La tomó del brazo y la haló hacia él. El cuerpo de Angeline chocó con su torso y ella se quejó apenas lo vio.
—Veo que se está divirtiendo mucho— fue lo único que se lo ocurrió decirle. No entendía por qué cada vez que estaba junto a ella las palabras lo abandonaban.
—Eres el imbécil. ¿A caso me estás siguiendo? ¿Te faltó decirme algún otro insulto? A no me digas, vienes por otra cachetada— dijo ella intentando mantener el equilibrio, pues ella no estaba a costumbrada a tomar demasiado.
Boris la miraba curioso. Esa mujer lo descolocaba. Un extraño instinto le hacía querer mirarla, tocarla y hasta desearla. No entendía el por qué, pero desde aquel caótico encuentro su cuerpo y su mente la anhelaban.
—Tiene una boca muy sucia— dijo con una seductora mirada que ella no asimil&oa
Hola Josep— saludó Angeline entrando por la puerta después de haber salido temprano a trotar y entrenar unas horas.—Buenos días, pensé que dormirías hasta tarde— respondió su amiga. —Llegaste en la madrugada. ¿Cómo te fue?—.Angeline hizo un mohín mientras se dirigía a la mesada de la cocina. Durante lo que quedaba de la noche pensaba en todo lo que le estaba pasando, su mente no la dejó dormir tranquila haciéndola rememorar toda la infinidad de sensaciones que el imbécil del café le hizo sentir consolo unos besos y unas cuantas caricias.—Por qué esa cara. ¿Acaso Oscar se portó mal?— preguntó su amiga colocando frente a ella una taza de café y un plato con el desayuno.—Ni me lo recuerdes. El idiota no paraba de meterme mano— dijo mientras apoyaba un codo sobre la
Lamento haberle hecho venir de esta manera tan repentina señorita Vanse, pero realmente estoy muy... desesperado— dijo Cris lanzándose con zozobra encima del escritorio extendiendo los brazos para tomar entre sus manos las manos de la mujer sentada frente a él.—Me apena mucho su situación, pero su llamada fue muy... persuasiva— dijo la mujer viendo con asombro el desesperante actuar del señor Cristopher y haciendo referencia al valor del salario ofrecido si aceptaba ser la secretaria del señor Wood.Angeline no supo en qué momento había perdido su dignidad. Incontables veces se había negado a aceptar tan descabellada propuesta, pero el sueldo mensual que le ofreció el señor Cristopher la puso a dudar, la suma ofrecida y la cuantiosa bonificación mensual, fueron suficientes razones para permitirle otra oportunidad al imbécil. En realidad, el señor Cristop
Con todo mi ser— dijo Boris rozando sus labios sobre los s de Angeline. —¿Quiere empezar usted o quiere que lo haga yo?—Angeline estaba envuelta en una nebulosa de placer, no entendía lo que le sucedía, su cuerpo estaba siendo prisionero de una excitante y extraña sensación.—No sé cómo hacerlo— dijo ella cerrando los ojos imaginando esos carnosos y pecaminosos labios sobre ella.La fuerza de voluntad de Boris se fue por el caño cuando la vio cerrar los ojos y entreabrir la boca para respirar.Las palabras de Angeline fueron el detonante que necesitaba para comprender que ninguna otra mujer lo descolocaba y le hacía arder la sangre de placer.Besó los labios de Angeline suavemente, decidió disfrutar de la suavidad y la dulzura de su boca. Era la boca más provocativa que haya podido besar, no esperó su permiso y se aventuró
Después de que Boris se marchara, Angeline se tumbó en su cama, como de costumbre, a llorar por el mal rato que pasó, agradecía que su amiga no estuviera presente esa noche, porque si no, no sabría cómo explicarle lo que le sucedía.Angeline, se sentía tonta por sufrir por un hombre que no le había hablado de nada romántico, no había hecho promesas, pensaba en medio de lágrimas, no juró amor, ni le prometió fidelidad, no había nada entre ellos.Solo había caído en los encantos de un seductor. Se había dejado arrastrar por su misteriosa mirada y sus seductores labios, se dejó hechizar por sus enigmáticos ojos y sus lujuriosas palabras. Eso era lo que le sucedía, se había ilusionado con sentimientos que desconocía, la curiosidad por saber que se sentía estar un con un hombre como su jefe la habían h
Ya había pasado casi una semana desde que Angeline regresó a su trabajo y su jefe aún no aparecía. —Gracias a Dios esta semana no hay reuniones sino no sabría que hacer— pensó.Le parecía extraño que el imbécil no haya dado señales de vida, ni llamadas, ni mensajes, nada, incluso hasta el señor Cristopher tampoco había pasado por el lugar.—Será que le pasó algo y yo no me he enterado— pensaba. Angeline estaba angustiada, su jefe era muy puntual y nunca faltaba.—Se habrá tomado muy enserio mi desplante y se suicidó. No es muy egocéntrico. Seguramente se fugó con la pelicastaña de su novia, sí eso es. Como lo dejé viendo un chispero, encontró consuelo dónde mejor le parecía—. Angeline seguía absorta en absurdos pensamientos acerca de su jefe y en un
Angeline dormía plácidamente, las medicinas no solo le aliviaban el dolor, sino que también la hacían descansar un poco más. Josephine había viajado fuera de la ciudad por trabajo, así que ella permaneció el resto de los días de su recuperación en casa de Eliot.—Ya despertó?—Aún no, pero pronto lo hará, todavía es temprano. ¿Necesitas algo?—Viene nuestro viejo amigo, así que...—Pierde cuidado, yo me haré cargo.Caroline preparó un té de hierbas, de esos que solo ella sabía mezclar. El sabor era desagradable, pero el efecto calmante y relajante no tenía comparación.—Buenos días, pequeña dormilona. ¿Cuéntale a esta vieja como te sientes hoy? —saludó Caroline entrando a la habitación que le habían asignad
Angeline entró a su oficina y la observó por un segundo, creyó que el estar lejos de ese lugar le haría olvidar sus sentimientos hacia su jefe, pero no, allí estaba nuevamente su corazón retumbando en su pecho, junto con el sinfín de mariposas arremolinándose en su estómago. Lo pensó, pensó en él y sintió como su cuerpo se estremecía, su piel se erizaba y su centro palpitaba, allí estaba nuevamente esa sensación de nerviosismo y eso que aún no lo había visto.Se reprendió mentalmente por lo que le estaba pasando, era una tonta, porque no sabía cómo se había dejado convencer por Eliot para que volviera a su empleo. —Eres una estúpida, él no te ama, nunca lo hará— dijo en voz baja dando un sonoro suspiro que liberaba el peso de su deseo.—Quién no la ama señorita Ange
Las puertas del ascensor se abrieron y frente a los ojos de Angeline se reveló un hermoso y lujoso lugar.—Pasa por favor— la invitó a seguir.Angeline avanzó con pasos temerosos por el ampliovestíbulo, los pisos de mármol blanco y los techos de más de seis metros de altura le brindaron una sensación de espacio inigualable. Nunca en su vida había vista tanto lujo. Frente a ella se aprecia una hermosa mesa redonda de madera bastante oscura, casi negra, tenía un enorme arreglo de... hojas, el cual se aprecia en el centro del lugar, las paredes son totalmente blancas, es un blanco muy reluciente, al igual que el techo, justo debajo de la mesa, baja una cadena que sujeta un candelabro en cristal, lo curioso es que este está dentro de unos aros metálicos que forman los círculos de un átomo.En el fondo del lugar se aprecian dos amplias columnas que sujetan el