Capítulo 1: Primer Encuentro.

–Excelente manera de terminar la semana –refunfuñaba una joven

Esta era la tercera vez que Anna Rizzo se quedaba dormida, por ende, era la tercera vez en la semana que llegaba tarde al instituto.

–¿Cómo diablos pasó esto? –se preguntó al mismo tiempo que tomaba la calle principal

Estaba completamente convencida de que había puesto dos alarmas en su celular, la primera, la despertaría veinte minutos antes de las siete, pues ella necesitaba sus buenos minutos antes de empezar a funcionar por las mañanas. La segunda, se suponía que tendría que haber sonado a las siete veinte, la hora perfecta para bajar a desayunar con su familia y no hacer esperar a Gino, el mejor amigo de su hermano, pues ese día, ambos presentarían su examen final en el instituto y quería desearles suerte y, bueno, para qué mentir, quería aprovechar el viaje en auto.

Pero, para su mala suerte, ninguna de sus dos alarmas había sonado, lo que le costó su desayuno, el viaje en auto y, seguramente, un buen castigo por llegar tarde a clases.

Cuando por fin alcanzó la plaza central, el familiar sonido de la campana del reloj, comenzó a taladrarle los oídos, indicándole que eran las ocho en punto y desgraciadamente, aún le faltaban sus buenos veinte minutos antes de encontrarse con el largo edificio que era su escuela.

Derrotada, Anna suspiró y comenzó a disfrutar del trayecto, si bien no bajó la velocidad con la que pedaleaba, comenzaba a sentirse más relajada, pues se había resignado a su cruel destino a manos de su querida profesora.

Conforme avanzaba por la ciudad, Anna por fin alcanzó su zona favorita en toda Wolfsong, la zona gastronómica. Esta estaba repleta de cafeterías, panaderías y pequeños restaurantes, por lo que se animó a inspirar profundamente el aroma celestial que envolvía esa calle por las mañanas, y, tal cual esperaba, fue recibida por el olor de pan recién horneado, un delicioso olor que llenó sus pulmones, pero, ante tal atrevimiento, su estómago rugió severamente, recordándole que la tostada que su madre la había obligado a llevarse para comer en el camino ahora yacía en el pórtico de su casa como víctima de su torpeza.

Ante ese recuerdo, Anna suspiró con pesadez y aumentó la velocidad para poder abandonar la calle antes de sucumbir ante su segundo aroma favorito, el de café recién molido, sin duda, más tarde ese día, invitaría a Connor y a Adeline a tomar algo con ella.

La hermosa vista que la colorida ciudad le regalaba, comenzaba a relajarla de verdad, Wolfsong le transmitía mucha tranquilidad, pues era una pequeña ciudad construida justo en el centro de un valle boscoso, así que estaban rodeados por la naturaleza, y eso, era algo que a ella le encantaba, pues, no estaba muy segura del por qué, pero cuando se encontraba paseando por los bosques, se sentía plena, como si una fuerza de la naturaleza la incitara a quedarse ahí, por lo que, la idea de hacerle una visita al guardabosques Cox para ofrecerle su ayuda, cruzó su mente, después de todo, era fin de semana y la cafeína estaría en su sistema, por lo que tendría energía de sobra.

Ante la idea, Anna comenzó a tararear alegremente, soñando con poder escapar justo en ese momento a la cabaña del señor Cox, sin embargo, la realidad fue más poderosa y la trajo de vuelta de un fuerte golpe, literalmente.

–¡Rizzo! –la llamó una mujer

–Rayos ¿Estás bien? –le preguntó una voz masculina al mismo tiempo que la ayudaba a ponerse de pie

–Estoy bien, ¡Por favor, discúlpeme! No estaba…  –al sentir un cosquilleo en su brazo, Anna se interrumpió y dirigió su mirada hacia el hombre que la estaba ayudando –No estaba prestando atención…–susurró

“No, no, ¡No! ¿Cómo puedo ser tan tonta?” –pensó, al sentir el pánico correr por sus venas –“Por favor, de todas las puertas de una camioneta en las que me podía estrellar, ¿Por qué tenía que ser precisamente en la de él?”

–Joven Benedetti, por favor, ¡discúlpeme! –suplicó Anna acercándose a comprobar los daños que había provocado.

La puerta de la camioneta, aparentemente nueva, tenía una profunda abolladura justo donde su bicicleta se había impactado, lo que la hizo sentir como su mundo se venía abajo.

–Y-Yo le pagaré, y-yo…–balbuceó

¿Pagarle? Estaba convencida de que, aunque trabajara para la familia Benedetti toda su vida, jamás podría pagarlo, pues, la familia Benedetti, era una de las familias más importantes y ricas de la ciudad junto a la familia Moretti, pues ambas familias, eran las responsables de haber puesto a Wolfsong en el mapa, encima, la persona a la que tenía en frente era el mismísimo Dante Benedetti, el futuro líder de la familia Benedetti, quien, a diferencia de sus hermanos, no era conocido por su amabilidad.

