AYYYYYYYYYYYYYY MI POBRE EMMMAAAAAAAAAAAA!!!!! :(
DAMIAN20 AÑOS ATRÁS.Miedo. Eso es lo único que puedo sentir mientras intento respirar debajo de la lona que me han puesto sobre la cabeza.Se supone que el chofer que me puso papá me recogería en la escuela, que mamá iba a preparar hot cakes en casa hoy para mi, al ser mi cumpleaños número 10, sin embargo todo parece estar convirtiéndose en una pesadilla y aunque intento ser fuerte, puedo sentir como todo el cuerpo me tiembla.El aire dentro de la lona está caliente y viciado. Respiro con dificultad, como si el miedo me estuviera estrangulando. El auto se detiene de golpe, y siento cómo me tiran del brazo, arrastrándome sin cuidado.— ¡Déjenme ir! ¡Por favor! —grito, pero mi voz suena pequeña, frágil.Los hombres solo se ríen.Cuando me quitan la lona, parpadeo ante la luz tenue. Estamos en un lugar oscuro y húmedo que apesta a algo podrido. Mi corazón tarde con fuerza cuando veo las gruesas barras metálicas de una jaula en el centro de la sala.Apenas puedo respirar y mi pecho
EMMANo se cuánto tiempo ha pasado desde que todo mi mundo termino de desfigurarse. ¿Tres, tal vez cuatro?Lo cierto es que no lo se, pues nada más salir del penthouse revisé cupanto dinero tenía ahorrado y me vine al primer hotel que pudiera pagar. Necesito estar sola.Mirando mi celular aagado a un lado decido que es momento de enfrentarme al mundo, asi que lo enciendo viendo como las notificaciones llegan una tras otra, hay al menos 25 llamadas de Melissa y unos 50 mensajes, Damian me ha dejado al menos diez mensajes y otras 10 llamadas. Incluso Rocko me ha escrito. Antes de que pueda revisar algo, mi celular suena con una llamada de Melissa y respirando hondo contesto.—¡DÓNDE DEMONIOS ESTÁS!?, —El grito de Melissa nose hace esperar y me siento terrible al saber que la he preocupado, pero no podpia enfrentarme a nadie. —Lamento haber dedaparecido, estoy bien, yo..—intento explicar pero ella me onterrumpe.—¿Lo lamentas? Joder fui al penthouse y Damian dice que te fuiste... al
EMMAEl cielo está tratado de tonos grises mientras conduce hacia la cabaña. Las nubes parecen pesar sobre mí, reflejando perfectamente el estado de mi mente.La voz de la mujer, Beatriz, resuena en mi cabeza con cada kilómetro que recorro."Fui tu nana antes de que tus padres murieran… tus verdaderos padres."¿Cómo se supone que debo procesar algo así? ¿Es esto real o un juego de mentiras más elaborado en mi vida? No lo sé. Pero lo que sí sé es que necesito respuestas, y por eso estoy en esta carretera solitaria, dirigiéndome a la pequeña cafetería donde acordé encontrarla. No quería desviarme de mi lugar de destino, ni hablar con ella en la ciudad donde pudieran vernos.Mis dedos se aprietan con fuerza en el volante, intentando sofocar el temblor que recorre mi cuerpo. Mi corazón tarde rápido, un ritmo desbocado que no puedo controlar. Me repito una y otra vez que estoy a punto de obtener respuestas, pero el miedo al desconocido crece con cada kilómetro que dejo atrás.Entonces lo
DAMIANEl silencio del penthouse es insoportable. Desde que Emma se fue, siento como si cada rincón de este lugar me recordara su ausencia. Intento concentrarme en cualquier cosa, pero mi mente siempre regresa al mismo punto: ella. Mi pecho se siente como un agujero negro, vacío, consumiéndolo todo.He intentado llamarla, enviarle mensajes, incluso fui al hotel donde se quedó las primeras noches después de que se fuera, pero ya no está ahí. Cada intento fallido solo aumenta mi desesperación.Mientras camino de un lado a otro en la sala, Alex me observa en silencio desde la barra. Tiene esa mirada seria, calculadora, que odio porque sé que está a punto de decir algo que no quiero escuchar.Finalmente, rompe el silencio.—Odio tener que hacer esto, pero joder, Damian, te lo dije. —Su voz es firme, como un martillo que golpea mi paciencia—. Te dije que ibas a arrepentirte.Aprieto la mandíbula con tanta fuerza que casi duele. No necesito que me lo diga. Sé que la he arruinado, sé que todo
