Capítulo 58
—Hola —dijo Ran— ¿Cómo estás, hermano?Azaki levantó la mirada sin creerlo. Se desplomó en el suelo de aquella cafetería en la que había entrado a buscar su bebida de siempre. Ran, que llevaba días buscando la oportunidad de acercarse al ver a su hermano sin escoltas, aprovechó para presentarse ante él después de tanto tiempo. Sabía que no había manera de hacer aquello suavemente, así que simplemente se plantó en frente y lo saludó.—Ran —susurró, Azaki.No pudo decir nada más porque el nudo en la garganta lo estaba ahogando. Lo estrechó en sus brazos, tocándolo y oliéndolo, como si no tuviera otra manera de cerciorarse de que realmente estaba ahí. No quiso dar un espectáculo en ese sitio, así que lo arrastró a un rincón discreto con él. El camarero los interrumpió apenas para tomar el pedido que los hermanos hicieron sin mirarlo, apresurados y deseosos de hablar.—Casi no me creo que seas tú. Eres un maldito, Ran. ¿SabeCapítulo 59Qué largo se hacían los días para Ran.Larguísimos, mientras esperaba la llegada de la noche, una y otra vez. Dormía durante toda la mañana, apenas hacía otra cosa que esperar a que el sol cayera para ponerse en marcha, hacia ese caminito que recorría a diario. Al poco de llegar hizo que Tara adquiriera una nueva vivienda, más cerca de la mansión Watanabe y que le permitía ir y venir en pocos minutos. Ya no soportaba tener que recorrer media ciudad para verla. A ella y a su hijito amado al que veía crecer como un calabacín, asombrado por los estirones que daba. Azaki le decía que estaba loco y que lo que hacía era insostenible. Que ella se iba a dar cuenta y lo iban a pillar. Si eso pasaba, probablemente la Watanabe lo sacaba de su vida para siempre y capaz que ni lo dejaba ver al niño. Él replicaba que estaba teniendo mucho cuidado y que no le dijera esas cosas hirientes. Estaba haciendo lo que podía, le dijo a su hermano.
Capítulo 60Dicen las malas lenguas que el amor es lo más importante en la vida. Bueno, todos creen que el amor es una especie de remedio para el mundo y todos sus males. Pero Aiko y Ran, que siempre se amaron, rara vez consiguieron ser felices. Tal parece que amor y felicidad no tienen por qué ir juntos, ¿verdad?De hecho, así es.Amar a alguien te puede hacer feliz, igual que otras tantas cosas en la vida, como tener trabajo, casa, hijos, familia… Y aun así, la felicidad puede no estar presente en tu vida, teniéndolo todo. Quizá sea porque lo equivocado no es el amar a alguien, o tener muchas cosas que llenen tu vida, sino el concepto de lo que es la felicidad y lo que creemos que nos hace felices.La felicidad es un estado mental. Es estar en paz. Es decidir estar feliz, incluso si todo lo que nos rodea es triste o no es lo más deseable para una persona. Es una decisión íntima ser feliz en cualquier circunstancia. No estar alegre, sino feliz. N
Capítulo 61—¡No aguanto más!Eso le gritó a su hermano por teléfono. Ran no podía plantarse en la oficina de Azaki porque aún mantenía su anonimato. Solo el jefe de seguridad de la familia sabía que estaba de vuelta, porque era imposible ocultárselo. El hombre sospechó desde que Azaki Masaharu le ordenó dejar de buscar a su ex jefe. No tardó mucho en descubrirlos a ambos, hablando en una cafetería con pretensiones de que nadie reconociera a Ran. Pero ni usando gorra, gafas y mascarilla se podía ocultar del hombre que trabajó para él por casi media vida. El hombre, inexpresivo, se emocionó al verlo, por fin, sano y salvo. Se acercó a la mesa y no dijo nada, solo se inclinó ante su jefe y dijo que se alegraba de verlo. A continuación se distanció y se colocó como siempre al servicio y cuidado de los CEO. Azaki y Ran lo miraron alucinados. Ese hombre era lo más. Aun así, Ran seguía manteniéndose al margen de la sociedad. No quería, ni le apetecía
Capítulo 62Lo que no se esperaba era que el CEO le pidiera sentarse un momento porque tenía que hablar con él seriamente. Azaki lo miró dudoso. Él sabía lo de Tara, pero también conocía el hecho de que ella había pedido a su amigo que no dijera nada. Ran en principio le había respetado eso, pero desde que conoció a su hijito y entendió lo que era ser padre, le pareció un error tener a Raúl ignorante de eso. Le contaría todo y que el chico decidiera lo que quería hacer. Lo único que no le iba a permitir era dañar más a su amiga. —¿Tengo una hija con Tara? —inquirió Raúl, incapaz de ocultar su conmoción.—Sí, eso es lo que dije. Ya te conté cómo la encontré en Osaka. En aquel entonces aún estaba embarazada —dijo Ran.—Pe… pero… ella se fue sin decirme nada ¿Por qué? —No le parecía bien que se hubiera desaparecido llevándose a su hijita. ¿Acaso esa mujer creía que él era un monstruo insensible y no iba a hacerse cargo?—¿Por qué crees? Ell
