C30: ¡El Alfa nunca te creerá!

Después de ese desacuerdo, era muy difícil que Samira y Alister compartieran el mismo espacio. La humana optó por la soledad y evitaba bajar a desayunar, sabiendo que Evangeline estaría presente. Evidentemente no quería convivir con alguien que sabía intentó matarla.

Alister, aunque le dolía, no quería obligar a Samira a hacer algo que la incomodara. Entendía la situación y le daba su espacio.

Una mañana, Samira salió de su habitación y observó que todos en la casa estaban moviéndose de aquí para allá hacia distintos lugares. Sirvientes, jardineros y cocineros iban de un lado a otro, mientras que los guardias olfateaban los muebles y movían objetos, todo con el fin de seguir investigando sobre el asunto de la belladona.

Samira los miraba indiferente, segura de que ya no encontrarían nada. Ella ya había encontrado la prueba más importante, la cual estaba ahora en manos de Alister.

Mientras observaba el bullicio, Samira pensaba que deberían interrogar específicamente a la sirvienta en
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