Negó para sí mismo, que bajo habían caído ese par de lacras.Mientras Adelaide caminaba por las calles mientras meditaba sobre los acontecimientos de ese día, se había cruzado dos personas distintas que en sus respectivos futuros se entrelazaban. Cuando presentía que algo iba a pasar, salía a la calle en busca de ese algo y cuando lo encontraba descargaba todo lo que tenía en la cabeza. Sabía que ese Lord no le creería y llego a sentir incluso lastima por él porque cuando descubriera la verdad sería demasiado tarde.O tal vez no.Pero una vez más sabía que no podía involucrase, sólo dependía de ellos cambiar el curso de sus destinos.—La suerte ya está echada — se dijo así misma — Todos están advertidos.Arlen llamó a la puerta y el ama de llaves le abrió, indicando que tomara asiento y esperara a su amigo. Unos pasos delicados se escucharon bajar a toda prisa por las escaleras y una joven de cabello rubio y ojo café se hizo presente.—Arlen.Él al verla esbozó una sonrisa y abrazó a
—Suéltame —pidió ella, echando un poco la cabeza hacía atrás y verlo a los ojos.—No — él negó esbozando una media sonrisa — Contéstame con honestidad — hizo una pausa antes de preguntar — ¿Te pongo nerviosa?—No — respondió firme y sin titubear está vez, algo que la hizo sentirse orgullosa de sí misma.Carl arqueó una ceja, desde luego que no le creía, podría decir todas las mentiras que se le viniesen a la mente pero su cuerpo reaccionaba de un modo distinto, era evidente que le estaba mintiendo.—Y para demostrarlo puedes soltarme e irte con tu amante.¿Celosa de Amara Bianchi?Anastasia frunció el cejo y se vio obligada a apartar la mirada, observaba cualquier punto fijo de la habitación antes de responderle. Si, estaba celosa y mucho, pero estaba más enfadada al no haberle dado el lugar que le correspondía delante de esa mujer.Pero no iba a dejarle ganar está vez.Levantó la cabeza una vez más y lo miró fijamente.—Jamás — sus palabras volvieron a sonar firmes.Esperaba poder ma
—Sabes que los favores se pagan — respondió.La mujer contemplaba la botella de whisky que había sobre la mesa. El mormullo de los caballeros y las risas de las mujeres les llegaba al privado donde se encontraban.—Te pagaré bien Carmila — alentó él — Te enviaré con tres cajas del mejor whisky.Carmila esbozó una media sonrisa al escuchar esa propuesta, como si sus servicios fuesen muy baratos.—Hagamos un repaso — dijo con voz queda —Me estas pidiendo que distraiga a Anastasio por una noche.Arlen asintió ante su comentario.—Y me vas a enviar tres cajas de tu mejor whisky.Volvió asentir.¿No crees que es poco para lo que me pides?—Es lo que tengo — él se encogió de hombros.Carmila esbozó una media sonrisa, llevaba mucho tiempo al frente de una taberna y había cuidado mucho su reputación. Anastasio venía de vez en cuando y siempre le insinuaba sus intenciones de llevársela a la cama, pero ella siempre las evadía y no era porque le prometía pagar bien, sino más bien porque nunca le
—¿Quieres una muestra una muestra más de los placeres del matrimonio?Anastasia se apartó un poco y negó.—No — esta vez sería firme — Y no vas a volver a tocarme.Carl esbozó una media sonrisa.—¿Segura de tus palabras? — Preguntó — Recuerda que abajo está Amara Bianchi y si se lo pido estaría más que encantada de compartir mi cama.Pero aun y con esa amenaza no iba hacerla cambiar de parecer.—Adelante — alzó una mano y señaló la puerta — Ve tras ella, pídeselo. Incluso llévala a ese estúpido baile, si con eso me dejas en paz por mi esta mejor.Pero Carl no se iba a quedar atrás, así que avanzó hacia ella y la tomó de un brazo, acercándola a él.-Ya te dije que iremos y llevaremos a Amara Bianchi como si sobrina — le susurró al oído — Y esta dicho, así que prepárate porque en tres semanas gozaremos de la presencia de los vizcondes.Él la soltó y tras intercambiar unas cuantas miradas salió de la habitación sin insinuarle nada y mucho menos quererla tocas.Anastasia se llevó las mano
