Londres.
Boris bajó hasta el lobby del hotel y se dirigió hasta el bar. Este no estaba tan lleno pues no era temporada de turistas. Se sentó en la barra y pidió un trago de vodka al bartender del hotel. Mientras esperaba una hermosa morena de ojos verdes y cuerpo curvilíneo se le acercó. La hermosa mujer llevaba un llamativo vestido muy insinuante que no dejaba mucho a la imaginación.
—Hola ¿Estás aquí para olvidar o para conquistar?— preguntó la mujer llevándose una copa de vino a los labios mientras miraba a Boris con coquetería.
El joven la miró y repasó su cuerpo con la vista deteniéndose en sus pechos los cuales estaban bastante expuestos a causa del vestido.
Sonrió de lado y la miró degustando su cuerpo con la vista. —Ni lo uno, ni lo otro, solo son negocios— dijo desviando su vista hacia el vaso que le colocaba el tipo del bar en la barra.
—Mmm, así que negocios que interesante, joven, guapo y emprendedor. Tal como me gustan— acotó la descarada morena.
Boris lanzó una risa cautivante que sonrojó a la morena y la hizo erizar la piel.
—¿Todo eso te parezco con solo unas cuantas palabras que cruzamos?— dijo Boris sin apartar la vista de su trago.
—No necesito más para saber lo especial que eres. Parece que caíste del cielo justo para complacer— respondió la morena sin pudor acercándose a su oído con voz sexi.
El choque del tibio aliento de la mujer en su oreja, lo incomodó. A otros hombres quizás el gesto los hubiese excitado, pero a él en particular le pareció desagradable. No se enredaría con una mujer que ha pasado por la cama de quién sabe cuántos hombres o ¿mujeres? Quizás.
—Jajajaja... no preciosa, yo no vine a complacer a nadie— su dura y fría respuesta hizo que el coqueto rostro de la morena cambiara a uno de incomodidad.
—¿Dis... Disculpa?— preguntó un poco enojada.
—No, discúlpame tu preciosa. Pero no tengo ningún tipo de interés en pasar el rato contigo, si es lo que buscas, no soy esa clase de hombres que tienen sexo con cualquiera— la respuesta del joven descolocó a la mujer totalmente.
La morena levantó su mano y estuvo a un palmo de estrellarla contra el rostro de Boris, pero esté se dio cuenta de sus movimientos y la detuvo en el aire.
—¿Ahora te das cuenta de que tienes dignidad?— dijo Boris sujetando la mano con fuerza. —Lárgate lejos de mi vista, no me hagas tratarte como lo que eres— acotó tirando a un lado el brazo de la mujer haciéndola tambalear. —Aunque a mis hombres les agradará darse un festín contigo— aclaró sin mirarla.
A la morena no le quedó más que dar la vuelta y retirarse del lugar. Nunca un hombre la había despreciado de esa manera tan cruda haciéndola sentir mal por lo que hacía.
Boris la siguió con el rabillo del ojo hasta que se perdió de su vista, levantó su mirada y se encontró con el escrutinio del bartender.
—¿Muy costosa la morena?— indagó el sujeto ofreciéndole otro trago.
—Ningún Vólkov se involucra con mujeres como ella, no veo porque haría la excepción— a las palabras del joven, el hombre tras la barra palideció y lo miró temeroso, no sabía que ese chico fuese el hijo del señor Alek y mucho menos que estuviera allí en el hotel.
—Señor Vólkov lo siento mucho, yo... no... este... yo...— el balbuceo del hombre hizo reír a Boris, quien lo miró de forma tranquila.
—No hay problema nadie sabe que estoy aquí y así debe quedar— dijo levantando una ceja y mirando al hombre a los ojos esperando que entendiera las palabras.
—No hay problema señor...— dijo el sujeto esperando la aclaración de su nombre.
—Ángel Wood— dijo.
—No hay problema señor Wood, la casa invita. Si gusta algo más soy Luciano Swan, para servirle en lo que necesite— dijo el bartender haciendo ruido con sus dientes y su lengua.
