Capítulo 36
Alexa y Rous salieron victoriosas del tenso juicio pendiente con la señorita Hikari. Después de una ardua negociación, lograron un acuerdo que las dejó satisfechas. Según Rous darle una tunda a la tipa esa, valió hasta el último euro que pagaron por agresión. Hikari, inicialmente arrogante y segura de sí misma, no aceptaba el acuerdo y pretendía encarcelar a las hermanas por ataques e injurias. Cambió de actitud en cuanto se encontró cara a cara con Raúl, su ex.Ella de verdad pensaba que no sería capaz de interponer denuncia por el golpe que recibió, pero se equivocaba de pleno. Raúl se presentó con su abogado y la demanda en la mano. O aceptaba lo que le ofrecían o la que iba a salir malparada era ella.—¿Qué es esto? —preguntó Hikari, tratando de mantener la compostura, aunque su voz temblaba ligeramente.Raúl le lanzó una mirada feroz, como nunca antes la miró. El chico, ahora que la veía sin su máscara, se preguntó como pudo ser tCapítulo 37—¡Ran, habla de una vez! —exclamó Aron desde el otro lado de la línea. Su voz alteradísima retumbando en el auricular.Llevaba dos días intentando hablar con su mujer y no había forma humana. El teléfono aparecía desconectado y en las pocas ocasiones en que dio señal, su llamada fue cortada bruscamente. Lo mismo pasaba con Azaki.—Hola, Aron. ¿Qué sucede? —respondió Ran con tono despreocupado, sintiéndose relajado después de la luna de miel. Estaba de vuelta justo en ese momento con su esposa y no había atendido al móvil en los días que se tomó para reconciliarse y disfrutar de la vida y el amor.—¿Dónde diablos están nuestras mujeres? Alexa no responde el teléfono y estoy empezando a preocuparme. ¿Se las tragó un Pokémon gigante o algo así? ¿Godzilla? —preguntó Azaki, su hermano, con sarcasmo.—Tranquilos, caballeros. No hay necesidad de entrar en pánico. Mis habilidades de brujo están a prueba, denme un minuto nada más. —Se
Capítulo 38Aron y Azaki van durante todo el vuelo conectados en Instagram mirando las fotos. Se muerden los puños de la rabia. Allí están ellas, todas diosas poderosas, en bikinis diminutos y reveladores, sujetando bebidas exóticas de colores y riendo en lo que parece una fiesta gigante en la playa. Pero no es la única escena. Se las ve de noche y de día en ropa sugerente, perfectamente arregladas y maquilladas, siempre acompañadas por una gran cantidad de hombres de edades diferentes que las rodean. El denominador común es que van con los torsos al aire de día y de noche, y que esos cuerpos gritan a ojos vista que están hechos para el pecado.Aron sin querer se puso comparar su incipiente tripita cervecera, fruto de pasar tanto tiempo sentado y no entrenarse como antes, por falta de tiempo y de ganas, muchas veces. Llegaba casi siempre agotado a casa y tenía más ganas de disfrutar de su familia que de ponerse a levantar pesas o correr en la cinta andadora.
Capítulo 39Bajo la luz tenue de las velas, Ran y Aiko compartían una cena romántica en el rincón más íntimo del restaurante. La suave música de fondo se mezclaba con las miradas cómplices que se daban entre los dos. Aiko, con un vestido de color champán, sujeto al cuello por tiras de cristales y la espalda descubierta, aparecía como una de las mujeres más hermosas de aquel sitio, según su esposo. Solo la sonrisa de ella iluminaba todo el local.Y es que tenía motivos para sonreír, de sobra. Desde su vuelta de Hokkaido, todo entre ellos se daba de manera natural, incluso mejor que antes de casarse. Ahora convivían todo el tiempo, cosa que nunca pasó antes por la distancia. La chica seguía echando en falta a sus amigos de España y algo de su libertad, pero su nueva vida, no estaba tan mal y la compensaba. Por un lado, tenía a su marido, que la adoraba y se lo hacía ver de mil maneras, y por otro, había empezado su andadura en la nueva universidad. Estaba i
Capítulo 40Raúl entró al espacioso despacho de Ran, buscando ayuda. Él no era bueno en las relaciones. De hecho, la única que había tenido fue un fracaso estrepitoso. Ahora no sabía qué hacer con la nueva situación que se le presentaba, con Tara. Abrió la puerta después de pedir permiso y recibirlo y ahí estaba su jefe en medio de una videoconferencia con Azaki y con Aron. Al parecer los dos últimos le contaban las novedades con respecto a sus esposas y su fallido viaje de escapada, entre risas. Estaban en pleno apogeo.Los tres hombres al mismo tiempo lo miraban. Unos desde la pantalla y Ran desde su silla. La cara de Raúl era un poema y ninguno de los tres recordaba haberlo visto en ese estado antes. Se le notaba nervioso y sacado de quicio. —Chicos, necesito su consejo. Anoche… Tara... la chica que trabaja de asistente... —se detuvo.—Sí, sé quién es —dijo Ran.—No me digas que pasó lo que pasó —se rio Aron, con la mano en la boca, h
