Narrador:
Victoria había salido de la ONG casi corriendo, luego de liberarse de Franco. Y llegó a la plaza, se sentó en la banca de Marta.– ¡Qué bueno que te encuentro! – dijo Pablo con un poco de ansiedad mientras se sentaba a su lado – tenía la esperanza de que estuvieras aquí.– Hola, ¿qué tal? –– Hoy fuiste en busca de ayuda y en lugar de eso saliste corriendo por el niño idiota– No le des importancia, pensaba volver mañana –– Por cierto soy Pablo – le estiró la mano– Victoria, mucho gusto – se la tomó– ¿Dime que te llevó a ir?– Necesito un trabajo, mira me fui de casa con lo puesto, conseguí por ahora donde vivir, pero necesito trabajar. Recorrí todos los negocios pero ninguno quiso tomarme – ¿Tienes alguna pretensión, sabes hacer algo? – No, cero pretensión y no se hacer mucho, pero tengo voluntad– Ok, mañana hablare con alguien y veré que te consigo – le sonrió amablemente - ¿Tienes dinero para comer hoy?, puedo darte algo – No te preocupes, Pablo, estoy bien. Tu consígueme un trabajo y te lo agradeceré mucho – Bien – metió su mano en el bolsillo y sacó un teléfono móvil – toma, no es muy sofisticado, pero cumple su función, tiene algo de saldo, en la memoria está mi numero por si necesitas algo.– Gracias, Pablo, te lo devolveré en breve – Confío en que sí, ahora debo hacer mi ronda. Que pases bien Victoria, cuando tenga alguna novedad te llamaré Ambos jóvenes, luego de despedirse, se separaron y tomaron cada uno rumbo a su destino.Antes de abrir el gigantesco portón, Victoria se cercioró que nadie la viera. No quería invitados inesperados ni que alguien llamaraa la policía. Entró algo más de leña y encendió la estufa del dormitorio, como la noche anterior.Luego de comer algo se tiró sobre la cama.No pudo quitase a ese hombre de la cabeza. Franco, que nombre tan hermoso, como él, le pegaba de maravilla.Pasaron un par de días Victoria seguía recorriendo locales en busca de trabajo, pero sin éxito. Ya estaba empezando a desesperarse cuando el móvil le sonó.– Victoria, te conseguí un trabajo, es de medio tiempo, pero para comenzar te servirá – Pablo, ¡qué bueno!– Es en la cafetería frente a la plaza, ve y habla con Lucero, te estará esperando– Voy volando La joven se dio un baño, para ir lo más aseada posible, y se cambió de ropa, es que había encontrado algo de ropa en los armarios de la casa.– Hola, busco a Lucero, soy Victoria – del fondo se acercó una chica– Hola Victoria, soy Lucero, Pablo me dijo que vendrías. Ven, te mostraré de que se trata el trabajo Victoria y Lucero hablaron por largo rato y se pusieron de acuerdo, así que la joven empezó a trabajar en ese mismo momento. Lucero sabiendo la situación de todos los jóvenes que provenían de Pablo, le pagó el día al terminar.– Victoria, esta semana te pagaré al final de cada día, para que tengas con que manejarte, luego la paga será semanal.– Me parece perfecto y te lo agradezco mucho.Los siguientes días pasaron más rápido de lo acostumbrado para ella, ahora tenía un motivo en su vida. El trabajo le gustaba, era agradable con la gente y la gente lo era con ella, hacía buenas propinas. Pronto, Lucero le ofreció el horario completo y lo aceptó.Una tarde, a la hora de la merienda, Lucero entró en la despensa, donde Victoria estaba acomodando algunas cosas que habían llegado.