Scott estaba pasando la fregona por el almacén después de haber pasado toda la mañana organizando cajas que serían enviadas a Haití, y no eran pocas ya que habían más de cincuenta cajas que portaban entre alimentos no perecederos hasta ropa y juguetes. Estaba deseando irse a casa cuando una chica de tez muy oscura, ojos brillantes y trenzas se asomó a la puerta diciendo que Alice lo necesitaba en la biblioteca.
“Ahí viene otra vez la bruja esa. Estará pensando en desquitarse conmigo los años de la esclavitud.” —Pensó mientras suspiraba con cansancio.
Entró a la biblioteca que había en el centro para ayudar a los niños que necesitaban mejorar sus notas, chicos que estaban en la universidad y no tenían recursos para tener un ordenador o comprar libros necesarios, en United Brothers facilitaban todo lo que los jóvenes necesitaban para lograr un mejor futuro, ya que no vale de nada sacar a los chicos de las calles para que no regresen y ni se vean en la necesidad de regresar también hay que darles un objetivo en la vida, enseñar nuevos caminos para una vida mejor.
Alice estaba subida en una de las escaleras que había en la biblioteca para llegar al penúltimo estante de una enorme estantería de madera oscura que estaba repleta de libros, parecía leerlo, pero en verdad solo estaba sacando polvo de ello.
—¿Me necesitabas? –Preguntó Scott con indiferencia mirando a su alrededor ya que aún no había entrado en la biblioteca, era enorme, con techos altos y un segundo piso abierto que rodeaba toda la biblioteca y formaba un enorme circulo.
Alice lo miró con los ojos entreabiertos y con el ceño fruncido por el tonito de su voz que no la agradaba ni un poquito, se notaba de lejos aquella rebeldía, parecía un adolescente frustrado, lo que para ella era ridículo porque seguramente Scott tendría unos cinco años más que ella.
–¡Sí, te necesito! Tenemos que limpiar todas las estanterías y ordenar los libros. Y si podemos hacerlo todo hoy te lo agradecería mucho. –Habló mientras seguía mirando el libro que tenía en manos.
Scott no pensaba discutir por más que todo aquello lo tuviera asqueado, así que prefirió no pensar mucho y poner las manos en la masa. Él limpiada las estanterías y Alice iba detrás ordenando los libros, y por un breve, pero muy breve momento que la vio subida en la escalera con una falda de vuelo midi blanca pensó que su trasero parecía un bonito melocotón de esos del W******p, pero inmediatamente reprimió el pensamiento y apuntó mentalmente que necesita algo de diversión porque tanto trabajo ya lo estaba haciendo delirar porque estaba claro que aquella mujer no era su tipo.
Ya habían terminado el trabajo cuando Alice recogió un par de libros en los brazos y se despidió de Scott por pura educación porque le daba exactamente igual despedirse de él como que no y esté siguió limpiando las mesas de la biblioteca que se habían llenado de polvo de las estanterías.
Cuando terminó su trabajo se le antojó un buen baño calentito para quitarse las cuatro horas que habían pasado en la biblioteca de encima. Cogió una mochila que solía llevar para guardar su ropa y fue al baño de los hombres que también tenía un enorme vestuario para los chicos que hacían deporte allí. Pero cuando llegó a la puerta vio que estaba cerrada, claro se había olvidado de que él mismo tuvo que acompañar al fontanero al baño masculino porque tenía ah saber qué problema con las tuberías del agua caliente.
“Bueno, me puedo pegar una ducha en el vestuario de las chicas, tampoco hay nadie en el centro estas horas, no habrá problema si no hay nadie en el centro los vestuarios no tienen por qué tener género. “–Pensó Scott.
Cuando entró al vestuario de las chicas efectivamente no había nadie, así que dejó la mochila encima del lavado y empezó a quitó las botas de trabajo, el mono azul y su bóxer. Se fue directo a las duchas, pero cuando llegó allí algo lo detuvo de inmediato porque empezó a escuchar el sonido del agua caer, pero miró alrededor y no había indicios de que hubiera alguien allí, pero la ducha abierta dejaba claro que allí había alguien más que él.
“La que me faltaba, ahora va y se me aparece la Myrtle Warren. – Miró abajo a su entrepierna. –Y por suerte o por desgracia estoy en la misma situación que Harry. ”–Puso los ojos en blanco y miró hacia arriba como quien daba gracias al Señor por dicha situación.
Cuando se acercó bien despacio a la ducha de dónde venía el ruido del agua se quedó estático, paralizado, petrificado a punto de un paro cardíaco. Por que lo que había allí no podía ser una mujer, era una p**a sirena porque era perfecta, parece ser que alguien decidió utilizar una jodida guitarra para moldear su cuerpo.
