-¡VALERIE! ¡LEVÁNTATE! ¡YA VAS A LLEGAR TARDE A TU ENTREVISTA DE TRABAJO! – cuando Matilda menciona la entrevista, me levanto como un rayo y veo la hora. M****a, son las 7 am y tengo la entrevista a las 8:30 am. Me meto a la ducha como un volador y en menos de 10 minutos ya estoy afuera arreglándome para la entrevista. - ¿Valerie, ya estás lista? – pregunta Matilda entrando a mi habitación, pero la verdad no estaba lista, no sabía qué ponerme – ya veo que no.
-Amiga, ayúdame, no sé qué ponerme – ella se mete a mi armario y comienza a mirar mi ropa, que no es mucha, ya que no me puedo permitir comprar mucha ropa, necesitamos ahorrar para poder pagar las cosas del apartamento.
-Creo que este es – saca una falda tubo negra y una blusa blanca – esto te quedará perfecto, además tienes buen cuerpo, debes lucirlo – me pasa la ropa y rápidamente me la empiezo a colocar, ya que tengo que apresurarme.
-Todavía me falta peinarme y maquillarme.
- Tranquila, te voy a maquillar con algo suave y te peinaré el cabello – Dios, no sé qué haría sin ella. Desde que llegué a Italia, ella ha sido mi apoyo incondicional. Cuando salí de mi casa por culpa de mis padres, pero eso es algo que todavía no pienso contar, Matilda comienza a maquillarme y luego me peina el cabello, dejándolo suelto pero colocando un broche en él.
-Listo, amiga, ahora ponte los tacones y sal de aquí, ve a tragarte el mundo – me coloco los zapatos, tomo mi bolso y por último le doy un beso y un abrazo a Matilda.
-Gracias, amiga. Te quiero.
Salgo de casa y de inmediato el frío golpea mi rostro, haciendo que me cobije bien con mi abrigo. A pesar de que ya llevo casi un año aquí en Italia, aún no me acostumbro a este frío, ya que antes vivía en California y allá sí que hace calor. Tomo un taxi y le informo al conductor la dirección de la empresa donde haré la entrevista. Les contaré un poco sobre la empresa, pues es una empresa de arquitectos muy famosa aquí en Italia. Por lo que escuché hace unos meses, el que era el dueño de esa empresa le dio su lugar a su hijo, pero no tengo idea de quién es.
-Señorita, ya llegamos – le pago al taxista y me bajo frente a un edificio enorme. Tomo aire y entro, encontrándome con la recepcionista
-Hola, buenos días. Vengo a una entrevista con el señor Giordano para el puesto de asistente.
-Claro, piso 16. Te presentas con su secretaria – yo asiento y le agradezco a la chica, ya que fue muy formal. La mayoría de las recepcionistas son groseras y malgeniadas, pero esta es diferente. Cuando llego al piso 16, me encuentro con la secretaria.
-¿Buenos días, se le ofrece algo?
-Sí, tengo una entrevista con el señor Giordano – ella me mira de arriba abajo como haciéndome sentir menos, pero no me dejo amedrentar, levanto la cabeza y le dedico una sonrisa.
-Un momento, por favor – la secretaria se levanta y se pierde por un pasillo, dejándome sola y con el corazón a mil. A los segundos, aparece la secretaria y me dedica una sonrisa falsa.
-El señor Giordano la espera. Es la última puerta al final de este pasillo – señala el pasillo y yo asiento, dándole las gracias. Camino lentamente y cada paso que doy, mi corazón se acelera aún más, ya que nunca había hecho una entrevista de trabajo y no sé lo que me puedan preguntar. Veo que la puerta está medio abierta, así que doy dos golpecitos, escuchando un "pase". Doy una fuerte respiración y abro la puerta lentamente, viendo a un hombre alto de espaldas anchas parado en la ventana, mirando hacia la ciudad.
-Buenos días, señor Giordano – cuando el hombre se da la vuelta, me quedo completamente paralizada al ver a este hombre tan perfecto. Es de cabello castaño, tiene barba pero se ve que está bien cuidada, y ni hablar de su cuerpo. A pesar de que lleva ese traje, se nota que hace ejercicio. Tremendo italiano.
-¿Señorita, ya paró de mirarme? – cuando dice eso, siento como mis mejillas se ponen rojas, ya que se dio cuenta de que lo estaba viendo – mucho gusto, soy Dante Giordano – extiende su mano y yo la recibo, sintiendo una corriente eléctrica por todo mi cuerpo que al verlo se puede notar que él también lo notó, ya que suelta rápido mi mano.
