Capítulo 5
—Joder, ¿que hiciste Ran? —su hermano asumió que la culpa era suya. —Serás idiota, por dios —le dijo Rous—. ¿Esto se pega? —miró a su esposo al decirlo.—Se pega —confirmó Alexa mirando a Ran fijamente con el ceño arrugado.—No lo puedo creer. —La señora Makoto lagrimeó un poco. Le gustaba la pequeña Aiko y se negaba a romper el compromiso por nada del mundo, así tuviera que arrastrar a su hijo a pedirle perdón por lo que fuera que le hizo a la niña.—Hijo, no sé cómo te las arreglas para cagarla tanto, pero lo haces. Cada día me sorprendes más.—Es un arte que tiene —soltó Alexa con rencor. Se montó la de Dios es Cristo en esa habitación en menos de diez segundos después de la declaración de Ran, y todos a una querían acabarlo. Los únicos que no decían nada eran los padres de Alexa y Rous, porque no consideraban tener vela en ese entierro, aunque doña Margarita le propinó una mirada de las suyas indicando que menos mal que Alexa se había casado con Aron. Raúl se moría de risa disimuladamente. Su familia era algo serio. Menos mal que a él lo dejaban tranquilo en general, con su PlayStation y su vida relajada de no dar un palito al agua. No dejaban hablar a Ran para defenderse y claro está que es que tenía poca defensa.—Vamos a calmarnos —habló Aron con su voz de CEO de accionistas y pareció surtir efecto porque se hizo el silencio, incómodo. —Por fin… ¿A eso han venido? ¿No se supone que ustedes son mis paladines y vienen a apoyarme? —Ran los miraba a todos, mosqueado. Con amigos como estos, no necesitaba enemigos. Pero aunque los miraba sombrío, nadie se avergonzaba, al contrario. Todos tenían claro quién tenía la culpa de todo. Rous se levantó y lo señaló con el dedo, indignada. La pequeña no era alguien que se callara lo que pensaba y Ran todavía recordaba la cachetada que la habías soltado un par de años antes por herir a su hermana. Le tenía más respeto que a ninguno de ellos. —¿Vas a decirme, Ran Masaharu, que la culpa no es tuya acaso?. ¡Habla ahora mismo y cuéntanos todo o morirás a mis manos! —lo amenazó. De seguro había herido de alguna forma a su amiguita y no lo iba a dejar ir sin más. Al hablar la chica, pareció dar permiso a todos para volver a reclamarle y se volvió a formar un gran revuelo donde ninguno se callaba y hablaban al mismo tiempo, compitiendo a ver quien le gritaba más. —¡Stop! —volvió a gritar Aron—. Así no vamos a avanzar. Escuchemos lo que tiene que decir ¿de acuerdo?—. Su esposa le miraba llena de orgullo. Su hombre era imponente cuando se trataba de dirigir a las masas. Aunque luego en el regate hombre a hombre que se traían en la cama a solas, la que mandaba sobre el hombre era ella, sonrió satisfecha. —Bueno de acuerdo, sí la jodí yo. Pero no fue voluntariamente, fue una… un… —Malentendido. Sí, sí, claro, siempre es un malentendido. ¡Jum! —lo interrumpió la cuñada cruzándose de brazos descontenta. —¡Pero es cierto!. No tengo por qué mentir —Ran los miraba desarmado, mostrando las manos frente a él en señal de rendición—. Una de la secretarias de la agencia lleva meses insinuándose y no reaccioné a tiempo porque no creí que llegara a tanto. Pero sí que llegó a tanto y cruzó la línea, justo el día que mi prometida fue a visitarme después de meses de no aparecer por allí —resopló.La boca de todos se abrió inmediatamente. Aron se quedó con ganas de los detalles más escabrosos, así que preguntó inocentemente disfrazando su morbo de preocupación por el otro. Aún tenía un poquito de resquemor con el antiguo novio de su mujer. ¿Que le iba a hacer si es que lo de rencoroso no se le quitaba?. Así que metió el dedo en la llaga. —¿Cuándo dices cruzar la línea a que te refieres exactamente? —preguntó sin dejarle escapatoria.—Pues… quiero decir que se comportó de manera indecorosa —no quiso aclarar más.—¿Cómo de indecorosa? —preguntó su padre. A él no podía ignorarlo como a CEO de Stixia. Todos allí lo estaban forzando a contestar. Pero a él le daba mucha vergüenza decirlo, pensando en las caras de las señoras mayores. —Papá…—Ni papá, ni nada. ¿Qué vio Aiko exactamente? —lo miró amenazador. Ran bajó la cabeza. —Esa mujer vino con una gabardina y sin ropa, se la quitó y se sentó en mis piernas estando desnuda. Yo no sabía dónde tocarla para quitármela de encima y justo en eso entró Aiko con un bento para mí y… el resto ya se imaginarán.