A Boris le pareció divertido el hombre, así que se quedó más de lo planeado hablando con el sujeto. De pronto escuchó una estrepitosa risa de mujer y giró su cabeza hacia la puerta del bar para ver de quién se trataba, encontrándose con Danna y Luke que salían del lugar muy juntos. —Llegó mi momento— se dijo y despidiéndose de Luciano se retiró del bar dejando un par de gruesos billetes por los tragos.
—La casa invita señor Wood— dijo Luciano.
—No Luciano, yo invito. Nos veremos pronto— respondió Boris levantándose de la barra y siguiendo a la ruidosa pareja.
No era muy tarde de la noche, por lo que Luke invitó a Danna a una cafetería cercana. Boris se adelantó a la pareja, sabiendo cual era la única cafetería que quedaba cerca del hotel.
Llegó en cuestión de minutos y se ubicó en el mejor lugar cerca a la ventana junto a una zona rodeada de plantas y hermosas flores, el lugar era el preciso para una pareja de enamorado, así que con lo poco que había indagado de Luke, sabía que ese lugar sería el elegido por él para abordar a Danna.
Semanas antes de la llegada de Boris a Londres, Cristopher le había entregado un folder con los nombres de los hombres que tenía su padre en Londres, entre ellos figuraba el de Luke, por lo que pidió su expediente y por el eficiente trabajo de Cristopher ya lo tenía en sus manos sin pedirlo.
Los dos amigos eran buenos en lo que hacían, Boris tenía una habilidad única para conocer a su enemigo, como diría su nana Petra, tienes el don de ver el futuro, claro aparte de tener una memoria fotográfica.
En cambio, Cristopher era muy discreto en lo que hacía, pero muy eficiente en su trabajo. Cris se encargaba de investigar a todos y a cada una de las personas que Boris le pedía. Pero el trabajo no quedaba solo ahí, él iba mucho más allá. Revisaba minuciosamente la vida de cada una de las personas solicitadas y encontraba hasta los más oscuros secretos que sus víctimas guardaban. La pareja de amigos parecía el dúo maravilla.
Minutos después de su llegada a la cafetería, entraba una risueña Danna, iba colgada del brazo de Luke. Efectivamente se ubicaron junto a la mesa que Boris eligió. No había la menor duda, el chico sabía lo que hacía.
A los pocos minutos la pareja pidió algo para tomar, café para él y un batido para ella. —Qué curioso, hoy no pedía alcohol— pensó Boris.
—¿Por qué estás con Edward, no crees que es muy riesgoso?— preguntaba el oficial a Danna.
—Es una larga historia, algún día te la contaré. Pero no quiero hablar de él. Me citaste aquí para algo ¿No?— dijo ella tratando de evadir el interrogatorio que el hombre le hacía.
—Me gustas— dijo sin reparos. —Me gustas mucho. No sé qué trabajo haces para Edward, pero me gustaría que salieras conmigo—.
La propuesta la tomó por sorpresa, nunca pensó que un hombre se fijara en ella más allá del sexo. Así que, sin mucho pensarlo, aceptó estar con él. No sin antes proponerle lo mismo que a los demás y la respuesta que recibió la descolocó.
—No preciosa, no quiero sexo. Te quiero a ti. ¿Qué dices, aceptas?— dijo él mirándola fijamente y sin parpadeos.
—Acepto—. Dijo ella sin miedo.
—Entonces vente conmigo. Ahora, no te preocupes por lo demás. Yo te cuidaré y te daré todo— dijo el hombre tomando su mano y dándole un delicado beso.
La mujer se levantó de su lugar y se arrojó a sus labios. Luke aceptó el beso, sin decir más pagó la cuenta y se marcharon, sin regresar al hotel.
Un día antes del viaje a Londres.
