AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA EL TOMAS!!!! ¿Quién sospechaba de él??? Las leooooo! BESOOOOS
DAMIANEl silencio del penthouse es insoportable. Desde que Emma se fue, siento como si cada rincón de este lugar me recordara su ausencia. Intento concentrarme en cualquier cosa, pero mi mente siempre regresa al mismo punto: ella. Mi pecho se siente como un agujero negro, vacío, consumiéndolo todo.He intentado llamarla, enviarle mensajes, incluso fui al hotel donde se quedó las primeras noches después de que se fuera, pero ya no está ahí. Cada intento fallido solo aumenta mi desesperación.Mientras camino de un lado a otro en la sala, Alex me observa en silencio desde la barra. Tiene esa mirada seria, calculadora, que odio porque sé que está a punto de decir algo que no quiero escuchar.Finalmente, rompe el silencio.—Odio tener que hacer esto, pero joder, Damian, te lo dije. —Su voz es firme, como un martillo que golpea mi paciencia—. Te dije que ibas a arrepentirte.Aprieto la mandíbula con tanta fuerza que casi duele. No necesito que me lo diga. Sé que la he arruinado, sé que todo
EmmaComienzo a contar los segundos mientras mis ojos están fijos en la pequeña barra de la prueba de embarazo. La sostengo entre las manos temblorosas, mi corazón latiendo con fuerza en el pecho. —Por favor que sea positivo… Por favor.Siento una opresión en el estómago, una mezcla de esperanza y miedo. Con cada día que pasa siento que mi matrimonio se arruina más, mi suegra me ve como una incompetente y mis padres… ni siquiera puedo pensar en ellos ahora mismo. Los minutos parecen eternos, y cuando finalmente se completa el resultado, mi mundo se desploma.Una barra roja brillante.No estoy embarazada.Otra vez no. El dolor me golpea con una fuerza abrumadora, como una ola que me arrastra al fondo de un océano oscuro. Siento que la habitación se vuelve pequeña, que el aire empieza a faltar, y en mi pecho una presión familiar comienza a crecer. No puedo respirar bien, es como si algo me aprisionara los pulmones. Me doblo ligeramente, tratando de inhalar profundamente, pero el oxíg
EmmaRegresar a la casa se siente como una tortura. Una parte de mí no ve la hora de enfrentar a Jhon y la otra simplemente quiero esconderse y rezar porque todo esto sea una pesadilla. Que no sea real.Es que aún sigo sin poder creer que el hombre con que me casé pueda ser capaz de esto. Pues aunque una brecha se ha abierto entre los dos, siempre creí que era porque yo no quedaba en estado, pues los primeros dos años fueron diferentes.Él era un esposo amoroso, atento, el hombre que me enamoraba desde niña, y con quien siempre soñé formar una familia. Pero el tiempo lo ha transformado en alguien distante, casi un extraño. Rara vez está en casa, y cuando lo está, no parece querer verme. La intimidad entre nosotros es casi inexistente, como si el deseo se hubiera extinguido por completo.El dolor se convierte en un ardor insoportable que quema en mi pecho. Siento como si el suelo desapareciera bajo mis pies. Sin pensarlo dos veces, abro la puerta de la casa y me sorprendo cuando e
EmmaApenas ha amanecido, y yo ya estoy sentada frente al espejo de mi tocador, mirando mi reflejo como si tratara de encontrar a la persona que era antes. Mis manos temblorosas acarician las cicatrices en forma de pétalos que marcan mis muñecas. Pequeñas, apenas visibles, pero cada una me cuenta una historia que preferiría olvidar. Fueron hechos hace muchos años, cuando era solo una niña asustada. Jhon me salvó entonces. Lo conocí ese día, cuando pensé que mi vida terminaba. Él fue mi héroe... el hombre en el que confié ciegamente. El mismo hombre que anoche me dijo, sin piedad, que nunca me había amado.Las lágrimas luchan por salir, pero las detengo. No tengo tiempo para llorar. Mis ojos se detuvieron sobre los papeles del divorcio que redactaron anoche. Jhon dejó muy claro que nunca me dará el divorcio, pero no puedo, no concibo seguir viviendo bajo el mismo techo con alguien que me desprecia, que me ha utilizado todos estos años. Mi mano se desliza sobre la carpeta de do
