Después de limpiar a Liam con delicadeza y cuidado, su chico ni siquiera había despertado. Ahora lo acurrucaba en sus brazos, sintiendo cómo su respiración era plácida y tranquila, pero por alguna razón, él no podía conciliar el sueño. Tenía tantas cosas rondando en su mente; lamentaba haber presionado a Liam para que respondiera la llamada de su padre, lo que había causado esta crisis de ansiedad. Esto lo llevaba a otra de sus más claras preocupaciones: la condición médica y mental de Liam. Tenía que saber exactamente qué era lo que sucedía para poder ayudarlo y cuidarlo.El teléfono de Liam volvió a vibrar en la mesa de noche, emitiendo luces y zumbidos que lo sacaron de sus pensamientos. No quería que Liam se despertara hasta que descansara bien; tenía un viaje temprano y mucho trabajo el resto de la semana, y necesitaba descansar. David vio que era ED quien llamaba, así que decidió tomar la llamada en caso de que fuera realmente importante.—¿Dónde diablos estás? —preguntó ED sin
La rodilla de David rebotaba nerviosamente mientras esperaba el despegue del avión. Era su primera vez volando y la ansiedad lo consumía. A su lado, ED no hacía más que resoplar con impaciencia.—Maldición, ¿quieres dejar de hacer eso? —se quejó ED, con la vista fija en la rodilla inquieta de David—. Eres un fraude. ¿No se supone que los hombres como tú, rudos y dominantes, no le temen a nada y profesan autocontrol?David intentó mantener la calma, respirando profundamente para controlar sus temores.—¿Y no se supone que los hombres como tú, pulcros de saco y corbata, son distinguidos, pacientes y educados? —David le devolvió el comentario sin pensarlo. ED rodó los ojos, aparentemente molesto. —Y si tanto te molesta estar a mi lado, ¿por qué no le diste tu lugar a Liam? Preferiría estar sentado junto a él.—Liam es la estrella aquí, tiene su lugar privilegiado —David resopló, ignorando la indirecta de ED—. A ti, en cambio, tengo que soportarte por las circunstancias. Pero si crees que
Caminaron por la gran alfombra morada bajo la atenta mirada de todos los presentes. David estaba muy nervioso, pero irguió su postura y pasó una mano por la espalda baja de Liam, lo que le dio un poco de estabilidad. Sin embargo, al cruzar el umbral del salón, sintió como si hubiera entrado en otra dimensión. Miró a su alrededor, absorbiendo cada detalle del lugar: un espacio de lujo impresionante, diseñado para dejar sin aliento a cualquiera. El techo alto estaba adornado con candelabros de cristal, que proyectaban una cálida y suave luz dorada, bañando todo el ambiente. Las paredes, cubiertas con paneles de madera oscura y relieves dorados, aportaban una atmósfera de elegancia clásica.Al fondo del salón, un escenario elevado con un telón de terciopelo púrpura complementaba la alfombra morada que cubría el suelo. Unas majestuosas columnas de mármol blanco con detalles dorados enmarcaban el espacio, separando diferentes áreas del salón, cada una decorada con arreglos florales de orqu
Dos días después de la fiesta y ya de vuelta en LA, David sabía que era momento de averiguar qué estaba pasando realmente con la salud de Liam. Sentía que se estaban demorando demasiado y tenía la ligera sospecha de que Liam estaba evitando este paso. Tras llegar del viaje, ambos habían retomado sus rutinas; David tenía varios pendientes que se habían retrasado debido a la visita repentina, pero también había conseguido trabajo en un importante concesionario de autos, gracias a su participación en la revista. Sin embargo, la exposición pública también le había costado algo de privacidad. Ahora, todos los seguidores de Liam lo reconocían en la calle. Algunos se le acercaban de manera amistosa para saludar, pero otros no tanto. Medir casi dos metros y tener un aspecto rudo le servía para que no se le acercaran, pero los murmullos desagradables eran inevitables. David prefería ignorarlos; no quería causar problemas que afectaran la imagen de su novio.Desde entonces, habían estado hablan
