Semanas después. Alice fue al jardín de su casa para ver como estaban sus hijos, aunque supuestamente estarían bajo el cuidado de su padre y del tío Víktor, por si acaso era mejor estar pendiente de los cuatro “niños”. Nada más llegar se llevó el primer susto. Solo podía ver la cabecita de los niños asomándose detrás de los sillones que había en el jardín, pero no había rastro de Scott y Víktor por ninguna parte. Se acercó rápidamente y al dar la vuelta al sillón se quedó atónita con la imagen que tenía delante. El padre de sus hijos y el tío mafioso estaban tumbados en el suelo sin camiseta, mientras que los niños llenaban sus torsos con pinturas, todo estaba hecho un caos. –¡¿SE PUEDE SABER QUÉ SIGNIFICA ESTO?!–Alice preguntó visiblemente molesta llevando sus manos a las caderas, observando a los dos tatuados desde arriba. –Según nuestro hijo, los tatuajes no son bonitos porque no tienen color, así que los están pintando a su gusto. –Contestó con satisfacción. –Scott, hay pin
Alice entró a una hermosa tienda en el centro de Griffin. Estaba decorada con colores pasteles y flores, era muy iluminada con diversos espejos que decoraban las parades. Detrás del mostrador estaba Meghan que al ver a la chica se sorprendió gratamente. –La tienda es preciosa Meghan, ya había escuchado hablar de ella, pero es la primera vez que entro. –Alice habló mirando alrededor maravillada. –Fue un regalo de Scott. Aunque mi vocación es la enfermería siempre he querido trabajar con productos de cosmética. Hacer que las mujeres se sientan bien en su propia piel y con productos totalmente naturales es una experiencia maravillosa. –Meghan le explicó orgullosa. Estuvieron hablando sobre el antiguo trabajo de Meghan en el hospital y que ahora ayudaba como voluntaria cuando la necesitaban. Le enseñó varios productos para la piel que olían de maravilla y Alice le confesó que ya tenía unos cuantos que Candy se encargaba de comprar para ella. Meghan también le confesó a su nuera el deseo
Cuatro meses después. Boris salió de la refinería acompañado de Scott, seguían pendientes de la expansión que estaba casi terminando y solo quedaban los últimos detalles. –Nuestro equipo ya tiene todo preparado para el nuevo juicio por la muerte de Wallace, así que debes estar preparado. Sé que con el embarazo de Alice no has tenido mucho tiempo para pensar en nada más, pero es importante. –Young lo aconsejó viendo como se pasaba la mano por el cabello despeinándose. –¿De verdad crees que servirá de algo? –Scott le preguntó incrédulo. –Por supuesto que sí, no es lo mismo una condena por asesinato en segundo grado que por agresión y cómplice de asesinato. Ten un poco de fe, te aseguro que todo saldrá bien. La jueza también tendrá en cuenta los años que has pasado en la cárcel. Te prometo que tendrás tu total libertad, como mucho un año más deberás cumplir y después serás libre como un pajarito. –Lo animó su abogado y amigo. –¿A dónde vamos ahora? –Al centro, Alice lleva allí todo
Los primeros tres meses de Kilian habían sido más que suficientes para revolucionar la vida de la joven pareja. Scott estaba enamorado de su pequeño de piel morena y enormes ojos azules, que cada vez se veían más claros. Era un niño tan hermoso como su padre, pero demostraba tener el genio implacable de su madre. Alice disfrutaba de su adorable familia. Una mañana Daniel la despertó de la mejor forma posible, llamándola “mamá”. Estaba muerta de sueño, pero aun así fue el mejor despertar de su vida, aunque fueran las seis de la mañana y su hijo mayor quería tortitas, y Kilian apenas había permitido a sus padres cerrar los ojos durante la madrugada. Cada noche cuando Kilian no dormía sobre el pecho de Scott, dormía en su cunita pegada a la cama de Daniel, que se negaba rotundamente a dormir lejos de su hermano, y la pequeña Martha seguía su ejemplo. Eran muy protectores con el pequeño de la familia. Rodeados de niños todo el día, los momentos más íntimos para la pareja ahora servían pa
