Alonso puso a su novia en el suelo y le dio un beso en los labios, la acercó a él y le mostró el sótano como lo había decorado el lugar con unas cuantas rosas y velas, un colchón y unos apetitivos y unas cuantas velas.—¿Quieres que las encienda?—¿Tú hiciste esto o Serena?—Yo, Lucrecia—Aclaró con un falso tono de ofensa y los dos rieron.—Hasta aspiré el colchón.—¿Sabes que no podemos?—Sí, pero podemos tomar una copa de vino, a solas —Dijo mientras la servía.—Descansar un momento.Alonso vio su celularEllisEsto es terrible.EmilioNo tanto, la verdad, yo estaría tratando de tener sexo en el trampolín y e
Lucrecia y Priscila fueron a cenar con el señor Cheng, los dos estaban conversando como si se conocieran de toda la vida y Lucrecia les veía en silencio.—Mamá estos días me voy a quedar en casa del abuelo.—Ok, Emma está emocionada de recibirte cuando gustes o si papá tiene que salir corriendo.—Nosotros nos las arreglaremos—replicó Priscila.Lucrecia no dijo nada, solo vio el celular. Desde el sábado en la noche Alonso había estado en una especie de ley del hielo que la estaba volviendo loca. La joven se quedó en silencio—¿Por qué no estás diciendo cosas de mamá?—Alonso... No parece... No parece que venga conmigo, pero igual voy a viajar.—Podemos ir contigo.—No es personal, pero, voy a pasar mi cumpleaños p
Alonso y Lucrecia bajaron y la joven se encontró con rosas rosadas por toda la casa, hasta salir al jardín el cual estaba inundado de rosas blancas rosadas, amarillas, anaranjadas y en las mesas había un color lilas, divinas.—Las pinté yo mismo.—Lucrecia le vio seria.—¿Por qué no estás riendo?—No harías eso.—Ellis siempre le dice a Marcela.—Él las pinta.—Alonso vio a su novia y a su hermano pequeño el cual estaba pasando mermelada por el pan de sus hijas.—Papá, llevamos una hora esperando no seas mal educado.—Feliz cumpleaños, Lu—gritó el menor de los hijos de su novio. Todos comenzaron a felicitarle. Lucrecia saludó a todos sus invitados, amigos del trabajo, amigos de la familia.
Volviendo loco al jefeLucrecia despertó primero y escuchó el teléfono de Alonso sonar, fue corriendo contestar y se sorprendió al encontrarse con una videollamada por parte de Samuel, Franco y Priscila.—Buenas, qué tal si nos hubiesen intentado matar—Amenazó Charlie.—Una infección intestinal—Añadió Priscila.—Cáncer—Declaró Fabio y todos sus hermanos le vieron antes de reír.—Hola, chicos.—Hola—Respondió el resto.—¿En dónde están?—En una isla preciosa.—¿Qué van a hacer hoy?—preguntó Lauren.—Aparte de lo obvio—Alonso ajustó la cámara y sonrió al ver a los chicos. 
Lucrecia estaba sorprendida con el retiro y con todo el trabajo y esfuerzo que había significado para Alonso el cual no es fan del yoga, la meditación ni las energías. Había trabajado duro en cumplir con las metas.Llevaban un día en silencio absoluto. Lucrecia tomó una ducha y fue a vestirse. Todo se sentía tan diferente dentro de ella. Esa paz, esa felicidad, se sentía mejor que con años de terapia.Alonso estaba sentado viendo el mar cuando Lucrecia le acarició en el hombro y los dos sonrieron.La música volvió a sonar para indicar que el silencio había finalizado.Lucrecia tomó la mano de Alonso y le dio un beso en los labios. Él sonrió y los dos decidieron hablar en el silencio que les había conectado. Sabían que tenían unas dos horas antes de la terapia grupallos
Tokio fue una experiencia impactante, la ciudad es una locura es como probar un pedazo del futuro con una mezcla cultural única, sin embargo, Japón es más que una gran ciudad desarrollada, también es un destino turístico y en él estaba el lugar favorito de Alonso.Siempre quería disfrutar de Okinawa. El mar la montaña, la vida en general era maravillosa, el lugar perfecto para desentenderse, disfrutar y descansar y le parecía el lugar perfecto para disfrutar con Lucrecia y proponerle matrimonio.Alonso llevaba los últimos días pensándolo y una propuesta no era lo que quería. Ellos habían hablado. Lucrecia estaba conversando con Valentina. Las dos estaban riendo mientras Alonso hacía una conferencia con todos sus hijos. Los ocho pares de ojos le miraban con atención mientras esperaban que su papá hablase. En realidad estaba
Un año y unos meses más tarde.Lucrecia estaba en su oficina. Viendo una fotografía de sus hijos, sonrió y tomó la llamada que estaba esperando. Era Fabio el cual quería asegurarse de que tomara el vuelo.—Mi amor, tengo que ir a ver al abuelo y una hora más tarde me voy a Mainvillage de vuelta.—Lo sé, pero la vez pasada te dejó el vuelo, papá hizo berrinche porque no querías ir en jet privado, y blah, blah.—Sí, mi amor, lo sé, pero voy a estar los próximos tres meses en casa y será maravilloso. Ahora, relajado, llevo todo, no se me va el vuelo y si no igual llego caminando.—Bien, Alonso y Charlie están esperando para hablarte.Lucrecia disfrutaba de la conversación con ese par. Era alucinante lo divertidos que le resultaban
Priscila tuvo que confesar en el baño lo que estaba pasando afuera, Elise y Lucrecia le miraron incrédulas. Lucrecia supo que Alonso iba a perderlo cuando vio a su hijo tirarle el frasco con orines encima. Alonso se quedó mirándole y no hizo nada. Samuel le sostuvo del cuello y dijo:—Está traficando. —¿Qué?—preguntó confundido. —Priscila y yo encontramos unos diez mil dólares y más drogas de las que he visto juntas en sus medias y calzoncillos. Pablo le dio un puñetazo a su hermano, otro y otro, Samueles defendió y Franco intentó separarles por lo que terminó golpeado. Alonso se acercó a sus hijos y les tiró la botella de agua fría, Pablo seguía pegándoles a sus hermanos, por lo que le echó encima y le dio un puñetazo para noquearle. —No lo quiero ver, llévenlo a su habitación por favor. Lucrecia se acercó a su esposo. Le ofreció una mano y él negó con la cabeza an