Alister se dirigió a su habitación, con la mente agitada debido a la confrontación con Evangeline y Yimar. Al abrir la puerta, encontró a Samira sentada en la cama, quien lo esperaba silenciosamente. Sus ojos se encontraron y ella lo contempló con una mirada cargada de expectación.—Samira... —pronunció el Alfa, un poco sorprendido de verla allí. A decir verdad, se hallaba tan obnubilado que había olvidado que la dejó en la oficina. Debía volver a ella en cuanto terminara de conversar con la loba, pero sus pasos lo llevaron a otra parte. —¿Estás bien? —le preguntó ella tras notar que Alister lucía angustiado.—He hablado con Evangeline y también con Yimar —expuso sin rodeos.—¿Qué te han dicho? —cuestionó, intrigada.—Evangeline insiste en que es inocente —explicó.Samira soltó una ligera risa sarcástica.—No esperaba que lo admitiera —señaló—. A decir verdad, no me sorprende para nada que lo haya negado, pues tiene mucho que perder. Sé que ella te... "aprecia" demasiado.Alister fru
Después de que Samira le revelara la verdad a Alister, el hombre se quedó estupefacto. Su rostro se tornó pálido y sus ojos, fijos en un punto indefinido, mostraron total escepticismo. Permaneció callado por un largo rato, intentando asimilar lo que acababa de escuchar. La atmósfera en la habitación se tornó aún más pesada, mientras Samira lo observó con nerviosismo, esperando una reacción.Finalmente, Alister rompió el silencio con una voz cargada de desconcierto. —Samira, ¿te das cuenta de lo que estás diciendo? —Completamente —respondió sin dudarlo.—¿Pero tienes alguna prueba de que eso sea verdad? Si las tienes, ¿dónde está? —exigió. —No tengo ninguna prueba concreta —admitió—. Pero, aunque te mostrara las pruebas, ¿me creeríasAlister la miró con confusión y frunció el entrecejo. Samira comprendió que el Alfa no comprendió su punto, por lo que continuó hablando para explicarle. —Te he traído una prueba clara. Te traje el frasco de belladona y te dije que lo encontré en la h
Después de ese desacuerdo, era muy difícil que Samira y Alister compartieran el mismo espacio. La humana optó por la soledad y evitaba bajar a desayunar, sabiendo que Evangeline estaría presente. Evidentemente no quería convivir con alguien que sabía intentó matarla.Alister, aunque le dolía, no quería obligar a Samira a hacer algo que la incomodara. Entendía la situación y le daba su espacio. Una mañana, Samira salió de su habitación y observó que todos en la casa estaban moviéndose de aquí para allá hacia distintos lugares. Sirvientes, jardineros y cocineros iban de un lado a otro, mientras que los guardias olfateaban los muebles y movían objetos, todo con el fin de seguir investigando sobre el asunto de la belladona. Samira los miraba indiferente, segura de que ya no encontrarían nada. Ella ya había encontrado la prueba más importante, la cual estaba ahora en manos de Alister.Mientras observaba el bullicio, Samira pensaba que deberían interrogar específicamente a la sirvienta en
Al día siguiente, la casa seguía siendo registrada, pero con más calma. Ya no había tanto alboroto y los sirvientes ya no se movían constantemente de un lado a otro, también los guardias habían reducido sus incursiones en los rincones de la residencia.Por su parte, Evangeline se dirigió a la empresa en su coche, mientras su mente continuaba siendo invadida por pensamientos intranquilos. Su rostro mostraba un claro signo de estrés, un estrés causado por las palabras de Samira. Si no hacía algo al respecto, sabía que era solo cuestión de tiempo para que Alister descubriera toda la verdad, lo cual la llenaba de ansiedad. Movía los dedos sobre el volante, se sobaba la frente y luego la nuca, todas estas acciones mostraban lo agobiada que se sentía. Estaba profundamente frustrada por cómo las cosas se estaban tornando en su contra, consciente de que tenía mucho que perder y poco tiempo para actuar. Murmuraba para sí misma, balbuceando que debía encontrar una manera de deshacerse de Samira
