Segundo mis cariñitos!!
EMMAEl viento sopla con fuerza esta noche, y las ramas de los árboles golpean contra las ventanas de la cabaña, creando un ritmo inquietante que parece reflejar la ansiedad que llevo dentro. Estoy sentada en la cama, rodeada de papeles y notas. Mi vientre, ya prominente, es un recordatorio constante de la vida que crece dentro de mí y del propósito que me he forjado en estos meses.Es extraño cómo cambia la percepción del tiempo cuando estás en las sombras. Todo tiene un precio, incluso la venganza.Beatriz entra a la habitación con una bandeja en las manos, cargada con té de hierbas y unas galletas.—No has comido nada desde esta mañana, niña. El bebé necesita fuerza —dice mientras deja la bandeja en la mesita junto a la cama.Le sonrío con cansancio, acariciando mi vientre casi por instinto.—Gracias, Bea. Eres mi salvavidas en estos días —respondo con sinceridad.—No es nada, pero deberías descansar. Te estás matando con tanto plan y tanta estrategia.Asiento, pero ambas sabemos q
LeonordLa noche está más oscura de lo normal, pero dentro de la mansión, todo brilla. Los candelabros antiguos lanzan destellos dorados sobre las paredes forradas de terciopelo, y el aroma de cera y madera encerada impregna el aire. Debería sentirme a gusto aquí, rodeada de lujo y elegancia, esto siempre ha sido todo lo que he querido y me he esforzardo por mantenerlo, peroen tan solo medio año todo se vino abajo.Nunca pensé que esa mocosa inutil fuera a voltearse en mi contra. Y es que si ella no hubiese sido nuestro boleto dorado para la vida que queriamos, nunca la habría acogido. Le hubiese dado el mismo destino que a sus padres. Pero ella fue un mal necesario, pensaba que la tenía dominada, pero ahora ha puesto mi mundo de lujos y paz de cabeza.No puedo ignorar el peso del estrés que parece apretar mi pecho más con cada día que pasa.Estoy en la sala principal, sentada en el gran sillón de cuero que Esteban, mi esposo, insistió en comprar hace años. Frente a mí, sobre la me
DAMIÁNEl aire de Londres tiene algo que lo hace distinto. Tal vez sea la humedad que se siente en cada respiro o el olor a asfalto mojado que parece impregnar cada rincón.Mi oficina aquí tiene una ventana que da hacia el Támesis, pero en este momento, la vista no me importa. Todo lo que puedo hacer es observar las cifras en mi escritorio y sentir cómo la ira crece en mi interior.La empresa automovilística que construí desde cero se tambalea. Mis empleados están tensos, y lo entiendo. Desde mi llegada cuatro meses, me he vuelto irascible, explosivo, y aunque trato de contenerme, no siempre lo logro.—Señor White, aquí están los reportes actualizados —dice mi asistente al entrar en la oficina, interrumpiendo mis pensamientos.Asiento sin mirarla, tomando los papeles con más brusquedad de la necesaria. Ella duda por un momento antes de retirarse rápidamente. Mis empleados caminan alrededor mío como si estuvieran pisando vidrio. No los culpables; No soy un jefe fácil estos días.Paso un
EMMANo puedo dormir. La cama, que usualmente me brinda algo de consuelo, ahora se siente como un enemigo. Mi vientre pesa demasiado, mis pies están hinchados y la espalda me duele cada vez que intento moverme.Se supone que el embarazo tiene momentos mágicos, pero estoy a semanas de dar a luz y lo único mágico que siento ahora es el cansancio absoluto. Me giro una vez más, buscando una posición cómoda, cuando siento la patada insistente de mi pequeña.—Está bien, cariño, ya entendí —susurro, colocando una mano sobre mi barriga. El movimiento se calma ligeramente, como si mi voz la reconfortara.El reloj marca las dos de la mañana, pero mis pensamientos no me dejan en paz. Melissa y mi hermano discutieron conmigo durante toda la cena. Ambos tienen opiniones encontradas sobre lo que debería hacer con respecto a Damian.Melissa cree que es momento de decirle la verdad. Según ella, el padre de mi hija tiene derecho a saber que existe. Mi hermano, en cambio, cree que no lo necesitamos y qu