EmmaComienzo a contar los segundos mientras mis ojos están fijos en la pequeña barra de la prueba de embarazo. La sostengo entre las manos temblorosas, mi corazón latiendo con fuerza en el pecho. —Por favor que sea positivo… Por favor.Siento una opresión en el estómago, una mezcla de esperanza y miedo. Con cada día que pasa siento que mi matrimonio se arruina más, mi suegra me ve como una incompetente y mis padres… ni siquiera puedo pensar en ellos ahora mismo. Los minutos parecen eternos, y cuando finalmente se completa el resultado, mi mundo se desploma.Una barra roja brillante.No estoy embarazada.Otra vez no. El dolor me golpea con una fuerza abrumadora, como una ola que me arrastra al fondo de un océano oscuro. Siento que la habitación se vuelve pequeña, que el aire empieza a faltar, y en mi pecho una presión familiar comienza a crecer. No puedo respirar bien, es como si algo me aprisionara los pulmones. Me doblo ligeramente, tratando de inhalar profundamente, pero el oxíg
EmmaRegresar a la casa se siente como una tortura. Una parte de mí no ve la hora de enfrentar a Jhon y la otra simplemente quiero esconderse y rezar porque todo esto sea una pesadilla. Que no sea real.Es que aún sigo sin poder creer que el hombre con que me casé pueda ser capaz de esto. Pues aunque una brecha se ha abierto entre los dos, siempre creí que era porque yo no quedaba en estado, pues los primeros dos años fueron diferentes.Él era un esposo amoroso, atento, el hombre que me enamoraba desde niña, y con quien siempre soñé formar una familia. Pero el tiempo lo ha transformado en alguien distante, casi un extraño. Rara vez está en casa, y cuando lo está, no parece querer verme. La intimidad entre nosotros es casi inexistente, como si el deseo se hubiera extinguido por completo.El dolor se convierte en un ardor insoportable que quema en mi pecho. Siento como si el suelo desapareciera bajo mis pies. Sin pensarlo dos veces, abro la puerta de la casa y me sorprendo cuando e
EmmaApenas ha amanecido, y yo ya estoy sentada frente al espejo de mi tocador, mirando mi reflejo como si tratara de encontrar a la persona que era antes. Mis manos temblorosas acarician las cicatrices en forma de pétalos que marcan mis muñecas. Pequeñas, apenas visibles, pero cada una me cuenta una historia que preferiría olvidar. Fueron hechos hace muchos años, cuando era solo una niña asustada. Jhon me salvó entonces. Lo conocí ese día, cuando pensé que mi vida terminaba. Él fue mi héroe... el hombre en el que confié ciegamente. El mismo hombre que anoche me dijo, sin piedad, que nunca me había amado.Las lágrimas luchan por salir, pero las detengo. No tengo tiempo para llorar. Mis ojos se detuvieron sobre los papeles del divorcio que redactaron anoche. Jhon dejó muy claro que nunca me dará el divorcio, pero no puedo, no concibo seguir viviendo bajo el mismo techo con alguien que me desprecia, que me ha utilizado todos estos años. Mi mano se desliza sobre la carpeta de do
EmmaNo sé quién es el recién llegado, pero lo que sí puedo notar es el impacto que su presencia tiene en mi esposo.El hombre ha entrado en la oficina junto con otro más y ambos se ven imponentes y muy, muy serios.Jhon retrocede de inmediato, palideciendo. Me giro lentamente y mis ojos se encuentran con los del hombre que me ha salvado del golpe. Un extraño, pero hay algo en él, algo peligroso ya la vez... familiar.—Señor White —dice Jhon, tratando de recomponerse—. Damian, qué pena que haya tenido que presenciar esto. No es lo que parece.Damián White… Digo en mi mente viendo de reojo al hombre. Su mano se retira suavemente de mi cabeza mientras avanza un paso hacia Jhon, con una sonrisa ladeada y una calma peligrosa.—¿De verdad? —dice Damián—. ¿Y quién es la mujer embarazada que está en sus brazos? ¿Es ella la señora Blackthorne?La sola mención de la amante me hace sentir humillada a niveles inimaginables. Sin embargo esta se recompone y, se apresura a hablar.—Mi nombre es Sof