Sentado en la parte trasera de su camioneta, Dante mantenía fija su mirada en su mano derecha, la sensación de hormigueo que había sentido al tocar a aquella humana, aún prevalecía en su piel, y si bien la había sujetado por encima del cárdigan que llevaba, recordar esa dulce sensación, lo hizo estremecer.
–“¿Será posible…?”– se preguntó
–“El vínculo con los humanos es diferente, con ellos no importa la edad, si fuera nuestra, lo sabríamos” –gruñó su lobo, quien, de hecho, parecía igual de confundido que él.
–¿Cómo sabes eso? –preguntó Dante en voz baja, sin embargo, como respuesta, su lobo sólo gruñó
–¿Me vas a decir que sucede? –preguntó Lysander desde el asiento del conductor
–¿Ya te respondió el alfa? –preguntó Dante echando su cabeza hacia atrás
–Aún no –
–Sigue intentando …–gruñó Dante
–¿Puedo comprar algo para desayunar? –preguntó Lysander
–Acabas de desayunar –
–¿Almorzar?
–Bien…–dijo Dante cerrando los ojos –Sólo déjame pensar… –
–¿En la niña bonita? –preguntó Lysander cambiando de carril
–¿Disculpa? –preguntó Dante irguiéndose bruscamente
–Luces descolocado desde que ella se fue ¿Qué sucede? ¿Es tu compañera? –
–No –dijo Dante de mala gana
–¿Entonces? –peguntó Lysander deteniéndose frente a un pequeño local de comida rápida
–No lo sé Lysander –dijo Dante tras meditarlo –¿Te olía a humana? –
Lysander tragó, su alfa decía que la chica no era su compañera, pero sus reacciones le decían otra cosa, por lo que obviamente, su pregunta no le pareció más que una sucia trampa, sin embargo, optó por decir la verdad, como siempre.
–No, ella olía a algo más –dijo Lysander mirándolo por el espejo retrovisor, sin embargo, cuando su alfa alzó una ceja, él sólo pudo girarse bruscamente –¡Tú me preguntaste! –se defendió
–¿La oliste? –preguntó Dante con una peligrosa calma en su voz
–Primero olí a la mujer frente a ella, cuando detecté su olor a gamma, quise saber a quién tenía detrás de ella, quería saber a qué manada pertenecía, pero, su olor me confundió, Dante ¿Por qué una gamma de alto rango protegería a una humana? –
–No lo sé…–susurró Dante antes de cerrar los ojos nuevamente
–¿Quieres algo? –preguntó tras soltar un suspiro aliviado
–Café, solo –gruñó Dante –Y sigue intentando, necesito hablar con el alfa –
–A la orden –dijo Lysander bajando de un salto de la camioneta
–Anna Rizzo…–susurró antes de abrir sus ojos y llevar su mano derecha a su rostro, no pudo evitar sonreír cuando el recuerdo de tan desastroso encuentro inundó su memoria.
Anna pedaleaba alegremente en su bicicleta, tenía una mirada soñadora, la cual, estaba clavada en los edificios frente al instituto, él la vio en la distancia pero decidió no darle importancia, ya que él estaba teniendo sus propios problemas, los cuales estaban comenzando a frustrarlo, sin embargo, se olvidó de todo en cuanto un dulce tarareo llegó a sus oídos, por lo que, cautivado, levantó su mirada para buscar el origen, para mala suerte de ambos, la dueña de tan dulce sonido no vio la puerta frente a ella y él no fue lo suficientemente rápido para cerrarla.
El primero en caer en pánico, fue su lobo, quien lo obligó a bajar de la camioneta más rápido de lo que jamás lo había hecho, sin pensarlo mucho, la sujetó del brazo y fue ahí cuando sintió ese maldito escalofrío recorrer su brazo entero, el segundo, fue cuando esos bonitos ojos grises se clavaron en él.
Agradeció a la Diosa que la jovencita comenzara a balbucear, pues a él, el lobo le había comido la lengua, no tenía ni idea de que decir, se había perdido en sus ojos, en el inusual color morado oscuro de su cabello, el cual, llevaba atado en una coleta.