David dibujaba círculos perezosamente en la espalda de Liam, agotados y saciados por el sexo. A pesar de que todo parecía tranquilo, Liam sabía que algo rondaba la mente de su novio. Había intentado evadir su sugerencia de ver a un nuevo médico; no entendía por qué David insistía en hacerlo. Ya tenía un médico que lo había estado tratando durante años, y lo veía con frecuencia para hacerse chequeos. Su enfermedad no tenía cura, y Liam ya había luchado mucho para aceptarlo una vez, así que no veía razones para despertar nuevas esperanzas. No quería arrastrar a David hacia la oscuridad en la que él vivía; lo mejor era hacer que se olvidara de eso.—Cariño, sé que estás despierto —dijo David, y el cuerpo de Liam se tensó ligeramente—. Sabes que tenemos que hacer esto. Necesito saber que todo está bien contigo y, si no es así, saber cómo manejarlo. Necesito escucharlo de primera mano.Liam resopló, levantó la cabeza, que descansaba en el pecho de David, y respondió:—Ya te mostré los últi
Durante todo el trayecto, Liam no había dicho una palabra. David lo miraba de reojo, preocupado. Sabía que algo hervía dentro de su novio, y no le gustaba cuando se cerraba así. Era como una olla a presión, y solo era cuestión de tiempo para que explotara. Aun así, decidió darle espacio. Sabía que Liam necesitaba procesar lo que acababan de descubrir, aunque el silencio lo angustiaba más con cada minuto.Cuando llegaron a la casa, todo se desencadenó.La casa estaba a oscuras, como siempre. Las gruesas cortinas y persianas impedían que el más mínimo rayo de sol penetrara. Liam recorrió el lugar con la mirada, sus ojos reflejando una mezcla de incredulidad y rabia. El ambiente se sentía denso, cargado de algo que David no podía explicar, hasta que, sin previo aviso, Liam gritó.—¡Malditos! —Liam corrió hacia las ventanas y comenzó a arrancar las cortinas con una fuerza que David jamás le había visto. Las telas se rasgaban en sus manos, mientras gritaba con una ira que parecía venir de
Liam estaba sanando, no solo físicamente, sino también emocional y psicológicamente. Se veía radiante, brillando más que el sol, floreciendo finalmente como la hermosa rosa que David siempre había visto en él. Sonreía con una sinceridad renovada, y se le notaba más seguro y confiado. Desde que conoció a los padres de David, algo en su interior se había liberado, como si finalmente hubiera encontrado el cierre de los ciclos de su vida. Había confrontado a sus propios padres, perdonándolos, pero dejando claro que ya no los quería en su vida. ED se encargó de la parte legal, y tanto Jackson como el Dr. Thomas estaban pagando las consecuencias de sus actos.Habían pasado tres meses desde que estaban oficialmente juntos, pero con todo lo que habían pasado y vivido parecía una eternidad. David creía que ya era hora de cambiar el collar por un anillo. Liam se había empeñado en mantener el collar durante todo este tiempo, a pesar de que David le había dicho que podía quitárselo si quería. Des
David sentía que algo estaba mal. Habían pasado más de cuarenta minutos desde la hora en que Liam debía haber llegado al restaurante, y aunque su novio era conocido por su impuntualidad, nunca se había demorado tanto sin avisar. Intentó llamarlo varias veces, pero las llamadas no conectaban. El miedo comenzaba a apoderarse de él, a pesar de que trataba de mantener la calma frente a su familia y amigos.Algo no está bien. Esa frase, repetida una y otra vez en su mente, comenzó a hacer eco en su cuerpo. Cada latido de su corazón se aceleraba al mismo ritmo que su respiración. Se levantó de la mesa por enésima vez, caminando de un lado a otro, incapaz de permanecer quieto. El ambiente, antes lleno de emoción y expectativas, ahora se sentía opresivo. Sentía las miradas preocupadas de todos, pero no podía detenerse.En ese momento, una llamada entró en el teléfono de David. Era un número desconocido, y el mal presentimiento que tenía se asentó más en su pecho. Contestó de inmediato y una v