Holaaaa mis cariñitos, tarde pero aquí les dejo el segundo! besooos
DAMIANLa luz grisácea del amanecer se cuela por las enormes ventanas del penthouse, pero a mí no me dice nada. Estoy aquí, sentado en la penumbra, con una copa de whisky que no he probado en horas. Todo parece una m*****a broma de mal gusto, como si el universo quisiera darme un último golpe antes de hundirme por completo.Emma está muerta.La botella de whisky está medio vacía sobre la mesa, y mi cabeza da vueltas mientras intento recordar la última vez que me sentí tan miserable. ¿Fue cuando mi madre murió? ¿O cuando decidió ser un hombre hecho solo de venganza?Ahora, sin embargo, todo parece más oscuro, más vacío.La voz de Melissa retumba en mi cabeza, como si fuera un eco de una pesadilla: "Damian, ya no está. Emma... Emma ha muerto". Cada palabra fue un puñal directo al pecho, y desde entonces, la realidad se ha convertido en un infierno.La copa tiembla en mi mano antes de que la lleve a mis labios. El líquido me quema la garganta, pero no lo suficiente como para borrar el do
DAMIANEl aire en el cementerio es pesado, cargado con la falsa solemnidad de quienes no sienten nada. Camino hacia la pequeña multitud reunida alrededor del ataque de Emma, y cada paso que doy aumenta mi asco. Qué espectáculo patético.El aire huele a humedad y césped recién cortado. Si no estuviera en este cementerio lleno de hipócritas, podría decir que es un día perfecto. Pero lo único que siento mientras camino hacia la ceremonia de Emma es asco.El camino está flanqueado por filas de árboles, sus sombras proyectándose sobre los rostros de los asistentes. La mayoría no conocía a Emma, pero ahí están, vestidos de negro, finciendo lágrimas. Justo frente al ataúd, destacando entre todos, están ellos: los Williams.Los Williams están al frente, sollozando como si realmente hubieran perdido algo. Leonord se lleva un pañuelo de encaje blanco a los ojos, finciendo secarse lágrimas que nunca han existido. Y ahí está Jhon, con su cara de hipócrita, rodeado de cámaras y periodistas qu
EmmaObservar mi propio entierro debería ser suficiente para reafirmar todo lo que ya sé. Estoy muerta para el mundo, o al menos para aquellos que me rodeaban.Sin embargo, no puedo evitar sentir un torbellino de emociones cada vez que mi mirada se cruza con Damian, aunque sea desde las sombras.Beatriz está a mi lado, en el auto que hemos aparcado a una distancia prudente del cementerio. Me he negado a quedarme en la cabaña. Necesito verlo, necesito confirmar si su reacción al perderme es genuina o simplemente otra máscara en su interminable juego de manipulaciones.—Es un riesgo muy grande, niña Emma —me había advertido Beatriz mientras nos preparábamos para salir.—Lo sé —le respondí—. Pero necesito verlo. Necesito... saber.Y ahora, aquí estoy, viendo a Damian enfrentarse a mi familia adoptiva, llamándolos hipócritas, exponiendo sus mentiras. Parte de mí quiere creer que todo lo que dice es real, que su furia por mi pérdida proviene de un lugar sincero. Pero otra parte, la que ha s
EmmaMi corazón está a mil por hora. No sé si es nerviosismo, miedo o una extraña mezcla de ambas cosas lo que me recorre mientras me siento en la pequeña sala de la cabaña, esperando.He estado caminando de un lad a otro ya ya tenía mareados a todos, en especial a Melissa que me está viendo con recelo desde la silla de enfrente.Ella está un poco recelosa, con todo lo ocurrido no confía en que mi hermano no vaya a lastimarme, yo estoy más inclinada hacia la curiosidad. Saber si se parecerá a mi.Si tendrá algún recuerdo de mi padré....El día está nublado, y una ligera brisa hace que las ramas de los árboles golpeen la ventana. El sonido debería ser relajante, pero solo aumenta mi ansiedad. Este encuentro... este momento... podría cambiarlo todo.—Niña, tranquila —dice Beatriz, colocándome una mano en el hombro—. Tu hermano también está emocionado por verte. No tienes nada que temer.¿Emocionada? Claro que lo está, él sabía de mpi, me estaba buscando. Pero yo... yo ni siquiera sé cómo
