Narrador:
Un nuevo día asomaba y con él nuevas oportunidades. Victoria saltó de la cama derecho a darse otro baño. Desayunó muy bien y se dirigió a la calle, pues debía conseguir algún trabajo para sustentarse y, más allá que le fascinaba la casa, encontrar un lugar donde vivir y dejar su condición de usurpadora. Recorrió las calles durante todo el día, tratando de ver algún lugar que tuviera un cartel de que buscaba empleados. Pero no tuvo éxito. Cuando se estaba dando por vencida e iba rumbo a su nuevo hogar, pasó por la puerta de la ONG de la que le había dejado, aquel tan simpático joven, la tarjeta. Lo meditó por unos segundos, respiró hondo y entró. Allí estaba Pablo, el chico de la noche anterior. Acomodaba unas sillas formando un círculo. Al escuchar los pasos de Victoria, levantó la vista y le regaló una enorme sonrisa.– ¡Qué bueno que vinieras! – se acercó a ella y le estiró la mano, la joven se la estrechó y éste se la sacudió con entusiasmo – me alegra mucho que aceptaras mi invitación. Ya vamos a empezar la reunión– Mira, yo no vine por eso, no soy adicta – Pablo volvió a sonreír – no sonrías, de verdad no lo soy. Me fui de mi casa huyendo de mi hogar, donde estaba por recibir todo tipo de abusos.La risa del joven se borró de un plumazo– Disculpa, como te vi en la banca, hice lo que le digo a todos que no hagan, prejuzgar. Muero de vergüenza – tomó la mano de Victoria y se la llevó a la boca para darle un beso en ella, pero la joven se la retiró impidiéndole así que lo hiciera. Le frunció el ceño y le respondió– Tranquilo, no es necesario que te disculpes – trató de sonreír pero le salió una mueca forzada – he venido porque necesito trabajar y tu tarjeta decía que ayudan con eso – Sí, claro, pero ven siéntate – dijo mientras le señalaba una de las sillas – mira ya vienen los chicos, quédate a la reunión y luego hablamos tranquilos – Victoria lo dudó unos segundos, pero asintió con la cabeza y se sentó– De acuerdo, me quedaré – Pablo le sonrió– No vas a arrepentirte.De a poco fueron llegando los jóvenes, eran de diferentes edades y sexo. Había chicos, chicas, gay, trans y una chica un poco indefinida aún. En total eran unos 20. La reunión comenzó un poco tensa, pero luego se fue relajando y se hizo muy amena. De pronto la puerta se abrió de forma violenta y de par en par. Por ella entraron 2 hombres, uno muy joven y el otro un poco más adulto, pero no demasiado tampoco. El joven iba vestido de forma casual pero con la ropa desarreglada debido a que el otro lo estaba trayendo de un brazo casi a rastras. El mayor estaba metido dentro de un impecable traje de sastre, se notaba mucha clase y dinero. Su cabello era negro y muy corto, rasurado de una forma excelente. Su rostro parecía cortado por un cincel de algún escultor detallista, y unos enormes ojos azules debajo de unas espesas cejas, muy bien cuidadas terminaban de adornarlo. En definitiva, era perfecto. Victoria sintió su cuerpo estremecer cuando se cruzaron por unos segundos sus miradas.– Perdón que interrumpa, pero este imbécil no quería venirLo tomó de los hombros y lo sentó en una de las sillas. Luego se paró detrás de él apoyándole sus manos en los hombros y cada vezque el joven trataba de pararse, el señor perfecto, lo obligaba a sentarse.– Tu no vas a ir a ninguna parte, aunque tenga que venir a todas las reuniones y quedarme contigo – no dejaba de repetirleEl chico se veía descarrilado y sin mucho interés de encaminarse nuevamente en la vida. Pero el señor perfecto estaba empecinado en lograrlo aunque tuviera que obligarlo. Victoria había quedado fascinada con él, no dejaba de mirarlo, pero él parecía no haber notado siquiera su presencia. Aunque de vez en cuando levantara la vista y la mirara, pero con una mirada por demás inexpresiva, aun así hacia que ella se estremeciera y su corazón se agitara cada vez que se encontraba con sus ojos. El chico sometido, se había dado cuenta de la situación y la miraba con una sonrisa cómplice. Al notarlo ella se ruborizó de pies a cabeza. El estalló en una carcajada.