Helene no había tenido mucho tiempo para pensar, se había acostado en la cama y había meditado profunda y extensamente qué era lo que le sucedía, por qué le atemorizaba tanto y estaba en medio de ese proceso de entendimiento cuando el teléfono de la habitación sonó, cuando contestó, al otro lado era la recepcionista del hotel.Helene aún no se había acostumbrado al acento marcado de los mexicanos, pero un así entendió muy claramente lo que le dijo la mujer.— El doctor sea ha llevado a su esposo y pidieron que le avisara, aquí está la dirección del hospital al que lo llevaron.El corazón Helene dio un vuelco, de un solo salto cayó de pie en medio de la habitación.— Esto es mi culpa — murmuró. Tal vez Itsac estuviera teniendo un infarto, tal vez el dolor de su traición lo estuviera matando, así que trató de ponerse los zapatos a pesar de sus manos temblorosas y salió corriendo de su habitación apenas con el teléfono en la mano y un par de billetes que agarró de su billetera. Ni siqui
El doctor le pidió a Helene que esperara afuera de la sala en la sala de espera, ella sintió, salió y se sentó en la incómoda butaca un rato.Una enfermera salió y le pidió la ropa de Itsac que ella aún apretaba contra el cuerpo y unos 15 o 20 minutos después el piloto salió del lugar vestido, con el cabello des peinado y los ojos hinchados.Cuando la miró, Helene sintió el dolor que transmitía su mirada, pero el hombre le apartó la mirada, caminó despacio y se sentó a su lado en la butaca de al lado.Se quedaron en silencio un largo rato, ninguno dijo nada, ninguno se atrevió a romper el silencio y la incomodidad que se había formado. Helene se apretó el vientre, el ardor había desaparecido, notaba que sucedía cuando se estresaba, pero, ¿cómo no podía estresarse en una situación como esas?— ¿Por qué no me lo dijiste? — le preguntó ella después de un rato. Itsac se quedó callado, no contestó, tenía la mirada fija en el suelo en una baldosa y al notar que el hombre no tenía ganas de h
Las manos de Helene sudaban con intensidad mientras el auto se deslizaba por las calles de Ciudad de México. Helene hubiera disfrutado el paisaje de no ser por todo lo que tenía en la cabeza, tantas emociones y pensamientos le reboteaban dentro del cerebro y la confundían produciéndole un malestar agobiante.Cuando llegaron al hotel, Helene siguió a su esposo, Itsac caminaba con la cabeza gacha y los hombros caídos. Se veía cansado y derrotado como ella nunca lo había visto, no se imaginó todas las cosas que el hombre estaba cargando en su cabeza, no solo su enfermedad sino todo lo que acontecía su relación. En el elevador, Helene observó como itzac la miraba detenidamente, no fue incómodo, pero sí curioso, la miraba y la miraba como si observara cada uno de sus detalles, como si temiera que se le fuera a escapar, entonces Helene lo entendió, entendió que Itsac la miraba de esa forma porque sabía que en cualquier momento la luz se apagaría y jamás podría volver a verla, pero ella no
Pasaron la noche abrazados como nunca lo habían hecho, sintiéndose. Hicieron el amor despacio, con paciencia, deleitándose en cada una de las sensaciones, en sus olores, sus sabores y la calidez de sus cuerpos y se quedaron dormidos abrazados y desnudos y los sueños de Helene fueron pacíficos.Soñó que Brenda le acariciaba la mejilla, con ternura, no le dijo nada pero Helene entendió que la perdonaba, luego se iba volando en un avión hacia el cielo y ella se quedó en la tierra con una sensación de paz, luego despertó y estaba sola en la cama.Levantó la cabeza para buscar a Itsac y lo encontró de pie cerca de la entrada del baño, tenía la mano en la pared y ella lo miró con curiosidad. No dijo nada, se quedó esperando un momento para ver qué era lo que hacía el hombre y un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando lo vio tantear en la pared para buscar la entrada del baño.Se puso de pie y corrió, cuando Itsac sintió los pasos de helene hacia él se volvió para mirarla pero Helene vio co
