Capítulo 4
Los padres de Aiko regresaron por fin. No tardó en acercarse a ellos con la cara seria y contrita pidiendo hablar en el salón familiar. Sus padres se miraron entre sí, preocupados. La niña rara vez causaba problemas y en general era una persona de buen carácter y semblante feliz. Aunque también era cierto que últimamente se la veía triste. Trataba de disimularlo, pero sus padres no eran tontos y la conocían bien. Desde que había entrado en el compromiso con el chico Masaharu, ella había cambiado mucho y a veces los mayores se arrepiente de haber aceptado aquel acuerdo con el abuelo de Azaki y Ran. La corporación Masaharu había salido tremendamente beneficiada y nunca antes habían llegado a tales cotas de éxito, una vez que el mayor de los hijos Masaharu y ahora el menor, se había hecho cargo. El señor Watanabe Yasu estaba muy feliz al principio. Eso fue hasta que empezó a ver como su hija cada día estaba más ojerosa y melancólica.Primero se enamoró de su prometido, Azaki, pero fue rechazada. Ahora al parecer también se había enamorado de Ran y también estaba siendo apartada. El hombre mayor tenía un peso en su corazón con respecto a esto, pues si bien ver a su hija bien casada con un gran hombre como era Ran, lo dejaría morir tranquilo, tener a su preciada niña casi enferma por ese hombre le dolía. También a su esposa. Se sentaron frente a ella de modo formal sobre el tatami, arrodillados sobre los pies con la espalda recta y las manos descansando sobre los muslos, en la forma llamada seiza y esperaron. La chica suspiró antes de empezar con lo que quería decir. Su mirada iba al suelo y mostraba su espalda más recta que nunca, pues lo que iba a decir requería de mucho formalismo y respeto.—Padre, madre. Quiero dejar el omiai —soltó rápidamente. Como no oyó ningún ruido ni gesto frente a sí, levantó la mirada curiosa, para espiar la expresión de sus padres. Ambos estaban serios, pero ninguno parecía especialmente enfadado. Eso la dejó un poco más tranquila así que continuó con su explicación.—Durante un tiempo acepté de buen grado este compromiso, no solo por el honor de la familia, sino porque Masaharu kun parecía un hombre bueno y adecuado para esta mujer, que a pesar de no merecerlo, fui escogida por él voluntariamente. —Aquí hizo una pausa para escoger bien sus siguientes palabras.»Sin embargo, debo decir que mi percepción era equivocada. Hace unos días, como saben, preparé un bento para agradar y agradecer a mi prometido —los padres asentían, pues sabían que era así—. Cuando llegué hasta la corporación, subí directamente hasta el despacho del señor Masaharu, ya que ocupa la presidencia de nuestra amada empresa, para ver un espectáculo deleznable de por sí. »Una mujer desnuda estaba sentada en su regazo en actitud íntima y entendí que, mi hasta ahora prometido, no solo se dedica a trabajar en esa oficina, sino que también la ocupa con sus necesidades e intereses de tipo más personal. Ruego a mis progenitores que me permitan romper este compromiso y no me condenen a una vida de amargura junto a un hombre así. No tengo más que decir. Su madre tenía la mirada anegada en lágrimas y su padre estaba rojo de rabia y decepción. Él también había pensado que ese chico era una buena elección para su hija, y no solo para su empresa. Aun así pregunto a Aiko si estaba segura.—Aiko, Saiai no musume (amada hija). ¿Estás segura de lo que viste? ¿Recibiste una explicación? —no quería enfrentar un malentendido aunque dudaba que su hija se hubiera inventado algo así. —Sé lo que vi, padre —dijo segura. Sus ojitos se pusieron chiquitos y se mojaron un poco. —¿Quieres entonces romper definitivamente? —esta vez fue su madre quien habló. —Eso quiero, madre. Ruego el apoyo de los dos esta vez —y Aiko se inclinó hacia adelante colocando sus manos juntas sobre el suelo y la frente sobre ellas en una reverencia profunda frente a sus padres.