– Vic, necesito que me ayudes ya. Vinieron unos ejecutivos a merendar, están en el privado y yo no puedo atenderlos, ¿puedes ir?– ¡Claro que sí!, voy de inmediato –Victoria pasó por el baño a lavarse la cara y arreglarse el cabello, el cual ató con una coleta muy alta y tirante. Sabía que si daba una buena primera impresión, la propina era segura.Se dirigió al salón privado e ingresó– Buenas tardes caballeros, bienvenidos, mi nombre es Victoria y seré su mesera esta tarde –Eran unos 10 o 12 ejecutivos, se veían muy importantes, todos metidos en sus costosos trajes. Ella rodeó la mesa entregando a cada uno la carta para que hicieran sus pedidos. Una vez que terminó la ronda, comenzó nuevamente con su libreta en la mano para tomar nota. Casi ninguno había levantado la vista para mirarla, solo se dignaban a estirar la mano y coger la carta que les ofrecía. Pero a la hora de tomarles el pedido, la cosa cambió. Cada uno de ellos la miraba mientras le encargaba lo que quería. Al acercarse al último, sucorazón se detuvo, pues el caballero allí sentado levantó la vista y clavó sus azules ojos en los de ella. Su respiración se agitó, era Franco, el mismísimo señor perfecto. El sacudió su cabeza, incrédulo de lo que veía. A ella le tembló la mano. Observó que todos sus acompañantes estaban absortos en sus conversaciones sin prestarle ninguna atención. Y casi en un susurro le dijo:– ¿Cómo dijiste que te llamabas? – no iba a dejar pasar la oportunidad de saber, al menos, su nombre.– Victoria, señor – la voz era entrecortada.– Puedes llamarme Franco –– Como guste, seño…Franco – le sonrió con una mueca – ¿que desea?– A ti – rozó con su mano la pierna de Victoria, cosa que la incomodó– Pues no soy parte del menú – dijo dando un paso hacia atrás– Tendrías que serlo, eres una criatura exquisita – ella se sonrojó– Me está incomodando –– Disculpa, no es mi intención – le regaló una sonrisa – tráeme un café negro, sin azúcar –– De comer, ¿va a querer algo?– Tráeme lo que quieras –Se dio vuelta y se incorporó a la conversación que estaban teniendo sus colegas. Victoria se retiró algo ofuscada, ¿Qué había sido ese derroche de testosterona?, ¿quién se creía que era para tratarla así, como si pudiera comprarla? Mientras en la cocina preparaban los pedidos, ella fue al baño a lavarse la cara y tratar de bajar su molestia. Fue llevando de a poco los pedidos a la mesa y al llegar al de Franco, habló con Lucero– ¿Podrías llevar por mí, el último pedido?, es que me siento mal y necesito ir al baño – Lucero accedió– ¿Dónde está Victoria?– No se sentía bien, por eso lo atiendo yo, disculpe la molestia –– Espero que no sea nada malo – metió su mano en el bolsillo y sacó una tarjeta - ¿me harías el favor de darle esta tarjeta ypedirle que me llame, es que va a un grupo con mi hermano y necesito preguntarle algo –– ¡Sí, por supuesto, se la daré!Ella se mantuvo en el baño hasta que abandonaron la cafetería.– ¿Estás mejor, Victoria?