capitulo 40
Llego a la oficina completamente destrozada. Apenas cierro la puerta de mi oficina, me tiro al suelo a llorar como nunca. Lágrimas y gritos ahogados hacen que mi corazón se quiera salir de mi pecho. La puerta se abre de golpe y siento cómo unos brazos me acunan.

—¿Mía, qué pasa? —Rafael hace que lo mire, pero ni siquiera soy capaz de hablar. —Ya, tranquila, me estás preocupando.

—Santiago... Santiago me pidió el divorcio. —Rafa se queda quieto, sin saber qué decirme; solo me abraza con fuerza.

—Es un idiota, no sabe lo que se pierde.

—Yo lo amo, Rafa. No sé qué haré sin él. —La puerta se abre de nuevo y veo que es Gabriel, un amigo de Santiago, a quien dejó al mando del bufete.

—¿Mía, ¿qué pasa? Tu llanto se escucha desde afuera —dice, viendo de una manera extraña a Rafa, ya que estamos muy pegados.

—Santiago me pidió el divorcio, Gabriel. —Este se tensa y luego se acerca a mí.

—Mía, de seguro debe ser por cómo se siente ahora, pero estoy seguro de que no es así.

—¡Ya me dio los ma
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