La noche antes...
-Pero ¿Por qué no te quedas?- preguntó su madre abrigandose con la rebeca.
-Quiero llegar a casa, ponerme cómodo y no pensar en mañana- resopló Patryce haciendo un mohin con la boca.
-Son casi las doce y ya sabes que no me gusta mucho que vayas solo por la calle a éstas horas-
-Solo iré hasta la parada del bus, mamá-
-Preferiría que te llevaras mi coche- alegó ella viendo la solitaria calle del barrio.
La parada quedaba a unos veinte minutos o así andando.
No era que tuviera miedo por la soledad sino más bien por el bosque que había cerca al residencial.
-Y mañana cómo ibas tú a manejarte. De verdad mamá, no pasará nada- metiendo la mano en uno de sus bolsillos sacó el móvil y lo agitó en la mano -Lo tengo cargado de batería hasta arriba-
-Mejor si no lo tienes que usar- repuso su madre.
No muy convencida, besó en la mejilla a su hijo. Pero no entró en casa hasta que lo viera alejarse lo suficiente como para saber que llegaría a la parada.
Desde la entrada, le observó caminar bajo la luz de las farolas que se elevaban por toda la acera.
No muy tranquila pero resignandose, la mujer regresó al interior de casa.
Y echó triple llave.
La caza fue todo un éxito.
El grandioso ejemplar se encontraba inclinado sobre el cuerpo de un ciervo recién cazado.
A pesar de ser algo similar a los lobos, su cuerpo era casi el doble de grande y se podía mantener sobre sus patas traseras como si de una persona se tratara.
Obviamente, en ese momento se hallaba medio agachado y dando buena cuenta de las calientes entrañas del animal.
De su garganta brotaban gruñidos de placer a cada bocado que se metía en la boca.
Usaba las patas delanteras como si de manos fueran pero en su lugar podían verse afiladas garras con largas uñas.
Rasgaba cuanto podía el vientre de su presa para poder alcanzar más y mejor tanto órganos como carne.
En esto, el aire se levantó y con él llegó una fragancia que provocó a la bestia cesar de su cena.
Despacio, alzó la enorme cabeza.
A la luz de la luna, podía distinguirse un rostro propio a los canes o mejor sería decir a los lobos.
Aún así, no poseía un morro alargado sino que más bien era una mezcla entre humano y animal.
Dando un gruñido movió las impresionantes fosas nasales que poseía...
Y percibió mucho mejor ese aroma.
Se olvidó por completo de su "cena" y lentamente siguió el rastro de dicho olor.
Cruzó sigilosamente todo el bosque. Con cuidado y sin hacer ni el más mínimo ruido, llegó casi al borde donde una hilera de recios árboles lo delimitaban.
Cauta, la bestia aquella asomó no demasiado el hocico por entre los matorrales tras los que se había ocultado.
Sus ojos, de un peligroso ámbar, se asomaron por éstos.
Al otro lado, justo en la acera de enfrente, vio la fuente de dicha fragancia.
Se trataba de un chico e iba solo.
Se le escapó otro gruñido el cual vio que hizo al joven detenerse y mirar a su alrededor.
De inmediato, la bestia, se escondió mejor.
Aunque no razonara como un humano usaba su cerebro para mucho mejor que un animal, por lo que no atacaba por placer.
Es más, ese aroma le atraía.
Le empujaba a ir con él y llevárselo.
Su cerebro le decía que no debía hacerle daño sino más bien tenerlo vigilado.
Viendo que el chico reanudó el camino, la bestia lo hizo desde detrás de los árboles y arbustos.
Procuraba no perderlo de vista.
Gracias a ello, podía grabarse perfectamente su cara.
Una voz profunda y grave retumbó en su cabeza.
La suya propia.
Le guiaba y controlaba.
El mantra que oía era repetitivo e incesante.
No quieres hacerle daño...no quieres hacerle daño...no quieres hacerle daño...
Y no. No era su idea.
Se movía despacio. Cuidando no hacer ruido.
Evitaba pisar las ramitas sueltas que había por la tierra y así no levantar sospechas o que, en su defecto, el joven le viera.