EMMACamino de un lado a otro en la habitación, con los brazos cruzados sobre el pecho y el corazón latiéndome tan fuerte que podría jurar que Melissa también lo escucha. El suelo de madera cruje bajo mis pies, y las paredes de esta cabaña, tan acogedoras hace unos días, ahora parecen demasiado estrechas. Siento como si el aire no fuera suficiente para calmar el remolino de pensamientos que me atraviesan.¿Qué estoy haciendo? Me detengo frente a la ventana y apoyo la frente en el vidrio frío. El bosque que rodea la casa parece tranquilo, como si el mundo estuviera perfectamente en calma, pero en mi interior solo hay caos. Todo este tiempo, luego de esa tortura que viví en mi matrimonio, he estado convencida de que tener un bebé era algo que jamás podría pasarme. No después de lo que Jhon me hizo.—Emma, deja de caminar como loca —dice Melissa desde su lugar en la cama, con una mezcla de exasperación y preocupación en la voz—. Vas a desgastar el suelo antes de que veamos el resultad
DAMIANLas luces del penthouse están apagadas, salvo por el parpadeo intermitente del televisor que apenas ilumina el lugar. Una botella medio vacía de whisky reposa en la mesa del centro, junto a varios informes de la policía que ya he leído tantas veces que podría recitarlos de memoria. Pero sigo repasándolos, una y otra vez, como si al leerlos una vez más pudiera descubrir algo que nadie más ha visto.El accidente. Las llamas. Emma.Aprieto los dientes mientras mis dedos tamborilean contra el borde del vaso de cristal que tengo en la mano. Todo parece un maldito rompecabezas sin solución. ¿Cómo es posible que no haya quedado nada? Ni un cuerpo, ni una pista concluyente. Solo un anillo manchado de sangre.Mi mirada se desliza hacia el pequeño objeto que ahora descansa sobre la mesa. El anillo. Ese maldito anillo. Un simple regalo, un detalle insignificante que le di sin pensar mucho, y ahora… ahora es todo lo que me queda de ella.Mis pensamientos son interrumpidos por el sonido de
Emma—Cinco años, Emma. Cinco largos años y aún no has podido darme un nieto. ¿Sabes lo que eso dice de ti?Las palabras de mi suegra, esa mujer altiva. Ícono temible y envidiable de la sociedad, caen sobre mí como cuchillos afilados haciéndome sentir diminuta.. Siento que mi cuerpo se tambalea de puro agotamiento, pero no solo físico. Es como si cada palabra que sale de su boca tuviera la intención de aplastarme.—Lo… Lo lamento, no me encuentro bien… —respondo con la voz algo apagada. Ahora sólo quiero irme. Quiero encerrarme y simplemente olvidar por un momento cómo mi matrimonio parece estar en la cuerda floja.De solo pensarlo siento que no puedo respirar, pero mi suegra se interpone en mi camino, sus ojos encendidos en cólera.—No te encuentras bien, nunca te encuentras bien —dice con el tono de crítica que es imposible de ignorar—. Si ni siquiera puedes tener un hijo, ¿qué sentido tiene que mi hijo se case contigo? Le estás robando su oportunidad de tener un heredero, realmen
Emma ¿Anticonceptivos? ¿He estado tomando anticonceptivos? El shock me golpea con tanta fuerza que me cuesta respirar. Mis ojos se agrandan, y las palabras parecen no tener sentido.—Doctor, debe estar equivocado. Estas… estas son las pastillas que llevo años tomando para mi aflicción, no pueden ser otra cosa y cada vez que se me acaban, mi esposo va y…-De repente mi cerebro hormiguea por un momento, sí, mi esposo…. Cada vez que se me acababa la medicación, Jhon me la compra nuevamente y la pone en el botiquín.No, no lo creo.Algo me vino de repente y arrebaté los dos frascos de pastillas de la mano del médico y me los eché en la palma de la mano.Es todo blanco, pero hay una sutil diferencia.—No... no puede ser —susurro, las lágrimas empiezan a acumularse en mis ojos otra vez.Nunca lo había notado, nunca había dudado de él porque lo amaba con toda mi alma y mi corazón, pero ¿por qué?—Emma, debo ser honesto contigo. Esos son anticonceptivos y no cualquiera, son una fórmula que