-Valerie Jones, es un placer conocerlo.
- Tome asiento, señorita Jones – me siento y él rodea su escritorio, sentándose en su grande silla poniendo esa actitud de jefe malo.
-Bueno, ¿dígame, señorita Jones, por qué debería elegirla? – m****a, m****a, ¿qué digo? Cálmate, Camilla, es solo una pregunta.
-Bueno, pues soy una persona responsable, aprendo fácil y tengo muchas ganas de trabajar.
-¿Sabe usted algo de arquitectura?
- No, señor, pero como le dije, puedo aprender.
-¿Qué edad tiene? – ¿a qué viene la pregunta?
-Tengo 21 años – veo que él se sorprende un poco por cómo abro los ojos, pero no dice nada.
-¿No es de aquí, verdad?
-No, soy de California – él se queda pensando un rato.
-¿Y por qué decidió venir a Italia? – porque mis padres son una m****a.
-Temas personales, señor Giordano.
-Entiendo. Bueno, señorita Jones, eso fue todo. Si decidimos contratarla, mi secretaria se comunicará con usted – él se levanta y me vuelve a extender la mano, pero esta vez la suelta rápido.
-Hasta luego, señor Giordano, y gracias – salgo de su oficina con mi corazón casi a punto de reventar. Definitivamente, ese hombre puede intimidar a cualquiera, aunque no hay que negar que él es todo un dios griego. Es que todo en él es perfecto: sus ojos azulados, su nariz puntiaguda y perfecta, y ni hablar de esos labios carnosos que solo desearía probar. Basta, Camilla, ¿qué estás diciendo? Ese hombre nunca se fijaría en ti, son de mundos distintos y, además, si me aceptan, será tu jodido jefe, así que no pienses en él como hombre.
Llego a casa y me encuentro a Matilda cocinando, cosa que nunca hace.
-Vaya, ¿qué milagro, tú cocinando? ¿A qué se debe?
-¿Acaso no sabes? – la miro sin entender.
-¿Qué no sé?
-¡¡Camilla, llamaron hace una hora de la empresa de arquitectos, te aceptaron!! Entras mañana a las 8 am –– Abro mis ojos y luego tapo mi boca para ahogar un grito, pero es inútil; ambas comenzamos a gritar como locas mientras nos abrazamos.
-Dios, no lo puedo creer. No pensé que me fueran a aceptar.
-Tienes que creer más en ti, Val.
-Lo sé. Gracias por apoyarme siempre.
-Yo siempre te voy a apoyar. Te quiero, loquita.
-Yo a ti. Esa noche comemos unas deliciosas pastas, que es lo único que le queda bien a Matilda. Hablamos un poco de algunos planes que tenemos para mudarnos a otra casa, pero tenemos que juntar el dinero para poder pagar el alquiler.
-Amiga, tú tranquila. En dos meses ya tendremos el dinero para pagar nuestra casa soñada.
-Eso espero. Bueno, Mati, ya me voy a dormir. Tengo que madrugar y tú sabes que la madrugada no es lo mío. Ambas nos reímos y nos despedimos para irnos a dormir. Me doy una ducha rápida y luego me tiro en mi cama disfrutando de lo calentita que está, me pongo a pensar en qué pasará mañana con mi sexy jefe. Todavía no me creo que me hayan aceptado en esa empresa, pero juro que haré mi mejor esfuerzo.
Despierto al sentir el horrible ruido de mi alarma, la tomo con mi mano y la apago.
-Dios, cómo odio madrugar. Me meto en la ducha y, para despertarme, me ducho con agua fría. Cuando salgo, veo que en mi cama hay un precioso vestido color marrón y unos tacones a juego.
-¿Te gusta? – Matilda está parada en la puerta con una sonrisa.
-Matilda, es hermoso, pero no debiste. – Ella levanta la mano y me calla.
-Solo quería dártelo para desearte mucha suerte hoy. – La abrazo y le doy las gracias. – Arréglate, que tienes que desayunar. Me arreglo rápidamente y en 20 minutos ya estoy comiendo mi desayuno, que está preparado por Matilda.
-En serio, estoy sorprendida. Estás cocinando y está rico. ¿Qué te pasó? – Esta se ríe y se sienta a mi lado con una taza de café.
