponerme – ya veo que no. -Amiga, ayúdame, no sé qué ponerme – ella se mete a mi armario y comienza a mirar mi ropa, que no es mucha, ya que no me puedo permitir comprar mucha ropa, necesitamos ahorrar para poder pagar las cosas del apartamento. -Creo que este es – saca una falda tubo negra y una blusa blanca – esto te quedará perfecto, además tienes buen cuerpo, debes lucirlo – me pasa la ropa y rápidamente me la empiezo a colocar, ya que tengo que apresurarme. -Todavía me falta peinarme y maquillarme. - Tranquila, te voy a maquillar con algo suave y
me quedo horrorizada al ver varias armas encima del escritorio del señor giordano y este al verme se le pone la cara roja -¿Qué mierdas haces aquí? - gritó colérico. -Yo... yo... es que le iba a entregar estos papeles y nadie contestaba. -¿Y por eso te da el derecho de entrar así? - comenzó a esconder las armas en un armario y luego me miró, pero hizo algo que nunca me esperé: me tomó con fuerza del brazo y me estampó contra la pared, haciendo que soltara un gemido de dolor. - Escúchame bien, señorita Jones, esto que acaba de ver no puede salir de aquí porque, de lo contrario, tendré que encargarme de usted. - Quedé completamente atónita con lo que me acaba de decir. ¿O sea que me matará si digo algo? -Tranquilo, señor, yo no diré nada, pero no me mate. - Sentí su aliento demasiado cerca de mi rostro, pero tenía demasiado miedo para mirarlo a la cara. -Más le vale, señorita Jones. Ahora, debe ese informe y lárguese de aquí. - Con manos temblorosas, le pasé el informe y luego salí
Estoy sentada en una de las sillas del avión privado de mi jefe. La verdad es que me siento bastante aburrida, ya que él está concentrado en su computadora y no me ha dirigido la palabra desde que entramos en el avión. Es un idiota, ¿cómo pudo obligarme a venir aquí? —¿En qué tanto piensas? —la voz de mi jefe me saca de mis pensamientos, haciendo que lo mire. —En nada. —Tu rostro no dice lo mismo, estabas haciendo unas caras bastante raras —¿desde cuándo me estaba observando? —Y desde cuándo usted me observa —este me dedica una sonrisa malévola. —Yo puedo mirarla todo lo que yo quiera, señorita Jones —es un hijo de puta engreído. —¿Ah, sí? No me diga, señor Giordano. Bueno, pues quédese mirando, yo iré al baño —me levanto y camino hasta el baño, pero siento la mirada de mi jefe clavada en mi espalda, lo que me pone más nerviosa de lo normal. Por fin, estamos ya en Venecia. Cuando llegamos al hotel, mi jefe pidió dos habitaciones, pero al parecer le encanta el lujo porque pidió l
Segundo día en Venecia y juro que quiero matarme. Cada día soporto menos al imbécil de Dante. Desde que llegamos, no deja de decirme que me tiene en sus manos y que puede hacer conmigo lo que se le dé la regalada gana. Lo peor es que no puedo hacer nada por miedo a que le haga algo a Matilda. Pero hay algo que no puedo negar, y es que cada vez que ese hombre está cerca de mí, siento una corriente eléctrica por todo mi cuerpo que me hace estremecer. No debería ser así, ya que yo lo odio, pero es algo inevitable. —Valerie —veo a Dante parado en la puerta con una caja grande. —¿Qué desea, señor Giordano? —Tantas cosas, señorita Jones —cuando dice eso, me mira el cuerpo de manera descarada, lo que me hace rodar los ojos. —Ya en serio, dígame qué necesita. —Esta noche tengo una gala y quiero que me acompañes —me entrega la caja y yo lo miro sin entender. —¿Qué es? —Es el vestido que te pondrás esta noche —al parecer, le llega un mensaje, entonces él lo mira y cuando lo hace, se le es
Después de estar toda la mañana acostada en la cama, como ya me siento mejor, decido meterme a la ducha y darme un baño largo. A la media hora, salgo y me coloco una falda y una blusa. Cuando voy a salir, el gorila me detiene. -No la puedo dejar salir, señorita Jones. -¿Y por qué no puedo salir? -digo seria. -Órdenes del señor Giordano -ese hijo de puta piensa dejarme aquí todo el puto día, pues bueno, vamos a ver quién gana. -Mira, perdón, ¿cuál es tu nombre? -Zeus. -Ok, mira Zeus, voy a salir quieras o no quieras, así que no me obligues a utilizar la fuerza -parece que le dio gracia mi comentario, ya que se le alcanza a levantar un poco los labios. -Lo siento, señorita, pero no puede pasar -miro hacia el techo y suelto un suspiro. -Bueno, Zeus, que consté que yo te lo advertí -este frunce el ceño y, en un rápido movimiento, le doy una patada en sus partes íntimas, haciéndolo doblar de dolor-. Te lo dije, Zeus salgo corriendo de la habitación y tomo el ascensor para irme a d
Cuando veo a Dante con su cara roja, siento que solo quiero salir corriendo de ahí, esconderme en algún lugar donde no me encuentre. -Oye, Giordano, cálmate, solo estamos comiendo - dice Arturo, pero Dante lo toma de la chaqueta levantándolo de golpe. -Escúchame bien, imbécil, te quiero bien lejos de ella, ¿me entendiste? - noto como una pequeña sonrisa sale del rostro de Arturo, cosa que me parece extraña. -¿Por qué no? Ella no es nada tuyo, es solo su asistente. ¿Por qué no salir con ella? Mírala, es hermosa. - Sin que yo me lo espere, Dante le da un fuerte golpe en la cara haciéndolo caer al suelo. -¡Oh, por Dios, Arturo! - Me agacho para ver si está bien y veo que le sale sangre de la boca. - ¡Dios mío, ¿qué le pasa?! - le grito a Dante, que trata de controlar su ira. .Vámonos ya, Valerie. -No, mira cómo lo dejaste. - Él no toma importancia a lo que digo y lo único que hace es tomarme del brazo con fuerza. - ¡Oye, suéltame! -Imbécil, suéltala, la lastimas - grita Arturo, per