Estimadas lectoras y lectores Al parecer, la familia Teyssier ha aceptado de buena manera a Dominik, algo muy diferente a lo que Ana vivo con la familia de este.
--- Ana Teyssier ---Aquello me hace sentir mejor por lo que resto de la noche, después de una amena comida en familia, la cual fue curiosa, ya que por primera vez la mesa estaba llena. Todos platicaban, bromeaban y reían.Esto era lo que realmente extrañaba de casa de mamá, estas comidas, platicas de trivialidades, platicas de cosas que pocas veces se hablan.Luego de una larga sobremesa, llegó el momento de irnos a abrigar, ir a misa e ir a las posadas. Yo busco una mochila en mi closet y la subo a la camioneta, sé que la necesitaremos para los dulces, aunque no sé bien por qué, si realmente no necesito tantos dulces.Al final todos terminamos yendo en la camioneta de Dominik. Es un poco raro, pero Luc es muy buen mediador, sabe cómo mantener a raya a mi querido Dominik y, a Héctor, aunque siendo sincera, el segundo se enfoca más a su hija y el primero solo observa que se mantenga a cierta distancia de mí.Cuando llegamos a la iglesia, varias personas nos vieron como bichos raros. Er
--- Ana Teyssier --- Me despierto con los primeros rayos del sol, los fuertes brazos de Dominik están rodeándome. Por primera vez en mucho tiempo, me siento tranquila, no siento como si estuviera haciendo algo mal, al sentir el calor que emana su cuerpo, me siento en paz. Él, al sentir que despierto, me gira y me da un beso; al final, la ropa nos estorbó y ahora estamos piel con piel, rogando que nadie nos haya escuchado, o al menos, rogando que nadie nos diga nada. - ¡Buenos días, cielo! - ¡Hola, amor! ¡Buenos días! Él aprieta mi cintura, me mira y sonríe. - ¿Me dijiste amor? - Sí, ¿Por qué la duda? - Nunca me habías dicho así… - Dice él con evidente sorpresa. - Pues acostúmbrate, de ahora en adelante tú serás mi único amor… - Digo con toda la sinceridad y tranquilidad posible. - ¡No sabes cuál feliz me haces! – Dice mientras me pone debajo de él y me da un apasionado beso. Puedo sentir cómo aquello que le dije lo emocionó y evidentemente está más que emocionado. - ¡Oye…!
--- Ana Teyssier --- El día avanzó rápidamente, toda la familia levantó la mesa del desayuno, unos lavaron los platos, otros limpiamos y recogimos la mesa, mientras otros hacían tortas de recalentado, las guardaban y se preparaban para ir a un día de campo. Esta vez, nos llevamos la camioneta de Luc, la cual estaba hecha para aguantar caminos sin pavimento, ya que efectivamente iríamos a un día de campo. Al llegar ahí, el gusto solo era estar ahí, recostarse en el seco pasto, tomar un poco de sol, ver correr el agua de un riachuelo que por ahí pasaba, respirar el aire del bosque, escuchar el relajante ruido de las hojas de los árboles. - ¡Amo esto…! ¡Me encanta este lugar…! - Dice Dominik mientras estamos acostados en el seco pasto. - ¿Qué amas? – Pregunto por qué no puedo creer lo que dice. - ¡Ana, todo esto, esto es una familia! - Se incorpora mientras uno de sus brazos me sirve de almohada. - ¿Mi familia? - ¡Claro cielo! Tu familia es eso, una familia, míralos, en realidad t
--- Ana Teyssier --- Los momentos vividos esta semana fueron absolutamente mágicos, no puedo creer que se haya pasado tan rápido y que de vuelta estemos en el aeropuerto de la ciudad de México. Luc trajo a mi madre, abuela y hermanas; obviamente, Héctor no las acompañó, aunque sí, tuvimos una charla un tanto incómoda, pero la tuvimos. Ambos nos deseamos lo mejor, era el momento de cerrar nuestra fallida historia de amor. Esta semana me había servido para decidir que, Dominik era el hombre al que le daría mi corazón. Las cosas entre Héctor y yo, no habían funcionado una vez, eso me hacía pensar que ahora no funcionaría de igual manera, lo mejor era terminar siendo amigos y nada más. - ¡Hija! Procuren hacer un espacio en sus agendas para venir a visitarnos más seguido… - Dijo mi madre entre lágrimas y sacándome de aquel recuerdo. - ¡Claro, mamá! Haremos lo posible… - Dije y miré a Dominik también asintió. - ¡No te pierdas tan feo, Ana! Si llegas a ir a Italia, por favor, avísame, a
