C42: Lamentarse es inútil.

El silencio se volvió tangible. Evangeline sintió un golpe helado en su estómago y su cuerpo entero se estremeció. La rabia empezó a hervir dentro de ella, su respiración se aceleró y sus manos se cerraron en puños mientras temblaba. La incredulidad la invadía: ¿Cómo podía ser que una humana común y corriente fuera la compañera destinada del alfa? ¿Qué habían visto los dioses en ella?¿Por qué una humana sin ninguna cualidad especial era quien merecía estar al lado de alguien tan valioso como lo era el Alfa? Creyó que estaba ganando la batalla, pero en realidad, estaba lejos de salir victoriosa.

Pensamientos furiosos y confusos nublaron su mente, pero Evangeline se forzó a mantener una fachada tranquila. No podía permitir que su agitación se hiciera evidente frente a todos. Por lo tanto, apretó los dientes, esforzándose por controlar sus emociones.

Alister, ajeno al torbellino interno de Evangeline, continuó.

—Ella es mi mate —repitió nuevamente—. Lo que significa que a partir de aho
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