— ¿Qué haremos? — le preguntó Helene a Itsac mientras regresaban a la ciudad — creo que estamos pasando por un mal momento como para tener que preocuparnos porque ahora tu tío quiere matarnos — Itsac asintió.— Es justo lo que quiere, sacarnos del camino para quedarse con Aeromaya, y eso no lo podemos permitir. Recuerda que ahora tenemos algo mucho más importante en que pensar, más que nuestras vidas, la vida de nuestro hijo — estiró la mano y le acarició con ternura el vientre, Helene apoyó su mano sobre la de él, esta vez estaba cálida como siempre.No pudo entender como para Itsac fue tan fácil tomar la decisión de quedarse completa y absolutamente ciego, la había tomado y estaba decidido a hacerlo sin mirar atrás. Ella entendía completamente sus razones, pero la nostalgia con la que el hombre miraba cada edificio, cada planta, cada puesto de tacos, le rompía el corazón en mil pedazos, entonces, ahí silenciosamente y para sí misma, se prometió que haría algo al respecto, así como l
Pasaron la noche en el hotel, tranquilos. Charlaron larga y tendidamente sobre ellos, sobre su vida y sobre el futuro, pero Helene tuvo miedo de comentarle sobre el plan que tenía entre manos. Aparte de que no quería darle falsas ilusiones, no sabía cómo podía tomarlo el piloto, tal vez se enojara con ella por no respetar su decisión, pero ya había puesto el plan en marcha y después de que todo estuviera listo se lo diría, y sería él el que tomara la decisión hacerlo o no.Cuando llegó la mañana despertó abrazada al cuerpo de su esposo, sentía en el cuerpo una extraña sensación de liberación, aunque la enfermedad de Itsac aún le generara un poco de vacío en el vientre, pero el hecho de que existiera una posibilidad, aunque sea muy lejana, la tenía con los ánimos nuevamente arriba.Empacó sus maletas con tristeza, la verdad tenía muchísimas ganas de haberse quedado más tiempo en el país, conocer más y comer mucho más ya que últimamente tenía demasiada hambre, pero entendía las razones
En el auto Itsac le contó muy alegre a Toro las cosas que había visto en México.Le contó que la taquería en la que comieron juntos por primera vez aún estaba ahí y que la señora estaba un poco más viejita a como la recordaba, que la hacienda de su padre estaba como la recordaba y que extrañaría mucho el volver a verla. Cuando mencionó aquello el hombre miró a Helene por el retrovisor apretando los ojos, no sabía que se traía ella entre manos pero ya habían pasado suficientes cosas juntos como para confiar en ella ciegamente, luego sacó del una de las gavetas del frente una bolsita que le atendió a Helene.— Imaginé que tal vez podríamos necesitarlos, no lo sé aún .no sé cómo es que funciona esto. — Helene abrió la bolsita y se encontró con una colección de cuarzos, Luego sonrío de lado y se las enseñó a Itsac que también se rió. Sacó de adentro una pequeña pulsera con un cuarzo de sanación, lo tomó entre sus manos y lo apoyó sobre la cicatriz que tenía la palma de la mano, luego to
Habían compartido un momento íntimo con los padres de Henry y Helene sintió que Itsac salió mucho más relajado de la casa, como si se hubiese quitado un gran peso de encima, tal vez así hubiera sido y ella se sintió bien por él, entendía lo que la culpa podía hacer en una persona, ella más que nadie lo entendía y aunque comprendiera su culpa, aunque hubiera podido librarse un poco de ella, sabía que era algo en lo que había trabajar.Caminaron despacio, cada uno al lado del otro, hasta que llegaron al auto y después de que Toro encendió el motor y arrancó itsac les dijo:— No quiero que me vean con lástima. Sé que ustedes no, son las personas más cercanas que tengo, pero aunque quiero contarle a los demás, quiero que lo sepan y quiero poder despedirme entre comillas, no quiero que me vean con lástima — Helene entrelazó los dedos con los suyos.— Nunca Te verán con lástima — le dijo, No cualquier persona sería capaz de hacer el sacrificio que estás haciendo para poder estar con tu hijo