Alejandro entra con paso decidido al salón de espera de la notaría. Su presencia impone autoridad, y tanto Ricardo como Camila lo notan de inmediato. Ricardo se levanta rápidamente y extiende su mano.—Alejandro, justo a tiempo —dice Ricardo con una sonrisa mientras le da un firme apretón de manos.—Gracias por encargarte de todo, Ricardo —responde Alejandro con seriedad, soltando su mano y dirigiendo su mirada hacia Camila.Camila, que hasta ahora había estado intentando calmar sus nervios con el café que Ricardo le ofreció, se pone de pie al ver a Alejandro acercarse. Él la observa detenidamente, su expresión impenetrable.—¿Estás lista, Camila? —pregunta Alejandro con voz firme.Camila asiente, respirando hondo antes de responder.—Sí... sí, lo estoy.Alejandro inclina ligeramente la cabeza, evaluando su respuesta.—Bien. Una vez que crucemos esa puerta, no hay marcha atrás. Espero que seas consciente de lo que esto significa.Ella lo mira a los ojos, intentando mantener la compost
Ambos salen de la notaría y se dirigen a sus coches; Ricardo, con una sonrisa de satisfacción, abre la puerta del coche para Camila, quien, aunque aún un poco atónita, entra sin decir una palabra. Alejandro, por su parte, se sube al coche y enciende el motor con una mirada seria. La ciudad parece un poco más gris en ese momento para Camila, como si todo estuviera ocurriendo muy rápido.—¿Nos dirigimos al club? —pregunta Ricardo.—Si vayamos al club —dice Alejandro muy serio.Ricardo se despide de Alejandro y Camila con un gesto de cabeza y se va en su propio coche, dejándolos a solas. Alejandro, sin decir nada, se sube al coche y arranca el motor. Camila, en el asiento del pasajero, siente el peso de la situación. El contrato ya está firmado, pero hay una sensación extraña en el aire.El coche avanza por las calles y el silencio entre ellos es abrumador. Camila no sabe qué decir. Quiere preguntarle a Alejandro cómo se siente, si está bien con lo que han hecho, pero algo en su interior
La noche continúa tranquila en el club. Mientras Alejandro, Camila y Ricardo están conversando, una chica atractiva se acerca con paso seguro. Con una sonrisa coqueta, se detiene junto a Alejandro, y antes de que él pueda reaccionar, ella lo besa suavemente en el cuello, dejando una marca visible de su cercanía. La joven se sienta en sus piernas, desinhibida, como si nada estuviera fuera de lugar. —¿Estabas perdido, Alejandro? —dice la chica, con un tono seductor en su voz. Ricardo, sorprendido por la situación, tosió incómodo, mirando el ambiente a su alrededor. Alejandro, algo molesto pero manteniendo su compostura, gira la cabeza hacia Camila, quien observa la escena con una mezcla de sorpresa y desconcierto. Luego, con calma, Alejandro dirige su mirada a la chica. —Estoy acompañado —responde con frialdad, retirándola suavemente de su pierna, dejando claro que no está interesado. La chica, aparentemente no acostumbrada a ser rechazada de esa manera, se levanta, sonriendo con cie
—Sabes, Ricardo, hay que tener mucho cuidado con Andrés. Hoy lo vi demasiado interesado en el nuevo proyecto que tengo con los socios. —¿Andrés?—Ricardo frunció el ceño—. Otra vez anda metiendo las narices donde no debe. No me sorprende, siempre está buscando la manera de sabotearte. —Exactamente. No me fío de él. Desde que falleció mi abuelo, ha estado demasiado pendiente de mis movimientos. Algo trama, lo sé. —¿Y qué piensas hacer? —preguntó Ricardo, recostándose en la silla con aire pensativo. —Por ahora, vigilarlo de cerca. No quiero que se acerque ni a Camila ni al proyecto. Si se entera de que ya me casé, podría usarlo en mi contra. Necesitamos mantener en secreto este matrimonio por los próximos seis meses. —Entendido, me aseguraré de que nadie sospeche nada. Y en cuanto a Andrés, ¿quieres que lo investigue más a fondo? Podría averiguar con quién se está reuniendo y qué está tramando. —Sí, hazlo. Quiero un reporte detallado de cada uno de sus movimientos. No podemos permit
