Wallis Simpson fue la mujer más importante del siglo XX nacida en EEUU. era de familia humilde y conoció al que sería rey de Inglaterra, y por azares del destino se irá convirtiendo para él en imptrescindible... Un rey abandonará el trono por amor y una pareja perseguida se unirá aún más...
Leer másFRENTE A FRENTEQuedaron frente a frente como salidos de una novela fantasmagórica, en la que los personajes estaban dispuestos a sacrificarse por unos ideales inexistentes que tuvieran en un tiempo, y se desvaneciesen como azucarillos en café ardiente. Los reyes les ayudarían si se apartan, pero sin que esto supusiera un acercamiento a quienes se hallasenn apestados por la ideología nazi, y estos se veían abocados a partir con rumbo incierto. Un vehículo llegaba levantando polvo entre la arboleda que flanqueaba la carretera y solo eso se veía de él. Se habían acostumbrado a saber que, un auto llegaba cuando el polvo formaba nubes, que ocultaban el sol y sumergían a los centenarios árboles en una densa polvareda. El Citroën aparcaba pegado a la acera y de él descendía como ángel de la muerte, un oficial nazi acompañado de Nicolás Franco, era la última intentona para lograr recuperar al duque y llevarlo a territorio español, concluyendo un largo periplo que había desembocado en una cri
CAPÍTULO 40HUIDA HACIA NINGUNA PARTELos alemanes les perseguían y loa aliados les protegían, como si una mano poderosa y decidida tomase las riendas de sus vidas, controlando sus designios a modo de oráculo de los dioses. Entre los que esperaban en Lisboa a Wallis en particular, un espía de la KGB es quién aportaría la seguridad que precisaban ambos a la hora de marchar a uno u otro lugar donde se encontrasen fuera de las maquinaciones de ambos bandos. Kim Philby agente de la KGB, tenía órdenes de asesinar al duque antes de que fauer secuestrado por los alemanes, ya había causado su filiación germana suficiente daño político y militar a los aliados. Pero antes los británicos intentarían sacarlo de Portugal, costase lo que costase. Acomodados en una villa convenientemente alejada de la capital Lisboa, en una localidad de rimbombante nombre, “Boca do Inferno”, Las tertulias se reiniciarían, de modo que la normalidad parecería retornar a sus vidas. Uno de aquellos contertulios era el e
CAPÍTULO 3914 de Septiembre de 1939Palacio de Buckingham Eduardo había regresado a Inglaterra en un avión de la RAF, a instancias de su hermano, que insistía en ello ante sus ministros que habían dejado al albur a tan molesto personaje ya la señora “S” prescindiendo de nombrarla incluso, ignorando de este modo su matrimonio ya de dos años con Eduardo. El rey Jorge VI se reunía con su hermano mayor en un encuentro frío y distante entre ambos, en el que se decidiría a medias, el destino del ex rey. El puesto de Eduardo en la guerra era ampliamente discutido por el rey y su primer ministro, antes de tomar una decisión en firme, y lamentarían llevar a cabo lo que el rey concedía. Eduardo recibiría el nombramiento de general y viajaría con las tropas británicas a Francia, donde podría desarrollar libremente sus actividades a favor del tercer Reich. En una carta enviada a Hitler por mano de Charles Bedaux decía textualmente:-“Estimado señor Hitler”He vuelto hace poco de un viaje por el
EL DUEÑO DE EUROPACAPITULO XVIIEl tren que transportaba la mercancía más preciosa para el tercer Reich serpenteaba como sibilina boa que tragaba los kilómetros con avidez, avanzando a través de la campiña francesa y alemana, con el vehemente deseo de llegar a la ansiada meta en Berlín, por tanto tiempo aplazada. Eduardo de Windsor y Wallis fumaban nerviosos y se miraban a menudo, sin dirigirse la palabra, entendiéndose con la sola mirada, ante unos anfitriones de extraño relieve como eran Charles Eugéne Bedaux y Oswald Mosley. El humo como señal omnipresente dejaba un rastro con olor a carbón y madera quemada que anunciaba las brasas en las que ardería toda Europa, como ofrenda a un dios inmisericorde, capaz de deleitarse tan solo con la idea de la destrucción del viejo orden. Wallis embutida en un abrigo beige, fumaba en su larga boquilla negra un delgado cigarrillo y sus ojos agrandados por el deseo impenitente de conocer a su más admirado icono social y político, le conferían un