– ¿Quieres compartir con el grupo lo que te causa gracia? – interrogó Pablo. El joven volvió a reír – vamos no nos dejes con la dudaVictoria le negó con la cabeza suplicándole silencio, eso divirtió más al joven– Ya, no seas idiota y diles a todos de que te ríes – ordenó el señor perfecto– De ella – y señaló a Victoria con el dedo – que cada vez que tú la miras se pone colorada como un tomate.Entonces, señor perfecto, levantó la mirada y la clavó en los ojos de la joven– Y eso, ¿por qué sería? –– Puede ser por dos cosas –– A ver ilumínanos – interrumpió Pablo– O la intimidas, como lo haces con todos o le gustas – sonrió maliciosamente – yo creo que es más lo segundo que lo primeroEsta vez era el señor perfecto quien se sonrojaba– No me jodas, Franco, a ti te gusta – No digas estupideces– Aquí no se dicen nombres – rezongó PabloVictoria estaba muerta de la vergüenza, lo único que atinó a hacer fue ponerse de pie y dirigirse a toda prisa hacia la puerta. Cuando estaba en la vereda sintió que una mano le tomaba el brazo obligándola a detenerse.– Discúlpalo, es un imbécil – a voltearse se percató que era el mismísimo señor perfecto quién la detenía– No se preocupe, igual ya tengo que irme –– Deja que te lleve para redimirme – No, que va, vuelva con el otro joven, se ve lo necesita – Es mi hermano y es un idiota que para llamar la atención se droga hasta perder el conocimiento – Una pena, tan joven – miró la mano que aún la detenía - ¿me permite?, se me hace tarde – ¡OH, sí!, perdón –Al soltarla ella siguió su camino. Él pensó en seguirla, pero su hermano lo necesitaba, así que sacudió la cabeza y entró al salónnuevamente. Esta vez no se paró a sujetar a su hermano, solo se sentó en la silla que Victoria había dejado vacía. No podía sacarse de la retina esos ojos celestes que le parecían asustados.“Que criatura tan exquisita, podría perderme en esos ojos. ¡Soy un imbécil!, no me presenté, ni siquiera le pregunté su nombre”La reunión había acabado y los hermanos se dirigían a su casa. En el coche fue el joven quien rompió el silencio.– Es preciosa, ¿verdad? –– ¿Quién? – trató de disimular el hecho que de que no había dejado de pensar en ella– Vamos, Franco, no me jodas – rió – la chica que seguiste a la vereda, nunca te vi seguir a una mujer con tanta velocidad– Luciano, eres un idiota, la ofendiste y traté de reparar el daño– Yo no la ofendí, solo hice una observación. Es que no te quitaba los ojos de encima, y cuando se dio cuenta de que la vi, se sonrojó hasta las orejas. Y creo que a ti también te gusta– Ya no digas tonterías, reconozco que es linda, pero nada más. Tengo cosas más importantes de que ocuparme –– Cierto, tienes que elegir con cuál de las pitucas casarte.– Ya deja de tonterías – No son tonterías, Franco, hay rumores de que eres gay, y eso no es bueno para los negocios. Por eso la abuela está tan interesada en casarte con alguien cuanto antes.– Eso no pasará. Ahora calla que ya llegamos Victoria:¡Oh, por Dios!, ¿qué fue eso?, ¡qué hombre tan perfecto! Esos ojos me consumieron. Él nunca se fijaría en mí, pero yo con gusto dejaría que me hiciera suya en cualquier callejón oscuro.Pero ahora debo volver a la realidad, tengo que conseguir un trabajo y un lugar donde vivir, aunque podría acostumbrarme a ésta“pocilga de ricos”. Hoy fue un fracaso, mañana lo intentaré nuevamente.Franco:¿Por qué, si he estado con infinidad de mujeres, no puedo sacarme esa joven de la cabeza?