—Así sea —sentenció el señor Yasu. En su fuero interno deseaba romperle la cara a aquel idiota que estaba haciendo sufrir a su flor más preciada. Y eso haría en cuanto lo viera. Envió un recado a su asistente para que Ran se reuniera con ellos en unos días allí en la mansión. Debían proceder con toda formalidad si no querían perder la cara frente a la sociedad que los rodeaba. De todos modos las posibilidades de casarse de su hija quedarían arruinadas de forma irremediable tras dos compromisos fallidos con los Masaharu. Eso también era culpa de todos ellos y de alguna manera los haría pagar. Aiko les comunicó sus planes de ir a estudiar al extranjero y como pensaba hacerlo contando con su amiga. Hablaría con ella y les diría el resultado. Su idea era viajar en apenas una semana, así que su padre pactó la reunión con el ex prometido el día después de que se marchara. No quería que su niña tuviera más contacto con aquel infeliz. Sabía que ellos no lo pasarían bien teniéndola tan lejos, pues Aiko era la única hija que habían tenido y a pesar de no tener descendientes varones, no podían amarla más.Ella siempre fue la alegría en sus corazones. Su esposa pasó un día encerrada en su habitación llorando sin querer que la hija la viera así y eso terminó de romper el corazón de Yasu, que a pesar de haberse casado por contrato, terminó por amar a su esposa con el tiempo, tanto como a su hijita. Esa m*****a familia estaba haciendo llorar a las personas que más quería en este mundo. Ahora deseaba verlos llorar también a ellos.................En uno de los hangares privados del aeropuerto de Haneda, un avión con el logo de Stixia Corp en color turquesa brillante, dejaba abrir sus puertas y de inmediato una escalera enorme fue colocada al pie. De su interior iba descendiendo gente y un asombradísimo Ran contempló la marcha como si fuera un desfile, de hombres, mujeres y niños. ¿Qué era esto?. No es que no se alegrará, pero ¿por qué habían venido todos hasta allí? ¿Estaban de vacaciones?.El primero en bajar fue su padre que sostenía a la señora Makoto, cuidadosamente. Ella iba digna como siempre y elegante como nunca y corrió levemente a abrazar a su hijo, al que no veía desde la boda del hermano mayor y eso fue hace más de un año atrás. De inmediato, el chico se vio abrazado por los brazos grandes de su padre y entre una cosa y otra a Ran casi le saltan las lágrimas. Se había metido tanto en sus asuntos y su trabajo que se había olvidado de cuanto extrañaba a su familia. Del avión bajaron todos los Masaharu y todos los Sánchez, como si fueran un clan. Así que venían Azaki con su esposa Rous y sus dos hijos, ella embarazada del siguiente. Alexa con Aron y sus dos niños, el hermano de Rous y Alexa, Raúl, y los padres de los tres, doña Margarita y su esposo. Si a eso se le sumaba el séquito de guardaespaldas y asistentes que llevaba cada empresario, el avión iba lleno de gente. Eran casi como una procesión de semana santa. Pero el corazón de Ran se alegró. Su familia ahora era grande y estaban todos ahí apoyándolo. Si no fuera por qué, hubiera llorado como una magdalena. Se dirigió a Azaki antes que al resto, para abrazarlo fuerte y con ganas.—¿A qué vinieron todos? ¿Se volvieron locos? —rio.—Tú dijiste que viniera con toda la familia y estos son todos —la sonrisa de su hermano era digna de verse. Echaba en falta a Ran como no podía imaginarse.—Eres un exagerado —reprochó con la boca chica. Estaba más que feliz de verlos. Fue saludando uno por uno a su cuñada Rous, su exnovia Alexa y su esposo Aron y a la familia de las dos. Les tenía mucho aprecio desde aquella vez en que el abuelo había pegado a Azaki y a Rous, cuando solo eran novios, y todos estuvieron allí para ayudar. Esas deudas iban más allá de lo convencional y no había cómo pagarlas sino con lealtad y cariño y eso era lo que Ran tenía para darles.Era normal ahora que todos quisieran ayudarle también en estas. Los hizo subir en varias limusinas y los llevó hasta el hotel donde siempre rentaban habitaciones. Las más caras, en los pisos más altos y donde estaba el ático donde él residía normalmente. Así estarían todos juntos. Esa noche después de la multitudinaria cena que encargaron en las terrazas superiores del hotel, después de dejar a los niños durmiendo se reunieron todos para resolver el asunto que los traía hasta Japón. Se morían de curiosidad y