Camila abrió la puerta de su casa y encontró a su madre esperándola en la sala, sentada con un té en las manos. Su rostro reflejaba una mezcla de emociones: preocupación, curiosidad y algo de resignación.—Hija, por fin llegas. ¿Cómo te fue? —preguntó su madre, dejando la taza sobre la mesa.Camila cerró la puerta detrás de ella y suspiró, dejando caer su bolso sobre el sofá.—Todo salió bien, mamá. Ya... ya está hecho.Su madre asintió lentamente, observándola con atención.—¿Cómo te sientes? —preguntó después de un momento de silencio.Camila se dejó caer en el sofá, apoyando la cabeza en el respaldo mientras miraba al techo.—Rara... extraña. Es como si todo esto no fuera real, pero al mismo tiempo lo es. —Hizo una pausa y giró la cabeza para mirar a su madre—. ¿Tú cómo te sientes con todo esto?La mujer suspiró y tomó las manos de su hija entre las suyas.—Hija, no voy a mentirte. Es difícil aceptar que mi niña se case de esta forma, sin amor, sin una verdadera familia detrás. Per
Al llegar la hora del almuerzo, Alejandro se acomodó en su silla y presionó el botón del intercomunicador. —María, ¿puedes venir un momento? Pocos segundos después, su secretaria entró con un bloc de notas en la mano. —¿Necesita algo, señor Ferrer? Alejandro, con su tono autoritario pero calmado, le dio una orden precisa: —Llama a Camila Morales. Quiero que venga a mi oficina inmediatamente. María lo miró con un poco de curiosidad, pero no hizo preguntas. —Por supuesto, señor. Ahora mismo. Salió de la oficina para cumplir con la instrucción, mientras Alejandro se reclinaba en su silla, mirando por la ventana. "Es el momento perfecto para empezar a dejar claras las reglas," pensó. Poco tiempo después, alguien llamó suavemente a la puerta. —Adelante —dijo Alejandro sin apartar la mirada de sus documentos. Camila entró con cierta cautela, sosteniendo su carpeta de trabajo. —¿Me mandó a llamar, señor Ferrer? —preguntó, tratando de sonar serena a pesar de la tensión
Camila lo miró; sus ojos reflejaban una mezcla de sorpresa y ansiedad.—¿Andrés? ¿Por qué él?—Porque es el más astuto de todos. No solo sospechará que mi matrimonio sea un contrato, sino que intentará averiguar. Necesito que estés preparada para eso —explicó Alejandro, apoyándose en el respaldo de su silla con una expresión calculadora.Camila asintió, intentando procesar todo lo que implicaba.—¿Y sus padres...?Alejandro suspiró, pasándose una mano por el cabello.—Mis padres ya saben que me casé contigo. Se los dije anoche. No tomaron muy bien la noticia, pero les dejé claro que esta es mi decisión. Ellos también quieren conocerte, así que tendrás que estar alerta.con cada pregunta que te hagan.Camila sintió que el aire pesaba más. No solo tendría que lidiar con Andrés, sino también con unos suegros que ya conocían la verdad.—Entiendo. Haré lo posible por no defraudarlo.Alejandro sonrió apenas, pero no había calidez en su gesto.—Eso espero, Camila. Porque si fallas, todo esto
Cuando llegaron a la primera casa, Camila bajó del auto y quedó completamente maravillada. Frente a ella se alzaba una enorme propiedad con un diseño moderno, ventanales amplios y rodeada de jardines perfectamente cuidados. El aire olía a flores frescas, y el sonido de una fuente cercana llenaba el ambiente de tranquilidad.—Es... demasiado hermosa —dijo Camila casi en un susurro, todavía con los ojos bien abiertos mientras caminaba hacia la entrada.Alejandro, que estaba detrás de ella, sonrió ligeramente, pero su tono se mantuvo serio.—¿Te parece demasiado grande?Camila lo miró y asintió.—Es hermosa, pero... también muy grande. ¿Está amoblada?—Sí, está completamente equipada —respondió Alejandro con calma—. Pero no te preocupes por los detalles. Solo enfócate en ver si te gusta, y yo me encargo del resto.El agente, que los había seguido hasta la puerta, intervino:—La casa cuenta con cinco habitaciones, todas con baño privado. Además, tiene una cocina moderna, un salón principa