Pero al dar un paso un sonido llamó su atención, pisó varias veces aquel lugar y después otro punto y no producía el mismo sonido.—Arthur no venimos a jugar — advirtió Arlen.—Escucha — dijo él — Si piso aquí — tocó con el talón la parte solida del piso — No suena.Arlen comenzaba a impacientarse, hubiera sido mejor que viniese solo y no en compañía de su amigo. A veces Arthur se ponía insoportable como en esta ocasión.—Si no quieres estar aquí puedes irte — comentó — Pero al menos déjame seguir buscando información.—Espera — Arthur alzó un dedo — Ni siquiera me has dejado terminar, observa y escucha .Entonces Arthur puso un pie en la parte blanda del piso y se escuchó el sonido de una madera crujir bajo su pie. Arlen al oír eso frunció el cejo y dejó de buscar sobre el escritorio para hacerle compañía a su amigo. Ambos repetían los movimientos que Arthur había hecho segundos antes.—Es como si en esta habitación hubiesen dos tipos de pisos — explicó Arlen — Uno convencional y otr
Al día siguiente Anastasio despertó en una cama que no era suya, sentía la cabeza pesada y todo le daba vueltas. Lo único que recordaba era el momento en que subió con Carmila a la habitación, buscó su ropa y la encontró perfectamente doblada en una silla.—Veo que ya despertaste.Escuchó la voz de una mujer que provenía de la puerta de un baño, parpadeó y reconoció a Carmila, quien se acercó a él y le dio un beso en la frente.—Estuviste magnifico anoche — dijo con una sonrisa seductora — Cinco veces… vaya de haber sabido que eras tan viril desde hace tiempo que te hubiese dicho que sí.—Yo…— parpadeó — No lo recuerdo.—Que lastima porque fue estupendo.Pero lo cierto fue que lo había drogado en cuanto entraron a la habitación.Anastasio regresó a su residencia andando, repasando una y otra vez las cosas que le había dicho Carmila. Bueno, si él no se acordaba de lo que había sucedió tenía que confiar en las palabras de aquella mujer.¿Así que había sido capaz de llegar cinco veces? E
Esbozó una sonrisa, aunque tuvo que borrarla de manera inmediata dadas las circunstancias en las que él se encontraba. Pero simplemente no podía evitar hacerlo, recordaba verlo pasar años antes y no pudo evitar pensar en lo atractivo que era, sobre todo en contar los años que pasaba para que fuese presentada en sociedad y conocerlo formalmente. Cuando supo de su desaparición no pudo evitar sentirse triste y una profunda decepción la había invadido.¿Quién había sido capaz de cometer esa atrocidad con él?.Contemplaba con horror las marcas en sus manos que fueron a causa de los grilletes, su rostro pálido y demacrado, pero sobre todo los labios partidos, eran sin duda marcas de algún tipo de tortura. No quiso ni imaginar el dolor que debió sentir e incluso la fuerza de voluntad que tuvo para sobrevivir.Pasó la yema de sus dedos por su frente pero en el instante que ellos lo rozaron, una mano interceptó la suya en el aire. Entonces ella vio la profundidad de sus ojos verde esmeralda y
—Nuestro padre estaba muy molesto — explicaba la anciana Brigida con su relato — Todo porque Angus había dejado las caballerizas abiertas.Anastasia sonrió cuando su tía concluyó con una carcajada.¿Ya hablaste mucho de mí, no? — Comentó el señor Roche con un poco de humor — ¿Por qué le cuentas a Anastasia la vez que te hiciste pasar por institutriz solo porque no querías casarte con tu difunto marido?—No te atrevas a recordarme eso Angus Roche — lo señaló su hermana — Ni te atrevas a contársela a mi niña.—Yo quiero saberla — interrumpió Anastasia.Brigida se llevó la taza de té a los labios y observó por el borde de la taza a las tres personas que la miraban fijamente, con la esperanza de que contara esa historia.—Bueno — ella sonrió y se acomodó en su sitio — Ya que insisten, la contaré. — Se limpió los labios con una servilleta y comenzó — Resulta que era el baile de nuestro compromiso, nuestros padres habían acordado la unión entre los dos y…Anastasia iba desde el enfado, la s