—¿Sabes? Me ignoras tanto que ya empiezo a preguntarme si de verdad estoy vivo o no paso de un fantasma. -Dijo Scott con sarcasmo entrando a la oficina que utilizaba Alice en el centro de ayuda. —No te estoy ignorando Scott! -Contestó Alice con una falsa indiferencia, mientras tenía la vista puesta en su computadora. -Ignorar, huir, ponerse la capa de invisibilidad de H***y P***er llámalo como quieras. -Mencionas mucho H***y P***er, ¿no crees? -Provocó Alice levantando una ceja divertida. -Echa la culpa a Jaime, me hacía leer los libros para él cuando era pequeño cada noche y me hizo tragar una y otra vez cada película. Pero no estamos hablando de eso, no cambies de tema Alice. Actúas como si hubiéramos atentado contra la Casa Blanca cuando lo único que hicimos fue dar un simple paseo. -Ya te dije que no hay nada de malo en una amistad Scott, eres tú el que esta viendo cosas donde no hay. -Habló Alice exasperada. -Es exactamente por tener que dejar tan claro que no hay nada de ma
Al día siguiente Scott llegó a la puerta del centro, se bajó de su moto y empezó a dar vueltas delante de esta. No sabía si entrar, si lo hacía que le iba a decir a Alice y si llamaba para decir que no podía ir ese día también que le iba a decir, el problema estaba en que hiciera lo que hiciera tocaría intercambiar palabras con ella y no tenía la cara para hacerlo. Por un momento puso una sonrisa en su rostro, pensando en qué momento le empezó a preocuparse por lo que pensaba ella. “Vamos Hoffman, no seas cobarde, solo es una enana. Ni que fuera a matarte”–Infló Scott el pecho y se llenó de valor para entrar, per cuando cruzó la puerta de entrada al centro chocó de frente con una Alice visiblemente nerviosa y asustada que salía corriendo de allí –¿Ali que pasa? –Preguntó agarrándola por los brazos y hablando con un tono grave de voz, porque en su estado no sería capaz de escucharlo. –Do…Dorinda acaba de…de llamarme, está con Miles, están en su casa ahora mismo. No deberían de estar
Los días siguientes aquel beso fueron repletos de miradas de complicidad entre Alice y Scott, cada vez que se veían saltaban las chispas entre los dos, pero no habían vuelto a besarse porque Alice dejó bastante claro a Scott que tres hacían multitud, que no lucharía en contra de los sentimientos que tenía por él, pero él también necesitaba tomar una decisión y con toda su determinación fue hablar con Alexia, ellos tenían una relación abierta, pero tenía claro que Alice Johnson no era de las que compartía. Intentó lo máximo que pudo dar a Alexia la confianza de que por más que ya no fueran pareja o lo que sea que eran él seguiría ahí para ella, que jamás perdería su protección. Alexia intentó por todos sus medios no permitir que se terminará lo que tenían, ella necesitaba a Scott, y se pensaba que aquello no pasaba de algún capricho. Al final no tuvo más opción que aceptar su decisión porque para mantener su protección necesitaba estar en buenos términos con él y tenerlo cerca, aunque
Alice se entregó por completo a sus besos, sentía como la lengua de Scott entraba en un duelo a muerte contra la suya, sentía la humedad de aquellos besos a la misma vez que despertaba la humedad entre sus piernas. Scott era posesivo, la tenía tan pegada a su cuerpo que el aire apenas pasaba entre ellos, se apartó un segundo para respirar porque Scott no le daba tregua con su boca, cuando su lengua salía de su boca y pensaba que se había terminado el beso de inmediato él la volvía a meter. Su agarre ya no estaba en sus caderas, sus manos habían bajado deliberadamente a sus nalgas y las apretaba fuerte con total libertad, tanto que ya su vestido se había subido hasta la curva de su trasero y dejaba aquella parte de su cuerpo totalmente expuesta. –¡YAAAAA! –Se apartó Alice de sus brazos buscando aire. – Dios cualquiera diría que quieres matarme. – susurró ella y él solo se reía buscando su boca otra vez, Scott Hoffman cuando estaba activo no era dueño de sí, ni tenía pretensión de serlo
