Tras las entrevistas y algunos asuntos más que tuvo que solventar, volvía a casa.
La tarde había caído y se daba prisa en llegar.
Temía que el "cambio" le pillara mientras conducía y entonces estaba seguro que provocaría un fatídico accidente.
Y no solo de tráfico.
Notaba el aire cargado dentro del automóvil por lo que sin necesidad de mirar pulsó el botón automático para abrir la ventanilla.
Tan solo bajó unos milímetros cuando el aire le azotó en la nariz llevando consigo una fragancia.
Sin darse cuenta, sus ojos brillaron pero solo por unos segundos.
Andaba por allí cerca por lo que atento miraba hacia todos lados.
Igual que si de un perro nervioso se tratara.
Sus fosas nasales se dilataban, aspirando todo cuanto podía ese aroma.
Pero...
No lo veía.
Agarrando con fuerza el volante vio cómo sus manos cambiaban por unas garras afiladas y de largas uñas.
Trató de concentrarse en ese olor y confiado, cerró los ojos.
Podía captarlo más y más cerca.
Como si estuviera a su lado.
Sus garras desaparecieron.
Y recuperó sus manos humanas.
De pronto, debido a que aún llevaba los ojos cerrados y solo mantenía su atención en el aroma, no tenía activados los demás sentidos, por lo que no lo percibió.
Al menos no hasta que varios gritos le hicieron abrir de sopetón los ojos...
Y le vio.
Casi encima suyo.
Actuando rápido, frenó bruscamente evitando así que ocurriera un terrible accidente y no con cualquier persona sino con él.
Con el rostro lleno de pánico, congelado y delante del morro del coche, el joven y que hace unas horas estuvo en su despacho, le miraba sin pestañear.
Elliot se quitó el cinturón de seguridad y salió a toda velocidad del coche.
-¿Estás bien?- se preocupó un tanto nervioso.
Mientras le sujetaba de un brazo aprovechó el olerle.
Desprendía el habitual aroma de miedo, nervios, pánico y confusión.
Elliot se dio la libertad de asir del rostro al joven y le hizo que le mirara.
-¿Patryce, estás bien?-
Patryce, al fin, reaccionó y parpadeó.
-S-sí- respondió aún tembloroso.
Elliot le observó detenidamente, como si quisiera grabarse a fuego cada uno de los rasgos de la cara del chico.
Con disimulo, aspiraba profundamente su fragancia, la cual volvía a ser la misma que la noche antes olió.
-Lo siento mucho, me despisté unos segundos y...no te vi- se disculpó con voz culpable.
-Aaamm, no...no pasó nada- respondió turbado el joven notando las manos del hombre sujetando sus mejillas -¿Cómo...me has reconocido?-
-Tengo buena memoria para retener los rostros- respondió Elliot cerciorándose que efectivamente no veía ni un solo rasguño.
-Aaa- dijo Patryce.
El hombre comenzó a arrimar su rostro al suyo para casi rozando nariz con nariz, musitar:
-Los rostros bonitos, por supuesto-
El joven permaneció inmóvil. Con los ojos clavados en los oliva del azabache.
Sin darse cuenta, éste, empezó a inclinar la cabeza, muy despacio, con una clarísima idea en mente.
-Y-yo...y-yo...-
Patryce trataba de hablar, más algo le ocurría que impedía pudiera hacerlo.
Era como si el hombre lo tuviera sometido bajo algún influjo o extraño efecto de idiotez por encima de la normal.
Cuando sintió el ligero roce de los prominentes labios del hombre en sus labios y acariciar los suyos, no pudo evitarlo más y...
Sus párpados se cerraron.
Le sobresaltó el ruido de unas sirenas junto al murmullo de la gente que les rodeaba.
Y abrió los ojos.
El hombre ya no estaba sujetándole la cara ni tenía la suya tan cerca como la hubiera visto hace unos escasos minutos.
Patryce vio un patrulla parando a unos metros de ellos, tras el cual, lo hizo una ambulancia.
De cada uno de los vehículos bajaron un agente de policía y un auxiliar de enfermería.