Un año después –¡¡¡Eres un maldit0 mentiroso Hoffman!!!–Alice gritó casi acertando en la cabeza de Scott con el plato que había agarrado de la mesa más cercana. –¡¡¡Me habías asegurado que iríamos a Santorini, y que solo haríamos una parada romántica en Paris por unas horas para dar un paseo!!!–Lo acusó tirando copas contra las paredes. Scott se agachaba para no perder una parte de su cuerpo en medio de aquella batalla campal, donde su esposa era la que estaba ganando. Había vuelto a reservar un restaurante entero para ellos dos, pero esta vez había ido más lejos. Reservó el mismísimo Le Jules Verne, el restaurante de la Torre Eiffel para estar con su esposa. –¡¡Eres un infeliz mentiroso!!¡¡No te bastó con esperarme en el altar vestido con una chaqueta de cuero!! –Te has enamorado de un motero, y te has casado con uno. Confiesa que estaba hermoso. Yo soy lindo hasta desnudo, bueno sin ropa soy irresistible. –Bromeó viendo como su mujer parecía desear llegar hasta él, para retorcer
Veintitrés años después.–Te está quedando muy bonito doctor Hoffman. –Dorinda entró a lo que sería la consulta de Daniel en el centro y lo vio girarse para verla con una bonita sonrisa en su rostro. –Me parece increíble el trabajo que estás haciendo aquí con estas mujeres. –Necesitan toda la ayuda necesaria para seguir adelante, y también los niños. La salud mental es algo muy importante, aunque se siga creyendo lo contrario. –Contestó con satisfacción, dio la vuelta a la mesa y se apoyó en ella delante de Dorinda. –¿Y tú, qué tal llevas tu nuevo puesto de presidenta en el centro?–Estoy inmensamente feliz, sobre todo porque ya se acabaron los encuentros clandestinos en el almacén entre nuestra querida Candy y el tío Pitt. Aunque todavía me cuesta entender porqué lo hacían, ya que viven bajo el mismo techo.–Algunos disfrutamos haciendo locuras por amor. –Afirmó encogiéndose de hombros con una sonrisa maliciosa. – Yo soy capaz de todo por ti.–Ya no me quedan dudas de ello, sé perfe
Dorinda jadeaba intentando recuperar todo el aire que había perdido mientras se agarraba al tronco de un árbol en medio del bosque. Sentía la respiración caliente y acelerada de Daniel en su nuca.–¿Estás bien amor? –preguntó Daniel cerrando su bragueta y girando a la chica para mirarla. –¡¿Qué si estoy bien?! Me traes a los confines del bosque, me coges como si fueras un león en celo, ¿y me preguntas si estoy bien? –Contestó subiendo los tirantes de su vestido y buscó lo que había quedado de las bragas que Daniel había roto.–Siento que nuestra primera vez haya sido así, de verdad que me hubiera gustado preparar algo más romántico, pero tú jamás me hubieras dado una oportunidad. –Daniel explicó tocando su rostro con las dos manos. – Te amo desde que tengo uso de razón, solo quiero estar contigo y sé que tú también quieres lo mismo, sobre todo después de escuchar como espantabas todos los pájaros del bosque con tus gritos de placer ñmientras te corrías conmigo. – Bromeó arrancando un
Llovía, caía una tormenta de estas que piensas que será el fin de los tiempos y junto con el agua de aquella lluvia por el suelo de un callejón bajaba hasta la alcantarilla la sangre de un inocente, mientras un padre agonizaba de dolor con el cuerpo de su hijo en brazos. Su niño, el niño de sus ojos estaba allí muerto. El reverendo Johnson sentía que el corazón se le rompía a la mitad, era como sentir el frío de la muerte agonizar en el y desear que llegue por fin el fina, pero este nunca llegaba. Un hombre que luchaba contra la injusticia, contra la criminalidad tener el cuerpo de su hijo muerto justamente por aquello que tanto anhelaba poner un fin, el odio del ser humano y esa devastadora necesidad de autodestruirse por cosas tan pequeñas y mezquinas que en verdad no tenían ningún sentido. - Isaiah, tienes que soltarlo ya! Tienen que llevarlo para realizar la autopsia. Por favor Isaiah deja que se lo lleven. - El sheriff agarraba por los hombros al reverendo que también era uno de