Alice se dio la vuelta cuando sintió que había alguien más en el vestuario. Y cuando vio a Scott allí parado con una cara que ella no sabía si la iba a atacar o si la estaba rezando, soltó un grito tan alto que retumbó por todo el baño femenino y posiblemente en todo el condado de Griffin.
–¡¡Aaaaaaah!!¡¡¡Puto pervertido!!!¡¡¡¡¡Socorro!!!!!–Empezó a gritar intentando taparse, pero notó que no tenía ninguna toalla cerca y lo peor es que Scott también estaba desnudo.
–¡no, no tranquila…no te voy a hacer daño caramba!!No sabía que estabas aquí¡¡Lo siento… Dios, lo siento, ¡¡de verdad lo siento mucho!!–Scott se disculpaba, pero en verdad lo que quería era que lo tragará la tierra. Se intentaba explicar, pero hasta él se sentía un enfermo allí parado delante de ella desnudo en un vestuario medio oscuro –¡¡J**r en serio no sabía que estabas aquí!!
–¡¡Es el vestuario de las mujeres salido de m****a, aunque estuviera vacío no deberías estar aquí!! – Gritaba Alice mirando a su alrededor como una loca hasta que Scott se dio cuenta de que la señorita no tenía ni una toalla cerca así que o bien se quedaba él desnudo o ella, pues nada… tocaba ser un caballero ¿No? Tiró la toalla a Alice que la agarro en el aire, su suerte es que no había mucha claridad en aquel vestuario, pero ya Scott había visto lo que ningún otro hombre tuvo la oportunidad de ver.
Cuando Alice vio a Scott delante de ella totalmente desnudo se puso roja como un tomate y sus gritos se hicieron aún más histéricos. Como era posible que el muy miserable estuviera allí delante de ella como vino al mundo y ni se daba al trabajo de taparse.
–¡¡VETE J**R!!¡Sal de aquí ahora mismo Scott Hoffman!! – Ella no tuvo que repetir porque Scott no lo pensó dos veces, es que directamente ni lo pensó, salió del baño lo más rápido que pudo. Se vistió a la velocidad de la luz y se fue corriendo a su moto. Ni miró hacia atrás, parecía que estaba huyendo del mismísimo Lucifer.
Mientras que Alice se quedó allí sentada en el suelo de la ducha intentando recuperar todo el aire que había perdido y puede que un poco de su dignidad que estaba allí tirada en el suelo con ella. Y estando más calmada no pudo evitar reírse. Ambos pensaron lo mismo…
“!!¿Pero qué caramba había sido aquello?!!”
Scott no lo pensó dos veces, necesitaba desfogarse ya así que se fue directo al club.
Un rato más tarde Thomas llegó al club, se bajo de su moto y se puso bien la chupa, reconoció al instante la burra de su hermano, así al fin había decidido dar la cara. Llegando a la entrada se fijó que estaba ahí el mejor amigo de Scott, Sony. El chico estaba rodeado de chicas y no se cortaba ni un pelo, coqueteaba con todas descaradamente.
- ¿Sony dónde está mi hermano? - Preguntó mirando al taller para estar seguro de que su hermano no estaba allí.
-Scott está arriba desfogándose según él. - Sony hablaba con Thomas, pero toda su atención estaba con las chicas rubias que lo rodeaban y más que hablar parecían que chillaban, eran como un grupo de hienas.
- ¿Y se puede saber con quién está? -Preguntó intentando disimular su interés.
- ¿Con quién? - Se carcajeó Sony con mofa – Querrás decir “¿Con quienes?” porque tu hermano ha llegado muerto de hambre.
Thomas entró al club y en el bar estaba sentada una versión más elegante de Pamela Anderson. Una mujer muy sexy rubia con buenas curvas que iba vestida con pantalones de cuero, botas de tacón de diez centímetros y la chupa de cuero con el nombre del club bordado, llevaba un escote que delataba la buena delantera que tenía. Alexia podría ser el infierno que todo hombre deseaba consumirse. Lo malo es que era la chica de su hermano desde que era una cría y no pensaba soltarlo por nada del mundo.
Thomas se acercó y puso una cerveza delante de ella.
- ¿Sabes dónde está Scott ahora mismo? -Preguntó Thomas que estaba loco por ver su cara al saber que su hombre estaba con otras mujeres. Alexia era mujer de carácter fuerte excesivamente posesiva, y mortalmente temperamental odiaba compartir a Scott con otras mujeres, ella quería toda su atención para ella, o por lo menos eso era lo que pensaba Thomy.
- ¿Ay cuñadito parece que no me conoces? - Alexia habló con voz mas sexy, le resultaba divertido ser la mujer de uno de los hermanos Hoffman y a la vez ser el sueño de consumo del otro. Fuera como fuera los dos eran suyos. Aunque con Thomas nunca pasó de eso, podía coquetear con él, jugar con su imaginación, pero su hombre era y siempre seria Scott. – Tu hermano está arriba con un par de groupies desesperadas.