Ambos se abrieron paso por entre el tumulto de gente que sin Patryce percatarse se formó en torno a ellos para presenciar el espectáculo.
-¿Se encuentran bien?- preguntó el agente de policía llegando frente a ellos.
El auxiliar, colocándose a su lado, miró al hombre y al joven respectivamente.
-Sí, estamos bien- respondió Elliot dando un paso hacia Patryce.
Sin pedir permiso, rodeó por la cintura a éste provocando que Patryce diera un tenue jadeo.
Notó como el brazo del moreno de piel lo envolvió por la cintura y se lo aproximó hasta él.
-¿Seguro?- insistió el policía mirando la cara de atonicidad del chico -En cuanto nos avisaron nos pusimos en contacto con el hospital y como ve aquí tienen a un auxiliar que perfectamente puede echarles un vistazo, por si hay algún daño que a simple vista no se note...-
-De verdad agente, ambos estamos bien- apuntó Elliot procurando no soltar la cintura del joven -Fue un pequeño despiste por mi parte pero fui rápido y evité algo peor-
El policía miró al chico quien a su vez lo hizo a éste.
-¿Te encuentras bien chico?- inquirió el agente.
Patryce, sin abrir la boca, asintió con la cabeza muy seguido.
El policía dio un suspiro para paseandose una mano por la nuca responder:
-Bien, en ese caso, vuelvan a su vehículo y ya nos hacemos cargo mi compañero y yo de redirigir el tráfico-
-Desde luego agente- aceptó Elliot.
Con suma suavidad, empujó a andar hacia su coche al chico.
De manera educada, le abrió la puerta del copiloto y haciéndole subir, volvió a cerrar.
Con paso firme rodeó el morro del coche, subió a su sitio, ayudó a Patryce a ponerse el cinturón de seguridad, se puso él el suyo y prendió el motor.
En cuanto vio que el otro agente junto al primero dirigían a los vehículos y vio un espacio para salir, avanzó con el coche.
El mismo policía les hizo señales para que siguiera en la conducción mientras que con la otra mano la movía a los otros vehículos para mantenerlos quietos y darle lugar a Elliot para reincorporarse al tráfico.
Después, la conducción volvió a ser tranquila y sin sobresaltos.
Patryce seguía aún algo en shock.
Regresó de donde fuera que su cabeza le llevó al escuchar el carraspeo del hombre y giró la cabeza hacia él.
-Si me dices dónde vives estaré encantado de llevarte- repuso Elliot.
Patryce tragó saliva un par de veces -Me gustaría arreglar lo que casi por mi culpa te hubiera pasado- explicó Elliot.
El joven mostró una tímida sonrisa.
-No...no me ha pasado nada-
-Pero podría haberte pasado y...no me lo hubiera perdonado- respondió Elliot -Por favor, dime dónde vives y como ya he dicho, estaré encantado de llevarte a casa-
Patryce tomó aire profundamente llenando sus pulmones.
Finalmente contestó:
-Sigue...sigue recto y yo...te digo dónde vivo-
Elliot le obsequió con una sonrisa que casi hizo al joven volver a jadear.
Pero, por suerte, supo contenerse.
Y esquivó los ojos del azabache mirando al frente.
Elliot olió sus nervios. Pero también ese aroma que lograba calmarlo y excitarlo por igual.
Miró hacia el cielo con cuidado de que el chico no se diera cuenta.
Aún no se veía la la luna.