-Está bien, te contaré la verdad. Hace dos meses entré a una escuela de cocina porque no quería que siempre cocinaras tú. Yo también quería colaborar.
-Matilda, ¿por qué no me dijiste? Qué mala.
-Quería que fuera sorpresa.
-Bueno, pues tremenda sorpresa me diste, pero me encanta, amiga. En serio, te felicito. – Ahora los dos podremos cocinar. Termino de desayunar, me lavo los dientes y luego pido un taxi para ir a la empresa. Lo bueno es que voy con tiempo, aunque definitivamente conseguiré un carro porque de tanto taxi me quedaré pobre. Llego a la empresa, subo hasta el piso de mi jefe y ahí está su secretaria malhumorada.
-Hola, buenos días. Soy la nueva asistente del señor Giordano.
-Sí, lo sé. El señor Giordano la espera. – Asiento y camino hacia su oficina, volviendo a sentir el nerviosismo de ayer.
-Vamos, Valerie, tú puedes. – Toco la puerta y escucho su voz gruesa diciendo "pase", así que tomo aire con fuerza empujando la puerta.
- Buenos días, señor Giordano. – Este se voltea y, cuando lo hace, su mirada se posa en mí, y peor aún, cuando con ella recorre todo mi cuerpo de arriba abajo con descaro, lo que me hace sonrojar.
-Buenos días, señorita Jones. Siéntese, por favor. – Me siento bajo su atenta mirada, pero me entran ganas de agradecerle por haberme contratado, así que lo hago.
-Señor Giordano, antes que nada, quería agradecerle por darme esta oportunidad. En serio, no lo voy a defraudar. – Me pongo más roja cuando de sus labios brota una media sonrisa que se le ve maravillosa en su rostro.
-Eso espero, señorita Jones. – Este se levanta y se dirige a la puerta. – Acompáñeme, la llevaré a su nueva oficina. – Me paro y él abre la puerta para que pase yo primero, haciendo que nuestros cuerpos se rocen un poco. Caminamos por el pasillo y luego él se detiene al frente de una puerta.
-Pase, señorita Jones. – La oficina es grande y tiene una preciosa vista hacia la ciudad.
-¿Le gusta? – Pregunta sin dejar de mirarme como si yo fuera su presa.
-Sí, está muy linda. Gracias, señor Giordano.
-En un momento le enviaré lo que tiene que hacer por correo, así que esté atenta a todo. – Yo asiento y luego él se va, dejándome para que me acomode en mi nueva oficina. Coloco algunas cosas que traje para decorar un poco el escritorio, ya que me gusta poner siempre mi toque personal. Al rato me llega el correo de mi jefe mandándome una lista de deberes, entre esos hacer algunos informes de no sé qué cosa. Salgo de la oficina para pedir explicación, pero su secretaria me detiene.
-¿A dónde vas?
-Necesito hablar con el señor Giordano.
-¿Sobre qué? – Qué mujer tan metida, pero necesito llevarme bien con ella.
-¿Cuál es tu nombre? – Ella me mira como si me hubiera salido otra cabeza.
-Sofía.
-Qué lindo nombre. Mira, Sofía, solo quiero llevarme bien contigo, no quiero problemas. Si no quieres que entre con el jefe, entonces explícame esto. – Le muestro el correo y ella lo lee.
-Ven, te ayudaré. – Al fin se suaviza, Sofía me lleva a unos archivos y saca varias carpetas y me las entrega. – Tienes que hacer un informe de estos archivos. Te voy a señalar lo más importante y con eso haces el informe. – Ella se sienta y comienza a señalarme las partes importantes.
-Bueno, parece simple. Gracias por la ayuda, Sofía. – Ella me dedica una sonrisa.
-No hay de qué, Valerie. – Cuando me voy a ir, ella me llama.
-Valerie, espera.
-¿Sí, dime?
-Quería saber si querías ir a almorzar con algunos compañeros de la empresa.
-Claro, me encantaría. – Entro a mi oficina y me pongo a hacer la labor que me mandaron a hacer. Al principio me complico por algunos términos que no sé, así que me toca buscarlos en el diccionario. Pero al final, logro completar el informe, así que me levanto y voy directo a la oficina del jefe.