Se perdió en la sencillez de su ropa, unos jeans claros, ligeramente ajustados, una blusa blanca de cuello alto y un cárdigan de algodón de color gris, por un momento, sintió que podía quedarse viéndola el resto del día, sin embargo, cuando una mujer comenzó a sacudirla con brusquedad, Damon, su lobo, rugió en su mente ante tal acto, rugido que el mismo emitió cuando el olor de la mujer se coló en su nariz.
“¿Por qué reaccionaste así?” –le preguntó a su lobo
“Me molestó que la sujetara así…”
Con frustración, Dante pellizcó el puente de su nariz, su olor le dejaba muy en claro que no era su compañera, pero su tacto y la atracción que sentía por ella le estaban diciendo otra cosa.
–Tengo que verla otra vez…–
–¿A quién? –preguntó Lysander abriendo su puerta para entregarle un vaso con café
–¿Tiene canela? –preguntó Dante arqueando una ceja
–Es una cocina económica Dante, sólo pruébalo –dijo Lysander enderezándose para darle un sorbo a su propio vaso –Sé que te gustará –
–No me gustan las cosas dulces y lo sabes –
–Sólo pruébalo –insistió Lysander alegremente
Dante suspiró y dio un trago, para su sorpresa, lo disfrutó, era dulce, pero no demasiado.
–Entonces ¿A quién tienes que volver a ver? –preguntó Lysander
–A la chica humana –dijo Dante sin tapujos
–Entonces ¿Es tu compañera? –preguntó el beta con evidente ilusión
–No lo sé, Damon está confundido, igual yo…–
–¿Por qué? ¿Qué sucede? –
Tras un largo suspiro Dante comenzó a contarle lo sucedido, sobre todo, la extraña atracción que sentía por la jovencita y el hecho, de que apenas habían pasado unos minutos y él ya se sentía ansioso por verla otra vez.
–¿Qué tal si es hija de renegados? Su olor se asemeja al de los humanos –
–Cierto, pero ella olía a algo más, ella olía a… Moras–
–A mar –dijo Lysander al mismo tiempo que Dante –Eh… Creo que sí deberías volver a verla, sólo para estar seguros –
–Bien, llama a Cara, dile que nosotros iremos por Egan y Elizabeth –dijo Dante sacando su teléfono –Algo habrá surgido, alfa Alastor no me ha devuelto la llamada, así que usaremos eso como excusa, pasaremos el día en la ciudad –
–¿Irás al hospital? –preguntó Lysander
–No, cancélalo –
–Pero…–
–Me siento bien Lys, por primera vez en meses no me duele, así que has lo que te pedí, si se trata de mi compañera, debo asegurarme de ello…–
–Entiendo, llamaré a Cara y …–
–¡Joven Gioli! –lo llamó una mujer –¡Su pedido! –
–¿Seguro no quieres algo? Aquí la comida es deliciosa –dijo Lysander limpiándose la baba discretamente
–Bien, pídeme algo –dijo Dante dedicándole una pequeña sonrisa
–Hecho –dijo Lysander antes de cerrar su puerta y correr al encuentro de la mujer
–Sí fuera hija de renegados, una gamma no la estaría cuidando… –susurró –Una gamma –repitió antes de tomar su teléfono para hacerle una llamada a su padre, sin embargo, gruñó frustrado cuando este tampoco respondió a su llamado –¿Para qué rayos existen los teléfonos celulares? –preguntó con frustración antes de lanzar su teléfono al asiento.
Mientras tanto, en el estacionamiento del instituto Montanari una mujer iba de un lado a otro soltando improperios, pues la persona con la que quería comunicarse no respondía a su llamada.