–Me encanta estar aquí contigo, pero ya es de noche y tenemos que regresar a nuestra realidad. –Dijo Alice con acento triste. Aun no se había preocupado de volverse a vestir y allí estaba, pegada al cuerpo de Scott en bragas y con la cabeza en su pecho. –Acepto volver siempre y cuando me prometas que esa realidad no cambiará nada entre nosotros. –Te prometo que esto…–Señaló el espacio entre los dos. – …no va a cambiar Hoffman, pienso estar así contigo todo el tiempo que nos permita el destino. – Y Scott solo pudo asentir con una sonrisa que le llegó hasta los ojos. Mientras pasaban los días después de aquel día en que se habían encontrado por primera vez, la unión entre Scott y Alice era cada vez más fuerte. Disfrutaban de sus charlas triviales, de trabajar juntos en el centro, los ratos libres que pasaban jugando con Dorinda. Scott se sentía como si estuviera viviendo otra vida y se sentía bien puede que por primera vez sentía que disfrutaba de verdad de la vida, de una vida en la
Se olvidaron de donde estaban, la verdad es que poco les importaba solo querían sentir y dejarse llevar por el placer que era desmesuradamente intenso entre ellos. Scott no entendía como aquella mujer lo tenía enloquecido con sus besos y ni siquiera había estado dentro de ella todavía, pero allí estaba rendido a sus pies, perdido en su cuerpo. Se sentía como un crío de 15 años que nunca había visto una mujer desnuda. Alice se dejaba bañar por él, y cada parte que Scott la tocaba la hacía estremecer. Era hermoso, sus ojos azules, aquella barba que siempre parecía estar por hacer, todo su cuerpo parecía hecho de acero era grande y fuerte con cada musculo bien definido, los hombros largos ese cuello con esa nuez que lo hacia tan excesivamente atractivo. Sí Scott estaba para comérselo y ya no se iba aguantar más las ganas, ella quería probarlo de la misma forma que él la probó a ella. Alice terminó aquel beso y Scott la miró con una mirada intensa de depredador, parecía enojado porque ell
–Pasa adentro conmigo Thomas y hablamos en privado. –Sonrió Scott con condescendencia, sabía como le gustaba a su hermano montar espectáculos, pero en aquel momento era lo último que quería. –Prefiero que hablemos aquí fuera, no pienso entrar en esa m***a.–escupió Thomas con desprecio. –O entras o te aseguro que vas a pasar el momento más ridículo de tu puta vida aquí, delante de estos imbéciles que no moverán un solo dedo para sacarme de encima de ti si llego a perder la paciencia, así que deja de tocarme los cojones y entra. –Lo amenazó Scott y Thomas lo siguió adentro. –Espérame aquí y ahora hablamos. Scott fue a buscar el discurso de Alice y dejó a su hermano de pie en el pasillo principal mirando a todos lados con una curiosidad que no podía disimular, pero Scott no tardó nada en regresar con él. – Thommy creo que ya es hora de que dejemos a un lado esa competición absurda que tienes conmigo. –Yo no necesito competir contigo hermanito. –Se rio Thomas. –Soy el mayor, ya la v
Alice nunca había amanecido más feliz y completa en su vida. Amanecer con su cabeza sobre el pecho de Scott y escuchar cada uno de los latidos de su corazón era sin duda despertar en la gloria. Se levantó sobre su codo y miró a Scott que dormía plácidamente. Pasó las yemas de sus dedos por su boca con delicadez para no despertarlo y se quedó allí admirando su belleza. –Sé que soy perfecto, pero no es necesario que me acoses ¿sabes? –Dijo Scott abriendo uno de sus ojos y mirando a Alice de reojo. –¡¿Perfecto?! ¿Lo dices en serio Hoffman? –Puso Alice los ojos en blanco. –Me tienes ahora mismo desnudo pegado a tu cuerpo, ayer en la noche tuviste una visión completa de toooooda esta maravilla. –Y señaló su cuerpo. – ¿Y tienes alguna duda de mi perfección? –Preguntó Scott todo coqueto y vio a Alice aguantarse la risa. –¡Baja modestia, que sube Scott! De verdad que te vez infinitamente más lindo durmiendo, porque despierto toda tu belleza se ve colapsada por la estup…–Y Alice se interrum