– Si gracias, ya estoy bien– Me alegro, el hombre guapo de la punta me dejó una tarjeta para que lo llames, me dijo que conocías a su hermano de un grupo o algo así, y quería hacerte una pregunta– Gracias, Lucero –Victoria tomó la tarjeta y la guardó muy bien, pero sin mirarla. Ayudó a los chicos con la limpieza del local y se marchó a “su casa”. Repitió el ritual de encender la chimenea y llevarse algo de comer a la cama, pero esta vez era algo llevado de la cafetería. Una vez en la cama tomó la tarjeta que le había dado Lucero.De Angelis Cía. S.A.Dr. Franco De AngelisPresidenteMóvil 598 099 633 4273Olió la tarjeta, tenía su perfume, su adorable perfume. Se la llevó al pecho y la recostó a él. Era un hombre hermoso, casi un Dios griego. Pero muy presumido, ¿qué se había pensado? ¡Qué atrevimiento! tocar su pierna e insinuar que podía comprarla de la forma en que lo hizo. Era muy altanero y se creía que podía llevarse a todo el mundo por delante.Al día siguiente había quedado de ir por la ONG a darle una mano a Pablo con la pintura del salón, pero tuvo miedo de encontrarse con él.– Hola, Victoria, buenos días –– Hola, Pablo, espero que no te enojes conmigo, pero no me siento bien y no podré ir hoy a ayudarte.– ¡Uh, que pena que te sientas mal!, no te preocupes, uno de los chicos y su hermano se ofrecieron a ayudarme. ¿Recuerdas al que trajeron a rastras?– Lo recuerdo perfectamente– Bueno, ellos. Así que tu tranquila y mejórate pronto, si necesitas cualquier cosa me llamas– Gracias, Pablo, y me alegro que tengas ayuda –No podía creerlo, estaba en lo cierto, había ido a la ONG a ver si la encontraba. Se sentía satisfecha de haberlo evitado. Era muy atractivo y le hacía tener sueños húmedos, pero era muy irritante.Por los siguientes días había logrado escabullirse evitando encontrarse con él. Se había hecho un cliente habitual del café, pero ella estaba segura que no era por la buena mercadería sino para poder acosarla.Narrador:Los días fueron pasando y Franco había dejado de ir al local. Eso era señal de su rendición.Era el día libre de Victoria, por lo que había aprovechado para dormir un rato más. El sol entraba por la ventana, era un día por demás hermoso. Se puso en pie y, luego de higienizarse, se dirigió a la cocina para prepararse el desayuno. Cuando bajó las escaleras y entró, quedó paralizada. Su corazón se escapaba del pecho.– ¿Qué demonios haces aquí, Franco?Franco la miró y no daba crédito a lo que veía. En el umbral de la puerta de la cocina, se encontraba Victoria, vestida solo por una sudadera que apenas le cubría las nalgas, descalza y su rubio cabello despeinado. Era hermosa, le quitó el aliento– ¿yo?, tú, ¿qué haces aqu&iacut
Franco:¡No puedo creerlo!, hace días estoy tratando en verla, hasta fui a pintar la estúpida ONG para ver si estaba allí y nada. Ya ofuscado por todo voy a relajarme a la casa del pueblo y me la encuentro allí viviendo. Verla parada en la cocina solo con una sudadera puesta y su pelo revuelto, fue lo máximo. Mi cuerpo reaccionó por completo, espero no haya notado que se me abultaba la entrepierna, hubiera sido muy humillante. Esa chica despierta en mi los más bajos instintos y los más dulces al mismo tiempo. Quisiera arrancarle la ropa y poseerla a lo salvaje, pero también protegerla, cuidarla, mimarla. Me gustó pasear con ella por los jardines y planificar un futuro. Pero ya es hora de volver a la realidad. Así que entré en el gran comedor de casa, allí estaba mi abuela con toda su omnipotencia y mi hermano con toda su indiferencia.
