Narrador:
El gran día había llegado. Todo era una locura, gente que entraba y salía de la mansión con regalos que llegaban para los novios por su compromiso. Victoria estaba sumamente nerviosa, la noche anterior no había podido pegar un ojo, Franco había tratado de dormir con ella, pero la joven había preferido rechazar el ofrecimiento. Sabía que esa noche se comprometía con el hombre que la había alquilado como novia, pero no sabía que iba a pasar luego.Durante todo el día lo había estado esquivando, pero al caer la tarde ya no puedo hacerlo. Se encontraba en su dormitorio cuando unos golpecitos en la puerta la sobresaltaron- ¿Puedo entrar, Vic?- Claro, Franco, ¿desde cuándo pides permiso para entrar?- Desde que siento que me esquivas, como hoy- Es que estoy muy tensaSe acercó a ella y la tomó de las manos- No lo estés, hoy vamos a divertirnos- No, Franco, no es así. No vamos a una fiesta cualquiera, vamos a comprometernoNarrador: Casi corrió al baño, allí estuvo unos minutos, al salir, pudo divisarlo entre la gente, pero no se animó a volver con él, así que decidió salir a la terraza a tomar el aire. Estaba parada frente al rosal, cuando sintió que la abrazaban por la cintura, su olor era inconfundible- Franco…- Vic… - la hizo girar y quedar frente a él – ya pasó la media noche, ¿recuerdas que te dije ayer que hoy hablaríamos?- Sí, pero no sé si pueda hoy, estoy confundida, tú me confundes, Franco- Ven conmigo, VictoriaLa tomó de la mano, la llevó hasta el coche y la metió en él, condujo hasta la mansión sin parar y sin emitir ni una palabra. Al llegar le abrió la puerta del coche y tomándola de la mano la llevó directo a su dormitorio. Pasó el cerrojo. Ella lo miraba con ansiedad. Él se acercó lentamente y cuando estuvo frente a ella- ¿Qué es lo que hacemos aquí?- Mira, todo lo que te dije en la fiesta es verdad- ¿No te entiendo, Franco?
Narrador: Victoria había abandonado su casa huyendo de un padrastro abusivo y una madre alcohólica. Luego de sufrir varios intentos de violación ante la mirada indiferente de su progenitora, a quién solo le interesaba complacer al hombre que había metido en su casa.La joven, luego de luchar y lograr resistir durante varios años, por fin encuentra el momento oportuno para abandonar aquello que consideraba su hogar y dejar atrás años de tormentos.No tenía más familia, no había conocido a su padre, ni abuelos, primos, o algún pariente. Así que una vez en la calle se encontraba sola, libre y feliz, pero sola, muy sola.Estaba con lo puesto y llevaba un bolso de mano con solo una muda de ropa, fue lo único que pudo sacar de su casa tras su apresurada huida. No tenía ni un centavo en sus bolsillos. Ir a un refugio no era una opción. Sabía que sería el primer lugar donde su madre la buscaría, y si algo tenía en claro era que no quería ser en
Narrador:Un nuevo día asomaba y con él nuevas oportunidades. Victoria saltó de la cama derecho a darse otro baño. Desayunó muy bien y se dirigió a la calle, pues debía conseguir algún trabajo para sustentarse y, más allá que le fascinaba la casa, encontrar un lugar donde vivir y dejar su condición de usurpadora. Recorrió las calles durante todo el día, tratando de ver algún lugar que tuviera un cartel de que buscaba empleados. Pero no tuvo éxito. Cuando se estaba dando por vencida e iba rumbo a su nuevo hogar, pasó por la puerta de la ONG de la que le había dejado, aquel tan simpático joven, la tarjeta. Lo meditó por unos segundos, respiró hondo y entró. Allí estaba Pablo, el chico de la noche anterior. Acomodaba unas sillas formando un círculo. Al escuchar los pasos de Victoria, levantó la vista y le regaló una enorme sonrisa.– ¡Qué bueno que vinieras! – se acercó a ella y le estiró la mano, la joven se la estrechó y éste se la sacudió con e
