DamianEl aire en Chicago tiene un peso distinto, como si cada bocanada que tomo se impregnara de memorias y silencios no resueltos. Camino por las calles con el cuello del abrigo levantado, el frío mordiendo mi piel a través del paño grueso. Las luces de los postes parpadean, reflejándose en los charcos que salpican el pavimento. Todo parece tan ordinario, y a la vez, tan cargado de significado. Cada esquina me recuerda que aquí fue donde la perdí, donde me dijeron que Emma había muerto. Y, sin embargo, una parte de mí no lo cree.Mis pasos resuenan contra el concreto mientras avanzo hacia el apartamento, ese que hace un año estuve compartiendo con Emma, y es que aunque Alex me recomendó buscar otro lugar no acepté.Quiero tener claro por qué estoy aquí y como pienso hallar a todos los responsables de su muerte.Sin embargo, mi mente no está aquí, no del todo. Desde que vi a esa mujer en la sala del juicio, no he podido dejar de pensar en ella. La manera en que giró, el destello de
EmmaLa brisa entra por la ventana rota de la cabaña, llevando consigo un escalofrío que me recorre hasta los huesos. Luna duerme tranquila en el corral improvisado, con su osito de peluche aferrado a sus pequeñas manos. La observo desde el sillón desvencijado mientras Samuel da vueltas por la habitación, su tensión palpable en cada movimiento brusco que hace.—Pulga, esto ya no es seguro. Tenemos que movernos —dice, su voz cargada de preocupación mientras junta unas pocas pertenencias en una mochila vieja.Sus palabras me perforan como una daga. Llevo meses construyendo este refugio, creyendo que estaba lo suficientemente lejos de cualquier amenaza. Pero el sobre que llegó esta mañana lo ha cambiado todo. Aún está sobre la mesa, con su contenido esparcido: fotos de Luna tomadas desde la distancia, en el jardín trasero de la cabaña. La nota que las acompaña sigue clavada en mi mente: “Siempre supimos dónde estabas.”Mis manos tiemblan cuando me inclino para recoger las fotos. Cada i
EmmaLa noche es oscura, casi sofocante. Solo las sombras de los árboles proyectadas por la tenue luz de la luna iluminan el camino hacia el exterior de la cabaña. La brisa fría acaricia mi rostro, pero no calma el temblor en mis manos. Estoy de pie frente a Beatriz, que ha llegado corriendo desde la habitación contigua, alarmada por mis gritos.—¿Qué pasa, señorita Emma? ¿Qué ha ocurrido? —pregunta, su rostro pálido y los ojos grandes y asustados clavados en mí.Luna empieza a llorar en mis brazos, como si sintiera la tensión que llena el aire. Se la tiendo con cuidado a Beatriz, mis dedos apretados alrededor de la manta que la envuelve.—Cuida de ella, por favor. Si no regreso en cinco minutos, llama a Melissa o a la policía. ¡Hazlo! —ordeno, mi voz firme aunque mi corazón late descontrolado.Beatriz me mira confundida, temblando.—Pero... ¿qué está pasando? ¡No entiendo nada!—No tengo tiempo de explicarlo —replico, girando sobre mis talones. Mi mirada se fija en el atizador de la
DamianMe observo en el espejo del baño mientras ajusto el nudo de mi corbata. Mi reflejo parece un eco distante del hombre que fui hace un año. El traje negro está perfectamente ajustado, pero mis ojos oscuros delatan el cansancio que llevo cargando desde que Emma "murió". Respiro profundamente, dejando que el aire me llene los pulmones, tratando de calmar la inquietud que me provoca esta reunión inesperada.Melissa. Nunca imaginé que me llamaría, mucho menos para pedirme que nos viéramos. Sus palabras fueron escuetas, casi frías: "Tenemos que hablar, es sobre Emma". No dió más detalles, pero eso fue suficiente para captar mi atención. Aun así, no puedo evitar sentirme escéptico. Melissa no es alguien que haga nada sin una razón. Está ocultando algo, y hoy pienso averiguar qué.—Por amor a Dios, Damian, no vayas a desviarte del plan. Nada de perseguir personas ni llamar a mujeres por el nombre de Emma —dice Alex desde la puerta del baño, su tono mezcla de exasperación y advertencia
