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Capítulo 2: Ciertas cosas no deberían...

- ¿De qué estás hablando amor? – Mike bajó la mirada, porque como iba a decirle algo así.  -Mike por el amor de Dios mírame! ¿Cómo que sabes quién hizo eso?... Habla hombre…Me estás desesperando.

Mike empezó a relatar todo lo que pasó desde que recibió la llamada de Karl avisando sobre la muerte de Wallace y mientras cada palabra salía de su boca Megan se quedaba más y más pálida, si ya era una mujer con la tez como la leche ahora parecía un jodido fantasma.

- ¿Qué estás queriendo decir con eso Michael? ¿Te estas escuchando?... Por Dios Michael son mis hijos. ¡¡Yo no parí asesinos!!

Mike prefirió no hablar más porque sabía que ella no sería capaz de asimilar lo que él estaba diciendo y las palabras tampoco servirían de mucho, así que se levantó de la cama y abrió de par en par las puertas del armario embutido de su habitación. Sacó una caja que estaba detrás de las perchas donde estaban sus trajes, se volvió a sentar en la cama y Megan seguía en el mismo lugar arrodillada sentada sobre sus piernas en el suelo delante de él.

- ¿Qué es esto Mike?

El hombre sacó de dentro de la caja un sobre grande de plástico y dentro había una camiseta blanca manchada de sangre.

- ¿Mike esto es de… - No podía ni siquiera formular la pregunta, en verdad no quería hacerla.

-Es la camiseta que llevaba Scott el día que murió Wallace, y Thomas también llevaba la suya manchada de sangre.

- ¡Eso no significa nada! ...Conozco la naturaleza de Fitzgerald, pero mis hijos no son su padre no son unos monstruos. Siempre se meten en peleas, así que eso. - Señaló la camiseta. – No significa que sea la sangre de Wallace. -Megan ya no era capaz de aguantarse las lágrimas porque en el fondo sabía que era una posibilidad, pero sólo imaginarlo era doloroso, aquello no podría estar pasando. – Son conflictivos Mike, tú lo sabes, pero esto no puede ser verdad…

-Megan tú también sabes que esos problemas en los que se meten siempre nos tocan la puerta al día siguiente. -Habló con seriedad porque no iba a permitir que ella cerrará los ojos, porque una vez no aceptar la realidad casi provocó que perdiera la vida. – Griffin es un pueblo pequeño Megan, siempre que tus chicos se meten en problemas a la mañana siguiente ya se ha enterado todo cristo! No me j***s amor, sabes que tengo razón. – Puso las manos en la cara y bajo la cabeza. Esto también le hacía daño. – Pasó lo de Wallace y no nos enteramos de nada más, así que sí, creo que han sido ellos. No te puedo decir que si fue planeado o si fue un accidente y se les ha ido de las manos. Pero te digo que sino llamé a Karl fue por ti, porque son tus hijos, pero yo no pienso quedarme callado, quiero saber que pasó y te amo con toda mi alma, pero también quiero justicia por mi ahijado.

-Por favor, Mike… - Megan ya se rompía a llorar porque sabía que su marido era un hombre justo, ella se había enamorado de él por eso así que ahora no podía recriminarlo por seguir siendo él hombre que ella amó y sigue amando.

-Mírame amor, recuerda lo que pasó con su padre, si no hubieras denunciado a Fitzgerald a lo mejor tú y tus hijos estarían muertos ahora. Si han llegado a esto y nadie les para los pies podrían llegar a limites inimaginables. -La acariciaba los cabellos rubios con cariño, la amaba con su vida y lo estaba matando verla sufrir, pero tenía hacer algo. – Cariño piensa en Jamie.

- ¿Qué piensas hacer? – Preguntó Megan intentando limpiar las lágrimas, pero era inútil no dejarían de caer.

- Voy a llamar a Karl y a Boris.

- ¡¿A Karl!? Por favor, Mike…Vamos a hablar con ellos primero. – Suplicó Megan.

-Lo llamaré como amigo Megan, hablaremos con ellos, darles una oportunidad para que expliquen que pasó y después decidiremos. Por eso necesito también a Boris, aunque ahora sólo se ocupe de su constructora ha sido un buen abogado criminal, nos fue de gran ayuda contra Fitz y tiene mucha experiencia su presencia aquí será importante y ambos son buenos amigos míos, confío en ellos con mi vida. -Explicó Michael.

- Ahora ve y llama a tus hijos, pero lleva a Jamie a la casa de uno de sus amigos antes, será mejor que no esté aquí. -Lo pidió porque las cosas podrían salirse de control y no lo pensaba por Scott, siempre ha tenido cabeza y es capaz de lo que sea por proteger a su hermano pequeño, pero Thomas era otro asunto, era imprevisible, no sabía que esperar de él.

Dos horas más tarde…

Scott estaba en el granero que utilizaba como su refugio personal. Vivía con su madre y su marido, pero odiaba hacer vida con ellos, podía entender que su madre hubiera elegido divorciarse de su padre, pero jamás entendería que se hubiera casado con un hombre n***o,  intentaba no ser tan prejuicioso como su padre y su hermano, pero j***r los Hoffman eran la típica familia sureña y aunque no estuviera totalmente de acuerdo con algunas actitudes de su padre sí compartía sus ideales y también creía que ciertas cosas no deberían mezclarse entonces sí, el matrimonio de su madre le tocaba mucho los cojones.