--- Ana Teyssier --- - ¡Ana, por favor, debes ser fuerte! ¡Puja Ana, puja! Ya falta poco corazón, ¡Tú puedes, tú puedes, mi vida, anda…! – Dice el hombre que está a mi lado, lo miro y no puedo evitar sentir un hueco en el corazón. - ¡No puedo! ¡No puedo! – Digo entre lágrimas… Mientras un fuerte dolor invade todo mi cuerpo. - ¡Anda, corazón, tú puedes! Recuerda, ya has pasado por tantas cosas, esto solo es algo pequeñito… ¡Hazlo por ella! ¡Hazlo por tu hija! ¡Anda mi vida, tú puedes…! Yo solo sentía cómo me faltaban fuerzas, mi cadera se abría y, por más que pujaba, no lograba escucharla, no lograba hacer nada bien, ¿Por qué? ¿Por qué demonios no logro hacer nada bien? Mi maldita vida era un infierno, yo fui quien debió morir… No se supone que, yo debería traer vida a este horrible mundo de m****a… - ¡Puja Ana! ¡Mi vida, tú puedes…! – Vuelve a repetir el hombre a mi lado. - ¡No puedo, Héctor! ¡No puedo…! – Digo entre lágrimas y dientes apretados. - Mi vida… ¡Tú puedes! Tú siempr
Tomo III--- Ana Teyssier ---Estoy parada junto a la Teresa, ella apenas tiene 15 años. Su embarazo ha sido complicado, sus padres la corrieron de casa luego de saber que ella estaba embarazada.La miro y puedo notar el miedo en sus ojos. Tomó su mano y la aprieto, la miró y le sonrió.- ¡Todo va a estar bien, Tere! Ya verás que él bebe viene bien y que todo saldrá como deba salir, eres una chica muy fuerte y, sé que tú puedes con esto y más… - Digo muy segura, porque si yo pude, ella también puede.Hoy día, trabajaba en una organización que se dedica a cuidar de chicas que por alguna razón no tienen el apoyo familiar o monetario, cuando se embarazan a temprana edad.Aunque ese es el fin, no solo atendemos a chicas jóvenes, atendemos a todas las mujeres que llegan por diferentes causas, violencia doméstica, abandono, rechazo de la familia o chicas que no desean tener a sus bebes.Todo esto cortesía de Héctor Plourde, mi eterno compañero y amigo, luego de casi morir en el parto de mi P
--- Dominik Müller ---Luego de llegar al lugar donde el investigador me dijo que encontró el último rastro de Ana, al darme cuenta de que era la única pista y que solo me llevaba a un callejón sin salida. Comencé a sentir que mi corazón latía con rapidez, comencé a tener dificultad para respirar, sentí cómo mi cuerpo se debilitaba, mi pecho dolía, como si algo lo oprimiera.Supongo que debí haber asustado a la dueña de la última casa donde sé que vivió Ana hace ya 5 años. Ahora, luego de aquel ataque de pánico, me veo en un rudimentario hospital, no lo critico, pero es obvio que nunca había estado en un lugar así.Imaginar que Ana vivió en aquel cuarto descuidado, imaginar cómo pasó su embarazo ahí, me parte el corazón. Imaginar que ella pudo haber traído al mundo a nuestro hijo o hija en un lugar como este, solo hace que la opresión en mi pecho sea mayor.- Tú, ¿Qué tienes? – Se escuchó una vocecita al otro lado de la cortina que divide mi camilla de otra camilla.Aquello me sacó de
--- Héctor Plourde ---Después de la última crisis emocional de Ana, preferí mudarme con ella. El lugar donde actualmente vivimos está bastante alejado de la ciudad, incluso no vivimos en el mismo estado, ahora vivimos cerca de la costa del Pacífico en México.Ana había intentado vivir sola, pero yo sé bien que eso era una pésima idea, más con una bebe en brazos. Por lo que ahora llevamos ya casi 5 años juntos.Compre una casita pequeña que se adaptó a nuestra pequeña familia, el lugar es encantador y Ana le ha puesto su toque. Cada vez que ella se siente triste, arregla el jardín y las niñas le ayudan. Suena raro, pero mis hijas disfrutan del lugar, tiene el espacio correcto para correr y juguetear por todo el lugar.Sé que por más años que pasen, el dolor de la pérdida nunca se va, menos cuando de un momento a otro, tu vida cambia totalmente.- ¿En qué piensas? – Dice Ana al salir con un par de cervezas en mano. – Hazme un huequito. – Dice cuando me ve recostado en el camastro.Me h