-¿Señor Giordano? – No escucho nada, así que me tomo el atrevimiento de entrar a su oficina, pero fue un grave error.
me quedo horrorizada al ver varias armas encima del escritorio del señor giordano y este al verme se le pone la cara roja -¿Qué mierdas haces aquí? - gritó colérico. -Yo... yo... es que le iba a entregar estos papeles y nadie contestaba. -¿Y por eso te da el derecho de entrar así? - comenzó a esconder las armas en un armario y luego me miró, pero hizo algo que nunca me esperé: me tomó con fuerza del brazo y me estampó contra la pared, haciendo que soltara un gemido de dolor. - Escúchame bien, señorita Jones, esto que acaba de ver no puede salir de aquí porque, de lo contrario, tendré que encargarme de usted. - Quedé completamente atónita con lo que me acaba de decir. ¿O sea que me matará si digo algo? -Tranquilo, señor, yo no diré nada, pero no me mate. - Sentí su aliento demasiado cerca de mi rostro, pero tenía demasiado miedo para mirarlo a la cara. -Más le vale, señorita Jones. Ahora, debe ese informe y lárguese de aquí. - Con manos temblorosas, le pasé el informe y luego salí
Estoy sentada en una de las sillas del avión privado de mi jefe. La verdad es que me siento bastante aburrida, ya que él está concentrado en su computadora y no me ha dirigido la palabra desde que entramos en el avión. Es un idiota, ¿cómo pudo obligarme a venir aquí? —¿En qué tanto piensas? —la voz de mi jefe me saca de mis pensamientos, haciendo que lo mire. —En nada. —Tu rostro no dice lo mismo, estabas haciendo unas caras bastante raras —¿desde cuándo me estaba observando? —Y desde cuándo usted me observa —este me dedica una sonrisa malévola. —Yo puedo mirarla todo lo que yo quiera, señorita Jones —es un hijo de puta engreído. —¿Ah, sí? No me diga, señor Giordano. Bueno, pues quédese mirando, yo iré al baño —me levanto y camino hasta el baño, pero siento la mirada de mi jefe clavada en mi espalda, lo que me pone más nerviosa de lo normal. Por fin, estamos ya en Venecia. Cuando llegamos al hotel, mi jefe pidió dos habitaciones, pero al parecer le encanta el lujo porque pidió l
Segundo día en Venecia y juro que quiero matarme. Cada día soporto menos al imbécil de Dante. Desde que llegamos, no deja de decirme que me tiene en sus manos y que puede hacer conmigo lo que se le dé la regalada gana. Lo peor es que no puedo hacer nada por miedo a que le haga algo a Matilda. Pero hay algo que no puedo negar, y es que cada vez que ese hombre está cerca de mí, siento una corriente eléctrica por todo mi cuerpo que me hace estremecer. No debería ser así, ya que yo lo odio, pero es algo inevitable. —Valerie —veo a Dante parado en la puerta con una caja grande. —¿Qué desea, señor Giordano? —Tantas cosas, señorita Jones —cuando dice eso, me mira el cuerpo de manera descarada, lo que me hace rodar los ojos. —Ya en serio, dígame qué necesita. —Esta noche tengo una gala y quiero que me acompañes —me entrega la caja y yo lo miro sin entender. —¿Qué es? —Es el vestido que te pondrás esta noche —al parecer, le llega un mensaje, entonces él lo mira y cuando lo hace, se le es
Después de estar toda la mañana acostada en la cama, como ya me siento mejor, decido meterme a la ducha y darme un baño largo. A la media hora, salgo y me coloco una falda y una blusa. Cuando voy a salir, el gorila me detiene. -No la puedo dejar salir, señorita Jones. -¿Y por qué no puedo salir? -digo seria. -Órdenes del señor Giordano -ese hijo de puta piensa dejarme aquí todo el puto día, pues bueno, vamos a ver quién gana. -Mira, perdón, ¿cuál es tu nombre? -Zeus. -Ok, mira Zeus, voy a salir quieras o no quieras, así que no me obligues a utilizar la fuerza -parece que le dio gracia mi comentario, ya que se le alcanza a levantar un poco los labios. -Lo siento, señorita, pero no puede pasar -miro hacia el techo y suelto un suspiro. -Bueno, Zeus, que consté que yo te lo advertí -este frunce el ceño y, en un rápido movimiento, le doy una patada en sus partes íntimas, haciéndolo doblar de dolor-. Te lo dije, Zeus salgo corriendo de la habitación y tomo el ascensor para irme a d