-Es...ahí vivo- señaló el joven un edificio de más de diez pisos y construcción nueva.Elliot puso rumbo al susodicho.Llegando ante la gran puerta de acero detuvo el motor y se lo quedó mirando.Patryce, evitando sus ojos, prefería mirar a sus manos, las cuales frotaba entre ellas.Elliot aprovechó que no le veía para aspirar más y mejor su fragancia.Notó como sus ojos cambiaron.Por suerte, al alzar la vista el chico habían vuelto a su marrón oliva.Eso sí, los mantenía fijos en él.-Muchas...muchas gracias por traerme- dijo Patryce.-No podía hacer menos- añadió Elliot. Con suavidad estiró una mano para dejarla reposar en el asiento del copiloto. Su idea era algo arriesgada pero necesitaba, aunque fuera con un ligero roce, tocarle.Despacio, logró estirar los dedos y...Rozó un poco la piel del rostro del chico, pudiendo ver cómo se tensó. De inmediato retiró los dedos y regresó la mano al volante -Casi te atropello- refirió observandole con la cabeza medio inclinada.-Pero no...n
Al traspasar la puerta de su ático, lo hizo en el momento justo en que la luna estaba en lo más alto del cielo oscuro.Rápido como el rayo, empezó a desnudarse mientras echaba a andar rumbo a las escaleras.Sin ropa, subió éstas para en cuanto llegó a su habitación dar un suspiro de alivio.Allí estaba la silla.Junto a su cama.Se acercó muy lentamente hacia ésta mas cuando casi estaba a su lado sintió un fortísimo dolor.Dando un grito, cayó al suelo sobre manos y rodillas. -Y ya...empieza- masculló. Oyó como todos los huesos de su cuerpo crujían.Sintió como iban partiéndose para entre alaridos de dolor, ver cómo sus manos empezaron a cubrirse de espeso pelo oscuro.Su espalda se arqueó como la de los felinos hasta que su propia columna vertebral salió por ella.Su cuerpo iba transformandose dando paso a uno enorme y para nada humano.Sus piernas se acortaron solo lo justo partiéndose las rodillas.Alzando la cabeza lanzó un descomunal grito que fue cambiando a un alarido para fi
Patryce salió el primero del cine con los ojos rojos e hinchados. Alcanzándole, Ray llegó a su lado y le miró, perplejo. -En mi vida he visto a alguien llorar de...impotencia como te he visto a ti- dijo. Patryce sorbió las lágrimas diciendo: -No sé porqué si sospechaba que así acabaría- Ray le miró con una ceja en alto. -Pero debes ver que al menos el principal quedó...- La mirada que le lanzó el otro hizo a Ray callarse en el acto. -Odio a ese- repuso Patryce. -Mmm entonces no digo nada. Oye, olvidemos esa...peli y te invito a cenar- añadió Ray interponiéndose delante suya. Patryce rodó los ojos. -Ray, nada de citas- apuntó. -No es una cita- dijo el otro -Solo...cenar. Como...amigos- intentó convencer Ray. Patryce frunció el ceño no muy convencido. -Ray dejamos claro que no...- -¡Por favor!- unió sus manos Ray implorando. Patryce dio un suspiro al mismo tiempo que desplomó la cara terminando por decir: -Está bien, está bien, cenaré contigo- Ray dibujó una enorme
Gracias a que rompió el cristal del ventanal que daba a su dormitorio, no le fue difícil adentrarse al ático por el gran balcón.Suerte que ya no había ni un alma por la calle y pudo desplazarse con libertad por ella.Aún en su estado de bestia, con gran cuidado depositó el cuerpo del joven en la cama. Todavía olía la sangre por lo que con delicadeza tomó la mitad del cuerpo del chico y lo enderezó cuidadosamente.Haciendo que la cabeza cayera hacia abajo, rebuscó con sus afiladas garras por entre el cabello de Patryce.Hasta que dio con la herida.No era profunda pero estaba abierta.Con gruñido gutural, arrimó su boca, extendió la lengua y lamió la herida.Un par de veces.Luego vio cómo iba cicatrizando.Suavemente dejaba caer al chico sobre el lecho para una vez tumbarlo por completo moverse despacio. Y se le situó encima pero evitando dejar reposar su enorme cuerpo soné el débil del humano.Arrimando su nariz, olió profundamente el aroma del joven.Para enseguida mirarle a los