Un coche con jóvenes haciendo ruidos y oyendose las risas de éstos provocó tanto al chico como a él sobresaltarse.
Después la calma y silencio regresó.
La bestia lanzó un tenue rugido haciendo que el joven apuntara con la mirada hacia donde ella estaba.
Se agazapó cuanto pudo.
Gracias a que era de noche y los matorrales le ocultaban por completo, el chico no le vio.
Pero sí que apretó el paso para casi echar a correr.
La bestia lo hizo en sentido contrario mientras alzando la cabeza emitió un aullido.
Por la mañana...
Se despertó algo confuso.
Vio el techo de su habitación sobre él.
Enseguida alzó las manos para al tenerlas ante sus ojos verlas con restos de sangre.
Dio un resoplido y las dejó caer.
-M*****a luna...llena- refunfuñó.
Incorporandose un rostro le golpeó en la mente.
Un olor le regresó a los pulmones.
Estuvo un rato pensando cuando la fastidiosa vibración del móvil le hizo rechinar los dientes y taparse los oídos.
Dando un medio gruñido animal y humano agarró el teléfono y respondió:
-Sí-
"-Buenos días señor, espero su noche haya sido... tranquila-"
Presionandose entre los ojos, el hombre contestó:
-Como todas las noches que hay luna llena-
"-Espero nada...grave-"
-No. No pasó nada grave-
"-Eso es bueno saberlo...le llamaba por si sigue en pie lo de hacer usted mismo la entrevista a los candidatos-"
-No lo sé Rowena. Aún no soy persona. Cuando llegue me das la lista y los informes de cada uno de ellos para al menos saber qué caras tienen-
"-Desde luego señor, le estaré esperando en la puerta del ascensor-"
-Bien. Hasta dentro de un rato-
Colgando la llamada y dejando el móvil en la mesilla, se frotó un par de veces los ojos. Después se levantó de la cama.
Ni le prestó atención a su desnudez ni al pijama hecho trizas por el suelo sino que se encerró en el baño.
Al cabo de una media hora estaba restablecido, vestido y dentro del ascensor rumbo a la planta donde tenía su despacho.
En cuanto se abrieron las puertas se encontró con una mujer de rojo cabello y sonrisa perfecta.
-Buenos días señor Bane. Los informes de todos y cada uno de los candidatos- entregó ella.
El hombre asintió sin mediar palabra y echó a andar hacia su despacho.
Por el camino y seguido por ella, iba pasando uno por uno los informes hasta que de repente...
Se detuvo en el acto.
Rowena, la mujer, le imitó quedando a unos pasos detrás suya.
-¿Ocurre algo señor?- se alarmó al percibir un ligero aroma de emoción y excitación juntos.
Lentamente, el de piel morena se fue girando a ella para con uno de los informes en la mano contraria plantarlo delante de sus ojos.
-Mira bien la foto- mandó.
Rowena hizo lo pedido y miró la fotografía en la parte superior de la hoja.
Era un chico.
Joven.
Quizás de entre veinte y veinticinco años.
De pelo negro. Piel clara y con una tímida sonrisa.
-¿La ves bien?- inquirió el hombre.
Rowena apartó la mirada de ésta para de inmediato hacerlo a él.
-Sí señor- afirmó.
-Quiero que sea el primero en entrevistarlo- colocando la ficha encima de las demás se las entregó a la mujer -Y sí, yo mismo seré quién haga la entrevista-
Rowena, quieta en el pasillo le vio darse la vuelta y echar a andar hacia su despacho.
Miró otra vez la fotografía y a continuación leyó el nombre:
-Patryce Connors-
Con los informes en la mano también se dio la vuelta y caminó hacia donde sabía estaban los candidatos...
Salvo uno.
Y el que debía ser el primero en ser entrevistado.
