Despierto desnuda al lado del amor de mi vida, luego de una noche maravillosa donde ambos nos demostramos lo mucho que nos amamos. Me quedo mirando su rostro por unos instantes y luego veo su brazo, que ya se encuentra un poco recuperado, pero aún le faltan más cirugías. Pongo mi mano sobre su mano quemada y la acaricio con ternura, pero esto hace que él se despierte de golpe, retirando su mano.—Lo siento, no quería despertarte.—Mía, no quiero que toques esa parte. No quiero que sientas asco de mí.Cuando dice eso, me lleno de rabia, ya que jamás he sentido asco por él. Para que se dé cuenta de que no lo hago, tomo su mano y la coloco sobre mi rostro. Él me mira aterrado y trata de retirarla, pero yo se lo impido.—Date cuenta de que no me das asco. Quiero que me toques y que yo lo haga. Nunca me vuelvas a decir eso porque yo te amo, no me importa cómo estés... entiéndelo, mi amor - Mi voz se quiebra y él suaviza su mirada. Entonces me atrae hasta su pecho.—Eres lo mejor que me ha p
Me despierto al sentir unas leves caricias en mi mejilla. Cuando abro los ojos, veo a Santiago sentado a mi lado, mirándome fijamente.—Lo siento —dice él, con cara de arrepentimiento—. Cuando supe lo de Julián, me asusté mucho. Solo quiero cuidarte, mía.—Lo sé, amor. Por eso también debo pedir disculpas. Yo tampoco debí decirle a Lucy que nos fuéramos a tomar unos tragos, sabiendo la situación en la que estamos.—Ya está, mi amor. No discutamos más —me atrae a su pecho y besa mis labios con ternura.—¿Y Aurora?—Estaba abajo con Nana, así que báñate porque debemos ir a la empresa. —Lo miro por unos segundos, algo sorprendida.—¿Volverás?—Claro, ya es hora de salir de la cueva. —Me tiro encima de él, cayendo los dos en la cama mientras le doy muchos besos en toda la cara.—Te amo... te amo. —Él se ríe de una manera tan juvenil que suena como música para mis oídos.—Yo más, cariño. —Entro al baño y, en menos de media hora, ya estoy cambiada y peinada.—Vaya, estás preciosa. —Santiago
Hoy es el gran día. Después de tantos días de ansiedad, por fin nos llegó el día de nuestra boda. Ayer tuve mi despedida de soltera y Santiago también, pero lo más chistoso fue que todos terminamos en el mismo bar celebrando. Fue muy divertido el momento en que lo vi cara a cara, pero bueno, fue una noche maravillosa.—Amiga, ya el estilista está aquí —dice Lucy con Aurora en brazos—. Se quedó dormida, ¿dónde la pongo? —Le señalo la cuna que está junto a mi cama y en ese momento entra Leo, el estilista.—Querida mía, ¿cómo está la novia más hermosa del mundo? —Este deja dos besos en mi mejilla y yo le sonrío.—De maravilla, Leo. Ahora quiero que hagas tu magia conmigo y con mi amiga.—Bueno, traje a algunas personas para que me ayuden, así que manos a la obra. —Veo entrar a un montón de gente a mi habitación; sacan pinzas, secadores, planchas, maquillaje, etc.—Vaya, tienes toda la artillería.—Lo mejor para mis clientas. —La madre de Santiago entra a la habitación, pero cuando veo su
Hemos pasado tres semanas de pura felicidad en Dubái; este lugar es maravilloso y está lleno de lujo. Esta noche nos invitaron a una gala, así que tuvimos que ir a comprar unos vestidos de gala porque no teníamos en nuestra maleta, ya que veníamos en plan de vacaciones.- ¿Cómo está mi pequeña?- Está contenta con sus abuelos, aunque mi madre me preocupa.- ¿Por qué, amor?- No sé, la noto rara, siempre como si me ocultara algo. En ese momento, me acuerdo del día de nuestra boda.- Yo también la noté extraña el día de la boda; ella me preguntó si algún día iba a perdonar a Julián, pero le dije que tal vez no. Veo que Santiago se pone serio, pero no dice nada.- Arréglate, que yo haré unas llamadas. Antes de que se vaya, tomo su mano.- ¿Pasa algo?- No, amor, tranquila. Ve, ponte linda, que en una hora debemos salir. Él se va, dejándome pensativa, pero decido dejar de lado eso y me pongo a arreglarme, ya que no quiero que Santiago me acose.Luego de un buen rato, ya estoy lista; solo m
