Miedo

El beso se intensificó y se prolongó hasta que nos quedamos sin aliento. Nos separamos con la respiración agitada y nos miramos por unos segundos, antes de volver a fundirnos en un beso mucho más fogoso y largo que el anterior.

Sus labios me saben a la mismísima gloria. He imaginado sus besos de muchas formas, pero la realidad no se puede comparar ni un poco con lo imaginario. Sentir la suavidad y carnosidad de sus labios, uniéndose con los míos en una danza violenta y apresurada, no se puede describir con palabras. Todo lo que Gabriel revoluciona en mí con un solo beso, nadie lo ha podido despertar jamás.

Un suspiro escapó de mis labios, perdiéndose entre los suyos. Me hacía falta aire en los pulmones, pero esa parte de mí que tanto deseaba esto, no tenía intención alguna de separarse de su boca. Todo lo contrario, mis labios exigían cada segundo por más de los suyos.

Acarició con la yema de sus dedos mi cuello, deslizándolos con suma suavidad hacia mi oído y provocando que toda mi p
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