Cuando veo a Dante con su cara roja, siento que solo quiero salir corriendo de ahí, esconderme en algún lugar donde no me encuentre. -Oye, Giordano, cálmate, solo estamos comiendo - dice Arturo, pero Dante lo toma de la chaqueta levantándolo de golpe. -Escúchame bien, imbécil, te quiero bien lejos de ella, ¿me entendiste? - noto como una pequeña sonrisa sale del rostro de Arturo, cosa que me parece extraña. -¿Por qué no? Ella no es nada tuyo, es solo su asistente. ¿Por qué no salir con ella? Mírala, es hermosa. - Sin que yo me lo espere, Dante le da un fuerte golpe en la cara haciéndolo caer al suelo. -¡Oh, por Dios, Arturo! - Me agacho para ver si está bien y veo que le sale sangre de la boca. - ¡Dios mío, ¿qué le pasa?! - le grito a Dante, que trata de controlar su ira. .Vámonos ya, Valerie. -No, mira cómo lo dejaste. - Él no toma importancia a lo que digo y lo único que hace es tomarme del brazo con fuerza. - ¡Oye, suéltame! -Imbécil, suéltala, la lastimas - grita Arturo, per
Cuando Arturo se va, siento la mirada de todos encima mío, lo que me hace sentir demasiado incómoda. Pero lo peor de todo es verle la cara a Dante; está totalmente transformada, su cuerpo está tenso y sus manos están hechas puños. -Caballeros, les pido que se retiren por un momento – dice Dante tratando de controlar su ira, pero al parecer ninguno se mueve. Entonces, Dante da un golpe fuerte a la mesa, haciéndonos sobresaltar. -¡¡QUE SE LARGUEN!! – Todos se paran de inmediato y yo también lo hago, pero cuando voy a salir, él da otro golpe. – ¡TÚ NO, VALERIE! – M****a, ahora sí estoy en problemas. Lentamente, me volteo y camino hacia él con la cabeza agachada. – ¿Tienes idea de lo enojado que estoy contigo, Valerie? -No sé por qué te enojas conmigo. Yo nunca le di pie a él para pensar que podíamos tener algo. -¡¡Le aceptaste una m*****a invitación a comer!! -Solo fuimos a comer, no pasó nada del otro mundo. Por Dios, Dante, deja el escándalo – le grito frustrada. – Además, no entie
Entro enojadísima a la habitación que Dante me asignó, aunque él me dijo que solo serían unos días para que me acostumbre, ya que, supuestamente, como soy su mujer, debo dormir con él. Por Dios, nunca había odiado tanto a una persona. No sé en qué momento cambió tanto mi vida. Pasé de ser una simple asistente a la mujer de un mafioso y lo peor de todo, ¡obligada! Quisiera darme un golpe por entrar a esa oficina sin permiso. Si no hubiera entrado, nunca me hubiera enterado de quién era Dante y estaría feliz en mi casa con Matilda, tomando algunas copas. -Mejor me duermo, estoy muy cansada - pienso. Encuentro un pijama en el baño y luego me meto en la cama, que está bastante cómoda, y me quedo profundamente dormida. A la mañana siguiente, me despierto al sentir unas caricias en mi rostro y luego algo húmedo pero suave en mis labios. Cuando abro mis ojos, veo a Dante que me mira sonriendo. -Hola, futura esposa - dice, y siento cómo mi estómago se revuelve. -Hola- respondo seriamente.
-¿Para cuándo lo quieres, Dante?-Para mañana en la mañana. Quiero que Valerie tenga su corazón lo antes posible.-Sabes que esto te costará un dineral.-Sabes que el dinero no es problema para mí. Mejor asegúrate de traer ese corazón mañana, porque no quieres ver mi furia.-Oye, tranquilo. Mañana tendrás tu corazón. Espero que me tengas el dinero en efectivo. Sabes que no recibo cheques.-Sí, yo sé cómo funciona.-Está bien, mañana tendrás tu corazón -Cuelgo la llamada y me voy directo al consultorio del médico.-Doctor, ¿puede regalarme un momento? - El doctor deja lo que estaba haciendo y me indica que pase.-¿En qué le puedo ayudar, señor Giordiano?-Ya tengo el corazón para Valerie, pero necesito al mejor cirujano que tenga este hospital. - El doctor parece algo sorprendido.-¿Cómo consiguió que le donaran el corazón tan rápido?-Doctor, mejor limítese a hacer su trabajo. - Miro la foto que tiene en su escritorio de su familia. - Si empieza a preguntar mucho, voy a tener que hacer