Alice estaba sentada en su cama con el retrato de su madre en las manos. Tenía tantos sentimientos encontrados, ver aquellas imágenes de la cámara de seguridad después de la noche que había tenido con Scott fue el golpe más grande que se había llevado en su vida. Ella siempre tuvo sus ideas claras con respeto al carácter de Scott, pero ahora solo tenía dudas, tal vez se haya equivocado y lo peor de ello era darse después de abrirse de piernas. –¿Ya has hablado con él? – Preguntó Isaiah entrando a la habitación de su hija. –Por favor papá si me vas a juzgar es mejor que te lo ahorres, ya lo hago bien sola. –Contestó Alice frustrada. –No existe mejor juez y verdugo que nuestra conciencia cariño, pero yo no estoy aquí para juzgarte…Solo vine para saber si estás haciendo lo que deberías en este momento. –Tú viste las imágenes, Scott entregó mis llaves a su hermano y ese animal acabó con el centro que mi madre tardó años en levantar. – Alice se llevó las manos a la cara porque se sentía
Aaron y Alice estaban en la cocina preparando algo para comer. Alice sabia que Aaron estaba hablando con ella, pero estaba totalmente perdida en sus pensamientos. En verdad esta perdida en Scott, pensar en él y todas las cosas que pasaron en una única mañana. Se preguntaba si estaba bien, si la necesitaba…estaba tan distraída que no vio aquella sombra cruzar la veja de su casa y tambalear lentamente hasta el jardín de la entrada. Cuando levantó la cabeza solo pudo ver la figura de Scott cayendo sobre el césped con la camisa que debería ser blanca llena de manchas de sangre y rota. El shock le duró apenas un segundo, un segundo que su cabeza tardó en asimilar aquella imagen. Dejó caer la taza que tenía en la mano… –PAPÁ!¡PAPÁ!¡PAPÁ! – Salió corriendo, asustando a Aaron que miró por la ventana y no pensó nada más que no fuera seguir a su hermana hasta el jardín y de camino decía a su padre que llamará una ambulancia. Alice llegó hasta Scott y se arrodilló a su lado levantando su cabeza
–Ah no, no, no y no…ni sueñes que vas a entrar por ahí Hoffman. – Saltó Alice de la cama gritando y levantando un dedo amenazador a Scott. –Vamos Ali, es que tienes un trasero que…Mmmm–Y Scott levantó sus manos haciendo un gesto como si estuviera apretando algo. – Que está hecho para ser disfrutado al máximo. –Puedes hacerlo perfectamente sin la necesidad de pasar por la puertita número dos. –Y la chica llevó sus manos a la cadera, y luego se dio la vuelta moviendo las nalgas para provocarlo más. –Además, Dios no la creó para los placeres carnales–Habló con convicción. –La boca tampoco y hace un rato eso no te ha importado. –Se burló Scott– Y deberías pensar en tu salud. –Susurró Scott viendo como Alice fruncía el ceño sin entender a donde quería llegar. –Lo tienes muy pequeñito, no creo que sea sano. –Se encogió de hombros y puso cara de perro abandonado. –Ah, déjame adivinar, ¿si te dejo disfrutarlo se hará más grandecito y esto será mejor para mi salud? Si que te lo tienes muy c
–Yo fui a por él, yo me enfrenté a Wallace cuando salimos de aquel bar y nos peleamos. Es cierto que se me fue la mano, pero yo jamás mataría a una persona de una forma tan cobarde como lo hiciste tú. –Afirmó Scott con un nudo en garganta por la rabia que llevaba en el cuerpo. –Te aprovechaste que estaba mareado en el suelo y lo mataste de la forma más vil y traicionera Thomas. –Puede que sea cierto, pero debes recordar que los dos somos culpables. Yo di el golpe mortal hermanito, pero tú le dejaste medio muerto porque no te sabes controlar. –Escupió Thomas. –Si no hubieras iniciado la pelea Wallace Jonhson seguiría vivito y coleando. –Se burló. –Se estaba levantando, y tú como el cobarde que eres golpeaste su cabeza contra el suelo y se desangró, eres un asesino y ya no pienso protegerte. Y además ¿no querías toda la gloria para ti? O es que ahora no quieres que se sepa que tú no tuviste los huevos para enfrentarte a Wallace. –Tuve los huevos para terminar lo que tú empezaste porqu