- ¿Y eso no te irrita? Saber que él está ahí arriba revolcándose con ellas y tú aquí tan solita. Vamos Alexia sabemos que tú no eres de las que comparten. -La provocó Thomas.
-Yo no soy un agujero para satisfacer a un macho, para esto sirven esas. A mí me haces el amor y me das placer o no me tocas. Y tú hermano sabe bien eso. Entonces no cuñadito, no me molesta que esté con esas, porque sé que cuando Scott quiere placer de verdad con una mujer de verdad yo soy su única opción, la única que en verdad lo vuelve loco. Él siempre vuelve a mí. - Afirmó con seguridad. - Y tú hermano me respeta, no me trataría como trata a esas…chicas. - Habló Alexia con desprecio.
Alexia estaba muy segura que no había mujer en el mundo que fuera capaz de entender a Scott como ella lo hacía y eso sin mencionar la increíble conexión física que tenían. Ella sí era una mujer para Scott Hoffman y seguiría siendo así. Y estaba más que segura que sin importar quién estuviera en aquella habitación con su hombre, sus pensamientos eran para ella.
Alexia Summers no podría estar más equivocada...
No puedo negar que mi hermanito ha tenido mucha suerte contigo. Espero que él sepa exactamente lo que tiene, porque yo Alexia, jamás te perdería de vista. – Afianzó Thomas mientras la acariciaba suavemente el brazo fijando su vista en ella. -Hablando de Rey de Roma, ahí viene Scott. -Habló Alexia viendo a Scott de reojo mientras miraba a Thomas de arriba abajo y le hacía un gesto con la cabeza señalando a su hermano que se veía detrás de él de pie recogiéndose el cabello delante de las escaleras que daban al segundo piso del club. –Hola, ¡¡amor!!- Se levantó Alexia dejando el asiento libre para Scott, se quitó la chupa y fue sentándose en las piernas de Scott. –¿Te has divertido ahí arriba? - Preguntó la chica con descuido. -No me estaba divirtiendo precisamente, era sólo que necesitaba quitarme la tensión que llevaba encima desde hace unos días. - O más bien era la tensión de hace unas horas que le había provocado cierta chica en un vestuario, pero estaba claro que no iba decir est
Con el pasar de los días tanto Alice como Scott habían dejado a un lado el episodio de la ducha por el bien de la sanidad mental de ambos y para hacer más ligero el aire entre ellos. Scott cada día aprendía más sobre lo que hacía la familia de Alice y que su padre era uno de los hombres más respetados del país no era precisamente por su apellido que era muy reconocido en la política, pero sí porque era un hombre que no se quedaba con los brazos cruzados cómo lo hacían la mayoría de los hombres poderosos. Empezaba a entender la importancia de Alice para el centro y lo entregada que estaba en su labor. No era algo con lo que estaba precisamente de acuerdo, pero sí admiraba sus ganas de hacer que los chicos salieran adelante, su completa entrega en ayudar a los demás. Puede que fuera cierto que si hubiera más personas como ella en el mundo todo sería mejor. La relación de ambos había pasado de órdenes por parte de Alice y quejas silenciosas por parte de Scott a trabajar en equipo. Y vale
- ¿Estás bien? - Preguntó Alice angustiada cuando vio que Scott empezaba a abrir los ojos, pero fue su hermano Aaron quien la contestó. -Que pregunta más tonta Ali, ¿te parece a ti que está bien después de la paliza que le metieron? Si no fuera por mi y por papá este ya estaría rellenando su ficha de entrada al infierno. -Se rio Aaron. -No digas tonterías Aaron, esto no tiene gracia, podía haberlo matado. -Alice hablaba mientras pasaba una toalla húmeda por la cara de Scott para ver si así le aclaraba las ideas, el chico seguía muy aturdido por lo sucedido. -Tampoco creo que hubiera podido matarlo, has visto el tamaño de esa bestia. No creo que sea tarea fácil matar a un hombre de ese tamaño. -Aaron se acercó a la puerta y antes de salir giró la cabeza para decir. -Voy a avisar a papá que ya está despierto, y levántate de esa cama no vaya a ser que entre el otro aquí te vea ahí en la misma cama que él y lo remate. -Salió y se cuidó de dejar la puerta medio abierta. Alice puso un va