—Luke O’cconor— dijo Boris al teléfono. —El inspector Jacob no estará nada a gusto con este historial de su subalterno— dijo mientras leía el documento que su amigo Cris le había enviado. —Soborno a funcionarios aduaneros, lavado de activos, vínculo con las mafias y el cartel de drogas y prostitución, chantaje, la lista es larga amigo— seguía Boris hablando, mientras un alterado Luke gritaba furioso al aparato en su oreja.
—¿Quién eres? ¿Es acaso esto una broma? ¿Responde m*****a sea, quién eres? ¡No te tengo miedo!— gritó sin respuesta a sus preguntas.
—Oh Luke, que bajo has caído y para colmo ahora ayudas al hombre más buscado de los Estados Unidos, Alek Vólkov. ¿Qué dices Luke si cambiamos esta horrible hoja de presentación por una más... conveniente? ¿Qué opinas? Además, no te puedes reusar, mira que tu historial de crimen inicia desde que empezaste en la policía y no tuviste compasión de aquella anciana y su hija, muy mal hecho Luke—.
Luke escuchaba horrorizado todo lo que Boris le decía al teléfono, jamás pensó que alguien supiera de su trabajo clandestino y sobre todo de su vida de juventud, cuando por estar borracho al volante arrolló a una mujer y su hija dejándolas allí tiradas en la carretera.
—Nada de lo que dices es cierto, no tienes pruebas— respondió seguro en persuadir al hombre que le llamaba.
—¿Pruebas dices?— preguntó Boris. —Si quieres pruebas te daré solo algunas y tú mismo me dirás que tan cierto es lo que estoy hablando—.
En ese momento Boris enviaba unas fotografías directamente a su móvil, en una se vía su rostro y el de Edward hablando en el hotel la primera vez que se conocieron, se veía claramente cuando se estrecharon las manos y cuando sacaba de un portafolios documentos para entregárselos. En la segunda se vía cuando él recibía el dinero como pago por sus servicios. No había duda de eso, estaba atrapado. Pero la que más lo descolocó fue la del auto que usaba aquella noche en que arrolló a las mujeres. En la foto se apreciaba la abolladura, el vidrio panorámico roto y sangre en capó del auto.
Luke estaba consternado, angustiado, nadie sabía de ese incidente, o sí. Sintió que el mundo le giraba y que las piernas le temblaban. Ese hecho había sido cubierto por él mismo, no había razón para que alguien más supiera de él. ¿Cómo ese hombre había encontrado esa información? y lo más curioso ¿Las fotos?
—¿Cómo lo supiste? Nadie sabía de ese incidente— dijo sin creer lo que escuchaba.
—Para mí, nada es difícil— respondió Boris con presunción.
—¿Qué quieres que haga?— preguntó sintiendo la sangre arder y un nudo en su pecho por la rabia que sentía por haber sido descubierto.
—Danna Muspegui, ¿Te suena el nombre?— preguntó Boris sonriente.
—Es la amante de Edward. ¿Qué quieres que la mate?— preguntó como respuesta afirmativa a que sí conocía a la mujer.
—No, eso sería muy fácil para ti. Quiero que la persuadas y la alejes de él. Lo necesito débil— dijo Boris sabiendo que Danna no representaba nada importante en la vida de Edward y Alek, pero él la alcanzó a conocer cuando era niño, así que intentaría al menos devolver el cariño que ella una vez le brindó.
Danna le mostró un gesto noble y puro cuando lo vio por primera vez, era un lindo recuerdo que tenía de ella en su niñes, no le vio maldad en su rostro y sus caricias fueron dulces. Por esa razón la quería lejos de ellos, más bien fue un instinto por proteger a la primera mujer, diferente a su nana Petra, que le vio con cariño y lo trató con ternura. Danna siempre le hablaba con ternura.
—¿Sigues allí?— dijo Luke cuando escuchó el silencio al otro lado del teléfono.
La voz de Luke lo sacó del recuerdo. —Sí, solo reviso otros asuntos— respondió.