Palpando el lecho le resultó desconocido totalmente. Poco a poco comenzó a abrir los ojos para toparse con un techo que no era el de su dormitorio. De inmediato se incorporó dándose cuenta que no estaba en su habitación. Tampoco llevaba su ropa sino que vestía una amplia y holgada camiseta gris oscuro. Recordaba poco de la noche anterior y algunas imágenes le resultaban un tanto confusas. Oyó algo de ruido de la parte baja de aquel diáfano dormitorio tan innovador y moderno. Apartando la sábana y echando los pies al suelo, se levantó. Sintió una especie de malestar en sus partes íntimas pero no le dio demasiada importancia y bajó las escaleras. Conforme bajaba, podía oír la voz de alguien hablando. Se detuvo en el acto al reconocerla para de repente toparse frente a frente con el moreno pegado al móvil. Éste se lo quedó mirando. -He de dejarte, hoy no iré por las oficinas así que hazte cargo de lo que sea necesario- Elliot cortó la llamada y se dirigió al joven. -Buenos
Tras hacer que el joven regresara en sí, no dudó en acompañarlo hasta el hospital.Patryce, entre el pánico y los nervios, le contó lo que su madre le había dicho por teléfono.Siendo el primero en cruzar la puerta del hospital el chico y seguido por el hombre, fueron recibidos por la madre de Patryce.-¡Mamá, mamá, cómo está...- -Está bien, está bien- la mujer asió del rostro a su hijo y le miró fijamente -¿Dónde te metiste? Le he preguntado a él en cuanto ha salido de la inconsciencia y...¿Umm?- Quedó en silencio al ver al hombre de piel oscura a unos cuantos pasos alejado de ellos.Patryce logró liberarse de las manos de su madre para girando la cabeza darse cuenta que lo acababa de ver.-¿Y quién es...- -Mamá él es...te-te presento a Elliot...Bane- se dio prisa en presentarlo el joven.Elliot dio un paso adelante al mismo tiempo que extendió una mano hacia la mujer.-Es un placer conocerla, señora Connors- saludó educadamente.Ella, ojiplatica y sin pestañear, aceptó su mano pa
No le pasaba nada.Elliot observaba en silencio al joven terminando de abrocharse el zapato.Según los análisis, todo estaba bien salvo que tenía algo bajito el azúcar.Nada preocupante.Oía a la madre del chico hablar con otro médico fuera de la habitación hasta que oyó decir al joven:-Gracias por... quedarte- El moreno de piel avanzó hacia él.Lentamente.Hasta que se detuvo a pocos metros de su persona.-Has de cuidar tu salud- dijo.Patryce asintió al mismo tiempo que tragó saliva.-Nunca...he tenido el azúcar bajo- respondió. Elliot acortó un poco más la distancia entre ellos para sin cortarse acariciar su mejilla.-Sé lo que vas a decirme y de antemano te diré que no se observa en ningún lado o estatuto de la política de mi empresa que jefe y empleado no puedan tener relaciones fuera o dentro del ámbito laboral- repuso.Patryce abrió la boca para responder pero dos dedos del hombre se posaron en sus labios -Aún no he terminado de hablar- añadió.El joven asintió con la cabeza
Al igual que la primera vez que lo acompañó, ninguno cruzaba palabras entre ellos. Patryce, más pendiente de sus manos, no se daba cuenta de cómo las fosas nasales del hombre se abrían todo cuanto podían para atrapar esa rica fragancia que desprendía el chico. Lo peor de eso era que, debido a su primer encuentro íntimo todavía en su modo híbrido, a Elliot le sería un poquito más difícil dejarlo solo. Por eso mismo, y a pesar de que estaba seguro que se negaría, tenía pensado pedirle que se fuera con él a su ático. -Te...te pasas mi apart...- señaló Patryce viendo como pasaban de largo el edificio donde tenía su casa -¿Por qué no me has dejado...- -Iremos directos a cenar- decretó Elliot sin tan siquiera mirarle. Patryce, algo contrariado, replicó: -Acabo de salir del... hospital y necesito darme una ducha, cambiarme de ropa y...- -Pararemos en alguna boutique y te compras lo que te haga falta- apuntó Elliot, ésta vez, mirándole. El joven achicó los ojos también mirando al ho