Seguir conduciendo y tener un accidente o parar el coche y caer en manos de los discípulos, cualquiera de las dos opciones era un riesgo para su vida, pero no tuvo que elegir, alguien más lo hizo por ella. Una barrera de motos en medio de la carretera la hizo frenar el coche. Estaba rodeada de más de veinte discípulos y no tenía escapatoria. Alice temblaba, parecía que el pánico corría por sus venas en lugar de la sangre, pero ya no tenia a donde huir, la única opción era levantar la cabeza y enfrentar a su enemigo. Uno de los hombres que estaba sentado sobre una moto fumándose un cigarro se bajó y caminó hasta su coche con total tranquilidad, como si tuviera todo el tiempo del mundo. Se acercó a su ventanilla y Alice reunió todo el valor que necesitaba y la bajó. –Los documentos del coche señorita, si es usted tan amable. –Dijo el hombre con seriedad, pero acto seguido se carcajeó y abrió con brusquedad la puerta del coche. –Siempre he querido hacer eso ¿sabes? Ahora aparta que a pa
A veces tanta tranquilidad aburre, y últimamente Griffin parecía un cementerio. Para Karl debía ser lo mejor del mundo y confirmaba que estaba ejerciendo un buen trabajo, pero tanta calma no era buen presagio. Sus pensamientos se confirmaron cuando Alice Johnson tocó la puerta de su despacho. –¿Ali, que te trae por aquí? – Preguntó el sheriff con preocupación, porque por primera vez Alice no dejaba por donde pasaba ese brillo natural que desprendía. Se la veía triste, cabizbaja, con ojeras, no solo se notaba que había pasado la noche despierta, sino que también había estado llorando. –Vengo a hablar de Scott, quiero ponerle una denuncia por la muerte de Wallace. –Contestó la chica levantando la cabeza por primera vez y al ver el rostro estupefacto del sheriff siguió hablando. – Le pido que no me mire así sheriff, usted sabe tan bien como yo al igual que el resto de la ciudad que Scott es culpable, aunque para los habitantes de Griffin no pase de un simple rumor. –Pueden decir lo que
Se dice que cuando llega la muerte tu memoria hace una recopilación de todos los momentos de tu vida desde tu primer aliento. Es igual cuando muere un sentimiento. Alice había viajado en su memoria, de vuelta al momento que su corazón se había acelerado por él por primera vez aquella noche en la ducha del vestuario, el momento en que se había enamorado de él, el primer beso, la primera vez, había recordado todo y cada recuerdo era una puñalada en su corazón. Había estado allí inmóvi,l mientras que Scott era llevado por la policía. Si había tenido la fuerza para denunciarlo, también necesitaba tenerla para verlo caer ante sus ojos, porque aquella mirada llena de dolor que había en Scott rompió lo poco que quedaba de su alma, pero era lo correcto, tenía que ser lo correcto. Estaba tan sumergida en su dolor que no se había dado cuenta que todo daba vueltas a su alrededor hasta que Candy la había rodeado con sus brazos y su conciencia se había sumergido en la oscuridad. Se había despert
–¿A qué debo el honor de recibir la visita de nuestro ilustre alcalde? – Escupió Scott haciendo una mueca de asco sentado en la litera de su celda. –Eres todo un héroe hijo, tenía que venir a felicitarte en persona. – Contestó el hombre llevando sus manos a los bolsillos y mirando alrededor. –Aunque ya Bruce me había informado de tu gran logro para nuestra organización, pero hasta ahora no había creído que fuera del todo cierto, ya sabes…como andabas enredado con aquella... pero bueno, Wallace era un problema para nosotros y gracias a ti ya está resuelto. –Wallace era un problema para ti, sabías perfectamente que estaba en sus planes ser alcalde y ambos sabemos que la alcaldía solo sería el principio. –Escupió Scott caminando hasta las rejas. –Ese crío estúpido era una piedra en nuestro zapato, el gorila de su padre utilizó toda su influencia para poner a uno de sus primates como gobernador, y como si no le bastará su hijito se creía el salvado de Georgia. – Escupió al suelo con asc