Palacio de Buckingham La reina veía como el pueblo va calmándose en sus sentimientos afectados por la repentina muerte de Diana de Gales, la princesa que recorriese el mundo trabajando a favor de diversas obras humanitarias, cobrando la fuerza que para sí anhelaba la monarquía inglesa. La reina Madre Elizabeth, recibía a los joyeros londinenses de mayor importancia, a fin de renovar su guardajoyas. Isabel II tomaba el té en sus aposentos sola y en mitad de esa inmensidad que le producía desasosiego y angustia, meditando sobre cada detalle que se había ido dando como don del cielo, o más bien debería decir del Averno mismo, por el resultado final de este. Sus nietos, que ella temía la odiasen por la relación que los más atrevidos la , imponen a ella en el desgraciado accidente de su madre, eran el consuelo y el dolor que se autocompensaban por igual, en ambos platillos de la balanza familiar. Sonreía displicente y resignada, como lo hace quien ya llevaba demasiada vida a cuestas
CAPITULO XVILA REINA IGNORADAWallis se paseaba nerviosa por el todavía domicilio conyugal, había conversado hacía dos meses largamente con Ernest Simpson, su esposo legal, y este había accedido a declararse culpable de adulterio, lo que le facilitaría el divorcio y quedaría libre para convertirse en reina, a pesar de las oposiciones tenaces de los más recalcitrantes políticos, que conservaban la rancia imagen de la monarquía, que fuera de contexto se desmoronaba como si se derritiese en medio del mar el más grande de los icebergs. Había en aquellos ojos un pozo oscuro y profundo, lleno de nostalgias perdidas, en un ayer cruel y sórdido, que se atrevía a invadir su mente demasiado a menudo. Eduardo combatía en una batalla perdida de antemano para que Wallis fuese aceptada como consorte, que no reina en un matrimonio morganático, es decir que no ostentaría el título de reina, pero podría contraer matrimonio con el rey. Era esta la rendija por la cual, se iban acolar los designios de
EL REY NAZIBajo la techumbre de Buckingham Palace, un nuevo rey desplegaba sus ideas preconcebidas y ordenaba los cambios que consideraba adecuados a su rango, rescatando de un pasado apolillado entre baúles olvidados en desvanes de ostentosa autoridad, los poderes perdidos de un rey polígamo…conformaba un eje junto a la potencia emergente germana, que alarmaba a una clase política que veíaba como se alteran los intereses patrios en pro de un dictador que podría muy bien dividir en dos el imperio británico, que tiempo ha, había comenzado a disiparse en las páginas de la historia como parte de un pasado glorioso que daría paso a la modernidad. Wallis enfundada en el conocimiento de su situación, que le proporcionaba poder y admiración como nunca soñase, advertía el futuro, como algo modelable por la mano de su protegido, que en privado derretía su cuerpo y su alma como miel derramada y en público asomaba como cabeza dominante, de un imperio que resistía sus impulsos dictatoriales alin
CAPÍTULO 31LA COMITIVA FÚNEBRELa comitiva fúnebre avanzaba bajo el peso de los sentimientos contenidos y los golpes de tambor, en medio de una muchedumbre atormentada, que veía como con el cuerpo inerte del rey se escurrían entre sus pensamientos, los deseos de una paz imposible con el diablo germano. Los nobles de las casas de importancia de Inglaterra, rodeaban al féretro a modo de faraón difunto que va en pos de sus dioses, para ser pesado en la balanza con los ritos cumplidos y la fuerza de sus escritos en los papiros de la vida, que sus hechos son. Marchaban en silencio a lo largo del eterno recorrido, de aquel el último fasto que el decadente imperio inglés vería, y atentos a cualquier cambio que pudiese darse. La guardia real a caballo, sables en mano, con sus característicos abrigos grises cubriendo sus cuerpos, a modo de capas de seres intemporales, encargados del cuerpo de un rey, señor de vidas y haciendas, que había muerto como el último de una saga, capaz de mandar sobr
CAPITULO XIVLA MUERTE VISTE DE NEGROBajo el arco de triunfo, que es la puerta de Brandenburgo, desfilaban ahora uniformados con el color de la oscura muerte que designaba a los elegidos, para llevar a cabo sus designios, con la ignominia marcando sus gorras con forma de tibias cruzadas bajo una calavera, a los que harían de sus semejantes víctimas del odio racial. Con orgullosos estandartes rojos, en cuyo centro se abría como ventana a otro mundo solo imaginado por ellos, un campo blanco, ocupado por una esvástica negra, que revelaba sus intenciones. Miles de estandartes en manos férreas, que desgranaban un futuro quimérico, que ahorraría muerte y sangre a quien de él renegara, y tambores de guerra que expulsaban al aire sus obscenos golpes, como preludio de algo que la historia no conoció, arma de desolación, que barrería de la faz del orbe, todo aquello que sirviera como acicate para la libertad. El duro taconeo de las botas militares sobre los adoquines, marcaban el ritmo frenét