El silencio se volvió tangible. Evangeline sintió un golpe helado en su estómago y su cuerpo entero se estremeció. La rabia empezó a hervir dentro de ella, su respiración se aceleró y sus manos se cerraron en puños mientras temblaba. La incredulidad la invadía: ¿Cómo podía ser que una humana común y corriente fuera la compañera destinada del alfa? ¿Qué habían visto los dioses en ella?¿Por qué una humana sin ninguna cualidad especial era quien merecía estar al lado de alguien tan valioso como lo era el Alfa? Creyó que estaba ganando la batalla, pero en realidad, estaba lejos de salir victoriosa. Pensamientos furiosos y confusos nublaron su mente, pero Evangeline se forzó a mantener una fachada tranquila. No podía permitir que su agitación se hiciera evidente frente a todos. Por lo tanto, apretó los dientes, esforzándose por controlar sus emociones.Alister, ajeno al torbellino interno de Evangeline, continuó. —Ella es mi mate —repitió nuevamente—. Lo que significa que a partir de aho
El sol estaba en lo alto cuando Evangeline llegó a la empresa mucho antes de lo habitual. Generalmente, Yimar iba con Alister a BTC, aunque a veces iban por separado. Pensó que su padre no estaría allí todavía, pero, para su sorpresa, lo encontró allí. —¿Ya estás aquí tan temprano? —articuló la loba, llamando la atención de Yimar. El Beta se aproximó a ella con pasos resonantes y la tomó del brazo con severidad. —¡¿Se puede saber en qué estabas pensando ayer?! ¡Tu comportamiento fue inaceptable! —la regañó, a lo que Evangeline hizo una mueca de dolor. Antes de que ella pudiera replicar, Yimar la sujetó con más fuerza. —¡Tu berrinche estuvo completamente fuera de lugar! —continuó—. Te lo advierto, Evangeline. Esta será la última vez que presencio una actitud como esa. Nunca más, ¿me entiendes? ¡Nunca te volverás a dirigir al Alfa de esa manera! Las consecuencias de faltar el respeto al líder del Clan y a su compañera son extremadamente graves. He visto lo que pasa con aquellos que
Evangeline guardó silencio por un momento antes de hablar. —Sé que debería tratarte formalmente, ya que ocuparás la posición de Luna cuando te cases con el Alfa, pero, si me permites, solo por esta vez seguiré tratándote como siempre para que podamos conectar en la conversación.Samira asintió. —No tengo ningún problema con eso. Nunca me han interesado las formalidades, pero entiendo que para el Clan es muy importante.—Sí, lo es —reconoció la loba—. Pero te prometo que después de esto te trataré como quien eres y serás, la futura líder del Clan Valkyria.Samira asintió nuevamente. —Está bien, como prefieras —indicó. Evangeline se quedó pensativa por un instante, para luego continuar hablando. —Solo quiero decirte que tenías razón —agregó—. Tenías razón cuando dijiste que tengo sentimientos hacia el Alfa.Samira levantó ambas cejas, sorprendida por la repentina confesión. No dijo nada, permitiendo que Evangeline siguiera expresándose.—No veo al Alfa como un familiar ni como un t
Samira despertó lentamente, abriendo los ojos con pesadez. Una sensación extraña recorrió su cuerpo mientras comenzaba a espabilar. Parpadeó varias veces, intentando disipar el mareo que la envolvía. Cada intento de levantar la cabeza se veía frustrado por una sensación de malestar que la mantenía anclada a la cama. Con los ojos cerrados, Samira se esforzó por recuperar la nitidez de su visión y enfocó la vista en su entorno. Sintió la suavidad de las sábanas bajo su piel y, al observar con más atención, se dio cuenta de que no estaba en la habitación de Alister, donde actualmente dormía con él. Confundida, miró hacia la ventana, comprobando que aún era de noche. Las sombras de la habitación le eran familiares. Pronto reconoció que estaba en la habitación que había sido suya cuando dormía sola. Extendiéndose con cautela, sus brazos tocaron algo cálido a su lado, percibiendo el peso de un cuerpo en la cama junto a ella. Giró la cabeza despacio y se encontró con la figura de alguien do
