Paul Mendoza caminó por el pasillo y luego llegó a un jardín semiabierto.

Anteriormente, a menudo venía a este lugar cuando no era el primero al mando de Las Vegas.

No había venido aquí desde hace más de diez años después de asumir este puesto.

Paul estaba a punto de caminar hacia el jardín cuando una figura apareció repentinamente a su lado. Una joven esbelta dijo respetuosamente: “Señor Mendoza, el Señor Hamilton está al teléfono. Espere un momento, por favor".

"Está bien". Paul parecía indiferente.

Sabía muy bien que Fabian estaba tratando de darle una lección. Sin embargo, él fue quien vino a visitarlo hoy, por lo que solo podía tolerarlo.

Si se fuera presumiblemente, el Rey de las Apuestas, Fabián estaría encantado.

Justo cuando Paul estaba a punto de volver a encender el cigarro en la mano, el auricular de la secretaria vibró ligeramente a un lado. Luego, hizo una reverencia y dijo: “Señor Mendoza, por favor siga adelante. El Señor Hamilton ya te está esperando”.

Pronto,