Los sueños, aquello que fervientemente anhelamos y tomamos como un motor para impulsar nuestras vidas; en algunos, puede ser dinero, en otros, puede ser el amor, el formar una familia o viajar para conocer el mundo entero. No hay nunca un sueño idéntico a otro, como no hay una persona que sea idéntica a otra. Para Carl Renfield su sueño era casarse y formar una familia con la condesa Anastasia Roche…y el de ella, quizás, tambien era el de casarse con Carl, pero a menudo, la intervención de terceras personas suele provocar conflictos que destruyen los sueños de otros.Tres años atrás:—Y he decidido nombrar como mi único heredero, a mi querido Carl Renfield, quien fue como un amado hijo para mí, y se quedo a mi lado acompañándome hasta en el ultimo momento, se que en sus manos todo lo que fue mi patrimonio, se encontrara a salvo, en cuanto a mi hijo y mi nuera solo dejo a su nombre la propiedad en la que habitan y una pequeña cuenta bancaria que estará a su nombre, y mi nieta Anastasia
La hermosura de los verdes prados, era tan sublime que cautivaba sus pupilas de tal manera que creía que no había visión mas bella que aquella en todo el mundo. Admirando los prístinos bosques, había un sin final de cosas que admiraba por primera vez y reconocía por los muchos libros que solía leer a escondidas de su padre cuando apenas era una niña pequeña. Los almiares en los árboles y los hermosos grupos de abedules diseminados aquí y allá, con sus troncos blancos que parecían brillar como la plata en medio de la espesura verdosa de las brillantes hojas que asemejaban esmeraldas, la hacían sentirse dentro de un cuento de hadas, aunque sabia demasiado bien que aquello estaba lejos de ser verdad, pues aquel hombre que tenia a su costado, aun cuando tenía toda la hermosa apariencia de un príncipe de ensueño, era en realidad el vizconde que la había comprado en matrimonio.Se dirigían hacia el castillo de los Roche, aquel que era la propiedad que mas peleaba su padre de entre todo lo q
La noche era fría, como era de esperarse en aquellos lares alejados de todo y que se hallaban rodeados de prados y hermosas montañas. Aquella habitación le traía a la memoria muchos de sus mas hermosos recuerdos, recuerdos en los que su abuelo aun estaba con vida y donde ella apenas era una niña inocente que no conocía nada de la maldad del mundo que la vio nacer. El amor puro e inocente que le tuvo a Carl Renfield en aquellos años, había sido de las mas hermosas experiencias de su vida, pero sabia demasiado bien lo lejano que era todo aquello en ese presente que ahora estaba viviendo.Anastasia se sentía sola, quizás, más sola que nunca, pero aun así se negaba a bajar para hablar con Carl, no quería tener ya nada que ver con él, pues tenía miedo de que su corazón volviera a traicionarla, y ella no quería aquello, no quería que sus sentimientos de niña se entrometieran con el odio que le tenía ya siendo adultos.En la penumbra de la habitación, Anastasia se preguntaba, ¿Por qué su abu
El amanecer acariciaba las hermosas colinas de Wiltshire, Inglaterra, que se alcanzaban a apreciar desde los enormes ventanales de su lujosa habitación de Carl Renfield en el castillo de Roche en que se encontraban. No había logrado conciliar el sueño, enfadado y celoso después de haber leído aquel mensaje en el celular de su esposa, Carl había pasado la noche en vela atormentándose a sí mismo mientras imaginaba a su Anastasia amando a otro hombre. No había perdido el tiempo, y aun cuando era de madrugada, había llamado al hombre en que mas confiaba, par ordenarle que averiguase en ese mismo instante todo lo referente este Emerson Vitali que se hablaba con tantas confianzas con Anastasia.En cuestión de unas horas, se le había brindado alguna información; el joven Vitali era solo un plebeyo hijo de un importante empresario que se hallaba en la lista de los hombres mas ricos y poderosos de Inglaterra que no pertenecía a la realeza, su madre era una afamada pintora, cuyas obras de arte