Tras las entrevistas y algunos asuntos más que tuvo que solventar, volvía a casa.La tarde había caído y se daba prisa en llegar.Temía que el "cambio" le pillara mientras conducía y entonces estaba seguro que provocaría un fatídico accidente.Y no solo de tráfico. Notaba el aire cargado dentro del automóvil por lo que sin necesidad de mirar pulsó el botón automático para abrir la ventanilla.Tan solo bajó unos milímetros cuando el aire le azotó en la nariz llevando consigo una fragancia.Sin darse cuenta, sus ojos brillaron pero solo por unos segundos.Andaba por allí cerca por lo que atento miraba hacia todos lados. Igual que si de un perro nervioso se tratara.Sus fosas nasales se dilataban, aspirando todo cuanto podía ese aroma.Pero...No lo veía.Agarrando con fuerza el volante vio cómo sus manos cambiaban por unas garras afiladas y de largas uñas.Trató de concentrarse en ese olor y confiado, cerró los ojos.Podía captarlo más y más cerca.Como si estuviera a su lado.Sus gar
-Es...ahí vivo- señaló el joven un edificio de más de diez pisos y construcción nueva.Elliot puso rumbo al susodicho.Llegando ante la gran puerta de acero detuvo el motor y se lo quedó mirando.Patryce, evitando sus ojos, prefería mirar a sus manos, las cuales frotaba entre ellas.Elliot aprovechó que no le veía para aspirar más y mejor su fragancia.Notó como sus ojos cambiaron.Por suerte, al alzar la vista el chico habían vuelto a su marrón oliva.Eso sí, los mantenía fijos en él.-Muchas...muchas gracias por traerme- dijo Patryce.-No podía hacer menos- añadió Elliot. Con suavidad estiró una mano para dejarla reposar en el asiento del copiloto. Su idea era algo arriesgada pero necesitaba, aunque fuera con un ligero roce, tocarle.Despacio, logró estirar los dedos y...Rozó un poco la piel del rostro del chico, pudiendo ver cómo se tensó. De inmediato retiró los dedos y regresó la mano al volante -Casi te atropello- refirió observandole con la cabeza medio inclinada.-Pero no...n
Al traspasar la puerta de su ático, lo hizo en el momento justo en que la luna estaba en lo más alto del cielo oscuro.Rápido como el rayo, empezó a desnudarse mientras echaba a andar rumbo a las escaleras.Sin ropa, subió éstas para en cuanto llegó a su habitación dar un suspiro de alivio.Allí estaba la silla.Junto a su cama.Se acercó muy lentamente hacia ésta mas cuando casi estaba a su lado sintió un fortísimo dolor.Dando un grito, cayó al suelo sobre manos y rodillas. -Y ya...empieza- masculló. Oyó como todos los huesos de su cuerpo crujían.Sintió como iban partiéndose para entre alaridos de dolor, ver cómo sus manos empezaron a cubrirse de espeso pelo oscuro.Su espalda se arqueó como la de los felinos hasta que su propia columna vertebral salió por ella.Su cuerpo iba transformandose dando paso a uno enorme y para nada humano.Sus piernas se acortaron solo lo justo partiéndose las rodillas.Alzando la cabeza lanzó un descomunal grito que fue cambiando a un alarido para fi
Patryce salió el primero del cine con los ojos rojos e hinchados. Alcanzándole, Ray llegó a su lado y le miró, perplejo. -En mi vida he visto a alguien llorar de...impotencia como te he visto a ti- dijo. Patryce sorbió las lágrimas diciendo: -No sé porqué si sospechaba que así acabaría- Ray le miró con una ceja en alto. -Pero debes ver que al menos el principal quedó...- La mirada que le lanzó el otro hizo a Ray callarse en el acto. -Odio a ese- repuso Patryce. -Mmm entonces no digo nada. Oye, olvidemos esa...peli y te invito a cenar- añadió Ray interponiéndose delante suya. Patryce rodó los ojos. -Ray, nada de citas- apuntó. -No es una cita- dijo el otro -Solo...cenar. Como...amigos- intentó convencer Ray. Patryce frunció el ceño no muy convencido. -Ray dejamos claro que no...- -¡Por favor!- unió sus manos Ray implorando. Patryce dio un suspiro al mismo tiempo que desplomó la cara terminando por decir: -Está bien, está bien, cenaré contigo- Ray dibujó una enorme