—¡Ay, por Dios! —gritó Rous poniéndose en pie de un salto—. ¿Y se lo explicaste?. Dime que al menos le explicaste… —Ran negó—. ¿Que no?. Señor dame calma y no me des fuerzas, porque si me das fuerza lo reviento. ¡Dale un cogotazo! —le pidió a su marido, señalando.—¡No pude! —se justificó el hombre—. Tenía reuniones de trabajo en ese momento y no podía entretenerme. Luego se fue de viaje con sus padres y ahora mi suegro quiere verme en su casa. No me han dejado verla.Entre el silencio sepulcral que se hizo, su hermano habló por fin. —No pinta bien —dijo Azaki. Todos los demás afirmaron dando su acuerdo. —En serio, Ran. Estas cosas solo te pasan a ti y al pato Donald. —Alexa lo miraba con pena y un poco de sorna. No se podía ser tan tonto como su ex, para algunas cosas—. El trabajo era secundario. Lo primero era explicarle a Aiko lo sucedido, no dejarle tiempo a pensar y hacer la bola más grande. Este es el nivel básico de resolución de conflictos en esta familia.—Hermana, tendremos que hacer un manual de “relaciones de pareja para torpes”. Los ponemos a ellos de ejemplo y tenemos un best seller —dijo Rous con toda la ironía. Las cuatro mujeres y Raúl se lanzaron a reír hasta llorar por la ocurrencia. Los cuatro hombres, sin embargo, no encontraban la gracia. El padre de Ran cambió de tema rápidamente. —¿Cuándo y dónde tenemos que ver a tu suegro? —inquirió.—En dos días en su mansión. Espero que no sea lo que creo, pero por si acaso estaría bien no ir solo.—Ni lo pienses. ¡Vamos todos! —afirmó Aron. El resto lo miró, pues no entendían tanto entusiasmo por su parte ayudando a Ran. Pero él tenía sus razones.Quería ver a ese zángano casado de una buena vez y viviendo en Japón para siempre, bien lejos de su mujer. Después de eso podría respirar tranquilo. Si algo lo caracterizaba como empresario exitoso era precisamente su capacidad para prevenir multitud de posibilidades a largo plazo en cualquier negocio, y Alexa era su negocio. El que más cuidaba, precisamente. Mejor prevenir que lamentar. A este lo casaba él, así lo tuviera que acompañar al altar por los pelos. Los demás iban por enterarse del bochinche, a decir verdad. —Pues no se hable más. Iremos todos. Y ya que vamos quiero salir con la fecha de la boda en dos meses. No voy a esperar más por esa niña —dijo encendido de pronto. Todos callaron dudando del éxito de la misión. Desde luego Ran Masaharu cuando metía la pata lo hacía a lo grande. —Yo tengo una pregunta —habló tímidamente Raúl. Todos quedaron a la espera a ver que decía—. ¿Qué es un bento?.—El almuerzo que te trae la novia japonesa en un tupperware —dijo la señora Makoto. —¿Y estaba bueno? —preguntó doña Margarita. No se iba a quedar con la duda, ¡que total!.—Raíz de loto, omurice, verduras y algunas cosas más. Creo. Salió todo volando y todavía están quitando la mancha —dijo Ran. Y así se enredaron a hablar las mujeres preguntando que era omurice y si podían comerlo otro día, mientras los Masaharu aceptaban hacer un recorrido gastronómico y de ahí saltaron a otro y otro tema y, más relajados, reían y se entusiasmaron con las cosas que querían hacer en este viaje. Lo que dijo la señora Masaharu sonaba bien, pensó Raúl. Eso de que tu chica te trajera el almuerzo amorosamente al trabajo le hizo querer aprender un poco más sobre cómo eran las mujeres niponas con sus parejas. Quizá le convenía una chica así para él. Mientras escuchaba el tremendo bullicio que hacían, los miro a todos y volvió a afirmar con la cabeza. Esta familia, su familia, era algo serio. ................El señor Yasu Watanabe no esperaba esa invasión. Cuando llamó a su futuro ex yerno, imaginó una conversación tensa y breve en la que comunicaría la decisión de Aiko y su apoyo y el de su esposa a esa resolución. Devolverían todos los regalos de la familia y una compensación y listo. Era un hombre de no demasiadas palabras y los dramas no le gustaban nada. Su idea era cortar por lo sano. Y ya.Después se ocuparían de la presidencia de la empresa Watanabe. Si Ran no quería seguir ejerciéndola, él ya tenía en mente al sustituto perfecto, hijo de una familia de renombre que esperaba una oportunidad como esa para demostrar su valía y quizá en el futuro podría ser el yerno que necesitaba si Aiko quería, por supuesto. Aunque él no iba tan