Scott estaba tumbado en su cama con una sabana encima que le tapaba nada que el final del camino hacia la felicidad que marcaba aquella V de su abdomen estaba mirando algún punto fijo del techo mientras que Alexia se vestía y hablaba con él. Scott no estaba escuchando absolutamente nada de lo que decía, estaba perdido en sus pensamientos cuando le llegó un mensaje a su teléfono que estaba encima de una silla en su habitación y Alexia lo cogió para ver de quien era. -AARON JOHNSON Alexia abrió mucho los ojos y le tiró el teléfono a Scott que lo cogió en el aire. - ¿Fue el hijo de Johnson él que te hizo esto? – Preguntó Alexia cabreada señalando la cara de Scott. -Solo fue un malentendido Alexia no es para tanto. -Explicó Scott con cansancio. - ¿Qué no es para tanto? ¿Es que acaso te has vuelto loco? ¿PERO QUIÉN SE CREE ESE M***A QUE ES? Pero te aseguro que esto no se va a q
—¿Sabes? Me ignoras tanto que ya empiezo a preguntarme si de verdad estoy vivo o no paso de un fantasma. -Dijo Scott con sarcasmo entrando a la oficina que utilizaba Alice en el centro de ayuda. —No te estoy ignorando Scott! -Contestó Alice con una falsa indiferencia, mientras tenía la vista puesta en su computadora. -Ignorar, huir, ponerse la capa de invisibilidad de H***y P***er llámalo como quieras. -Mencionas mucho H***y P***er, ¿no crees? -Provocó Alice levantando una ceja divertida. -Echa la culpa a Jaime, me hacía leer los libros para él cuando era pequeño cada noche y me hizo tragar una y otra vez cada película. Pero no estamos hablando de eso, no cambies de tema Alice. Actúas como si hubiéramos atentado contra la Casa Blanca cuando lo único que hicimos fue dar un simple paseo. -Ya te dije que no hay nada de malo en una amistad Scott, eres tú el que esta viendo cosas donde no hay. -Habló Alice exasperada. -Es exactamente por tener que dejar tan claro que no hay nada de ma
Al día siguiente Scott llegó a la puerta del centro, se bajó de su moto y empezó a dar vueltas delante de esta. No sabía si entrar, si lo hacía que le iba a decir a Alice y si llamaba para decir que no podía ir ese día también que le iba a decir, el problema estaba en que hiciera lo que hiciera tocaría intercambiar palabras con ella y no tenía la cara para hacerlo. Por un momento puso una sonrisa en su rostro, pensando en qué momento le empezó a preocuparse por lo que pensaba ella. “Vamos Hoffman, no seas cobarde, solo es una enana. Ni que fuera a matarte”–Infló Scott el pecho y se llenó de valor para entrar, per cuando cruzó la puerta de entrada al centro chocó de frente con una Alice visiblemente nerviosa y asustada que salía corriendo de allí –¿Ali que pasa? –Preguntó agarrándola por los brazos y hablando con un tono grave de voz, porque en su estado no sería capaz de escucharlo. –Do…Dorinda acaba de…de llamarme, está con Miles, están en su casa ahora mismo. No deberían de estar
Los días siguientes aquel beso fueron repletos de miradas de complicidad entre Alice y Scott, cada vez que se veían saltaban las chispas entre los dos, pero no habían vuelto a besarse porque Alice dejó bastante claro a Scott que tres hacían multitud, que no lucharía en contra de los sentimientos que tenía por él, pero él también necesitaba tomar una decisión y con toda su determinación fue hablar con Alexia, ellos tenían una relación abierta, pero tenía claro que Alice Johnson no era de las que compartía. Intentó lo máximo que pudo dar a Alexia la confianza de que por más que ya no fueran pareja o lo que sea que eran él seguiría ahí para ella, que jamás perdería su protección. Alexia intentó por todos sus medios no permitir que se terminará lo que tenían, ella necesitaba a Scott, y se pensaba que aquello no pasaba de algún capricho. Al final no tuvo más opción que aceptar su decisión porque para mantener su protección necesitaba estar en buenos términos con él y tenerlo cerca, aunque
Alice se entregó por completo a sus besos, sentía como la lengua de Scott entraba en un duelo a muerte contra la suya, sentía la humedad de aquellos besos a la misma vez que despertaba la humedad entre sus piernas. Scott era posesivo, la tenía tan pegada a su cuerpo que el aire apenas pasaba entre ellos, se apartó un segundo para respirar porque Scott no le daba tregua con su boca, cuando su lengua salía de su boca y pensaba que se había terminado el beso de inmediato él la volvía a meter. Su agarre ya no estaba en sus caderas, sus manos habían bajado deliberadamente a sus nalgas y las apretaba fuerte con total libertad, tanto que ya su vestido se había subido hasta la curva de su trasero y dejaba aquella parte de su cuerpo totalmente expuesta. –¡YAAAAA! –Se apartó Alice de sus brazos buscando aire. – Dios cualquiera diría que quieres matarme. – susurró ella y él solo se reía buscando su boca otra vez, Scott Hoffman cuando estaba activo no era dueño de sí, ni tenía pretensión de serlo