Gracias a que rompió el cristal del ventanal que daba a su dormitorio, no le fue difícil adentrarse al ático por el gran balcón.Suerte que ya no había ni un alma por la calle y pudo desplazarse con libertad por ella.Aún en su estado de bestia, con gran cuidado depositó el cuerpo del joven en la cama. Todavía olía la sangre por lo que con delicadeza tomó la mitad del cuerpo del chico y lo enderezó cuidadosamente.Haciendo que la cabeza cayera hacia abajo, rebuscó con sus afiladas garras por entre el cabello de Patryce.Hasta que dio con la herida.No era profunda pero estaba abierta.Con gruñido gutural, arrimó su boca, extendió la lengua y lamió la herida.Un par de veces.Luego vio cómo iba cicatrizando.Suavemente dejaba caer al chico sobre el lecho para una vez tumbarlo por completo moverse despacio. Y se le situó encima pero evitando dejar reposar su enorme cuerpo soné el débil del humano.Arrimando su nariz, olió profundamente el aroma del joven.Para enseguida mirarle a los
Palpando el lecho le resultó desconocido totalmente. Poco a poco comenzó a abrir los ojos para toparse con un techo que no era el de su dormitorio. De inmediato se incorporó dándose cuenta que no estaba en su habitación. Tampoco llevaba su ropa sino que vestía una amplia y holgada camiseta gris oscuro. Recordaba poco de la noche anterior y algunas imágenes le resultaban un tanto confusas. Oyó algo de ruido de la parte baja de aquel diáfano dormitorio tan innovador y moderno. Apartando la sábana y echando los pies al suelo, se levantó. Sintió una especie de malestar en sus partes íntimas pero no le dio demasiada importancia y bajó las escaleras. Conforme bajaba, podía oír la voz de alguien hablando. Se detuvo en el acto al reconocerla para de repente toparse frente a frente con el moreno pegado al móvil. Éste se lo quedó mirando. -He de dejarte, hoy no iré por las oficinas así que hazte cargo de lo que sea necesario- Elliot cortó la llamada y se dirigió al joven. -Buenos
Tras hacer que el joven regresara en sí, no dudó en acompañarlo hasta el hospital.Patryce, entre el pánico y los nervios, le contó lo que su madre le había dicho por teléfono.Siendo el primero en cruzar la puerta del hospital el chico y seguido por el hombre, fueron recibidos por la madre de Patryce.-¡Mamá, mamá, cómo está...- -Está bien, está bien- la mujer asió del rostro a su hijo y le miró fijamente -¿Dónde te metiste? Le he preguntado a él en cuanto ha salido de la inconsciencia y...¿Umm?- Quedó en silencio al ver al hombre de piel oscura a unos cuantos pasos alejado de ellos.Patryce logró liberarse de las manos de su madre para girando la cabeza darse cuenta que lo acababa de ver.-¿Y quién es...- -Mamá él es...te-te presento a Elliot...Bane- se dio prisa en presentarlo el joven.Elliot dio un paso adelante al mismo tiempo que extendió una mano hacia la mujer.-Es un placer conocerla, señora Connors- saludó educadamente.Ella, ojiplatica y sin pestañear, aceptó su mano pa
No le pasaba nada.Elliot observaba en silencio al joven terminando de abrocharse el zapato.Según los análisis, todo estaba bien salvo que tenía algo bajito el azúcar.Nada preocupante.Oía a la madre del chico hablar con otro médico fuera de la habitación hasta que oyó decir al joven:-Gracias por... quedarte- El moreno de piel avanzó hacia él.Lentamente.Hasta que se detuvo a pocos metros de su persona.-Has de cuidar tu salud- dijo.Patryce asintió al mismo tiempo que tragó saliva.-Nunca...he tenido el azúcar bajo- respondió. Elliot acortó un poco más la distancia entre ellos para sin cortarse acariciar su mejilla.-Sé lo que vas a decirme y de antemano te diré que no se observa en ningún lado o estatuto de la política de mi empresa que jefe y empleado no puedan tener relaciones fuera o dentro del ámbito laboral- repuso.Patryce abrió la boca para responder pero dos dedos del hombre se posaron en sus labios -Aún no he terminado de hablar- añadió.El joven asintió con la cabeza