lejos. Dejaría que los acontecimientos, simplemente acontecieran.Pero no era tan sencillo el asunto. Ahí estaban sentados él y su mujer, frente a los padres de Ran, su hermano y otras cuatro personas más, todos de la familia de Ran, al parecer. Los dos esposos parpadeaban, sofocados y sorprendidos. Mandó a servir el té intentado que todo tomara un cariz de formal frialdad. Era mejor para el asunto a tratar. —Estoy muy feliz con este encuentro —sentenció el señor Yasu—. Tener un hombre tan capaz en la familia como el joven hijo de la familia Masaharu, siempre será un orgullo para cualquier familia menos capaz, como es la nuestra. Sabemos bien que no somos suficientemente buenos para ustedes y nos sentimos honrados de que nuestra inútil hija haya sido escogida como la prometida de alguien tan prominente. Todos en la sala se sorprendieron, pues era lo último que esperaban oír. Todos, menos los padres de Ran. Efectivamente, iban a romper el compromiso y esa era la manera japonesa.Capítulo 6¿Y cómo sabían esto tan claramente los padres de Ran?.Pues porque eran japoneses y su consuegro estaba usando el haragei, que es la forma en que en su cultura se tratan todos lo asuntos, especialmente los más graves, usando esa manera de hablar en la que la clave es insinuar, más que afirmar, evitando así el ofender al otro interlocutor. Es la necesidad japonesa de mantener la armonía social (wa) y no perder las formas ante el otro (tatemae).Los japoneses no dicen que no. Dicen alguna frase vaga del estilo “‘se intentará” o “ya veremos” mientras giran ligeramente la cabeza mientras murmura algo (‘maaa’, ‘hum’, ‘sōka…’). Eso es haragei, la habilidad de decirte que ‘no’ sin decírtelo claramente, con la intención de transmitirlo de otra manera. Y tu capacidad de entenderlo sin mediar palabra. Y el haragei llevado a una ruptura de un compromiso, siguiendo la misma línea era justo a la manera en la que el señor Watanabe Yasu había comenza
Capítulo 7Todos los presentes se levantaron, unos indignados y furibundos y otros sorprendidos y escamados, sospechando de la presencia de ese hombre allí. En efecto, quien se apareció, repentinamente, no era bienvenido por los Masaharu ni los Sánchez, que ya lo habían conocido tiempo atrás en las peores circunstancias.El imponente ojīsan, el abuelo de Azaki y Ran, Kane Masaharu, se hizo presente en la sala con su enorme pundonor y dignidad, que ocupó todo el espacio. —¿Qué haces tú aquí? —dijo Azaki entre dientes, apretando la mandíbula y deseando fulminarlo ahí mismo. No olvidaba. No podía olvidar cómo unos años antes, ese hombre le había sometido a un cruel castigo frente a su prometida Rous, abusando de su poder para ponerlo de rodillas y golpearlo con las varas de madera, y casi matando a su chica que se entrometió para defenderlo. De aquella vez, ella casi muere y él nunca más lo quiso ver ni tratar como familia. De hecho, ning
Capítulo 8—¡NO, NO Y MIL VECES NO, PADRE!Efectivamente, los gritos se escuchaban en toda la mansión y la señora Watanabe pensaba que posiblemente en varias calles del barrio. Cuando su esposo fue a comunicar la “buena nueva”, léase con toda la ironía, no pensó, la buena señora, que su hija podría gritar tanto. Nunca se había enfadado así.—Aiko, no pude evitarlo hija. Está en juego el honor del clan entero. Incluso de nuestros antepasados. —El señor Watanabe miraba apenado a la niña. Le enseñó aquel papelote con el antiguo acuerdo para que entendiera. —Pero papá, entonces estoy condenada. —Se dejó caer sobre el tatami. No se podía hacer nada. Era esta una jugarreta del destino, pues había descubierto el valor de luchar por sí misma, para ser libre de elegir y no seguir viviendo según un antiguo código de conducta traído desde los tiempos de Confucio, y que ya se ha quedado obsoleto, y al final debía doblegarse a un acuerdo regido por