EMMAHan pasado seis meses desde el día que mi vida cambió para siempre. La llegada de Luna, mi hija trajo luz a un mundo que había estado sumido en sombras y venganza.Ella ha sido la luz que ha guiado mi camino en medio del caos que es mi vida.Su risa, su olor a inocencia, han sido mi ancla en esta tormenta. Sin embargo, cada vez que miro sus ojos, esos oscuros e intensos que ha heredado de su padre, siento una punzada de culpa que no logro evitar.Damian no sabe de ella. No sabe que existe.Y esa es mi elección.Melissa no ha dejado de presionarme para que le diga la verdad, y eso ha tensado nuestra relación. Aún recuerdo nuestra última discusión, cuando con su habitual sinceridad, me enfrentó directamente.—Emma, ya basta. No se trata de ti, ni de lo que te hizo Damian. Se trata de ella, de tu hija. Tiene derecho a saber quién es su padre —dijo con frustración, señalando la cuna donde dormía mi pequeña.— ¿Y qué harías tú, Mel? ¿Le dirías a un hombre que destruyó tu confianza, que
DAMIÁNHan pasado casi un año desde que dejé este lugar. Mis ojos recorrren las calles de Chicago mientras bajo del auto para entrar al tribunal en donde finalmente los Williams van a pagar por lo que han hecho.Es increíble que después de todo no haya sido yo quién ayudó a Emma... quién hizo pagar a los malos. Emma... solo pensar en ella hace que todo mi mundo se ponga gris.Once meses desde que Emma murió, o al menos desde que me dijeron que había muerto. Once meses en los que cada día sentía como si estuviera caminando a ciegas, con las manos extendidas, buscando algo, alguien... ella.Y ahora estoy de regreso, porque los Williams están enfrentando la justicia. Porque Melissa está haciendo lo que yo debería haber hecho. Pero, sobre todo, porque algo no me deja quedarme lejos.Hay un vacío que no se llena, y aunque me obligué a alejarme para enfocarme en Inglaterra, nunca dejé de pensar en lo que dejé atrás.Mis pasos resuenan en el mármol del tribunal. Todo aquí huele a formalidad
EMMALa brisa fresca entra por la ventana abierta de la cabaña mientras camino de un lado a otro, con la mente a mil por hora. No puedo quedarme quieta. Mis pasos resuenan contra el suelo de madera, acompasados por el leve crujido que parece acompañar mis pensamientos caóticos que se resumen a una soa persona:Damian White. O debería decir mejor Damian Blackthorne.Sea como sea, Damian está de regreso. El simple hecho de pensar en él, de saber que está aquí, tan cerca, me hace sentir como si el aire me faltara.Creía que lo había superado. Creía que todos estos meses de estar lejos, de reconstruirme, habían sido suficientes para cerrar esa parte de mi vida y aprender a odiarlo, a odiar lo que me hizo. Pero no. En cuanto lo vi entrar en esa sala, con su presencia imponente y esos ojos que parecían perforarlo todo, el corazón se me aceleró como si hubiera vuelto al pasado y aunque sigo sintiendo rabia, debo admitir que hay mucho más dentro de mi que solo rencor.—Emma, tranquilízate.
DamianEl aire en Chicago tiene un peso distinto, como si cada bocanada que tomo se impregnara de memorias y silencios no resueltos. Camino por las calles con el cuello del abrigo levantado, el frío mordiendo mi piel a través del paño grueso. Las luces de los postes parpadean, reflejándose en los charcos que salpican el pavimento. Todo parece tan ordinario, y a la vez, tan cargado de significado. Cada esquina me recuerda que aquí fue donde la perdí, donde me dijeron que Emma había muerto. Y, sin embargo, una parte de mí no lo cree.Mis pasos resuenan contra el concreto mientras avanzo hacia el apartamento, ese que hace un año estuve compartiendo con Emma, y es que aunque Alex me recomendó buscar otro lugar no acepté.Quiero tener claro por qué estoy aquí y como pienso hallar a todos los responsables de su muerte.Sin embargo, mi mente no está aquí, no del todo. Desde que vi a esa mujer en la sala del juicio, no he podido dejar de pensar en ella. La manera en que giró, el destello de