El crujido de las ramas afuera de la cabaña me despierta. El aire aún está frío y pesado, y la penumbra del lugar me recuerda que aquí no hay amaneceres cálidos ni luz que alivie las sombras del pasado.Luna mi hermosa bebé de ojos grises como su padre, gorgojea desde su corral, sus pequeños pies pateando con energía mientras intenta alcanzar el osito que tiene al lado.Me inclino sobre ella y le acaricio el cabello suave, dejando que su risa despeje por un momento el peso en mi pecho.—Buenos días, mi cielo —susurro, tomando su manita mientras ella intenta agarrar mi dedo.Sus ojos brillan con una inocencia que me llena de fuerza. Es por ella que sigo luchando. Es por ella que no puedo permitirme dudar ni ceder al miedo.Aunque digo odiar a Damian, sé que eso no es del todo cierto. Él me dio a la personita que más amo en el mundo Sin saberlo me cumplió uno de mis mayores sueños: Formar mi propia familia. Icluso cuándo ya había perdido la esperanza. —Mami siempre va a amarte y recorda
DAMIANEl reloj en la pared marca las nueve de la noche, pero no siento el paso del tiempo. La habitación está sumida en una penumbra cálida, iluminada solo por la pantalla de mi computadora y la lámpara de escritorio.Mi despacho, lleno de mapas, papeles y una botella de whisky medio vacía, refleja el caos en mi mente. Han pasado dos semanas desde que encontré la primera pista sólida sobre Tomas, y aun así, estamos empezando de cero otra vez.Recorro con los ojos la información en la pantalla, tratando de encontrar algo, cualquier cosa que no hayamos visto antes. La bodega fue un golpe de suerte.Cuando Alex y yo enviamos a un equipo especializado a inspeccionarla, encontramos comida a medio consumir, ropa y otros rastros de vida.Tomas estuvo allí. Pero se fue antes de que pudiéramos atraparlo.Cada detalle indica que debió marcharse con prisa, pero no lo suficiente para dejar pistas claras sobre su próximo movimiento. Es frustrante.Dejo escapar un suspiro largo, masajeando mis sien
DAMIANEl aire en la habitación parece haberse vuelto más denso, cargado de tensión y odio. Miro a Tomas, incapaz de apartar los ojos de él mientras sus últimas palabras se repiten en mi mente.Cada fibra de mi ser arde con rabia contenida, pero también con una confusión que no logro disipar. ¿Está diciendo la verdad? ¿Realmente…?Mis pensamientos se enredan con recuerdos del pasado. Las noches de mi infancia, cuando creía que Tomas era el único que estaba de mi lado.Sus palabras siempre parecían ser la verdad absoluta, pero ahora, cada cosa que dijo se siente como una mentira meticulosamente construida.¿Cuánto de lo que soy le debo a su manipulación? Y lo peor de todo, ¿cuánto de lo que perdí también?Los recuerdos se acumulan en mi mente como una tormenta. Tomas llevándome de la mano cuando era un niño asustado, sus promesas de protegerme, su constante insistencia en que mi madre había sido traicionada.¿Cuánto de eso era real? Las palabras que usaba para consolarme ahora suenan hu
EMMAEl apartamento de Melissa está bañado por la suave luz de las lámparas que iluminan las paredes decoradas con colores neutros y elegantes. A pesar de las malas noticias y el caos que nos rodea, esta noche tenemos algo que celebrar. La victoria legal contra los Williams es un triunfo que marca el inicio de una nueva etapa. Pero mientras levanto mi copa de vino, mi mente sigue cargada de dudas y temores.Melissa está sentada frente a mí, con una sonrisa que parece forzada, aunque agradezco su intento de hacerme sentir mejor. Ella levanta su copa también y dice:—Por ti, Emma. Por la mujer que ha soportado tanto y que, a pesar de todo, está aquí lista para recuperar lo que es suyo.Sus palabras me llenan de una calidez que no esperaba. Me permito sonreír mientras nuestras copas chocan suavemente, el sonido resonando en el silencio del apartamento.—Gracias, Mel. Esto es tan tuyo como mío. Sin ti no habría logrado nada de esto.Ella niega con la cabeza, su cabello cayendo sobre sus