C49: No merezco esto.

Samira fue subida al coche y colocada en la parte trasera, mientras que el conductor ya estaba frente al volante. Poco después, Alister se acomodó en el asiento del copiloto y el vehículo se puso en marcha, alejándose de la ciudad con velocidad. Con cada kilómetro recorrido, la civilización quedaba atrás, en lo que se adentraban en la espesa y solitaria zona rural. Este aislamiento era precisamente lo que necesitaban.

Cuando finalmente se detuvieron, Alister descendió del coche, seguido por los hombres que custodiaban a Samira. Después de bajarla, el conductor regresó a la ciudad con el coche. El Alfa, liderando el grupo, comenzó a sumergirse en el bosque, seguido de cerca por los hombres que escoltaban a su mate.

Parecía no haber señales de vida humana, solo el susurro de los árboles y el crujido de las ramas bajo sus pisadas. Samira, mirando la espalda de Alister, intentó mantener la calma mientras su mente bullía con preguntas.

—¿A dónde vamos? —preguntó ella. Escuchó que Aliste
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