-Epílogo-

Horas antes de la muerte de Alek...

—Son unos malditos estúpidos, nunca les diré nada —Alek estaba bastante golpeado, ya su rostro era casi irreconocible—. Pueden matarme si quieren, no le temo a la muerte.

Dimitri miró con pena a Alek, recordó todo el tiempo que lo cuidó y lo educó, pero él prefirió ser como su padre, como Mijaíl.

—Sabes Alek, te quise como un hijo, te enseñé a ser fuerte, decidido y de buen corazón, pero en ti estaba sembrada la semilla del mal, el odio te consumió y la ambición te cegó.

—No sé de qué hablas.

—Hablo de Annia —él levantó la vista y lo miró.

—Qué tiene que ver ella en esto, está muerta.

—Así es, tú la mataste, te encargaste de eso, pero no sabes toda la verdad.

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