El cielo gris que presagiaba tormentas, se había posado casi permanentemente sobre el castillo Roche. Después de una recuperación que le llevo un largo tiempo, Carl regresaba al castillo, cegado completamente por el odio y la sed de venganza en contra de la condesa a la que aún seguía amando.Aquellos días, la había despreciado y humillado de todas las formas posibles, y Anastasia prefería permanecer encerrada en sus aposentos. Su único consuelo, era hablar con sus amistades, entre ellas Emerson, y con su hermano declarado a quien el vizconde tambien había acusado injustamente. Carl aseguraba “tenerle piedad” por no denunciarla ni a ella ni a su familia por lo que le habían hecho, y aun cuando intento por todos los medios tocar su corazón y explicarle que ella o Arlen no habían tenido nada que ver, el no creía en su palabra, y para el aquella noche en que acepto su amor hacia él, solo había estado fingiendo.Aquella noche Carl entro en los aposentos de Anastasia. Había decidido atorme
Volvió a apoderarse de sus labios borrando consigo todos los temores que albergaba ella. Habían llegado a un punto sin retronó en el que sólo eran sensaciones y deseo. Colocó una rodilla en medio de sus piernas y fue abriéndose paso hasta llegar al centro de su feminidad y moviéndola en círculos. Sus manos, expertas y hábiles conquistaban cada centímetro de piel sin dejar ninguna libre de exploración. La piel tersa y suave de Anastasia despertaba en él el deseo más primitivo que nunca llegó a experimentar por ninguna otra mujer.Sus besos iban trazando una ruta despertando su cuerpo. Primero trazo un beso en la punta de su hombro, hasta llegar a la curva de su cuello.Anastasia no pudo resistir el impulso de arquearse contra él cuando sintió como capturaba uno de sus pezones con su boca y con la yema de los dedos masajeaba el otro proporcionándole la misma atención que el otro.¿Así que era esto de lo que las mujeres casadas hablaban en privado? ¿De la intimidad de un hombre y una muj
Se levantó de la cama con intenciones de cepillarse el cabello, su doncella aun no mandaba a alguien a que le preparara el baño. Fue hasta el tocador donde tomó asiento en el taburete. Un pequeño grito se escapó de sus labios al ver su reflejo en el espejo.“Te haré mía, te marcaré para que no quede duda de a quién perteneces”Ahora entendía lo que le había querido decir con aquella frase, pues llevaba varias marcas rojizas en el cuello. Recordaba cuando la besaba y succionaba contra su piel, pero jamás imaginó que pudiera hacerle ese tipo de marca.¿Cómo le haría para ocultarlas? Tenía una piel demasiado clara y si los empleados la vieran con esas marcas seguramente pensarían que ella y él habían tenido intimidad. Pero aún, si salía a la calle seguramente la verían y se desatarían los chismes.—Buenos días mi lady.La voz de Melissa, la criada que Carl había asignado para atenderla, la sacó de sus pensamientos. La vio entrar a la habitación y su principal instinto fue protegerse el c
Arlen caminaba por la amplía calle con destino en casa de sus parientes, pero tuvo que desviarse ya que unos hombres lo seguían. Frunció el cejo, desde hace un mes que lo seguían, pero últimamente lo vigilaban más. Seguramente era el maldito de Antonio que había mandado hombres a perseguirlo para averiguar si pretendía traicionarlo, quizás, no había escogido el mejor camino, ni el más legal, pero con los Roche en la ruina después de que ese infame de Carl Renfield lo heredara todo, no había demasiado por hacer. Maldito, él era quien debería vigilar a ese infeliz. Cuando dobló en una esquina vio a una mujer de cabello rojizo que estaba a punto de caer y evitó a que esto pasara. Sus ojos se perdieron en los ojos verdes la joven.—¿Está bien, mi lady? — preguntó él.La mujer asintió mirando sus ojos azules, se apartó de él y lo tomó de la mano y comenzó a leer su mano.—Veo que huye del amor, mi lord — comenzó a decir. — Pero pronto aparecerá una mujer en su vida que le haga perder la ra