–Maldita sea –gruñó Marcia –Nadie me escucha en esa manada, le dije al alfa que…–
–“¿Qué sucede Mar?” –gruñó una voz masculina del otro lado de la línea
–Vaya ¿Qué sucede Neil? –preguntó Marcia con un tono burlón al escuchar que su amigo y beta, parecía de mal humor –¿Qué te hicieron tan temprano? –
Frustrado, Neilan resopló antes de responder –“Nuestro estúpido niño alfa me dejó plantado en los entrenamientos matutinos ¿Sabes qué excusa patética usó?” –cuando Marcia no dijo nada, él continuó –“¡Dijo que quería ir al baño! ¡Al baño!” –gruñó Neilan –“Fue a verla ¿verdad?” –
–Sí, está con los Rizzo, pero no puedes culparlo Neil, estamos por recuperarla, esta vez lo haremos, después de nuestro último intento hace seis años, esta vez si la recuperaremos –
–“Todos estamos ansiosos Mar, pero hoy es día de reabastecimiento, se supone que él se encargaría de los entrenamientos y que yo estaría en el portón, pero ¡No! A mi querido alfa se le ocurrió dejar la manada con la patética excusa de que tenía que ir al baño y ahora, tengo que reorganizar todo yo sólo, porque, para rematar, no puedo contar con el delta por el maldito cambio de última hora que hizo el alfa a las patrullas de la zona oeste ¡Ah! Pero, por el amor a la Diosa, eso no es todo Mar…”–
Cuando las quejas de Neilan comenzaron a aumentar el volumen, Marcia alejó su teléfono un par de centímetros de su oído, pues el sonido de la voz del beta, comenzaba a lastimarla, pese a eso, ella no pudo evitar reír.
La verdad era que el beta era un hombre muy calmado y centrado, pero cuando se trataba del alfa, él perdía la calma fácilmente, ellos tenían una relación más del tipo de hermanos que de Alfa-Beta, sí bien su alfa era un hombre muy amable y alegre, no dejaba de ser un alfa y todos lo respetaban, nadie dentro o fuera del territorio se atrevía a enfrentarlo, mucho menos a corregirlo, esto lo hacían únicamente el beta Neilan y el alfa Basil.
–Neil…Neil…Oye Neil…–trataba de llamarlo Marcia, sin embargo, parecía que el beta tenía mucho porque desahogarse, pero ella no tenía tiempo para esas cosas –Maldición Neil, ¡Tengo algo importante que informar! –
–“¿Cómo demonios puede ser un Alfa tan infantil y…? ¿Qué sucede Mar?” –preguntó Neilan recuperando la compostura en cuestión de segundos
–Tuve un encuentro con Dante Benedetti y creo que tenemos problemas –
–“¿El joven alfa está en la ciudad? ¡Mierda! Olvidé cancelarle” –murmuró Neilan con fastidio –“Espera ¿Qué hace en el instituto?” –
–Por lo que entendí, les trajo unas tablets a sus hermanos, estuvo aquí con el joven beta –
–“¿Y cuál es el problema?” –preguntó Neilan confundido
Marcia inhaló profundamente antes de comenzar a contarle todo lo que había sucedido hace tan sólo unos minutos, desde el pequeño accidente, hasta el evidente interés del joven alfa hacia Anna. Como la Gamma de la manada, su deber era proteger a su Luna y a sus cachorros, así que las miradas que Dante le dirigía a Anna no le pasaron desapercibidas en absoluto.
Todo comenzó con el primer gruñido que Dante le había soltado, ella pensó que había sido por la falta de respeto que había cometido al haberlo ignorado, pero después de estar contándole los sucesos a Neilan, recordó cómo había estado estrujando a Anna con un poco más de fuerza de la debida. El segundo gruñido, vino cuando el joven beta, Lysander, hizo esa mala broma, diciendo que Anna tenía la cabeza muy dura.
–“¿Crees que esté interesado en Anna?” – preguntó Neilan tras unos segundos de silencio.
–Me da esa impresión, sí –admitió Marcia
–“Eso es extraño” –susurró Neilan –“Anna es solo una adolescente y encima se supone que su aroma es el de una humana ¿No es así, Mar?” –
–Sí, toma esas pociones desde que tiene doce años, ellos se las ingenian para ponerlas en su perfume y en su…–Marcia se interrumpió abruptamente y dirigió su mirada a los contenedores de comida que estaban desparramados en el suelo, los cuales, ella había dejado caer al ver el accidente
–“¿Y en su qué, Mar?” –preguntó Neilan angustiado
–En su bebida –gruñó Marcia –Mierda, Neil, creo que no tomó el refuerzo –dijo antes de comenzar a andar con paso acelerado rumbo al interior de la escuela –Debo dejarte, tengo que solucionar esto –
–“De acuerdo, pero, llámame si ocurre algo ¿Entendiste, Mar?” –
Marcia balbuceó un rápido “de acuerdo”, terminó la llamada y se guardó el teléfono en el bolsillo de su gabardina. Con paso acelerado, se dirigió hacia su oficina preguntándose porque el camino era tan largo.