Cuando escucho decir esas palabras a mi suegro, siento como si mi mundo se cerrara de golpe. Todo empieza a darme vueltas, y Santiago se percata de ello porque de inmediato me toma de la cintura y me sienta.—¿Amor, estás bien? —No puedo ni siquiera responder; en mi cabeza solo está mi pequeña, mi ángel. ¿Por qué nos tiene que pasar esto? —Nena, dime algo. —Se la llevaron... se llevaron a mi bebé. —Estoy en shock, ni siquiera logro llorar o mostrar alguna emoción. Solo escucho que Santiago está pidiendo que empaquen nuestras cosas y que tengan listo el avión privado. —Mía, escúchame, todo estará bien. Vamos a encontrar a nuestra hija, te lo prometo —me dice, dejándome un beso en la cabeza, pero sus palabras, por primera vez, no logran tranquilizarme. Ahora me siento en una burbuja, como si no estuviera aquí.Ya estamos por aterrizar después de horas de vuelo. Santiago ha intentado que coma algo o que hable con él, pero no puedo, estoy completamente ida. Solo quiero llegar a la casa
Santiago MillerEstoy en la sala de espera de un hospital, esperando noticias de Mia. Cuando llegamos, ella estaba en muy malas condiciones, y ahora solo le pido a Dios que esté bien.—Hijo —veo a mi padre que se sienta a mi lado.—¿Cómo está Aurora?—Ella está bien, está con Lucy, aunque está muy preocupada por Mia.—Lo sé, estoy desesperado, papá, no sé nada de Mia.—Ella es fuerte, estará bien.—Por fin atraparon a Julián —digo con rabia, porque por su culpa Mia está debatiéndose entre la vida y la muerte.—Sí, tu madre está devastada, se siente muy mal por lo que pasó. Deberías hablar con ella.—No puedo, papá. Por su culpa secuestraron a mi hija y ahora mi esposa está en un quirófano.—Ella pensó que Julián estaba cambiando.—¡Papá, Julián está enfermo! —digo alterado.—Hijo, tranquilo, estamos en un hospital —trato de calmarme y me vuelvo a sentar.—Lo único que te pido es que no te interpongas, porque Julián tiene que pagar todo el daño que nos hizo. Tiene que aprender la lecció
Luego de lo que Santiago me confesó, he estado más cuidadosa con mi embarazo. A pesar de que el médico dijo que ya no había tanto peligro, tengo miedo de que le pase algo a mi bebé. —Mami —mi pequeña entra a mi habitación y, con ayuda de la nana, se sube a la cama. —Hola, mi bebé —le dejo un beso en la mejilla—. Gracias, nana, por traerla. —Sabes que para eso estoy, mi niña, para servirles. —No, nana, tú no eres una empleada para mí. Tú eres como mi madre y la abuela de Aurora... y de este bebé que viene en camino —veo cómo sus ojos se llenan de lágrimas. —Ay, mi niña, ya me hiciste llorar —tomo su mano y dejo un beso en ella. —Nana, tú me has dado el amor que mis padres nunca quisieron darme. Tú sí mereces que te llame mamá. Espero que no te moleste que lo haga. Ella sonríe y, sin esperarlo, me abraza. —Claro que no, mi niña - Mi hija protesta, así que la nana la atrae hacia nosotras, y nos fundimos en un abrazo las tres. —Pero qué hermosa escena —vemos a mi flamante marido p
Efectivamente, Santiago y yo fuimos noticia por varias semanas debido al embarazo y a que nos vieron comiendo tacos en la calle. A muchos les hizo gracia eso, así que no nos destrozaron en la prensa, y estoy tranquila por ello. Ahora lo que me angustia es que seguimos siendo el foco de atención, por lo que nos mantenemos con mucha seguridad. Según Santiago, no quiere que nada me pase.—Amor, vamos, levántate. Hoy conoceremos el sexo del bebé. —¡Por Dios! Todavía faltan dos horas. Se nota que alguien está ansioso. —Santiago, tenemos tiempo. —No, párate ya. Últimamente te demoras mucho en arreglarte. —Bueno, en eso tienes razón. —Ok, ayúdame a sentarme. Él me ayuda a levantarme y camino hacia el baño. Abro la ducha y disfruto del agua tibia sobre mi cuerpo. Al salir, busco algo para ponerme. —Amor, ¿no me veo muy gorda? —pregunto mientras Santiago me mira con una sonrisa coqueta. —Estás preciosa —responde, tomando posesión de mis labios mientras sus manos se posan en mis caderas.