Su madre era un ejemplo para él, viene de una buena familia y se había casado cuando todavía era muy joven con su padre, pero esa imagen de ella se manchó el día que vio a su padre ser detenido. Fitzgerald jamás había sido un hombre agresivo, por lo menos no con su familia, pero el engaño de su madre lo cambio, descubrir que su mujer lo estaba traicionando con otro hombre tuvo que ser duro para él y más cuando ya tenía tres hijos y un día llevaron detenido a su padre por violencia doméstica, pero su padre insistía que no lo había hecho por mal, pero su madre decía que no era la primera vez por eso aceptó quedarse con ella porque quería protegerla. Hasta que un día decidió casarse con su supuesto salvador a pocos meses del divorcio y ahí fue cuando tuvo la confirmación de que su padre no mentía, aun así, decidió vivir con su madre por Jamie que tenía apenas un año de vida, él ya tenía doce años y no iba a abandonar a su hermano pequeño en cambio Thomas jamás aceptó abandonar a su padre, y así había pasado los últimos catorce años de su vida aguantando al hombre que separó su familia.

 Estaba sentado en suelo tirando una pequeña pelota a la pared, ya que esa era su forma de ordenar los pensamientos que llevaban días atormentando su cabeza. Él sabía que lo que había sucedido la semana anterior no se quedaría ahí, pero estaría con su hermano pase lo que pase.

No había dormido en toda la semana, su cabeza se negaba a olvidar lo sucedido, los gritos, la ira, la sangre y puede que hasta la culpabilidad. Estaba seguro que aquella noche marcaría un antes y un después en su vida, ya que Wallace Johnson era un queridito de la sociedad de aquel pueblo, hasta había quien lo considerará el próximo Martin Luther King de su generación, era un payaso, pero aun así su muerte no le proporcionaba ninguna felicidad.

. Seguía perdido en sus pensamientos cuando escuchó la puerta del granero.

–Vete Jamie, quiero estar sólo...

–¡¡Soy yo, baja!! Exclamó Thomas.

–¿Tommy que haces aquí? –Preguntó Scott bajando por las escaleras extrañado.

–Me ha llamado mamá, dice que tiene algo urgente que hablar con nosotros. –Habló Thomas mientras miraba alrededor.

–No me habí…

–Ya estás aquí. –Los interrumpió Megan. –Venir conmigo a la casa los dos.

–Luego vamos. –Habló Thomas.

–No Thomas, ahora... –En ese momento supieron que pasaba algo, que a lo mejor su madre ya sabía lo que había sucedido, ya que ella nunca le decía "Thomas".

Los chicos salieron del granero acompañando a su madre hasta la casa. En el camino se miraban entre ellos. Scott estaba preocupado, pero Thomas iba tranquilo. Para él lo que había pasado era insignificante, pero Scott que sabía que podría tener fuertes consecuencias. Thomas era el mayor por dos años y Scott siempre había seguido ciegamente las decisiones de su hermano, pero en los últimos años desde que había empezado a subir en la jerarquía del club estaba empezando a perder el control.

Entraron a la casa y allí estaban el sheriff Karl que iba a paisano y no con su uniforme habitual, Boris uno de los empresarios más importantes de la ciudad y su padrastro Mike. Antes de que pudieran decir nada Megan ya tenía los ojos empañados y se fue a sentar al lado de su marido que había decidido dejar las preguntas a manos de Karl.

–Bueno Karl, lo dejo en tus manos. –Habló Mike rompiendo el silencio. –Ya puedes empezar si quieres.

Scott tenía el corazón en la mano, ya no sabía cómo iban a escapar de aquello, pero su hermano se veía frío, indiferente. No sabía si era porque de verdad le daba igual o sólo intentaba reprimir sus emociones.

Cuando Boris hizo un gesto a Karl para que empezará a hablar este contestó.

–Tranquilo Boris, estamos esperando a alguien. –Y justo en ese momento se escuchó abrir la puerta delantera de la casa y la pareja y los dos chicos se quedaron petrificados. Viendo a Isaiah Johnson entrando al salón. El hombre se veía demacrado, triste con la mirada vacía y la cara seria, algo inusual en una persona que siempre estaba sonriendo, alegre y llenaba el aire de buenas energías cada vez que estaba cerca, pero en aquel momento transmitía la misma energía que habría transmitido la plaga de la muerte de los primogénitos en Egipto. Mike se puso de pie lo más rápido posible.

–Isaiah no creo que deberías estar aquí. –Se volteó para mirar a Karl porque aquello no parecía muy prudente, más que nada porque no tenía la certeza de lo que había pasado. Pero aun así Isaiah habló.

–Yo creo que es justamente donde debería estar Michael. Sea lo que sea necesito saber que pasó, cómo pasó y porque pasó. –Afirmó Isaiah con decisión.

Karl sacó la camiseta con las manchas de sangre en el sobre de plástico. Y la enseñó a los chicos.

–¿Necesito preguntar o van a hablar de forma voluntaria y facilitar mi trabajo? Os aviso que si no empiezan a hablar esta camiseta será llevada a una mesa forense y cuando demuestre que esta sangre es de Wallace las cosas se podrán muy difíciles para vosotros. –Habló el sheriff levantando la camiseta hasta la altura de sus ojos.

Los minutos se hicieron eternos mientras Thomas miraba a su madre con odio por haber permitido que los pusieran en aquella situación y Scott intentaba decidir qué hacer a partir de aquel momento, aunque su decisión ya estuviera tomada desde hacía días.

–Fui yo. -Habló Scott con decisión mirando a los ojos al reverendo Johnson. Porque sabía que todas las personas que estaban en aquel salón, Johnson era el primero al que debería convencer

Megan se rompió a llorar mientras su marido la abrazaba. Para una madre era difícil perder un hijo, pero saber que tu hijo fuera capaz de quitar una vida humana podría llegar a ser una pesadilla o hasta mismísimo infierno. Había luchado con todas sus fuerzas para apartar a sus hijos de las malas influencias de su padre, pero al parecer no dieron resultados. Había fallado como madre.

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