De pronto se sentía miserable, si algo malo le pasaba a su hermana jamás se lo perdonaría. Había sido capaz de salvarle la vida a Maximo, el primo del imbécil de Renfield, pero nunca pudo proteger a su hermana.Paso alrededor de media hora, cuando una devastada y triste Bernarda bajaba de las escaleras con un pañuelo manchado de sangre. Tenía la mirada triste y sus ojos estaban llorosos.¿Cómo está mi hermana? — Arlen fue el primero en preguntar.—Ella…— tomó aliento, no podía hablar, sentía un gran nudo en la garganta — Le controlamos la fiebre.¡Gracias al cielo! — exclamó en un suspiró su padre.—Pero…—continuó Bernarda y unas gruesas lágrimas cayeron sobre sus mejillas — Anastasia estaba embarazada y perdió al bebé.Los labios de Arlen temblaron, miraba a su madre después a ese pañuelo manchado en sangre.La sangre de Anastasia.Si algo le enseñó su padre era que su familia siempre iba ser primordial y sobre todo que nunca permitiera que lastimaran a un ser querido.—Si me disculp
—¿Ella…esta…Melissa se soltó del agarré del vizconde y se dio un paso hacia atrás, las lágrimas surcaban toda su cara.—Si — asintió — Ella está embarazada de usted.—¿Por qué nunca me lo dijo?—¿Será por las humillaciones a las que la hizo pasar? Principalmente trayendo a su amante, mi niña no quería decirle sobre su embarazo por temor a que creyera que no sería de usted.Carl no decía absolutamente nada, únicamente se quedó ahí, en medio de la habitación con la mirada perdida. La doncella de Anastasia en algo tenía razón, había sido un completo error dejar a Amara Bianchi hospedarse con ellos, pero no podía culparla del todo, ya que sin duda él era el más responsable en todo esto.Melissa se acercó a él lo suficiente para que pudiera sentir su aliento.—Cuando se dé cuenta de lo injusto que fue con ella, será muy tarde milord — dijo segura de sus palabras — La habrá perdido para siempre.Dicho esto, la mujer dio media vuelta y salió disparada de la habitación, si su niña ya no se e
—Anast…—Ahora vete.Sin darle tiempo a añadir más le cerró la puerta en las narices y se recargó en la puerta. Ojala nunca hubiese aparecido, ojala nunca lo hubiera conocido, pero sobre todo ojala nunca lo hubiera amado.Volvieron a llamar a la puerta, ese hombre era demasiado terco pero ella lo era mucho más y si lo que le había dicho no era suficiente, ya estaba ideando otras palabras más.Abrió la puerta.—Que no entiendes que te largues.Pero la cerró al ver a un joven alto, de ojos inmensamente azules que la miraban con una ceja alzada.—Veo que ya se encuentra bien.Anastasia lo miró confundida, nunca había visto a ese caballero y que le hablara de esa manera le resultaba demasiado incómodo.—Perdón… pero no lo conozco milord.El hombre alto esbozó una sonrisa mostrando sus perfectos dientes blancos.—Soy el doctor Henry Johnson, milady — hizo una reverencia — Anoche la atendí.El doctor Henry Johnson fruncía el cejo a medida que revisaba al hombre que yacía recargado en el sof
A Máximo se le hizo extraño que Lady Adams no hubiera acudido esa mañana a saludarlo y ver como seguía. Ciertamente se encontraba mucho mejor y todo gracias a sus cuidados. Sonrió con solo recordar esas mejillas rosadas, en cuanto solucionara todo no cabría duda de que volvería para pedirle a su hermano cortejarla.Se levantó de la cama y se sorprendió al sentirse más fuerte, en el pasillo podía escuchar los sollozos de una joven y temió que fuese ella. Abrió la puerta y se encontró con ella y su hermano, quien la consolaba por algo mientras que se limpiaba rápido las lágrimas.Máximo frunció el cejo al ver a esa pequeña llorar.¿Sucede algo malo? — preguntó alarmado.—Estaré abajo.Rin se despidió de su hermano sin dedicarle ni una sola de sus miradas e incluso una sonrisa como de costumbre y esto lo alteró.Arthur se detuvo delante de él y ambos volvieron a la habitación. Máximo se cruzó de brazos esperando a que ese hombre hablara, la verdad los misterios no le gustaban, prefería q
