Harvey York se sirvió una taza de té y dijo con indiferencia: “Poco después de llegar a Las Vegas, los he estado abofeteando tantas veces”.

“Es normal que me devuelvan el golpe y quieran darme una lección”.

Las dos manos de Christian Hamilton fueron rotas por él, las dos piernas de Denver Hamilton también fueron rotas por él, y Jax Hamilton había sufrido una pérdida considerable en sus manos.

Harvey pensó. Ese legendario rey de las apuestas, Fabian Hamilton, debe haber querido estrangularlo hasta la muerte hace mucho tiempo.

Después de todo, si continuaba dejando que Harvey actuara de manera grosera, Harvey podría pisotear a la cuarta facción de los Hamilton.

Era el rey de las apuestas. Ciertamente tendría su orgullo y ego.

Edwin Mendoza se dio cuenta de esto. Luego, se quedó sin aliento y dijo en ese momento: “Director Ejecutivo York, si el que planeó todo fue el Rey de las Apuestas, Fabian Hamilton, entonces las cosas serán problemáticas”.

“Además de deshacerse de usted, el Re