por fin consiguieron acorralar al protagonista para sacarle el asunto.Ran se moría de risa y no soltaba prenda haciéndolos rabiar un rato, pero de pronto se rindió y se puso serio. Se pasó las manos por el pelo largo y sedoso y las mujeres presentes suspiraron porque entendían por qué este hombre era tan deseado. Y aunque ella no cambiaban a sus maridos por nada, reconocían que Ran en estos últimos años se había puesto de “toma pan y moja”. Las hermanas se miraban y reían sabiendo lo que estaban pensando. Sus esposos también lo sabían y se llevaron un buen pellizco cada una por tener esa mente tan sucia. Finalmente Ran habló.—Aiko va a romper el omiai.Capítulo 5—Joder, ¿que hiciste Ran? —su hermano asumió que la culpa era suya. —Serás idiota, por dios —le dijo Rous—. ¿Esto se pega? —miró a su esposo al decirlo.—Se pega —confirmó Alexa mirando a Ran fijamente con el ceño arrugado.—No lo puedo creer. —La señora Makoto lagrimeó un poco. Le gustaba la pequeña Aiko y se negaba a romper el compromiso por nada del mundo, así tuviera que arrastrar a su hijo a pedirle perdón por lo que fuera que le hizo a la niña.—Hijo, no sé cómo te las arreglas para cagarla tanto, pero lo haces. Cada día me sorprendes más.—Es un arte que tiene —soltó Alexa con rencor. Se montó la de Dios es Cristo en esa habitación en menos de diez segundos después de la declaración de Ran, y todos a una querían acabarlo. Los únicos que no decían nada eran los padres de Alexa y Rous, porque no consideraban tener vela en ese entierro, aunque doña Margarita le propinó una mirada de las suyas indicando q
Capítulo 6¿Y cómo sabían esto tan claramente los padres de Ran?.Pues porque eran japoneses y su consuegro estaba usando el haragei, que es la forma en que en su cultura se tratan todos lo asuntos, especialmente los más graves, usando esa manera de hablar en la que la clave es insinuar, más que afirmar, evitando así el ofender al otro interlocutor. Es la necesidad japonesa de mantener la armonía social (wa) y no perder las formas ante el otro (tatemae).Los japoneses no dicen que no. Dicen alguna frase vaga del estilo “‘se intentará” o “ya veremos” mientras giran ligeramente la cabeza mientras murmura algo (‘maaa’, ‘hum’, ‘sōka…’). Eso es haragei, la habilidad de decirte que ‘no’ sin decírtelo claramente, con la intención de transmitirlo de otra manera. Y tu capacidad de entenderlo sin mediar palabra. Y el haragei llevado a una ruptura de un compromiso, siguiendo la misma línea era justo a la manera en la que el señor Watanabe Yasu había comenza
Capítulo 7Todos los presentes se levantaron, unos indignados y furibundos y otros sorprendidos y escamados, sospechando de la presencia de ese hombre allí. En efecto, quien se apareció, repentinamente, no era bienvenido por los Masaharu ni los Sánchez, que ya lo habían conocido tiempo atrás en las peores circunstancias.El imponente ojīsan, el abuelo de Azaki y Ran, Kane Masaharu, se hizo presente en la sala con su enorme pundonor y dignidad, que ocupó todo el espacio. —¿Qué haces tú aquí? —dijo Azaki entre dientes, apretando la mandíbula y deseando fulminarlo ahí mismo. No olvidaba. No podía olvidar cómo unos años antes, ese hombre le había sometido a un cruel castigo frente a su prometida Rous, abusando de su poder para ponerlo de rodillas y golpearlo con las varas de madera, y casi matando a su chica que se entrometió para defenderlo. De aquella vez, ella casi muere y él nunca más lo quiso ver ni tratar como familia. De hecho, ning
Capítulo 8—¡NO, NO Y MIL VECES NO, PADRE!Efectivamente, los gritos se escuchaban en toda la mansión y la señora Watanabe pensaba que posiblemente en varias calles del barrio. Cuando su esposo fue a comunicar la “buena nueva”, léase con toda la ironía, no pensó, la buena señora, que su hija podría gritar tanto. Nunca se había enfadado así.—Aiko, no pude evitarlo hija. Está en juego el honor del clan entero. Incluso de nuestros antepasados. —El señor Watanabe miraba apenado a la niña. Le enseñó aquel papelote con el antiguo acuerdo para que entendiera. —Pero papá, entonces estoy condenada. —Se dejó caer sobre el tatami. No se podía hacer nada. Era esta una jugarreta del destino, pues había descubierto el valor de luchar por sí misma, para ser libre de elegir y no seguir viviendo según un antiguo código de conducta traído desde los tiempos de Confucio, y que ya se ha quedado obsoleto, y al final debía doblegarse a un acuerdo regido por