– Franco, tesoro, haz vuelto temprano hoy. ¿No sales con Carla?– No, abuela. Estoy cansado y quiero acostarme ya – ¿Sin comer?– Sin comer, no te preocupes, estaré bien – Me acerque a ella y le di un beso en la frente – que descanses, abuela, nos vemos mañana – Hasta mañana, hijo, que descanses.Entré en mi habitación, me di un largo baño, traté de alejarla de mis pensamientos pero no pude lograrlo, cada vez que cerraba mis ojos la veía, allí, sentada en la silla, mirándome con descaro. Me metí en la cama y traté de trabajar un poco desde mi laptop, me fue imposible. Cerré la computadora y traté de dormir, pero otra vez suimagen me perturbo, a tal punto que hizo reaccionar a mi entrepierna. Nunca me pasó hasta ahora, que solo con pensar en una mujer me excitara a tal punto de tener una erección completa. No pude evitar tomarlo y agitarlo mientras me imaginaba besándole es largo y sensual cuello. Sus redondos senos erguidos mientras me metía en su boca estallaron en mi imaginación haciendo que me corriera como si fuera un adolescente masturbándose por primera vez.Narrador:Victoria había salido de la ONG casi corriendo, luego de liberarse de Franco. Y llegó a la plaza, se sentó en la banca de Marta.– ¡Qué bueno que te encuentro! – dijo Pablo con un poco de ansiedad mientras se sentaba a su lado – tenía la esperanza de que estuvieras aquí.– Hola, ¿qué tal? –– Hoy fuiste en busca de ayuda y en lugar de eso saliste corriendo por el niño idiota– No le des importancia, pensaba volver mañana –– Por cierto soy Pablo – le estiró la mano– Victoria, mucho gusto – se la tomó– ¿Dime que te llevó a ir?– Necesito un trabajo, mira me fui de casa con lo puesto, conseguí por ahora donde vivir, pero necesito trabajar. Recorrí todos los negocios pero ninguno quiso tomarme– ¿Tienes alguna pretensión, sabes hacer algo?– No, cero pretensión y no se hacer mucho, pero tengo voluntad– Ok, mañana hablare con alguien y veré que te consigo – le sonrió amablemente - ¿Tienes diner
Narrador:Los días fueron pasando y Franco había dejado de ir al local. Eso era señal de su rendición.Era el día libre de Victoria, por lo que había aprovechado para dormir un rato más. El sol entraba por la ventana, era un día por demás hermoso. Se puso en pie y, luego de higienizarse, se dirigió a la cocina para prepararse el desayuno. Cuando bajó las escaleras y entró, quedó paralizada. Su corazón se escapaba del pecho.– ¿Qué demonios haces aquí, Franco?Franco la miró y no daba crédito a lo que veía. En el umbral de la puerta de la cocina, se encontraba Victoria, vestida solo por una sudadera que apenas le cubría las nalgas, descalza y su rubio cabello despeinado. Era hermosa, le quitó el aliento– ¿yo?, tú, ¿qué haces aqu&iacut
Franco:¡No puedo creerlo!, hace días estoy tratando en verla, hasta fui a pintar la estúpida ONG para ver si estaba allí y nada. Ya ofuscado por todo voy a relajarme a la casa del pueblo y me la encuentro allí viviendo. Verla parada en la cocina solo con una sudadera puesta y su pelo revuelto, fue lo máximo. Mi cuerpo reaccionó por completo, espero no haya notado que se me abultaba la entrepierna, hubiera sido muy humillante. Esa chica despierta en mi los más bajos instintos y los más dulces al mismo tiempo. Quisiera arrancarle la ropa y poseerla a lo salvaje, pero también protegerla, cuidarla, mimarla. Me gustó pasear con ella por los jardines y planificar un futuro. Pero ya es hora de volver a la realidad. Así que entré en el gran comedor de casa, allí estaba mi abuela con toda su omnipotencia y mi hermano con toda su indiferencia.