Capítulo 41Ran suspiró, cansado.Llevaba varias horas sentado en el salón pesando en este asunto. Desde que el jefe de seguridad el envío las fotos, no había dejado de darle vueltas. ¿Qué hacer? ¿Encarar a Aiko, desconfiar de ella, nuevamente? Le parecía tan reiterativo esto. No podía permitirse el lujo de meter a su esposa en el saco de la desconfianza y volver a generar un problema entre ellos porque quién sabía si esta vez la cosa no tendría reparación. Amaba a su esposa, estaban bien. Debía confiar. Lo había prometido…Estaba dispuesto a cumplir con esto, solo que era tan difícil, tan doloroso, tener este agujero en el centro del pecho y no poder decir nada, que tuvo que dejar de trabajar y volver a casa, solo para tomarse el tiempo de tragarse el asunto y masticarlo. Para cuando ella llegó, estaba más o menos calmado. Así que la trató bien y la dejó ser. No sabía que se traía su esposa con Yamada. Pero de seguro, ella no lo traicionaría. Se
Capítulo 42Horas más tarde, el tren bala Kodama avanzaba por las vías, llevando a una mujer somnolienta a un nuevo destino. Tara iba con los ojos cerrados. En la penumbra de su asiento, dejó que la tristeza se mezclara con las lágrimas y saliera todo junto a borbotones, ya sin contenerse.El viaje llevaría seis horas aproximadamente desde Tokio hasta Osaka, ciudad que eligió como destino final porque, sentada en la gran estación de Shinagawa, reflexionando sobre qué hacer, leyó accidentalmente un artículo de la revista Recruit, que decía en una encuesta que los japoneses la consideraban como una de las ciudades más deseables para vivir. Así que tomó una de las líneas de Tokaido Shinkansen, que conectaba ambas ciudades.Con cada kilómetro que se alejaba, sentía que se desprendía de algo que ya fue. La amargura se reflejaba en el rictus de su cara y se preguntó cómo fue capaz de invertir tanto tiempo en un hombre que nunca le dio nada más allá de su cuerpo
Capítulo 43Llegaron al país doce horas después de recibir esa llamada. Ran, Aiko y Raúl desembarcaron del avión privado, desencajados totalmente. En el aeropuerto los esperaba Azaki, pálido y con el rostro transformado debido a la tristeza. Al bajar Ran, su hermano mayor lo abrazó con fuerza y a los dos se les saltaron las lágrimas. El menor todavía no podía aceptar ni creer lo que era ya una realidad. Sus padres estaban muertos. Un fatídico accidente se los había llevado por delante instantáneamente. Al parecer regresaban de pasar un día de paseo juntos, cosa que solían hacer con frecuencia. Pasear cogidos de la mano, comer en algún restaurante con encanto y, aun después de tantos años juntos, mimarse el uno al otro mirándose con amor. Siempre fueron una pareja bien avenida, a pesar de que su matrimonio fue por contrato, tal que el de su hijo, el más pequeño. Desde el principio Makoto amó a su esposo y fue correspondida. Tuvieron dos hijos y una buena vida, a pe
Capítulo 44Empezaron a pasar los meses. Él en la empresa, ella en la universidad. Ya ni siquiera coincidían y Ran empezó también a pasar las noches en la oficina. Aiko, estaba cansándose de la lejanía impuesta por su esposo, que le parecía extrema. Ella, por otra parte, no sabía que el que era su marido estaba cayendo en un pozo profundo, con una depresión galopante, en el que cada día se iba hundiendo más.Los ataques de ansiedad, donde creía que se moría, eran cada día más frecuentes y horribles. Empezaba a tener algunas fobias. Miedo a salir a grandes espacios abiertos, o miedo a atragantarse comiendo y perecer ahogado. A veces tenía miedo mientras se desplazaba conduciendo y el cielo se veía especialmente gris, pues le parecía que todo ese inmenso espacio lo estaba oprimiendo y le impedía respirar. Sin embargo, Ran se negaba a aceptar que estaba siendo víctima de tal cosa. Su mente le decía que era real lo que le y se empeñaba en culpar a su médico de lo que