—Bien, en un par de días debo reunirme con él, haré todo lo que pueda. No sé cómo hacerlo, pero lo haré— su respuesta le hizo sacar una sonrisa a Boris, ya había logrado parte de su cometido.
—Ella es ninfómana, sólo no te dejes llevar por sus encantos. Ella necesita mimos, cariño y todas esas cosas de enamorados. Caerá como mosca en leche. No lo dudes— después de dar su respuesta colgó.
Luke escuchó el todo de la llamada cortada, se retiró el teléfono y lo miró por unos segundos. ¿Quién era ese hombre, que sabía tanto de su vida? Y ¿Por qué quería a Danna fuera del camino para... debilitarlo? ¿Cómo se puede debilitar a un hombre que está siendo protegido por un Vólkov?
Luke tenía la cabeza hecha un remolino, las ideas iban y venían en su mente tratando de atar cabos sueltos, pero nada le cuadraba. Debía hacer lo que el extraño sujeto le pedía o era hombre muerto o si acaso ya no lo estaba.
Después de presenciar el encuentro entre Danna y Luke, Boris se levantó sigilosamente y se dirigió al hotel, entró a su habitación, y se tumbó en el sofá. Se sentía cansado, agotado, tenía varios días sin poder dormir bien, en su rostro se reflejaba su condición.Escuchó el golpe en la puerta y se levantó a abrir. Frente a él se encontraba Dimitri, su mano derecha.—Sigue— dijo con voz seca y fría, sin mostrar algún gesto en su rostro.El hombre entró seguido de dos hombres que le ayudaban con el equipaje. Dejaron todo en la entrada y se retiraron cerrando la puerta. Apenas esta fue cerrada y quedaron los dos hombres a solas, Boris se tiró en los brazos de Dimitri y exhaló fuerte dejando en claro el peso que lo consumía.—Hijo mío— dijo el mayor abrazando fuertemente al joven. —Por
Ala mañana siguiente el despertador sonó a las 5:30, Angeline se levantó de un salto, estaba feliz, había conseguido un trabajo, bueno, no era un hecho aún, pero no dejó que pensamientos negativos la abrumaran y la hicieran flaquear.Se vistió decentemente para asistir a la entrevista. Un vestido ejecutivo de corte recto en color negro de mangas pequeñas, acompañado con una chaqueta de listas negras y blancas haciendo juego, unos estiletos altos color negro y una elegante bolsa que le había prestado Josephine. Un sutil maquillaje y su cabello color cobre recogido en una hermosa coleta que su amiga le había hecho. Sus documentos estaban más que listos.El contraste de su atuendo con su cabello color cobre y sus hermosos ojos azules la hacían ver hermosa. Se veía diferente a la chiquilla que siempre representaba. Pensé a sus 28 años, Angeline se ve&
Una semana había pasado y aún Boris no conseguía secretaria. Tres mujeres habían llegado y tres habían sido despedidas. La última que llegó ese día salió de allí llorando y pidiendo que jamás la volvieran a llamar.La oficina de recursos humanos estaba hasta el tope de trabajo y Cristopher no paraba de entrevistar mujeres y hombres para el puesto. Había que poner un alto al berrinche del millonario.—Boris, ya decídete. No podemos seguir así todos tienen asuntos que atender, el hotel no se maneja solo y aquí hay bastante personal— le reclamaba Cris. Debía persuadir a su amigo a que parara su capricho por una excelente secretaria y se amoldara a la que llegara.—Solo necesito una maldita secretaria, sino puedes conseguirme una entonces llama nuevamente a Yamile. Pídele que vuelva. La necesito— la suplicante voz de Boris le
