Arlen caminaba por la amplía calle con destino en casa de sus parientes, pero tuvo que desviarse ya que unos hombres lo seguían. Frunció el cejo, desde hace un mes que lo seguían, pero últimamente lo vigilaban más. Seguramente era el maldito de Antonio que había mandado hombres a perseguirlo para averiguar si pretendía traicionarlo, quizás, no había escogido el mejor camino, ni el más legal, pero con los Roche en la ruina después de que ese infame de Carl Renfield lo heredara todo, no había demasiado por hacer. Maldito, él era quien debería vigilar a ese infeliz. Cuando dobló en una esquina vio a una mujer de cabello rojizo que estaba a punto de caer y evitó a que esto pasara. Sus ojos se perdieron en los ojos verdes la joven.—¿Está bien, mi lady? — preguntó él.La mujer asintió mirando sus ojos azules, se apartó de él y lo tomó de la mano y comenzó a leer su mano.—Veo que huye del amor, mi lord — comenzó a decir. — Pero pronto aparecerá una mujer en su vida que le haga perder la ra
Tomó asiento en un sillón que estaba junto a la chimenea y se dispuso a leer la carta. Rompió el sello y comenzó a leer la elegante caligrafía en manuscrito. En ella redactaba su entusiasmo al saber que se encontraba con vida y buena salud. Lo que le dejó pasmado era que lo invitaba al baile que organizaba dentro de un par de semanas con motivo de la presentación de su hija Elsa y que esperaba contar con su presencia. En ningún momento mencionaba a Anastasia, de hecho, la carta iba dirigida solo a él. Tal vez esa mujer sospechaba que la llevaría.Dejó la carta sobre una mesita y contempló la chimenea apagada. Lady Percival era la primera en enviar una invitación, como corrían rápido los rumores de su regreso, así como ella manifestó su alegría, tal vez en el transcurso de la semana estaría recibiendo más invitaciones o incluso visitas para comprobar que era él.Tal vez no debía dejar de pasar esta oportunidad. Sabía que esa mujer era el enemigo número principal de Lady Flora, no estar
¿No te alegras verme? — preguntó agitando las pestañas de arriba abajo.—Amara Bianchi fui claro contigo.—Nunca debiste hacer eso — comenzó a caminar por todos lados del estudio — Debiste suponer que no iba a dejarte tan fácilmente.Él movió la cabeza hacia ambos lados en un claro gesto de desaprobación.¿Cómo es que dejaste Toscana?Amara Bianchi esbozó una sonrisa y tomó asiento sobre el amplio escritorio y abrió ligeramente las piernas.—Me escondí en el barco donde viajaste. Hasta hoy me digné a salir, anduve dando un paseo por las calles, vi a Jamie, tu sirviente, y lo seguí hasta aquí.—No debiste haber hecho tal cosa.—No iba a permitir que te volvieras a ir. Además, te extrañe mucho. — abrió mucho más las piernas — ¿Tú a mí no?Podía haber regresado a Inglaterra para vengarse de su mujer, pero jamás sería capaz de tomar otra mujer bajo el mismo techo donde se encontraba Anastasia.7—Escúchame Amara Bianchi, no va pasar nada de lo que estás pensando. Si te hablé de ese modo de
Anastasia miraba a su hermano con deseos de partirle la cara a Carl…siempre había sido muy protector con ella, a pesar de que realmente no eran hermanos de sangre, la amaba como si sí lo fueran. Arlen quería hacerle pagar a Carl por mancillar su honor. Eso no podía permitirlo, primero se arriesgaría ella, a que su hermano saliera lastimado en todo esto.Arlen pareció adivinar sus pensamientos y más relajado asintió, tomó a su hermana de las manos y la miró fijamente a los ojos.—Por favor, si sales lastimada en todo esto, no dudes en venir a buscarme ¿Lo prometes?Anastasia se hizo la fuerte, evitando que una lágrima rodara su mejilla. Debía mostrarse fuerte y segura para mantener a su hermano tranquilo.—Lo prometo, Arlen.Le dio un beso en la frente y más tranquilo tomó asiento a su lado.—Por cierto, la tía Brígida te manda saludos. Dice que vendrá a visitarte en estos días y que la perdones por no asistir a la boda.Carl contemplaba desde la ventana a los dos hermanos, seguramente