Mientras trataba de encontrar una solución, Anna fue arrancada de sus pensamientos al sentir como alguien la jalaba y comenzaba a revisarla frenéticamente, confundida, sacudió su cabeza y miró a la mujer frente a ella, que más que preocupada, parecía aterrada.

–Maldita sea Anna –susurró la mujer –¿Estás bien? –preguntó mientras revisaba cada rincón de su cuerpo, lo que la hizo sentirse ligeramente avergonzada

–Estoy bien, profesora Vitale, de verdad –dijo Anna tratando de librarse del agarre de su profesora.

–¿¡Cómo vas a estar bien!? ¡Mira lo que le has hecho a la puerta! –dijo la profesora señalándola, antes de sujetarla de ambos brazos –¿Te duele algo? –

–No, señorita Vitale, yo…–

Las palabras de Anna quedaron ahogadas cuando un sonoro gruñido las sacó a ambas de su pequeña discusión, asustada, Anna buscaba con la mirada al animal que había hecho semejante ruido, por su parte, la señorita Vitale giró su cabeza inmediatamente hacia el hombre al que había ignorado, al notar quien era, se puso de pie de un salto.

“¡Marcia! ¡Nuestro aroma!” gruñó su loba con preocupación

–Discúlpeme joven a… Joven Benedetti –se corrigió Marcia agachando la cabeza al mismo tiempo que colocaba a Anna detrás de ella

La reacción de la mujer le costó una mirada curiosa de parte del joven, quien la examinó de pies a cabeza antes de dirigirse a Anna.

–Te llamas Anna ¿verdad? –preguntó –¿Te encuentras bien? –

–Sí, estoy bien –balbuceó Anna –Por favor, discúlpeme joven Benedetti, no fue mi intención, venía distraída –mientras trataba de explicarse, Anna trataba de ver al hombre frente a ella, sin embargo, su profesora no lo permitía –¿Cómo puedo pagar por…? –

–No te preocupes por eso –dijo el joven en un intento por calmarla –Primero que nada, llámame Dante, que me llames por mi apellido me hace sentir viejo y tan sólo tengo veinte años –dijo mostrándole una amplia sonrisa –Y sobre esto –continuó dándole un suave golpe a su puerta con sus nudillos –No te preocupes, ha sido culpa mía, la he abierto sin fijarme, soy yo quien debería estarse disculpando –al escucharla suspirar, él mismo sintió alivio, por lo que intentó verla más claramente, sin embargo, la mujer frente a ella lo impedía

“Una conducta muy típica de una gamma, ¿No te parece?” –dijo una perezosa voz en su cabeza

“Pero Damon ¿Qué hace una gamma fuera de su territorio? ¿Por qué no está con su Luna?”

“La única manera de descubrirlo es preguntando, deja que la humana se vaya” –le dijo la voz con una extraña añoranza

“¿Lo sentiste?” –le preguntó Dante

“Sí…” –gruñó el lobo

–Muy bien, ya les he dejado sus estúpidas tablets a los mellizos del terror, podemos… ¿Pasa algo? –preguntó un joven de cabello platinado que, al darse cuenta de la situación, se acercó rápidamente a Dante y observó con detenimiento a la mujer que tenían delante.

–No es nada Lysander, un pequeño accidente –

Mientras Dante le explicaba lo que había pasado a ese tal Lysander, Anna no pudo evitar la curiosidad y asomó un poco la cabeza para poder ver a los dos jóvenes, no conocía al recién llegado, pero le resultó muy agradable a la vista. Llevaba el cabello algo revuelto sin lucir desordenado y su color platinado, hacia una combinación perfecta con su tez apiñonada, sus ojos, bueno, eso sería un misterio para ella, pues llevaba puestas unas gafas oscuras de aviador.

Lysander, iba vestido prácticamente de negro, pantalón de mezclilla negro lo bastante ajustado para marcar los músculos de sus piernas, llevaba unas botas estilo militar por encima de los pantalones, mientras que la camiseta, la llevaba por debajo del pantalón, dejando así al descubierto la hebilla de su cinturón, el color de la camisa también era negro, era de cuello alto y llevaba las mangas dobladas por debajo de los codos dejando ver un reloj en su brazo izquierdo.

Por otro lado, Dante, quien la había cautivado desde el momento en que lo había visto, llevaba una camiseta de color negro y de cuello alto, unos pantalones de vestir negros y encima, llevaba una gabardina de color gris, la cual le quedaba a la medida, pues en su muñeca izquierda, podía ver un brillante reloj, mientras que en su dedo corazón, un anillo de color negro mate con detalles azules, decoraba su mano elegantemente.

