Capítulo 8 En la empresa

Sin decir más, salió de la sala y se dirigió a la puerta principal, decidido a encontrar paz en la rutina de la empresa.

Mientras se dirigía a su auto, su teléfono vibró en el bolsillo. Era Ricardo, su amigo de toda la vida y alguien en quien Alejandro confiaba plenamente.

—Alejandro, ¿estás bien? —preguntó Ricardo, con voz genuinamente preocupada.

Alejandro soltó un suspiro, sabiendo que su amigo entendería la confusión que sentía en ese momento.

—He tenido mejores días —respondió con un tono agotado—. Estoy en camino a la empresa. Cuando llegue, te cuento todo.

—Claro, aquí te espero. Hoy el trabajo nos vendrá bien a ambos —replicó Ricardo —. Nos vemos pronto.

Alejandro colgó y aceleró. Su mente seguía procesando las palabras de su abuelo y la presión que sentía por la cláusula, pero la decisión estaba tomada. Llegaría a la empresa y enfrentaría cada compromiso como siempre lo había hecho: con firmeza y determinación.

Alejandro cruzó las puertas de la empresa Ferrer, y de in
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