Narrador:Victoria había salido de la ONG casi corriendo, luego de liberarse de Franco. Y llegó a la plaza, se sentó en la banca de Marta.– ¡Qué bueno que te encuentro! – dijo Pablo con un poco de ansiedad mientras se sentaba a su lado – tenía la esperanza de que estuvieras aquí.– Hola, ¿qué tal? –– Hoy fuiste en busca de ayuda y en lugar de eso saliste corriendo por el niño idiota– No le des importancia, pensaba volver mañana –– Por cierto soy Pablo – le estiró la mano– Victoria, mucho gusto – se la tomó– ¿Dime que te llevó a ir?– Necesito un trabajo, mira me fui de casa con lo puesto, conseguí por ahora donde vivir, pero necesito trabajar. Recorrí todos los negocios pero ninguno quiso tomarme– ¿Tienes alguna pretensión, sabes hacer algo?– No, cero pretensión y no se hacer mucho, pero tengo voluntad– Ok, mañana hablare con alguien y veré que te consigo – le sonrió amablemente - ¿Tienes diner
Narrador:Los días fueron pasando y Franco había dejado de ir al local. Eso era señal de su rendición.Era el día libre de Victoria, por lo que había aprovechado para dormir un rato más. El sol entraba por la ventana, era un día por demás hermoso. Se puso en pie y, luego de higienizarse, se dirigió a la cocina para prepararse el desayuno. Cuando bajó las escaleras y entró, quedó paralizada. Su corazón se escapaba del pecho.– ¿Qué demonios haces aquí, Franco?Franco la miró y no daba crédito a lo que veía. En el umbral de la puerta de la cocina, se encontraba Victoria, vestida solo por una sudadera que apenas le cubría las nalgas, descalza y su rubio cabello despeinado. Era hermosa, le quitó el aliento– ¿yo?, tú, ¿qué haces aqu&iacut
Franco:¡No puedo creerlo!, hace días estoy tratando en verla, hasta fui a pintar la estúpida ONG para ver si estaba allí y nada. Ya ofuscado por todo voy a relajarme a la casa del pueblo y me la encuentro allí viviendo. Verla parada en la cocina solo con una sudadera puesta y su pelo revuelto, fue lo máximo. Mi cuerpo reaccionó por completo, espero no haya notado que se me abultaba la entrepierna, hubiera sido muy humillante. Esa chica despierta en mi los más bajos instintos y los más dulces al mismo tiempo. Quisiera arrancarle la ropa y poseerla a lo salvaje, pero también protegerla, cuidarla, mimarla. Me gustó pasear con ella por los jardines y planificar un futuro. Pero ya es hora de volver a la realidad. Así que entré en el gran comedor de casa, allí estaba mi abuela con toda su omnipotencia y mi hermano con toda su indiferencia.
Narrador:Victoria había pasado el día perturbada no solo por lo que había hecho en su cama, pensando en él, sino por la cena que se avecinaba. Al terminar su turno corrió a la casa con la esperanza de llegar antes que Franco. Pero no tuvo esa suerte, ni bien pasó el pesado portón se encontró con su coche en la entrada. Una vez que estuvo dentro de la casa se dirigió a la cocina. Allí estaba él cocinando. Se paró en el umbral y lo observó por unos minutos. Se había quitado el saco y la corbata, pero mantenía el pantalón de vestir y la camisa blanca algo ajustada a su cuerpo.– Hola – murmuró– Hola – respondió él con una enorme sonrisa – espero tengas hambre, he preparado una pasta con mi salsa secreta, espero te guste –– Seguro que sí, pero antes me gustaría darme un baño, si no te molesta, claro. Es que el día ha sido por demás largo y estoy cansada –– Por supuesto, yo voy poniendo la mesa – levantó la vista y la desnudó con la mir
Narrador:Luego de colgar con Victoria, Franco se arrepintió de la llamada, estaba seguro de que la había inquietado a tal punto que la joven no sería capaz de pegar un ojo en toda la noche y él tampoco. Así que tomó su coche y condujo de regreso hasta donde estaba ella. Al llegar, simplemente entró. La encontró en la cocina preparándose un té– Franco, estaba segura de que vendrías, te preparé café – Franco suspiró– Gracias y, por lo que más quieras, no me odies– Sigues asustándome, ya dime lo que viniste a decirmeTomó la taza de café que Victoria le ofrecía y se sentó en uno de los taburetes.– No sé ni cómo empezar– Prueba por el principio– No es tan fácil– Inténtalo– Bien