Lentamente, escudriñó su cuerpo hasta llegar a su rostro, sus ojos azules como el zafiro, eran los acompañantes perfectos para esas cejas pobladas pero bien perfiladas, su cabello, negro azulado, estaba rebajado por los costados, mientras que la parte superior, era un poco más larga y la llevaba peinada hacia arriba, mientras que, sus patillas, igualmente rebajadas, casi inexistentes, se unían a una barba muy corta y poco poblada, pero perfectamente cuidada.

–¿Ves algo qué te guste, bonita? –le preguntó Lysander

–¿Eh? ¡No! Bueno, es que, yo… Bueno –patética, se sentía patética al no poder formar ni una simple frase pues la habían atrapado observándolos descaradamente.

–Basta, no la molestes Lysander –exigió Dante, quien observaba a su amigo con el ceño ligeramente fruncido

–Por favor, Anna, ve a mi despacho y espérame ahí –le pidió Marcia

–Sí profesora, con permiso…–susurró antes de precipitarse al interior de las instalaciones, donde dejó su bicicleta en el lugar designado. Antes de entrar al edificio, decidió darle una última mirada al grupo de la entrada, sólo para descubrir que esos ojos azules aún la observaban –Trágame tierra…–masculló antes de entrar

En silencio, Dante esperó unos segundos antes de apartar la mirada por donde la pequeña humana había desaparecido, volviendo así, su atención a la mujer que tenía delante y que no se había movido ni un milímetro desde que lo reconoció.

–Entonces, eh, disculpa, solo escuché que Anna te llamó, señorita Vitale ¿Podrías decirme cuál es tú nombre? –

–Marcia, alfa, mi nombre es Marcia Vitale –respondió Marcia haciendo una pequeña inclinación

–Mucho gusto Marcia, este es mi beta, Lysander Gioli –dijo señalándolo con la cabeza, haciendo que Marcia se inclinara levemente –Tranquila, aún no soy el alfa, no es necesaria tanta formalidad –le dijo Dante antes de meter sus manos en sus bolsillos –Pero dime, ¿Qué hace una gamma tan lejos de su manada? Es muy inusual verlas lejos de su Luna –

–¿Cómo lo supo? –preguntó Marcia

–Tu aroma, entre otras cosas que te delatan –respondió él encogiéndose de hombros –¿Entonces? ¿Qué haces aquí, Marcia? –

–Creo que es obvio Dante, vigila a algún cachorro… –dijo Lysander acercándose a la puerta dañada –Increíble ¿Cómo es que esa pequeña humana no recibió ni un solo rasguño? ¿Acaso tiene la cabeza dura? –

Al escucharlo, tanto Marcia como Dante soltaron un feroz gruñido.

–Muy bien, creo que me estoy perdiendo de algo –se apresuró a decir Lysander levantando sus manos en señal de rendición

Frustrado, Dante suspiró antes de responder –Eso lo hablaremos después Lysander –dijo girándose nuevamente a Marcia –Vuelvo a preguntar, gamma Marcia, ¿Qué haces aquí? ¿Mi beta tiene razón? ¿Vigilas al hijo de alguien? –

–Con todo respeto joven Benedetti –dijo Marcia inclinando la cabeza nuevamente –No se me permite decirle a nadie lo que hago aquí, ni a que manada pertenezco, lo que puedo asegurarle, es que cuento con el debido permiso de las manadas principales–

–Entonces, supongo que mi propio padre puede explicarme la situación debidamente ¿Es eso correcto? –como respuesta, Marcia asintió –Muy bien, una cosa más, ¿Cuál es el nombre completo de la pequeña humana? –

Sorprendida, Marcia abrió los ojos como platos, mientras que Lysander casi se atraganta con el agua que estaba bebiendo de una botella que acababa de sacar de la camioneta.

“¿Qué carajos estás haciendo Dante?” preguntó Lysander mediante el vínculo mental que existía entre los hombres lobo.

Sin decir nada, Dante le dirigió una fugaz mirada haciéndole un gesto con su mano, indicándole que le explicaría todo más tarde. Sintiéndose inquieto, Lysander trató de mantener la compostura, pero no lograba entender la actitud de su amigo y Alfa, aquí algo se le había escapado, es decir, la humana era linda y todo, pero era solo una adolescente y aparentemente tenía una cabeza muy dura, aunque esto no lo repetiría en voz alta después de que un alfa y una gamma le gruñeran así.

–¿Marcia? –la llamó Dante

–Discúlpeme, su nombre es Anna Rizzo, está por cumplir dieciséis años –respondió al fin Marcia

–Entiendo, te lo agradezco mucho– dijo Dante extendiendo su mano hacia ella por lo que Marcia no dudó en estrecharla –Ahora si me permites, debo llevar esto a reparar –dijo señalando la puerta antes de cerrarla y subir por la puerta del pasajero

–Con permiso, nos vemos después, gamma Vitale –dijo Lysander con una sonrisa mientras se dirigía a la puerta del lado del conductor.

–Nos vemos después, joven beta –

“Deberíamos informar al beta Neilan” –gruñó Maravel mientras la camioneta comenzaba a perderse en la distancia.

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