Narrador:
La noche había pasado sin más sobresaltos. Franco se había levantado temprano a correr como todas las mañana. Victoria lo vio al asomarse a la ventana. Su corazón se agitó de tal forma que parecía que le saldrá del pecho. Temblaba de miedo, pues seguro Franco estaría muy enojado con ella por lo sucedido la noche anterior. Y, como si fuera una niña pequeña, se volvió a meter en la cama y se tapó hasta la cabeza.– Franco, querido, me encanta que podamos desayunar juntos, hace tanto no lo hacemos –– Abuela, es que tengo que esperar por Victoria, debemos ir a ver unos materiales para la casa y casi con seguridad tengamos que ir a levantar su coche –– Mi niño – dijo su abuela acariciándole el brazo – estoy tan feliz por ti, Victoria es una criatura adorable. Seguro te har&aacutNarrador:– ¿Dónde estabas anoche?– Por ahí –– Luciano, esa no es manera de responderle a tu abuela – el joven se acercó a la anciana y la abrazó– Perdona, abuela, tenía planes– Era importante, tu hermano trajo a su novia.– ¿A Victoria?– Exacto, ¿de dónde la conoces tú? – Luciano lo medió unos segundos– Fui a buscar a Franco a la casa vieja y la vi allí– Es hermosa– Si, mucho– Bueno esta noche volverá y se quedará con nosotros aquí– ¿En la mansión?– Sí, en una habitación de huéspedes. Es que no puede quedarse en esa casa mugrienta– ¿y que dijo Franco?– No le gustó mucho al principio, pero creo que Victori
Narrador:Franco y Victoria ya se preparaban para ir a la mansión.– ¿Esto es todo?– Si, Franco, recuerda que vine sin nada, todo esto es lo que me has comprado tú– Cierto, ya te comprarás tus propias cosas –– ¿Me voy así o mejor me baño y me cambio de ropa?, pregunto, es que quiero darle una buena impresión a tu hermano– Mi hermano es un imbécil y lo sabes. Yo que tú no tendrías muchas expectativas respecto a él, pues puede ser muy desagradable cuando se lo propone – Franco hizo una pausa, se rascó la nuca – retiro el “se lo propone”, siempre es un imbécil, creo que es natural en él– &iqu
Victoria: Me depositó en la cama con suma delicadeza– ¿Estás mejor?– No lo sé, Franco– ¡Oh por Dios!, estás temblando – me abrazó con fuerza.Sentir sus musculosos brazos alrededor de mi cuerpo estrechándome contra el suyo y haciendo que su perfume me embriagara por completo, era la gloria, pues ese hombre cada vez me tenía más cuativada.– Gracias –– ¿Por qué, tesoro? – besó mi frente– Por no dejar que me cayera – hundí mi cara en su pecho, me estrechó más aún– Jamás dejaré que te suceda nada malo, lo prometí, ¿recuerdas?Solo moví mi cabeza de forma afirmativa, pero sin despegarla de su cuerpo, no podía, no quería que me soltara– Ahora, trata de dormir, mañana hablaremos– ¿Puedes quedarte conmigo?– Vic, no es conveniente. Descansa, si necesitas algo me mandas un mensaje – y salió de la habitación sin siquiera volver a mirarme Franco: Creo que Victoria sufre de ataques de pánico, pero de una forma muy extraña, pues ella reacciona muy bien a las situaciones, pero luego se d
Narrador:La noche había sido una pesadilla para ambos, pues ninguno había pegado un ojo en toda ella. Victoria sintiéndose humillada y a la vez arrepentida de haberse lanzado. Franco con unos deseos locos de hacer de Victoria su amante, pero teniendo que guardar la compostura por el bien de ambos, sobre todo el de ella, ya que no la amaba, solo la deseaba y no quería que sufriera, si ella lo odiaba era mejor, nunca comprendería que velaba por su bien.– Buenos días, Franco. ¿Qué tal durmieron tú y tu novia perfecta– Luciano, dime ya lo que quieres, no te andes con rodeos, ambos sabemos que no das puntada sin hilo– Por supuesto hermano que quiero algo, bueno, en realidad varias cosas.– Suéltalo ya que no estoy de humor– Bueno, parece que el señor todo rectitud está de malas hoy, que pasó, ¿
Narrador:Victoria pasó la noche tranquila, Franco no se separó de ella ni un minuto. Al llegar la mañana despertó y pudo verlo en el sillón a su lado vencido por el sueño. Lo observó largo rato, le gustaba verlo así, tan frágil, tan humano.– Uff, me quedé dormido – dijo desperezándose por completo– Así parece – ella veía que él estaba cumpliendo su promesa de cuidarla, así que le sonrió – gracias por quedarte conmigo– Te dije que te cuidaría– Sí, lo noté. ¿Te dijeron que tenía?– Nada de gravedad, pero debes cuidarte de estresarte, parece que eso hace que te desmayes.– Bien, entonces cuida tú de no estresarme – rió– Veo que estás mejor, te dejo tu ropa aquí para que te vay
Narrador:Victoria había pasado todo el día durmiendo y despertando. Pero sus pensamientos y sueños estaban en lo intensamente vivido con Franco ese día. Ya caía la tardecita y estaba quedándose dormida nuevamente cuando escuchó unos tímidos golpecitos en la puerta, creyó que se trataba de Rebeca para ver si necesitaba algo, porque Franco seguro no era, él entraría sin llamar. Se tapó la cabeza con la manta y resolvió ignorarlo, pero insistieron. Así que se sentó en la cama y de mala manera dijo– ¡Adelante!Grande fue su sorpresa cuando asomó quien menos esperaba, pues no era Rebeca, ni la abuela, ni el propio Franco que hubiera adquirido modales; sino que era Luciano.– Hola, Victoria, supe que estabas mal y quise saber cómo seguías. ¿Puedo entrar?– Sí, claro,
Narrador:– ¿Cómo estás querida, amiga?– Muy bien, Juliana, ¿y tú?– Todo bien por aquí, que gusto que me llamaras y te hayas hecho un tiempo para venir a charlar.– Es que tengo muchas cosas que contarte.– Estoy deseosa de oírlas, pasemos a la sala que haré traer el téLas ancianas eran viejas amigas, sus familias siempre fueron muy cercanas, Juliana era la abuela de Carla, la eterna pretendiente de Franco, pero a él nunca le interesó en demasía.– Tengo malas noticias para Carlita, Franco tiene novia y está muy enamorado.– ¡No me digas!– Sí, tan es así que nunca lo había visto tan feliz, le ha vuelto la luz, estaba tan amargado todos estos años, pero desde que esta chica entró en su vida, a ha cambiado, se le ve muy bien.<
Narrador:Franco tomó a Victoria por la cintura y la colocó en el sillón a su lado, la única ropa que se acomodó, fue el cinturón, que volvió a abrocharse. Su respiración seguía siendo agitada, tenía la frente húmeda, producto de la transpiración, se pasó la mano para secarla. Pasó su lengua por los dientes, con la boca cerrada. Victoria lo observaba con suma atención. Él pasaba la mano por su cara y su cabello, como si con eso cambiara lo que había pasado. Un par de veces hizo el ademán de pararse, pero al final no lo hizo. Evitaba la mirada inquisidora de la joven. Por primera vez en su vida se sentía incómodo en una situación con una mujer. Ella, que había permanecido inmóvil, se acomodó en su asiento. Franco fijó la vista en ella.– No te muevas ni un mil&ia