La volvió a ignorar poniéndose de pie, suficiente había tenido con escuchar su voz jocosa y más al cuestionarle sobre su hermano, prefería que tuviera entretenido a su marido a que antes le llamara cuñada.¿A qué se dedica?Caminó hacia la entrada de la casa, pero Amara Bianchi no se iba a quedar de brazos cruzados y la siguió, alcanzándola justo en el momento en que ella ponía un pie en el escalón.¿Tiene amante?Ella apretó la palma de su mano contra la barandilla de las escaleras, giró sobre sus talones y la miró fijamente.—Déjame decirte una cosa. Mi hermano no es la clase de hombres con los que sueles involucrarte.Hizo un análisis mental, Arlen era un hombre disidido y muy directo, de hecho si ella no hubiera intercedido minutos antes, probablemente él e Carl llegarían a los golpes y sería imposible separarlos. Conocía en ese aspecto a su hermano, siempre defendía a sus seres queridos sin importarle lo que le costara.—Carl nunca se ha quejado de eso — le guiñó un ojo.Ignoró p
Negó para sí mismo, que bajo habían caído ese par de lacras.Mientras Adelaide caminaba por las calles mientras meditaba sobre los acontecimientos de ese día, se había cruzado dos personas distintas que en sus respectivos futuros se entrelazaban. Cuando presentía que algo iba a pasar, salía a la calle en busca de ese algo y cuando lo encontraba descargaba todo lo que tenía en la cabeza. Sabía que ese Lord no le creería y llego a sentir incluso lastima por él porque cuando descubriera la verdad sería demasiado tarde.O tal vez no.Pero una vez más sabía que no podía involucrase, sólo dependía de ellos cambiar el curso de sus destinos.—La suerte ya está echada — se dijo así misma — Todos están advertidos.Arlen llamó a la puerta y el ama de llaves le abrió, indicando que tomara asiento y esperara a su amigo. Unos pasos delicados se escucharon bajar a toda prisa por las escaleras y una joven de cabello rubio y ojo café se hizo presente.—Arlen.Él al verla esbozó una sonrisa y abrazó a
—Suéltame —pidió ella, echando un poco la cabeza hacía atrás y verlo a los ojos.—No — él negó esbozando una media sonrisa — Contéstame con honestidad — hizo una pausa antes de preguntar — ¿Te pongo nerviosa?—No — respondió firme y sin titubear está vez, algo que la hizo sentirse orgullosa de sí misma.Carl arqueó una ceja, desde luego que no le creía, podría decir todas las mentiras que se le viniesen a la mente pero su cuerpo reaccionaba de un modo distinto, era evidente que le estaba mintiendo.—Y para demostrarlo puedes soltarme e irte con tu amante.¿Celosa de Amara Bianchi?Anastasia frunció el cejo y se vio obligada a apartar la mirada, observaba cualquier punto fijo de la habitación antes de responderle. Si, estaba celosa y mucho, pero estaba más enfadada al no haberle dado el lugar que le correspondía delante de esa mujer.Pero no iba a dejarle ganar está vez.Levantó la cabeza una vez más y lo miró fijamente.—Jamás — sus palabras volvieron a sonar firmes.Esperaba poder ma
—Sabes que los favores se pagan — respondió.La mujer contemplaba la botella de whisky que había sobre la mesa. El mormullo de los caballeros y las risas de las mujeres les llegaba al privado donde se encontraban.—Te pagaré bien Carmila — alentó él — Te enviaré con tres cajas del mejor whisky.Carmila esbozó una media sonrisa al escuchar esa propuesta, como si sus servicios fuesen muy baratos.—Hagamos un repaso — dijo con voz queda —Me estas pidiendo que distraiga a Anastasio por una noche.Arlen asintió ante su comentario.—Y me vas a enviar tres cajas de tu mejor whisky.Volvió asentir.¿No crees que es poco para lo que me pides?—Es lo que tengo — él se encogió de hombros.Carmila esbozó una media sonrisa, llevaba mucho tiempo al frente de una taberna y había cuidado mucho su reputación. Anastasio venía de vez en cuando y siempre le insinuaba sus intenciones de llevársela a la cama, pero ella siempre las evadía y no era porque le prometía pagar bien, sino más bien porque nunca le