Norman la miró irritado y la tomó de la muñeca con firmeza.—¿Podrías dejar de andar con rodeos y decirme de una vez qué está pasando? ¡Sé directa! ¡Y ya deja de golpearme, mal-dita sea!Evangeline se zafó de su agarrre de un estirón y lo clavó con la mirada.—Resulta que ella fue llevada por el presidente a nuestra casa. ¿Entiendes? La encontró y la acogió, y ahora estamos viviendo bajo el mismo techo, siendo ella la protegida del presidente. Y ¿sabes qué? Me está causando demasiados problemas.—¿Qué tipo de problemas? —preguntó Norman, intrigado.—Está poniendo al presidente en mi contra —refunfuñó—. Nada de esto hubiera pasado si tú hubieses acabado con ella, pero ni siquiera eso pudiste hacer. —En verdad creí que estaba muerta, por esa razón organicé la boda para casarnos tú y yo. Pensé que ya no iba a ser una molestia para mí, pero volvió como un fantasma y se presentó en la boda en la que me dejaste plantado.—Todo eso es tu culpa también, pero tú insistías en que la culpable e
Como muchos objetos se habían mudado de lugar debido a la investigación, Samira estaba ayudando a acomodarlo todo en su sitio, en lo que Angelo, de repente, se aproximó a ella sosteniendo un ramo de rosas en sus brazos.—Señorita —pronunció y Samira dejó de lado lo que estaba haciendo para acercarse a él. Angelo era la única persona que sentía que la apoyaba, por esa razón lo respetaba profundamente.—Hola, Angelo. ¿Cómo estás? ¿Cómo va la limpieza en el jardín? ¿Necesitas mi ayuda? —preguntó ella con una calidez que envolvía suavemente al jardinero.—Todo va bien, no se preocupe —respondió él—. Mejor hábleme usted sobre la investigación. ¿Ha habido algún avance? ¿Se encontraron pistas para hallar al culpable?Samira cerró los ojos para exhalar con pesadez. Luego, tomó el brazo de Angelo y lo alejó de la presencia de los demás sirvientes que se encargaban de ordenar los muebles.—¿Recuerdas cuando me ayudaste a entrar a la habitación de Evangeline? —preguntó en voz baja, a lo que Ange
Tras escuchar las insinuaciones de Evangeline, Alister no pudo sacárselas de la cabeza durante todo el día. La simple idea de que Samira pudiera estar involucrada con otro hombre le revolvía el estómago. Nadie sabía que ella era su mate y tampoco había hecho oficial su relación, así que la posibilidad de que tuviera algo con alguien más lo llenaba de ansiedad, además de rabia y de celos. Entonces, finalmente decidió que debía presentar a Samira ante la manada como su compañera destinada, para que todos supieran que ella era intocable. Sin embargo, sabía que primero debía hablar con Samira y explicarle lo que significaba ser la mate de un alfa y la gran responsabilidad que eso conllevaba. Pero ¿cómo iba a hacerlo si ella lo evitaba? No quería forzarla a escuchar, pero necesitaba hablar con ella cuanto antes. Esa noche, el Alfa llegó a la habitación de Samira y golpeó la puerta. Ella abrió, sorprendida por su visita. —Alister —pronunció y él dio un asentimiento. —Buenas noches, Sam
Samira desató un suspiro. Aquello realmente la impactó. —Escucha, Alister, por favor—continuó Samira—. Estoy tratando de ser completamente honesta contigo. La verdad es que... cada vez es más difícil permanecer aquí. No puedo vivir bajo el mismo techo con alguien que intentó matarme. Tú eres el único que puede hacer algo al respecto, pero no quieres aceptar que Evangeline es la culpable. ¿Quieres que me quede aquí a merced de ella para que me vuelva a lastimar? —Yo te protegeré —alegó él, tomándola de los hombros con suavidad—. Vamos a mi habitación, durmamos juntos a partir de ahora. Desayunemos juntos y puedes trabajar en la empresa conmigo. Deberías estar cerca de mí en todo momento para que nada malo te suceda. Samira lo miró con incredulidad. —No tengo estudios universitarios, solo terminé el bachillerato. ¿Qué voy a hacer en tu empresa? —¿Quieres estudiar? Te apoyaré —dijo, emocionado—. Eres joven, te ayudaré a entrar a la universidad, tendrás un título y una carrera