Capítulo 63Y así fue que esta vez el esposo pasó a vivir con su esposa, en su casa y sus términos. No había más opción. Ella era la que salía a trabajar cada día mientras él se quedaba en casa haciendo las cosas y cuidando del niño.Aiko había terminado la pasantía con excelentes calificaciones y ahora era una de las principales ejecutivas de cuenta de la firma Watanabe. Un valor en alza, decían los socios de su padre, haciéndolo sentir muy orgulloso. Ran por su parte, también se sentía enorgullecido de su linda esposa y le importaba poco ser el que se quedara en casa. Muchos años pasó trabajando y siendo un hombre relevante de la sociedad empresarial japonesa. Ya no quería eso, ni lo necesitaba. Él solo quería a su Watanabe.Las noches ya no eran una tortura, pues desde el momento en que se mudó a la mansión de sus suegros proclamó su derecho a tener a su mujer por fin. Y vaya si la tuvo. Toda la noche en todas las posiciones posibles que se le ocurriero
EpílogoAiko estaba embarazada de nuevo. Era el tercero y ella lloraba como una niña chica. Siempre empezaba así, llorando, hasta que el subidón de hormonas se estabilizaba un poco, aunque eso no pasaría hasta al menos entrado el tercer mes de embarazo, suspiró Ran. Él era feliz con su nuevo niño. Lo fue con el segundo, Hiro, que ya tenía tres años. Take, cinco. Ellos eran su vida y la luz de sus días. Después de nacer el segundo hijo, Ran volvió a trabajar de nuevo. Estaba bien con su papel de padre y amo de casa, pero necesitaba llenarse con otras cosas también. Su esposa era una gerente exitosa. Él se encontraba bien con ser un ejecutivo del área de marketing, con horarios fijos que le permitían salir a su hora y volver a casa con los pequeños y su esposa. Tenía secretarias, pero por el bien de su salud mental y su imperfecto matrimonio, solo escogía a mujeres de cierta edad que no fueran a insinuarse, ni a tener comportamientos de según qué
WATANABE Chan Autora: Coke del CastilloObra original. Reservados todos los derechos de autor. Prohibida la redifusión, modificación o apropiación indebida.Capítulo 1Watanabe chan entra al despacho y descubre a Ran con otra mujer. Se le cae todo lo que lleva en las manos haciendo un sonoro escándalo y acabando con la posibilidad de desaparecer discretamente y sin ser vista. El bento que con tanto cariño preparó para su prometido, quedó desparramado en el suelo de ese despacho junto con su corazón. La lonchera abierta dejó salir el contenido y toda la hermosa comida: los delicados brotes, los chips de raíz de loto crujientes, las verduras condimentadas, la exquisita carne y el omurice, que hasta hace unos segundos se veían en la caja de madera colocados de forma armoniosa y bella. Se hicieron un asco al colisionar contra la tarima de madera que cubría la oficina del CEO. Y así mismo se sintió Aiko. Del asco.La chica bajó la cabeza decidien
Capítulo 2Aiko llevaba a su prometido una caja con el bento. Era la primera vez que hacía eso. Las cosas no estaban bien entre ellos desde aquel día en casa de la familia Watanabe en que Ran le pidió matrimonio y ella le pidió esperar. Ahora se arrepentía, no de haberle pedido espacio, sino de la forma en que se lo comunicó.Ese día fue una sorpresa y no estaba preparada de modo que le dijo lo primero que le vino a la cabeza, sin tiempo a meditarlo. Ella era apenas una niña al lado de él, por amor de dios, y no podía esperarse que reaccionara de la forma más madura siempre. Tampoco es que él fuera mejor. Tal como la estaba tratando después de eso, casi parecía que competía con ella a ver quien era el más infantil. Se le ocurrió que llevar una buena comida en su lonchera, sería un ofrecimiento de paz y aprovecharía para explicarle bien por qué le pidió retrasar la fecha de la boda. Se iba a casar con él, desde luego que sí. Era un hombre que lo