Ofelia se encontraba en la cocina cuando, de repente, Angelo entró y empezó a moverse entre los utensilios como buscando algo. —¿Te apetece un café? —preguntó Ofelia con una sonrisa amigable. —Me leíste la mente —le sonrió Angelo—. Precisamente vine para prepararme uno —agregó. —No hace falta que lo prepares. Aquí tengo uno recién hecho.Angelo titubeó, observando la taza humeante que Ofelia le ofrecía.—No quiero ser una molestia. Puedo prepararme el mío. —Por favor, no me hagas sentir mal rechazando el café. La verdad es que me arrepiento de haberlo hecho, ya que prefiero preparar un té para relajarme. El café me quita el sueño y sólo lo hice por antojo, pero ahora me doy cuenta de que no es lo mejor para mí.—¿Estás segura de que ya no lo quieres? —preguntó. —Claro que sí, bébelo tú —insistió Ofelia, empujando la taza hacia él.—De acuerdo, está bien. Muchas gracias —dijo Angelo, aceptando la taza y comenzando a beber el café.Mientras bebían, la conversación fluyó naturalment
Alister se hallaba en el evento de su empresa con la mente dividida entre el compromiso social y la inquietud por la ausencia de Samira. El reloj marcó la madrugada y cierto estado ansioso lo llevó a considerar si llamarla. Sin embargo, se contuvo, pues temía interrumpir su descanso. Con un suspiro resignado, guardó el teléfono y retomó su charla, aunque el sentimiento de soledad y la tristeza de no tener a su amada a su lado lo abrumaban.Quería anunciar públicamente a Samira como su pareja y, de pronto, empezó a pensar en la boda. Entonces, se dio cuenta de que debían comenzar con los preparativos rápidamente, pues quería ver a Samira llevando un vestido blanco y, si no se apresuraban, su vientre comenzaría a crecer y usar un vestido en esas condiciones podría resultarle incómodo. Fue allí que su determinación se fortaleció: debían casarse cuanto antes.Cuando sintió que había cumplido con sus obligaciones, se despidió de los invitados, permitiéndoles continuar la velada sin él. A
Yimar se percató de que varios de los miembros de la manada y los sirvientes se habían amontonado frente a la habitación de Samira. Entonces, con voz firme, les ordenó lo siguiente. —Ya no hay nada que ver aquí, así que vayan todos a sus habitaciones y descansen. También dejen de esparcir rumores. Saben que al Alfa no le gusta para nada que se esté hablando de cosas que no les incumbe. Por lo tanto, reservémonos nuestros comentarios. El grupo comenzó a dispersarse lentamente, todavía conmocionados por los eventos recientes. Evangeline, sin embargo, se quedó estática en la habitación, mirando a Samira con una expresión de desprecio, a lo que Yimar fijó la vista en su hija. —Tú también, Evangeline, ve a tu cuarto —impuso. —No hasta que el Alfa regrese —declaró—. No permitiré que esta humana le envenene la cabeza con mentiras sobre mí, culpándome de lo que acaba de pasar. Yimar se acercó a ella, tomándola del brazo con firmeza. —No estás en posición de exigir nada. Ellos s
Samira fue subida al coche y colocada en la parte trasera, mientras que el conductor ya estaba frente al volante. Poco después, Alister se acomodó en el asiento del copiloto y el vehículo se puso en marcha, alejándose de la ciudad con velocidad. Con cada kilómetro recorrido, la civilización quedaba atrás, en lo que se adentraban en la espesa y solitaria zona rural. Este aislamiento era precisamente lo que necesitaban. Cuando finalmente se detuvieron, Alister descendió del coche, seguido por los hombres que custodiaban a Samira. Después de bajarla, el conductor regresó a la ciudad con el coche. El Alfa, liderando el grupo, comenzó a sumergirse en el bosque, seguido de cerca por los hombres que escoltaban a su mate. Parecía no haber señales de vida humana, solo el susurro de los árboles y el crujido de las ramas bajo sus pisadas. Samira, mirando la espalda de Alister, intentó mantener la calma mientras su mente bullía con preguntas. —¿A dónde vamos? —preguntó ella. Escuchó que Aliste