Era indescriptible lo que Carl sentía en esos momentos, todo lo que le había hecho a Anastasia era imperdonable y dudaba mucho que ella lo llegase a perdonar. Prácticamente lo había echado y no deseaba hablar con él.Sentía deseos de matarlo con sus propias manos, su estúpida e hipócrita sonrisa no hacían sino aumentar más la rabia que iba creciendo en su interior.—Eres un maldito.Él se iba abalanzar en contra de Anastasio pero Máximo fue más rápido y lo retuvo.—¡Suéltame Máximo¡ — exclamó enfadado — Quiero matar a ese infeliz por todo lo que nos hizo. Lo pagaras caro Anastasio.Anastasio esbozó una media sonrisa, avanzando cada vez más lento hacia la ventana, arrastrando consigo la silla que tenía en frente de él.—Pero si yo no fui el culpable de hacer sufrir a tu esposa — dijo él — Tú solito te encargaste de eso.—¡Por tu maldita culpa! — seguía forcejeando para liberarse. — Si algo le pasa a ella y al bebé que espera te asesinaré y créeme, no quedará rastro de ti.—Inténtalo —
Arlen se llevó las manos a la cabeza para tratar de analizar toda la información que Carl y Máximo le habían dado. Su mirada iba de uno al otro y ellos asintieron en cada momento, pero en su rostro se reflejaban varios sentimientos, como confusión, asombro y coraje. No podía creer que ese maldito se atreviera a tanto e incluso ser capaz de dañar a su hermana.Anastasio se había cobijado bajo la inocencia de Anastasia con tal de salir librado y así poder lograr su objetivo de quedarse con la herencia.Incluso tuvo que escuchar la razón por la que su hermana había huido de esa casa, la misma noche en que Arthur la llevó a casa de sus padres en un estado de saludo muy crítico y a causa de eso perdiera al bebé. Pero no tenía que decirlo, ya que Máximo se había encargado de eso, si le hubiera tocado decir aquello terminaría con la voz rota de tan solo recordarlo.—Vamos a ver si entendí — dijo al fin — ¿El imbécil de tu primo trató de matarte solo para quedarse con tu herencia? — Preguntó
—¿Y si dice que no?—Bueno — suspiró con tristeza — Quiere decir que no le importo lo suficiente o puedes humillarte y arrastrarte por el piso con tal de pedir su perdón — esbozó una amplia sonrisa con solo imaginarlo.—¿Te complacería eso verdad?—No tienes una idea de cuan placentero me resultaría verte humillado en el piso con tal de obtener su perdón.Anastasia se encontraba en el jardín, a un lado de ella sobre una mesita había una taza de té humante a la cual le había perdido el interés. Su padre descansaba en su habitación y había ido a visitarlo durante el resto del día.Su madre le había prohibido rotundamente que visitara su hermano en presión ya que eso se encargarían ella y la tía Brígida.—¿El día es perfecto, no lo crees?—No veo lo esplendido — respondió sin perder la vista al frente.—Anastasia, siento lo de tu hermano — sus palabras eran sinceras — Pero estoy segura que pronto se solucionara su condición.Ese día Sasha había ido a visitarla y por algún motivo la notic
Pero la diferencia entre su tío Camerino e Carl, era que su marido buscaba vengarse de su familia por intentar acabar con su vida, en cambio el su tío había ido en busca de una prometida fugitiva para hacerle cumplir sus votos matrimoniales, para acabar enamorado por completo de ella.¿Podría la historia girar su curso en favor de ella?No, Carl creía todo lo contrario a eso, sería prácticamente imposible.—El punto es — añadió su tía Brígida —¿Dejaras que una mujer se quedé con todo lo que por derecho te pertenece?Anastasia frunció el cejo ante la pregunta de su tía.—¿Dejarás que ella goce de tu casa, tus muebles, tu jardín, tu dinero e incluso a tu marido?—Tía yo…—No hay más que una sola cosa que debes hacer — interrumpió su tía — Hablar con él y solucionar este problema.Ella quedó en silencio cuando Marcus, el mayordomo entraba al comedor, hizo una reverencia y con una elegancia pronunció las siguientes palabras.—El vizconde Renfield desea verla, milady.Anastasia observó a s