La tomó del brazo y la haló hacia él. El cuerpo de Angeline chocó con su torso y ella se quejó apenas lo vio.—Veo que se está divirtiendo mucho— fue lo único que se lo ocurrió decirle. No entendía por qué cada vez que estaba junto a ella las palabras lo abandonaban.—Eres el imbécil. ¿A caso me estás siguiendo? ¿Te faltó decirme algún otro insulto? A no me digas, vienes por otra cachetada— dijo ella intentando mantener el equilibrio, pues ella no estaba a costumbrada a tomar demasiado.Boris la miraba curioso. Esa mujer lo descolocaba. Un extraño instinto le hacía querer mirarla, tocarla y hasta desearla. No entendía el por qué, pero desde aquel caótico encuentro su cuerpo y su mente la anhelaban.—Tiene una boca muy sucia— dijo con una seductora mirada que ella no asimil&oa
Hola Josep— saludó Angeline entrando por la puerta después de haber salido temprano a trotar y entrenar unas horas.—Buenos días, pensé que dormirías hasta tarde— respondió su amiga. —Llegaste en la madrugada. ¿Cómo te fue?—.Angeline hizo un mohín mientras se dirigía a la mesada de la cocina. Durante lo que quedaba de la noche pensaba en todo lo que le estaba pasando, su mente no la dejó dormir tranquila haciéndola rememorar toda la infinidad de sensaciones que el imbécil del café le hizo sentir consolo unos besos y unas cuantas caricias.—Por qué esa cara. ¿Acaso Oscar se portó mal?— preguntó su amiga colocando frente a ella una taza de café y un plato con el desayuno.—Ni me lo recuerdes. El idiota no paraba de meterme mano— dijo mientras apoyaba un codo sobre la
Lamento haberle hecho venir de esta manera tan repentina señorita Vanse, pero realmente estoy muy... desesperado— dijo Cris lanzándose con zozobra encima del escritorio extendiendo los brazos para tomar entre sus manos las manos de la mujer sentada frente a él.—Me apena mucho su situación, pero su llamada fue muy... persuasiva— dijo la mujer viendo con asombro el desesperante actuar del señor Cristopher y haciendo referencia al valor del salario ofrecido si aceptaba ser la secretaria del señor Wood.Angeline no supo en qué momento había perdido su dignidad. Incontables veces se había negado a aceptar tan descabellada propuesta, pero el sueldo mensual que le ofreció el señor Cristopher la puso a dudar, la suma ofrecida y la cuantiosa bonificación mensual, fueron suficientes razones para permitirle otra oportunidad al imbécil. En realidad, el señor Cristop
Con todo mi ser— dijo Boris rozando sus labios sobre los s de Angeline. —¿Quiere empezar usted o quiere que lo haga yo?—Angeline estaba envuelta en una nebulosa de placer, no entendía lo que le sucedía, su cuerpo estaba siendo prisionero de una excitante y extraña sensación.—No sé cómo hacerlo— dijo ella cerrando los ojos imaginando esos carnosos y pecaminosos labios sobre ella.La fuerza de voluntad de Boris se fue por el caño cuando la vio cerrar los ojos y entreabrir la boca para respirar.Las palabras de Angeline fueron el detonante que necesitaba para comprender que ninguna otra mujer lo descolocaba y le hacía arder la sangre de placer.Besó los labios de Angeline suavemente, decidió disfrutar de la suavidad y la dulzura de su boca. Era la boca más provocativa que haya podido besar, no esperó su permiso y se aventuró
Después de que Boris se marchara, Angeline se tumbó en su cama, como de costumbre, a llorar por el mal rato que pasó, agradecía que su amiga no estuviera presente esa noche, porque si no, no sabría cómo explicarle lo que le sucedía.Angeline, se sentía tonta por sufrir por un hombre que no le había hablado de nada romántico, no había hecho promesas, pensaba en medio de lágrimas, no juró amor, ni le prometió fidelidad, no había nada entre ellos.Solo había caído en los encantos de un seductor. Se había dejado arrastrar por su misteriosa mirada y sus seductores labios, se dejó hechizar por sus enigmáticos ojos y sus lujuriosas palabras. Eso era lo que le sucedía, se había ilusionado con sentimientos que desconocía, la curiosidad por saber que se sentía estar un con un hombre como su jefe la habían h