Conforme avanzaba, Marcia agradecía que los pasillos estuvieran vacíos, si bien su olfato le indicaba que un par de rebeldes se escondían en los baños, por esa ocasión, decidió pasarlo por alto, pues tenía entre manos problemas más importantes. El primero y el único que ella podía solucionar, era el aroma de Anna, pues desde que ella había cumplido doce años, este había comenzado a cambiar, era una mezcla muy extraña entre humano y algo más dulce, por lo que se había llegado a la decisión de mantenerlo oculto, para mantener a salvo su identidad debido a los cuatro jóvenes lobos que asistían a su instituto. Dos de ellos, no representaban graves problemas, pues eran los hijos mellizos del alfa Basil Benedetti, que, hasta la fecha, no habían dado señales de reconocer algo en Anna. Por otro lado, estaba Arthur Ziegler, hijo del alfa Caden Ziegler, quien tenía una pésima reputación por cómo había obtenido su título, sí bien el joven era tranquilo e incluso se podía decir que era un poco
Congelada en la puerta, Anna observó a la mujer frente a ella, era nada más y nada menos, que la directora del instituto Montanari, mejor conocida como su abuela. –B-Buenos días…–balbuceó Anna –Kaliméra Anna –la interrumpió –Este bimestre vuelves a llevar gretz, así que, por favor, ponlo en práctica apenas entres a esta aula – Anna asintió y se aclaró la garganta antes de corregir su saludo –Kaliméra diefthyntí – Al escucharla, su abuela le hizo un gesto con la mano para indicarle que pasara, por lo que, obediente, Anna corrió a su lugar al fondo del aula. –Abu… directora –se corrigió Anna de inmediato, pues tenía prohibido llamarla abuela en la escuela, sobre todo, en las aulas –¿La profesora Raptis no vendrá hoy? – –No, está de licencia por su embarazo, daré su clase hasta que consiga un sustituto –le explicó su abuela mientras conectaba su portátil a un proyector –Anna ¿Acabas de llegar? –preguntó levantando su mirada en su dirección –No señora, llegué diez minutos tarde, pe
Boquiabiertos, todos observaron el brazo de Anna, su cárdigan estaba rasgado por encima del codo, lo que les permitió ver una herida superficial que apenas y sangraba. –Pero ¿Esa está loca o qué? –preguntó Elizabeth visiblemente indignada –¿Con qué hizo eso? –preguntó Connor frunciendo el ceño –Parece el corte de un cúter…–susurró Adeline –Es un corte limpio – Ante la herida de Anna, Egan arrugó el ceño, se dio la media vuelta y comenzó a buscar al grupo de brujas con la mirada, sin embargo, ellas ya habían desaparecido entre la multitud de estudiantes. –No, Egan –dijo Anna tomándolo del brazo cuando este, intentó ir a buscarlas –No le des importancia – –¿Que no le dé importancia? –preguntó Egan molesto –Anna, eso no es una simple broma – –Tiene razón Anna, hasta donde sabemos, la pelirroja jamás había herido a nadie –dijo Connor, quien también arrugaba el ceño –Lo sé, chicos, pero, si alguno de ustedes puede probar que fue alguna de ellas, estaré encantada de ir y decírselo a
Cuando su hermana se levantó, Egan se llevó la palma de su mano a la cara y su profesor, la miró con gesto confundido debido a su arrebato. –Oh… Disculpe profesor Cooper –se disculpó la joven torpemente al ver que todos la observaban –Es sólo que me he frustrado, ¿Podría explicar nuevamente la fórmula? –El profesor Cooper la observó por unos instantes antes de acceder, no sin antes advertirle que debía controlar su frustración.“¿Qué diablos te pasa?” –preguntó Egan cuando su hermana volvió a sentarse y el profesor Cooper comenzó a repetir su explicación“Te lo explicaré en casa”“Me lo explicas ahora, después de semejante ridículo no me vas a dejar así” “Bien, te lo contaré después de la clase” –accedió Elizabeth“No, no voy a dejar a Anna sola con la psicópata esa acosándola”“No la vamos a dejar sola, Adeline y Connor estarán con ella, además, creo que ya va siendo hora de que le digas lo que sientes, no pierdes nada con hacerlo” –lo aconsejó su hermana“Sabes que no puedo Eliza