Capítulo 9Al terminar el almuerzo de celebración, se abrió una zona con barra libre y música, para los que aún no estaban cansados. Ran dejó a su novia libre un momento mientras iba a hablar con su traidora familia.Al fondo del salón estaban los conspiradores. Azaki y su mujer, Aron y Alexa y los padres de ambas familias estaban juntos y parecía que esperaban a que él se acercara, porque se sentía la tensión. Los más tranquilos eran la señora Makoto y su marido, ambos estoicos e inexpresivos como solo los orientales pueden serlo.—¿Y esa repentina decisión sin consultarme a que se debe? —fue al grano Ran. Todos resoplaron como si hubieran estado guardando el aire. No pensaba armar un escándalo al menos ahí frente a todos. —Nos pareció lo correcto, hijo —respondió su madre.—No le has dado opción a elegir y no has respetado su deseo de romper el compromiso, cosa que no te honra. Tú que eres el primero en erigirte como abogado del diablo
Capítulo 10Ran siguió a la chica cuando la vio ir a los baños del hotel, que estaban en la zona exterior del gran salón de eventos. Habló con sus suegros al pasar para comunicarles que iba a llevar a Aiko a cenar con él para acordar algunas cosas sobre el compromiso y los mayores, renuentes, aceptaron.Lo dijo para dejarlos tranquilos y que no la buscaran. El iba a ajustar algunas cuentas con ella y no quería interrupciones molestas. Se apoyó en una pared frente al aseo, enviando un mensaje a Azaki diciendo que había surgido algo y se iba y Esperó por fuera a que la chica saliera. En cuanto asomó la cabeza, le tapó la boca y la arrastró con él hasta el ascensor privado que llevaba directo las plantas altas y al ático de Ran.Solo los VIPS tienen acceso a ese ascensor y eran muy pocas personas las que se podían permitir ese lujo, de modo que él sabía que era poco probable que nadie los viera. La renacuaja se resistía como una jabata, pero no había color. R
Capítulo 11A Aiko le dolía todo, menos las pestañas. No tenía idea de que esto podía ser así. Ran no le dio tregua en toda la noche y ahora no sabía ni la hora que era, pero imaginaba que no sería temprano. Sus padres quizá estarían preocupados y quiso levantarse para llamarlos y explicarles que… que… ¿Podía decirles a sus padres que Ran…?. Mejor no. No es que sus padres tomaran a mal que su novio la hubiera hecho mujer, puesto que se iban a casar, pero francamente a ella le daba pudor que lo supieran. Ya inventaría algo.De todos modos, él la tenía apretada entre los brazos, con las piernas por encima y no había manera de moverse ni de irse de la cama. Él pesaba el doble que ella casi. No le quedaba sino esperar a que despertara. Y como estuvo quietecita tanto rato, se durmió de nuevo. Ran despertó y la volvió a desear. Así que la fue despertando suavemente a besitos y caricias y la pequeña se quejaba molesta pero no despertaba. Ran volvió a c
Capítulo 12Ran se ocupaba con destreza de los asuntos pendientes de ese día. Lo más que quería era salir pronto y recoger a Watanabe. Su secretaria le dio aviso de que tenía una visita sin agendar, pero que el hombre insistía en verlo. Al preguntar quien era, la mujer le dijo que se llamaba Raúl Sánchez. El hermano de Alexa entró un poco tímido en el gran despacho, pero se tranquilizó al ver la gran sonrisa con que lo recibía el que alguna vez fue su cuñado. —¡Raúl! ¿Qué te trae por aquí? ¿Quieres tomar algo? —ofreció como si recibiera a alguno de sus importantes socios.Cierto que nunca habían tenido mucha relación, y ni siquiera lo conoció mientras con su hermana, pero después habían coincidido muchas veces en festejos familiares y aunque el chico era joven y no muy hablador, se llevaban bien.—No, Ran, gracias. Solo querría hablar contigo de algo y… bueno. Sé que no somos tan cercanos, pero quisiera pedirte algo —le expresó, con tranquilida
Capítulo 13—Cuando dije que no quería casarme, me refería justo a ese momentito, no dije que no quisiera ser tu esposa algún día —afirmó con contundencia.Ran la miraba creyendo creerla, pero eso no era lo que él recordaba y frunció las cejas. Le llegó el recuerdo de hace unos años, el día que fue ilusionado y decidido a pedir la mano de la chica, a la mansión de los padres de ella. Al entrar fue recibido por Aiko como siempre que iba a la casa. Llevaban tiempo saliendo a citas y hablando por las noches largo y tendido.Se llevaban bien y habían conectado, aparte de que ella parecía encantada con sus atenciones y con el descaro del hombre, bastante más mayor y experimentado que ella, y que a la hora de seducirla no se refrenaba.—Hola, Ran. ¿Cómo es que has venido hoy?. No te esperaba —sonrió feliz Watanabe. Era para ella una alegría cada vez que lo veía. Ran era un hombre muy especial y la decisión de cambiar de prometido, al final resultó un ac