Narrador:Victoria había pasado el día perturbada no solo por lo que había hecho en su cama, pensando en él, sino por la cena que se avecinaba. Al terminar su turno corrió a la casa con la esperanza de llegar antes que Franco. Pero no tuvo esa suerte, ni bien pasó el pesado portón se encontró con su coche en la entrada. Una vez que estuvo dentro de la casa se dirigió a la cocina. Allí estaba él cocinando. Se paró en el umbral y lo observó por unos minutos. Se había quitado el saco y la corbata, pero mantenía el pantalón de vestir y la camisa blanca algo ajustada a su cuerpo.– Hola – murmuró– Hola – respondió él con una enorme sonrisa – espero tengas hambre, he preparado una pasta con mi salsa secreta, espero te guste –– Seguro que sí, pero antes me gustaría darme un baño, si no te molesta, claro. Es que el día ha sido por demás largo y estoy cansada –– Por supuesto, yo voy poniendo la mesa – levantó la vista y la desnudó con la mir
Narrador:Luego de colgar con Victoria, Franco se arrepintió de la llamada, estaba seguro de que la había inquietado a tal punto que la joven no sería capaz de pegar un ojo en toda la noche y él tampoco. Así que tomó su coche y condujo de regreso hasta donde estaba ella. Al llegar, simplemente entró. La encontró en la cocina preparándose un té– Franco, estaba segura de que vendrías, te preparé café – Franco suspiró– Gracias y, por lo que más quieras, no me odies– Sigues asustándome, ya dime lo que viniste a decirmeTomó la taza de café que Victoria le ofrecía y se sentó en uno de los taburetes.– No sé ni cómo empezar– Prueba por el principio– No es tan fácil– Inténtalo– Bien
Victoria:No puedo creer lo que me ha propuesto Franco y mucho menos que lo haya aceptado. Siendo sincera no fue solo por el dinero que lo hago. Creo que me siento muy sola, y esta es una manera de tener una familia, aunque sea alquilada.– Bien, quería comprobar que no te molesta mi cercanía¿Cómo podría molestarme su cercanía?, me estaba abrazando el hombre por el que cualquier mujer pagaría y a mí me pagarán por hacerlo. Él era perfecto, pero yo no podía perder el foco, era un trabajo, tenía que aceptarlo como tal y hacerlo lo mejor posible. Morí de vergüenza en el estudio con el abogado, sentí que me vendía y cuando dijo “Victoria Avalos, de ahora en más nombrada como La Novia Alquilada…”, quise que la tierra me tragara. Sentí que me vendía literalmente. Aunque estar con Franco
Narrador:El resto del día Victoria había sido una autómata, obedeciendo sin ninguna objeción lo indicado por Franco. Solo le retumbaban las palabras anteriormente dichas por él “Te prometí que voy a respetarte y haré hasta lo imposible por cumplirlo, pero tienes que saber que me muero por besarte”Estuvieron en el banco para abrirle una cuenta que ella manejara y le hizo el primer depósito según lo acordado, también tramitaron una tarjeta de crédito para esa cuenta y derivados de las tarjetas de Franco, para que ella se manejara con el dinero del joven y no con el propio.Desfiló durante horas con diferentes vestidos y zapatos. El eligió cuidadosamente cada uno de ellos. Ella solo obedeció. Casi no habló en todo el día.Llegaron a la casa a prepararse para la cena con la matriarca de la familia.Victor
Franco:¡Por Dios!, esa mujer me vuelve loco. Es por demás hermosa, fresca y en suma inteligente. ¡Maldita la hora que firmé un papel que dice que no puedo tocarla! Ahora mismo la hubiera tirado sobre la cama para pasarle las manos por todo ese hermoso cuerpo, y mis labios por toda su piel, por las partes que conozco y he visto, pero sobre todo por las que aún me oculta. Si supiera las veces que ha sido mía. La veces que en mi mente y en mis sueños le he hecho el amor de mil y una forma, de maneras que jamás he tenido sexo con nadie. Ella no tiene idea de que suda sensualidad y me pone de cabeza. Y ahora se viene para la mansión, ya no puedo elegir cuando verla, sino que la veré todo el tiempo y no puedo ignorarla o todo el plan se viene a pique.Traté de no seguir pensando es eso y le llevé la sudadera o no tendría que ponerse al salir de la ducha. Me