Connor observó lo que la pantalla del celular mostraba, una sonrisa traviesa se dibujó en su rostro antes de apresurarse a la zona que estaba designada a los equipos de sonido. Al ver que su amigo encendía una de las bocinas, Anna comenzó a hacer profundas inhalaciones, esta era una de las actividades que más le gustaban, pero también, era una de las que más nerviosa la ponían, pues todas las miradas, se centraban en ella.“Operación Ragnarok” era un código que usaban en clase para interrumpir lo que otro estudiante estaba haciendo, lo cual, estaba permitido por el profesor, pues esto le permitía observar de mejor manera el avance de sus estudiantes, ya que podía hacerse con instrumentos o con pistas para apoyar la voz, tal y cómo ella lo iba a hacer.Anna estaba decidida a no darle el gusto a Antonella de pensar que ella también se dejaría intimidar, así que, decidida, se dirigió a la zona donde estaba un juego de tres micrófonos, tomó uno y lo encendió, apenas la música inició, ella
Extrañada por la pregunta, Anna dirigió su mirada hacia dónde Egan apuntaba. En las escaleras del pórtico de su casa, había dos hombres, uno de ellos, era su padre, Luka Rizzo, quien observaba la camioneta con curiosidad, mientras que el segundo, no dudó en ponerse de pie al tiempo que metía sus manos en los bolsillos de su pantalón. –No, nunca lo había visto –dijo con voz queda al mismo tiempo que clavaba su mirada en el hombre que estaba de pie. Era cierto, nunca lo había visto, pero, algo en él, le parecía muy familiar–Bueno, eso es normal, el líder Moretti no suele dejarse ver fuera de su propiedad –dijo Dante, quien tenía la mirada clavada en ella a través del espejo retrovisor –Ayúdala por favor, iré a saludarlo –le indicó a Lysander quien asintióPresuroso, el joven abrió la puerta para Anna y la ayudó a bajar, después, ambos se dirigieron al maletero de la camioneta donde ella tomó su mochila y se apresuró a dirigirse a dónde su padre se encontraba.Para ella, era una imagen
Sin saber que hacer, Anna observó la mano que Alastor le tendía, después, dirigió su mirada hacia su padre, Luka, quien le sonrió tiernamente y asintió lentamente indicándole que debía confiar en el hombre frente a ella.Cuando al fin se decidió a hacerlo, Anna sintió cómo el hombre apretaba su mano con suavidad para disimular el temblor en ella, por lo que, cuando Anna se levantó, ambos observaron sus manos unidas, lo que provocó que Alastor sonriera ampliamente antes de guiarla fuera de la cocina.Mientras caminaban, Anna seguía con la mirada fija en sus manos, el calor de la mano de ese hombre, de su padre, era un calor agradable, uno que, de hecho, le gustaba, por lo que una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro, sin embargo, tan pronto llegaron al salón, esta desapareció.Al dirigir su mirada al salón, vio a los mellizos sentados juntos con Lysander de pie detrás de ellos, al verlos entrar, Egan intentó ponerse de pie, pero Lysander lo obligó a sentarse de nuevo. Por su parte, D
Al escuchar las palabras del hombre, Anna se estremeció. Había intentado ser fuerte, pero la información que estaba recibiendo, no la estaba ayudando en absoluto. No había mentido cuando había dicho que podía entender que, de hecho, él era su verdadero padre, incluso, había comenzado a lidiar con la idea de que no sólo era el hombre más poderoso de Wolfsong, si no que, también, era un hombre lobo y un alfa. Después de todo ¿Cómo dudar de eso? ¡Había visto a su consejera escolar transformarse frente a sus propios ojos! Sin embargo, ya no estaba tan convencida de querer saber los motivos tras su abandono, le dolía la cabeza, y sabía de sobra que sería un tema difícil, pues tanto Alastor como Dante, habían mencionado una guerra, y eso, en ningún mundo, podía ser algo bueno. En silencio, Anna observó como Alastor volvía al salón, y tras echarle un rápido vistazo a la chimenea, el hombre se inclinó sobre ella para encenderla. –¿Estás bien? –le preguntó una ronca, pero suave voz a sus e