Narrador:Victoria había pasado el día perturbada no solo por lo que había hecho en su cama, pensando en él, sino por la cena que se avecinaba. Al terminar su turno corrió a la casa con la esperanza de llegar antes que Franco. Pero no tuvo esa suerte, ni bien pasó el pesado portón se encontró con su coche en la entrada. Una vez que estuvo dentro de la casa se dirigió a la cocina. Allí estaba él cocinando. Se paró en el umbral y lo observó por unos minutos. Se había quitado el saco y la corbata, pero mantenía el pantalón de vestir y la camisa blanca algo ajustada a su cuerpo.– Hola – murmuró– Hola – respondió él con una enorme sonrisa – espero tengas hambre, he preparado una pasta con mi salsa secreta, espero te guste –– Seguro que sí, pero antes me gustaría darme un baño, si no te molesta, claro. Es que el día ha sido por demás largo y estoy cansada –– Por supuesto, yo voy poniendo la mesa – levantó la vista y la desnudó con la mir
Narrador:Luego de colgar con Victoria, Franco se arrepintió de la llamada, estaba seguro de que la había inquietado a tal punto que la joven no sería capaz de pegar un ojo en toda la noche y él tampoco. Así que tomó su coche y condujo de regreso hasta donde estaba ella. Al llegar, simplemente entró. La encontró en la cocina preparándose un té– Franco, estaba segura de que vendrías, te preparé café – Franco suspiró– Gracias y, por lo que más quieras, no me odies– Sigues asustándome, ya dime lo que viniste a decirmeTomó la taza de café que Victoria le ofrecía y se sentó en uno de los taburetes.– No sé ni cómo empezar– Prueba por el principio– No es tan fácil– Inténtalo– Bien
Victoria:No puedo creer lo que me ha propuesto Franco y mucho menos que lo haya aceptado. Siendo sincera no fue solo por el dinero que lo hago. Creo que me siento muy sola, y esta es una manera de tener una familia, aunque sea alquilada.– Bien, quería comprobar que no te molesta mi cercanía¿Cómo podría molestarme su cercanía?, me estaba abrazando el hombre por el que cualquier mujer pagaría y a mí me pagarán por hacerlo. Él era perfecto, pero yo no podía perder el foco, era un trabajo, tenía que aceptarlo como tal y hacerlo lo mejor posible. Morí de vergüenza en el estudio con el abogado, sentí que me vendía y cuando dijo “Victoria Avalos, de ahora en más nombrada como La Novia Alquilada…”, quise que la tierra me tragara. Sentí que me vendía literalmente. Aunque estar con Franco
Narrador:El resto del día Victoria había sido una autómata, obedeciendo sin ninguna objeción lo indicado por Franco. Solo le retumbaban las palabras anteriormente dichas por él “Te prometí que voy a respetarte y haré hasta lo imposible por cumplirlo, pero tienes que saber que me muero por besarte”Estuvieron en el banco para abrirle una cuenta que ella manejara y le hizo el primer depósito según lo acordado, también tramitaron una tarjeta de crédito para esa cuenta y derivados de las tarjetas de Franco, para que ella se manejara con el dinero del joven y no con el propio.Desfiló durante horas con diferentes vestidos y zapatos. El eligió cuidadosamente cada uno de ellos. Ella solo obedeció. Casi no habló en todo el día.Llegaron a la casa a prepararse para la cena con la matriarca de la familia.Victor
Franco:¡Por Dios!, esa mujer me vuelve loco. Es por demás hermosa, fresca y en suma inteligente. ¡Maldita la hora que firmé un papel que dice que no puedo tocarla! Ahora mismo la hubiera tirado sobre la cama para pasarle las manos por todo ese hermoso cuerpo, y mis labios por toda su piel, por las partes que conozco y he visto, pero sobre todo por las que aún me oculta. Si supiera las veces que ha sido mía. La veces que en mi mente y en mis sueños le he hecho el amor de mil y una forma, de maneras que jamás he tenido sexo con nadie. Ella no tiene idea de que suda sensualidad y me pone de cabeza. Y ahora se viene para la mansión, ya no puedo elegir cuando verla, sino que la veré todo el tiempo y no puedo ignorarla o todo el plan se viene a pique.Traté de no seguir pensando es eso y le llevé la sudadera o no tendría que ponerse al salir de la ducha. Me
Narrador:La noche había pasado sin más sobresaltos. Franco se había levantado temprano a correr como todas las mañana. Victoria lo vio al asomarse a la ventana. Su corazón se agitó de tal forma que parecía que le saldrá del pecho. Temblaba de miedo, pues seguro Franco estaría muy enojado con ella por lo sucedido la noche anterior. Y, como si fuera una niña pequeña, se volvió a meter en la cama y se tapó hasta la cabeza.– Franco, querido, me encanta que podamos desayunar juntos, hace tanto no lo hacemos –– Abuela, es que tengo que esperar por Victoria, debemos ir a ver unos materiales para la casa y casi con seguridad tengamos que ir a levantar su coche –– Mi niño – dijo su abuela acariciándole el brazo – estoy tan feliz por ti, Victoria es una criatura adorable. Seguro te har&aacut