Capítulo 9Al terminar el almuerzo de celebración, se abrió una zona con barra libre y música, para los que aún no estaban cansados. Ran dejó a su novia libre un momento mientras iba a hablar con su traidora familia.Al fondo del salón estaban los conspiradores. Azaki y su mujer, Aron y Alexa y los padres de ambas familias estaban juntos y parecía que esperaban a que él se acercara, porque se sentía la tensión. Los más tranquilos eran la señora Makoto y su marido, ambos estoicos e inexpresivos como solo los orientales pueden serlo.—¿Y esa repentina decisión sin consultarme a que se debe? —fue al grano Ran. Todos resoplaron como si hubieran estado guardando el aire. No pensaba armar un escándalo al menos ahí frente a todos. —Nos pareció lo correcto, hijo —respondió su madre.—No le has dado opción a elegir y no has respetado su deseo de romper el compromiso, cosa que no te honra. Tú que eres el primero en erigirte como abogado del diablo
Capítulo 10Ran siguió a la chica cuando la vio ir a los baños del hotel, que estaban en la zona exterior del gran salón de eventos. Habló con sus suegros al pasar para comunicarles que iba a llevar a Aiko a cenar con él para acordar algunas cosas sobre el compromiso y los mayores, renuentes, aceptaron.Lo dijo para dejarlos tranquilos y que no la buscaran. El iba a ajustar algunas cuentas con ella y no quería interrupciones molestas. Se apoyó en una pared frente al aseo, enviando un mensaje a Azaki diciendo que había surgido algo y se iba y Esperó por fuera a que la chica saliera. En cuanto asomó la cabeza, le tapó la boca y la arrastró con él hasta el ascensor privado que llevaba directo las plantas altas y al ático de Ran.Solo los VIPS tienen acceso a ese ascensor y eran muy pocas personas las que se podían permitir ese lujo, de modo que él sabía que era poco probable que nadie los viera. La renacuaja se resistía como una jabata, pero no había color. R
Capítulo 11A Aiko le dolía todo, menos las pestañas. No tenía idea de que esto podía ser así. Ran no le dio tregua en toda la noche y ahora no sabía ni la hora que era, pero imaginaba que no sería temprano. Sus padres quizá estarían preocupados y quiso levantarse para llamarlos y explicarles que… que… ¿Podía decirles a sus padres que Ran…?. Mejor no. No es que sus padres tomaran a mal que su novio la hubiera hecho mujer, puesto que se iban a casar, pero francamente a ella le daba pudor que lo supieran. Ya inventaría algo.De todos modos, él la tenía apretada entre los brazos, con las piernas por encima y no había manera de moverse ni de irse de la cama. Él pesaba el doble que ella casi. No le quedaba sino esperar a que despertara. Y como estuvo quietecita tanto rato, se durmió de nuevo. Ran despertó y la volvió a desear. Así que la fue despertando suavemente a besitos y caricias y la pequeña se quejaba molesta pero no despertaba. Ran volvió a c
Capítulo 12Ran se ocupaba con destreza de los asuntos pendientes de ese día. Lo más que quería era salir pronto y recoger a Watanabe. Su secretaria le dio aviso de que tenía una visita sin agendar, pero que el hombre insistía en verlo. Al preguntar quien era, la mujer le dijo que se llamaba Raúl Sánchez. El hermano de Alexa entró un poco tímido en el gran despacho, pero se tranquilizó al ver la gran sonrisa con que lo recibía el que alguna vez fue su cuñado. —¡Raúl! ¿Qué te trae por aquí? ¿Quieres tomar algo? —ofreció como si recibiera a alguno de sus importantes socios.Cierto que nunca habían tenido mucha relación, y ni siquiera lo conoció mientras con su hermana, pero después habían coincidido muchas veces en festejos familiares y aunque el chico era joven y no muy hablador, se llevaban bien.—No, Ran, gracias. Solo querría hablar contigo de algo y… bueno. Sé que no somos tan cercanos, pero quisiera pedirte algo —le expresó, con tranquilida