El ambiente era tenso. Harrison Yates respiró profundamente mientras miraba la sonrisa de Harvey York y se obligó a calmarse.

“Mocoso, eres tan incesante. ¡Realmente me atrapaste!”.

Tanto Yoana Mendoza como Edwin Mendoza lo miraron con frialdad luego de que dijo esto.

Harrison obviamente no estaba dispuesto, pero aun así, respiró profundamente. Luego miró al grupo de subordinados y con frialdad dio una orden: “Fuera del camino. Déjenlos ir. ¡Nadie puede detenerlos!”.

Dudaba en dejar ir a Harvey, pero también sabía las consecuencias si continuaba con este asunto.

¡Paf! Harvey luego abofeteó a Harrison nuevamente y respondió con frialdad: “Quieres que nos vayamos. ¿Por qué deberíamos escucharte?”.

"¿Quién crees que eres?”.

"¡Mostrándome tu actitud!".

Los párpados de Harrison se contrajeron. Después de un rato, le habló a Yoana: “Señorita Yoana, lo siento, todo fue un malentendido”.

“Me disculpo sinceramente por lo que sucedió hoy. También puede llevarse los trescientos millones