EmmaNo sé quién es el recién llegado, pero lo que sí puedo notar es el impacto que su presencia tiene en mi esposo.El hombre ha entrado en la oficina junto con otro más y ambos se ven imponentes y muy, muy serios.Jhon retrocede de inmediato, palideciendo. Me giro lentamente y mis ojos se encuentran con los del hombre que me ha salvado del golpe. Un extraño, pero hay algo en él, algo peligroso ya la vez... familiar.—Señor White —dice Jhon, tratando de recomponerse—. Damian, qué pena que haya tenido que presenciar esto. No es lo que parece.Damián White… Digo en mi mente viendo de reojo al hombre. Su mano se retira suavemente de mi cabeza mientras avanza un paso hacia Jhon, con una sonrisa ladeada y una calma peligrosa.—¿De verdad? —dice Damián—. ¿Y quién es la mujer embarazada que está en sus brazos? ¿Es ella la señora Blackthorne?La sola mención de la amante me hace sentir humillada a niveles inimaginables. Sin embargo esta se recompone y, se apresura a hablar.—Mi nombre es Sof
DamianEstoy encerrado. Las barras de hierro me rodean, frías y rugosas bajo mis dedos. El aire apesta a óxido, mis gritos rebotan en el metal y desaparecen en la oscuridad. “¡Ayuda!” grito, una y otra vez. No hay respuesta, solo risas. Unas carcajadas huecas y crueles que vienen de las sombras. Y entonces, la veo... Mi madre. La lanzan como un muñeco roto dentro de la misma jaula. La sangre cubre su rostro. “¡Mamá!” grito, y las lágrimas queman mis ojos.Justo en ese momento me despierto sintiendo el cuerpo sudoroso y pegajoso, mientras mi respiración se agita al punto que me cuesta respirar. Cierro los ojos por un segundo y me repito una y otra vez que ya no estoy ahí, he salido. Veinte años, ese es el tiempo que ha pasado desde que me fui de Chicago. De mi país, luego que mi vida cambiara para siempre, y me arrebataran a la persona que más amaba en el mundo.La única razón por la que estoy vivo es por venganza.Solo venganza… *****—Club de Élite, la chica está comiendo con los
Damien—¿Por qué estás aquí, Emma y con… ¿Señor White, qué está pasando?Levanto la vista y me encuentro con Jhon, el nuevo “socio” observándonos con una expresión que trata de mantener neutral pero sin éxito alguno.Puedo ver la sorpresa, la rabia y la sospecha brillando en sus iris. Lo cierto es que el encuentro lejos de molestarme solo hace más interesante el asunto. Noto que el imbécil parece enojado aunque intenta aparentar calma, sus ojos destellan con una sombra de celos y algo más que no logra ocultar del todo.Emma se aleja de mí, muy seguro lista para dar sus explicaciones, pero quiero alargar un poco más la diversión, asi que me adelanto.—Oh Jhon, hoy parece el día de las casualidades.—digo y tiendo una mano hacia él para saludarlo y este la toma con cautela— Me han recomendado el club y me vine al salir de la reunión para almorzar y me encontré con su esposa, ella me ha estado mostrando un poco del lugar —respondo con despreocupación, y una fingida camaraderia que no sien
Emma“Vete a casa Emma” “Hay mucho que hacer en casa, Emma” Las palabras de Jhon se repiten en mi mente a tiempo que la rabia y la decepción queman con fuerza en mi interior. He estado viviendo una mentira. Todo lo que creí que era real, la poca paz que pensaba que podía tener en mi vida, nada ha sido verdad.Y es tal vez esa misma rabia la que hace que, al subir al auto no me encamine hacia la casa como me ha ordenado Jhon, sino que por el contrario me coloque rumbo hacia la única persona que puede darme algo de consuelo y claridad en estos momentos: Melissa.Mi mejor amiga.Al entrar su edificio, el vigilante, señor Juan, me sonríe amablemente, como siempre.—Niña Emma, cuando tiempo sin verla, la señorita Melissa está arriba. Pase, usted ya sabe que tiene pase libre.Le devuelvo la sonrisa, aunque me cuesta mantenerla en mi rostro.—Gracias, señor Juan.Subo en el ascensor sintiendo que el peso de todo lo que ha pasado se hace cada vez más insoportable. La verdad es que estoy aterr