Capítulo 30: Los miedos del alfa.

Al verse descubierto por su confidente, Alastor sonrió y se dio la media vuelta para clavar su mirada en las cristalinas aguas del lago.

― ¿Está nervioso mi señor? ―

― ¿Acaso soy tan evidente? ―preguntó Alastor clavando su mirada en una pequeña familia de patos que justo entraba para darse un chapoteo

―No mi señor, ha sabido ocultarlo muy bien ―

―Emmet, ¿estoy haciendo lo correcto? ―

Ante la pregunta de su alfa, Emmet suspiró y se colocó junto a Alastor, quien le dedicó una rápida mirada.

―Si usted cree que es lo correcto, entonces lo es ―dijo Emmet con simpleza ―Además, creo que, sí alguien en el mundo merece una explicación, ese sería usted ―

―Lo sé, pero, Emmet, tengo miedo… ―admitió el alfa ―No sólo de las respuestas que vaya a encontrar, sino que, también, temo por la seguridad de todos… ―

―Puedo entenderlo mi señor ―dijo Emmet sentándose en una enorme roca cercana a ellos, lo que le permitió ver como Don y Byron, reunían unos cuantos leños para encender una fogata ―Además, no se
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